domingo, 11 de agosto de 2019

Un lugar llamado Sayari. Capítulo 5


La muerte del almirante le había pasado factura a Alicia y tanto sus padres como Álex no sabían cómo animarla, por lo que estaban preocupados.

-¿Puedo hacerle una pregunta?- Le dijo Álex a la madre de Alicia. – Me gustaría saber por qué no me mataron al igual que hicieron con el resto de tripulantes de la nave en la que viajábamos.-

-No fuimos nosotros. El planeta en el que habitamos está vivo, tenemos una simbiosis con él. Nosotros producimos energía que lo alimenta con nuestra sola presencia y a su vez, nos nutrimos de la energía del universo que es canalizada por el planeta. Aquí no  necesitamos comer, ni respirar, en otros planetas sí. Pero digamos que al planeta no le gustan los extraños. – Respondió la mujer.

-Yo no soy como vosotros, soy un extraño. – Añadió el joven.

-Para el corazón de mi hija eres alguien muy cercano y esa unión es la que te hace especial, el planeta lo sabe.- Dijo la mujer entre risas, al ver la cara que había puesto el muchacho.

-Pero eso quiere decir que el planeta está vivo y tiene voluntad propia. No puede ser real. – Álex cada vez estaba más perplejo.

-Todo lo que nos rodea está vivo, incluso tu planeta lo estaba. Las mareas, los seísmos, todo lo que vosotros llamabais catástrofes eran respuestas del planeta ante vuestra continua explotación de los recursos. El nuestro tiene más autonomía, pero esa es la única diferencia entre uno y otro.- Respondió la mujer, mientras juntaba las manos y hacía aparecer de la nada una bola de energía de color azul. 

-¡Vaya, es precioso! ¿Cómo lo has hecho?- Quiso saber el joven, mientras unía las palmas de sus manos, intentando emular aquél gesto.

-Con paciencia y visualizando aquello que quieres conseguir. Desde que nacemos estamos predispuestos a ello, por lo que nos resulta más sencillo hacerlo que a ti, que estás comenzando tu adiestramiento. – Afirmó la mujer.

-¿Adiestramiento para qué?- Preguntó Álex.

-Para ser uno de nosotros. Te enseñaremos a utilizar la energía en tu beneficio y en el de los demás y pronto serás uno más. – Le dijo la madre de Alicia, mientras veía aproximarse a su hija.

-¿Esto se puede aprender? ¿Yo también irradiaré calor como Alicia?- Preguntó Álex, bajo la atenta mirada de la joven que acababa de llegar.

- Alicia no solo irradia calor, también controla el fuego, pero ese es su don. Cada uno tenemos uno y el tuyo se desvelará cuando estés preparado. –Confesó la mujer antes de marcharse y dejar a los dos jóvenes a solas en aquella habitación.

El joven se acercó al gran ventanal, desde el cual se podían ver las llanuras rojizas que rodeaban la instalación donde se encontraban, y no pudo evitar pensar en la frondosidad de los bosques de la Tierra que tanto echaba de menos. ¿Se acostumbraría alguna vez a aquél desierto? ¿Y a comer igual que lo hace un niño perdido en el país de Nunca Jamás? Si tenía que imaginarse la comida, iba a pasar mucha hambre porque no era ningún chef.

-¿Estás bien?- Preguntó Alicia, mientras colocaba su mano en la espalda de Álex.

-Sí, solo tengo que hacerme a la idea. ¿Y tú estás bien?- Le preguntó mientras se giraba y quedaba justo frente a ella.

-Creo que sí, he asumido lo que soy, y también, que la persona que me salvó la vida al mandarme en esa nave, ya no está. Le quería, pero la vida sigue y… - Se detuvo, le cogió de la mano y continuó con lo que estaba diciendo.- No sé en qué momento pasó, pero creo que tenerte junto a mí es lo mejor que me ha ocurrido en mucho tiempo. Haces que todo resulte más fácil y junto a ti el tiempo se me pasa volando.- Dijo la joven, mientras agachaba la mirada temerosa, por las incipientes rojeces que asomaban en sus mejillas.

