Un extraño en la comarca
Era un día
normal, como cualquier otro. Allí estaba yo, sentada frente al ordenador, como
era habitual. Mi jefe llegó, tan alterado como siempre, pidiéndome mil trabajos
que hacer sin apenas tiempo. Como me hubiese gustado tener el anillo de Frodo y
desaparecer ante sus narices para patearle el trasero, pero no, nada de eso
era real. Por suerte, mi jornada de trabajo terminaba ya y podría ir a casa a
jugar con el nuevo juego del señor de los anillos que había adquirido en una
convención. Me pareció bastante extraño y mira que conociendo a los Winchester,
ya pocas cosas entraban en mi ranking de rarezas. Entonces me puse a recordar.
Pasé los
primeros días de la convención recorriendo todos los stands, lo hice miles de
veces, pero el último día, noté que había uno que se me había escapado. ¿Cómo
era eso posible? Me acerqué a la mujer de pelo canoso que estaba sentada
leyendo un libro y me preguntó si había algo que me llamase la atención en
particular. Había un montón de merchandising de todas las películas y series,
me hubiese gustado comprarlo todo, pero ya no me quedaba presupuesto ni para café,
por lo que miré entre todas las cosas y me llamó la atención el juego del señor
de los anillos, una edición nueva. ¿En serio? Esta no había sido anunciada en
ningún foro, ni en ninguna otra parte. Me fijé en el título “Un extraño en la
Comarca”. ¿Quién sería? No me pude resistir y le pregunté el precio, aun
sabiendo que no tenía oportunidad de conseguir aquella maravilla. Por un
momento, pensé que podía ser un timo, pero la señora vio mi cara y me tendió el
juego. Lo cogí y le dije que no podía llevármelo, no tenía dinero, ya no. Ella
me miró, me sonrió y me dijo que mientras lo cuidara, ella se conformaba, sabía
que el juego estaría en buenas manos.
Charlie: ¿Me
lo regala? ¿De verdad?
La mujer
asintió y me fui corriendo, por si cambiaba de idea. Cuando me giré para volver
a darle las gracias a la mujer misteriosa, con la mano alzada, me di cuenta que
no había nada. Me paré en seco y miré hacia todos los lados, el puesto y la
mujer habían desaparecido. Me quedé confusa, pero estaba eufórica y lo olvidé
en cuestión de segundos.
Salí de mi
ensoñación y corrí hasta casa, llegué, dejé tirado el abrigo en el suelo y me
puse el juego. No había tenido tiempo de jugar la noche anterior, cuando llegué
de la convención, estaba tan agotada que caí en la cama vestida y con los
zapatos puestos. Me desperté tarde y por poco no llego al trabajo, pero ahora
ya estoy libre, por lo menos hasta mañana, pensé.
Charlie: Mi
tesorooooo.
La pantalla
se oscureció y apareció un pequeño vídeo de presentación. En él salían todos
los personajes, Gandalf, Frodo, Sam, Aragorn, Arwen… Oh Arwen, como me gustaba
la elfa. De pronto algo me llamó la atención (cosa que me sucedía bastante a
menudo)
¿Había dicho
el narrador del juego algo acerca de que en realidad había dos anillos? ¿Qué no
era el único? Venga ya, entonces la historia no tendría gracia. ¿Dónde estaría
el otro? Imposible, me niego. Me dieron ganas de quitar el DVD, pero algo pasó.
Noté como me deshacía en millones de partículas que se esparcían por el aire y
se metían directamente en la televisión.
Charlie:
¡¡¡Bowls!!! ¡¡¡DEAN, SAM!!!
De pronto me
vi viajando por un agujero de gusano de color verde, daba vueltas sin parar y
aquello parecía no tener fin. Pasados varios minutos, caí, pero no al suelo,
sino en la parte trasera de un carro lleno de paja.
Sam:
Sooooooooo. ¿Pero qué…?
Charlie:
¡AHHHH! ¡Sam, eres tú! ¡No me lo puedo creer! ¿Dónde estoy?