-No me extraña que el almirante diese su vida por ti. Yo también siento la necesidad de protegerte, cuando sé que realmente no necesitas a nadie que te proteja. Y tengo la esperanza, al ser el único hombre de verdad en este planeta, que decidas dejarme estar a tu lado.- Dijo Álex, mientras rodeaba a Alicia por la cintura, y se fundía con ella en un dulce beso que, poco a poco, encendió el fuego que ambos llevaban dentro.

De repente Álex sintió que todo se desvanecía, y pensó que Alicia lo había carbonizado sin querer. Ya está, ya no hay vuelta atrás, había viajado a millones de años luz para morir a manos de la mujer que amaba, tampoco era un final tan malo. ¿Verdad? 
Pero entonces, escuchó cómo Alicia repetía su nombre una y otra vez. Abrió los ojos y se dio cuenta que se encontraba en el suelo, pero por desgracia no sentía su propio cuerpo. ¿Qué estaba pasando? Vio a la joven en llamas mirarle desde las alturas, extrañada, y eso viniendo de una mujer envuelta en fuego que volaba sobre su cabeza, era bastante perturbador.

Por primera vez en su vida, Álex descubrió la verdad, por qué se sentía tan diferente al resto de los mortales, pero tan conectado con Alicia. ¡ERA UN CHARCO DE AGUA!

-¡¿Qué me está pasando?!- Gritó a la desesperada. 

Al escuchar los gritos, los padres de Alicia entraron en la sala y vieron a su hija en llamas, y un charco de agua en el suelo con el que hablaba.

-¿Hola? ¿Alguien me dice qué me está pasando?- Preguntó el joven bastante molesto.

-Vaya, ahora lo entiendo todo. ¿Recuerdas que te dije que cuando estuvieses preparado encontrarías tu don? Pues al igual que el de mi hija es el fuego, tú eres su opuesto, el agua. Puedes controlar el agua en todos sus estados, incluso puedes transmutarte en ella, como podemos ver.- Respondió la mujer que le observaba intrigada.

-Muy bien, pero lo que no sé es cómo vuelvo a mi estado normal. ¿Una ayudita?- Pidió cansado de estar tirado en el suelo.

-Piensa en tu cuerpo, en recuperar la estabilidad, la firmeza del hielo.- Y tras sus palabras certeras, el joven recuperó su forma habitual, mientras que Alicia también volvía a su estado natural.

Cuando la madre de Alicia le preguntó a Álex lo que había pensado antes de convertirse en agua, el joven sintió la presión de explicarle a sus futuros suegros, que estaba besando a su hija cuando ésta le hizo sopa. No era algo que le apeteciese contar, pero Alicia se adelantó y lo hizo por él.

-Así que, os estabais besando.- Dijo el padre con cara de preocupación.

-¿Qué se te pasó por la cabeza en ese momento?- Preguntó la madre.

-¡Mamá!- Protestó Alicia, que estaba intentando mantener la compostura.

-Esto… yo solo quería conectar con su hija, fundirme con ella. Aunque dicho así, sonaba mejor en mi cabeza.- Confesó Álex, antes de darse cuenta que sus palabras podrían malinterpretarse.

-Ahí lo tienes, querías fundirte y eso hiciste. A partir de ahora deberás tener más cuidado con lo que deseas, querido. – Añadió la madre de Alicia entre risas.

-Si te digo la verdad, ahora que ya está solucionado, me hizo bastante gracia verte como un huevo frito, espanzurrado ahí en el suelo.- Dijo la joven a carcajada limpia.

-Muy graciosa chispitas. – Contestó Álex, mientras envolvía a Alicia en sus brazos y la besaba de nuevo, esta vez bajo la atenta mirada de su nueva familia.

FIN


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