Sam: ¡Bájese
ahora mismo de mi carro y dígame cómo demonios ha llegado hasta aquí! ¿Quién es
usted y de qué me conoce?
Me quedé
pensando unos segundos, dudo que se crea nada de lo que le diga, que sea una
humana y que haya llegado a través de un portal camuflado en un juego de la
play. Hasta dudo que sepan lo que es la psp.
Charlie: ¡Mi
móvil! Llamaré a Sam y él me sacará de aquí.
Sam: Señora,
Sam soy yo. ¿Y qué demonios es un… móvil?
Me quedé a
cuadros, aparte de que no llevaba el móvil, como era de esperar, ya que lo
había dejado dentro de mi chaqueta, en Downs, me di cuenta, que tampoco habría
cobertura en ese lugar. Me bajé del carro y me presenté formalmente.
Charlie:
¡Hola! Me llamo Charlie Bradbury y soy una.. humana. Vengo de Downs, Illinois.
Sam: Pues yo
soy Samsagaz Gamyi, señorita. Soy un hobbit y vivo en la Comarca, que es
justamente donde nos encontramos en este preciso momento. ¿En qué parte de la
Tierra Media se encuentra esa Downs, Illinois?
Charlie:
Está fuera de la Tierra Media, vine aquí a través de un portal mágico. ¿Crees
que podría hablar con Gandalf para que me ayudase a salir de aquí? ¿O por lo
menos, para que me explique, qué demonios hago yo en la Comarca? Espera un
momento. ¿Has dicho que estamos en la Comarca? Wow. ¡Qué ilusión! ¿Frodo sigue
por aquí?
Sam: ¿Conoce
a Gandalf y al señor Frodo?
Charlie: En
persona no, pero he oído hablar muy bien de ellos, en el lugar del que procedo.
Sam: Pues
como sabrá, el señor Frodo ya no está con nosotros, se marchó hace unos años y
Gandalf se fue con él. No creo que podamos localizarlo.
Charlie:
Llámame Charlie, por favor.
Sam: Pues
bien, Charlie. Acompáñame a la comarca, te presentaré a mi familia y te
enseñaré donde puedes quedarte hasta que encontremos una solución.
Seguí a Sam
hasta el centro de la Comarca. Los hobbits estaban de celebración, cerveza
tibia, la hierba del viejo Pip para fumar, hogueras y tambores por doquier. No
dejaban de entonar sus dulces melodías aquellas pequeñas criaturas que tanto me
gustaban, las jóvenes danzaban al compás de la música y los hombres bebían
cerveza sin parar, que extraían de
grandes barriles, grandes hasta para mí. Me vino a la cabeza la posada del
Poney Pisador, aquella escena en la que Aragorn aparece como el Montaraz. No
podía creerme que estaba dentro de mi película favorita, de mi saga favorita,
de la Comarca. Todos me miraban expectantes y la música cesó de repente. Sam se
subió a una de las mesas improvisadas y les contó a los aldeanos quien era yo y
de dónde venía. Les pidió que me alojaran en algún lugar hasta que
encontrásemos una solución al problema, pero no hizo falta, en ese instante una
voz ruda y que me resultaba muy familiar, gritó el nombre de Sam a mi espalda.
Gandalf: Sam
Sagaz Gamyi. ¿Desde cuándo te has convertido en el nuevo Bilbo Bolson?
Me giré y
allí estaba, no me lo podía creer. Era él, tan alto como Sammy, mi Sammy
Winchester, con una barba gris y su sombrero de pico. Me dieron ganas de
abrazarle con fuerza, pero me contuve, aunque me costó un triunfo.
Gandalf:
¿Quién eres tú, jovencita?
Charlie: Me…
me llamo… Charlie Bradbury y es un honor conocerle, señor.
Gandalf:
¡Sam!
Sam se
acercó a nosotros, que mono era, tan bajito que daban ganas de achucharle. Me
quedé mirando fijamente con cara de tonta mientras me imaginaba estrujándole
los mofletes. Sam me miró con esa cara suya de… ¿te falta un tornillo? Y me
eché a reir.
Gandalf:
Vayamos a un lugar más privado.
Sam: ¡Gandalf!
¿Cómo es posible? Si tú…
Gandalf: Ya
habrá tiempo de explicaciones. Vayamos a casa de los Bolson, a Bolson Cerrado.
Sam: Pero
ahora vive allí Freja Bolson, la prima de Frodo a la cual dejó Bolson cerrado y
todo su contenido.
Gandalf: Lo
sé. La necesitaremos. Vamos.
Nos dirigimos
a la casa debajo de la montaña y al llamar a la puerta, una joven abrió. Me
recordaba mucho a… Lucy Hale, de pequeñas mentirosas. Sam nos presentó y la
joven Freja nos invitó a entrar. Apenas cabía por esa diminuta entrada y
Gandalf, menos aún. Me tuve que agachar y me tropecé con el escalón.
Cuando
entré en aquella casa, lo primero que hice fue fijarme en todos los pequeños detalles,
la chimenea, las alfombras, las sillitas de madera, todo. Los olores que
percibí eran de lo más peculiares, esas cosas no aparecían en los libros. Olía
a madera, a jengibre y a pan recién hecho. Cuando abrí los ojos, Sam y Gandalf
me miraban extrañados. Me condujeron al salón principal y nos sentamos como
pudimos, apenas podía doblar las piernas, por lo que me senté en el suelo con
las piernas cruzadas. Aquello parecía mucho más pequeño que en las películas.
Sam regresó pasados unos minutos, junto a Freja y tres cervezas en las manos,
nos pasó una a cada uno. Bebí un sorbo y estaba buenísima, no me extrañaba que
los hobbits no hicieran otra cosa que beber cerveza y fumar en pipa.
De pronto
Gandalf me pidió explicaciones con una mirada inquisitoria que dejaría helado
hasta el mismísimo Sauron, por lo que empecé por el principio. Les conté lo de la
convención, lo del juego y cuando llegué a la parte en la que el narrador decía
que había un segundo anillo… bueno, a Gandalf eso le hirvió la sangre.
Gandalf
comenzó a pasearse por la habitación, lanzando improperios. Tras un largo paseo,
en el que por poco hace un surco en el suelo, me preguntó qué más sabía. Le
conté que me desvanecí, caí por un agujero de gusano y terminé en el carro de Sam,
eso era todo hasta el momento.
Gandalf nos
contó que había presentido algo, por lo que había ido a visitar a Aragorn y
Arwen, para comprobar lo que se temía, que Sauron estaba regresando a la vida.
Se estaba formando otro ejército y Aragorn no se había quedado quieto esperando
a que Sauron recuperase sus fuerzas, había pedido a Gandalf que buscase ayuda
por un lado de la Tierra Media y él haría lo mismo, por el otro. El primero en
quien Gandalf había pensado fue en Sam, ya había sido de gran ayuda y sin él no
habrían podido destruir a Sauron la vez anterior, por ello estaba allí, pero
ahora yo… seguro que algún papel debía desempeñar. Sería genial, mi experiencia
en Moondor sería de gran ayuda.
Gandalf:
Nuestros destinos se han cruzado por alguna razón, jovencita. Debes unirte a
nosotros si quieres que te ayude a salir de aquí. No puedo perder el tiempo con
eso, cuando la Tierra Media está en peligro. Si vienes conmigo, podremos hallar
una solución.
Charlie: ¿Y
cuándo no está en peligro la Tierra Media? – Se me escapó- Ups.
Nos fuimos a
dormir, era tarde y a la mañana siguiente partiríamos temprano, teníamos que
llegar hasta Rivendel, iba a conocer a los elfos, todo un honor. Tendríamos que
unirnos todos y encontrar el otro anillo, antes de que Sauron resurgiese. ¿Pero
cómo había pasado todo aquello? Le di muchas vueltas, estaba dentro de un
videojuego y no era el oficial, sino una edición limitada y nueva. Todo era
posible en ese tipo de juegos de rol y yo había terminado en uno que encima
estaba hechizado. Los hermanos me matarían si salía de esta por juntarme con
brujas. Primero Oz y ahora esto. Está visto que mi experiencia como reina de
Moondor me iba a ser de gran ayuda.
A la mañana
siguiente, me desperté en el suelo, estaba tapada con un montón de colchas y
tenía la espalda fatal, por dormir en el suelo, me incorporé y me estiré. De
repente entró Gandalf diciendo que todos me esperaban. ¿Todos? Me puse las
botas y salí de la casa, no sin antes darme un pequeño coscorrón con la puerta.
Estaba medio dormida, no podía creer que no tuvieran café, no sabía cómo iba a
sobrevivir sin café.
Fuera, en el
camino, había un viejo carro de madera, Gandalf estaba delante, sujetando las
riendas, Sam sentado a su lado y Freja me indicaba desde atrás que me había
guardado un sitio. Me subí y el carro
arrancó. Iba dando tumbos, no era tan cómodo como parecía en la película.
Gandalf comenzó a canturrear y le dijo algo al hermoso caballo blanco que
tiraba del carro… ¿era? Sí, era Sombra Gris o también conocido como Shadowfax.
Era precioso, no me lo podía creer.
Pasaron
varias horas hasta que llegamos a Bree. Iba a conocer la posada del Poney
Pisador y tenía claro lo que haría nada más entrar, pedir una pinta de cerveza
bien fría.
El camino a
Rivendel era largo y complicado, recordé que Aragorn y los pequeños hobbits habían tardado una semana
en llegar y eso que iban corriendo, siempre huyendo de los… creo que será mejor
no nombrarlos en voz alta de momento, no sea que aparezcan igual que Voldemort
en Harry Potter. Aunque…
Charlie: Una
pregunta Gandalf. ¿Los Nasg… digo, los habitantes de las Minas Morgul…
murieron, verdad?
Gandalf: Si
Charlie, murieron. Eowin mató a su líder, el rey brujo de Angmar.
Charlie: Lo
digo porque Sauron está muerto y aun así, se está recuperando. ¿Pueden los
Nasgul volver a la vida?
Gandalf: No,
Sauron está atado a los anillos, los Nasgul no. Debemos encontrar ese otro
anillo y destruirlo.
Charlie:
Pero ahora no será tan fácil. No podemos usar la misma estrategia, lo sabrá.
Debemos atacar de frente, eso no se lo esperará. ¿Puedes pedirles a las águilas
que transporten hasta Mordor al portador del anillo? Así ahorraríamos tiempo.
Sam: Yo no
volveré a Mordor, no puedo.
Gandalf: Lo
sé, Sam. No te lo pediría jamás. Tú ya cumpliste tu misión. Primero tenemos que
llegar a Rivendel y hablar con Legolas, él gobierna ahora en aquél lugar y
debemos formar una partida de búsqueda, tenemos que encontrar el anillo antes
que Sauron o estaremos perdidos.
Charlie: ¿Por
qué ahora? Me refiero a que han pasado muchos años desde lo del otro anillo.
¿Porqué nadie sabía lo de la copia? No lo entiendo, es muy raro. Se le llamaba
anillo único así que es un error garrafal, no sé como los guionistas pudieron
pasar eso por alto…
Sam: Charlie…
Charlie: ¿Qué?
Sam: ¡CALLA!
Charlie: Perdón,
cuando me pongo nerviosa me da por hablar sin parar.
Ya en la
posada, con mi jarra de cerveza bien fresquita, intentaba seguir la
conversación entre Sam y Gandalf, mientras se ponían al día. De pronto la
puerta se abrió y por poco me atraganto, allí apareció un hombre encapuchado.
¿De verdad era quien yo me imaginaba?
Charlie: ¿Aragorn?
–Con los ojos abiertos de par en par.-
Gandalf: ¡Adanedhel!
Pasa y siéntate con nosotros.
Charlie:
¿Ada… qué?
Sam: Adanedhel,
el hijo de Aragorn.
Me quedé
boquiabierta al ver al hijo de Aragorn, por poco se me escapa una lagrimita al
ver como había crecido, ahora era todo un joven fuerte y valiente, igualito a
su padre.
Continuará...