miércoles, 23 de agosto de 2023

Cuento para stream 3. “La cúpula del gato Miguelín”

 

En la calle “Sodoma y Gomorra” había una pequeña peluquería asiática, en la que un amistoso chino pelirrojo, se dedicaba a peinar a los clientes de día y a jugar en la calle 24 de noche.

En la calle 24 se jugaba a casi todo, desde al teto que te la meto, hasta al Fifa que te la esnifa. Apareció Manowar con su nuevo amigo, Falete, para hacerse un rapado de lo más sonado. El chino les ofreció un poco de sushi a sus nuevos clientes, pero Falete era más de carne y sacó del bolsillo de su abrigo una barra de pan con tocino y filetes.

Los rapados fueron bien, estaban más lisitos que el culito de un monito, pero… de repente, cuando estaban pagando al chino con unos huevos de oca —que Falete tenía por ahí escondidos —, el peluquero dijo que no aceptaría los huevos, sino el anillo de oro que Falete llevaba puesto.

Aquel hombre no quería separarse de su anillo, pero para evitar problemas mayores, acabó cediendo a cambio de un poco de sushi y un barril de cerveza chino, que tenía más años que el bolsillo de Doraemon, el gato cósmico que veía cuando era más mocito.

Mientras esos dos salían del establecimiento, un lobo se acercó a ellos para pedir algo de comida. El lobo no era otro que el grandísimo Colmillo Blanco y, al ver la cara que puso Falete, salió escopetado por si éste le hincaba el diente.

 

Mientras tanto, en la morgue, los zombis golpeaban la puerta con sus maltrechos cuerpos para salir de su encierro, pero aquello no surtía efecto. De repente, uno de los zombis dio un paso adelante y pronunció un gran discurso, llegando a la patata de todos aquellos hippies z, que estaban malhumorados porque el hambre les hacía perder la cabeza.

<<Argggggggggggggggggg>>

Todos los zombis aplaudieron enloquecidos. Proclamaron profeta zombiano a ese erudito y le dejaron escoger el mejor modo para liberarlos, y así seguir tragando algún que otro cerebrito.

Todos a una, y gracias al consejo del profeta peta-zeta, consiguieron abrir la puerta y salir al exterior en busca de cerebros y alguna que otra seta. Siguieron un rumbo cualquiera —pues no tenían a dónde ir —, hasta que, tras una esquina, se cruzaron con Manowar el extraterrestre y su compañero de peinado, el inconfundible Falete.

El extraterrestre aprovechó las dimensiones de su camarada para salir por patas y esquivar a la horda de zombis, a la que se le hacía la boca agua mientras le observaba. Corriendo sin parar —y sabiendo que con Falete tendrían reservas para varios meses —, se topó con Hibam que salía de ver en el cine “John Wick 700, la revelación de los perretes maquineros”.

Al chocarse, ambos cayeron al suelo y, al ver a varios zombis tras ellos, huyeron hasta el río al que se tiraron para mantenerse a salvo, porque a los zombis hippies les daba más miedo el agua, que ver la factura de la luz tras las rebajas.

 

En el planeta Orión, mientras que en la Tierra las cosas “comenzaban” a descontrolarse… los “Cats Queen” estaban revolucionando todo el palacio. Mendi, al escuchar aquel alboroto proveniente de la escalera, decidió echar un vistazo y unirse a la fiesta.

Pasaron la noche de juerga y, al amanecer, Mendi se dio cuenta que tenía el tatuaje de un gato enseñando el culo en el brazo y que, además, su cara estaba pintada al igual que la de Drax, el de los guardianes de la galaxia. ¿Lograría camuflarse igual de bien que él? ¿Le contrataría Star Lord para su próxima misión?

Tras la noche que pasaron juntos, decidieron que la revolución del chóped había llegado a su final y que el pequeño Nicolás podría regresar a casa; siempre y cuando encontrase a alguien que le llevase de vuelta a la Tierra en su tartana. ¿Qué tendría que hacer a cambio de un pasaje? ¿Lograría engatusar a alguien?  

Pocholo dio un paso adelante, sorprendiendo al muchacho, porque no sabía que aquel personaje también llevaba un buen rato viviendo entre los gatos. El tío de la mochila —que no era primo de Dora la exploradora —, le comentó a Nicolás las ventajas de vivir fuera de la Tierra y, una de ellas, era no pagar a Hacienda.

El joven no se lo pensó dos veces y decidió quedarse como ministro de asuntos exteriores, para evitar la revolución choricera, que los gatos querían promover para que no se fuera.

 

En la Tierra, la prima de Miércoles decidió poner la televisión mientras seguía buscando la cura contra los zombis hippies y las ladillas. En el telediario estaban dando las noticias de la invasión zombi y la de los droides; por ello, la joven supo lo que tenía que hacer y cogió los elixires que había creado, para ir corriendo hasta la zona cero en la que se encontraban los infectados.

Salió a toda pastilla con su bolsa a cuestas hasta llegar a la zona del río en la que Manowar e Hibam estaban intentando mantenerse a flote. La chica de los mil nombres se enfrentó con valentía a los "Z” —lanzándoles el elixir —y haciendo que, poco a poco, el virus zombi saliese de sus cuerpos en forma de gas violeta. Se notaba que alguno de ellos había comido fabada en algún momento previo, porque el aroma que desprendían sus cuerpos recordaba al de cualquier marisma, que son muy bonitas, pero huelen a cieno que da miedo.

Al ver que habían sido rescatados, Manowar no se lo pensó dos veces y, con su reciente pelo rapado, le pidió a la niña turbia que le dejase compensárselo. La joven, que estaba por la labor, accedió y con él en su nave se marchó.

Los zombis habían dejado de serlo, pues aquel virus hacía que todos estuviesen conectados entre ellos y, en cuanto la nave nodriza se marchó de las proximidades de la Tierra, los droides volvieron a perder la conexión y alguno que otro la cabeza también perdió.

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En la calle del quinto pino, la vida se sucedía normalmente, porque sus habitantes estaban sin conexión a internet y, por ello, no se habían enterado del problema que hubo con los zombis en la calle de al lado.

En la frutería del señor Manolito, se vendían los mejores pepinos y pepinillos de la ciudad. Su cliente preferente, Falete, había muerto entre las fauces de los zombis hippies y el pobre dependiente no se había enterado del terrible suceso.

Lo que nadie sabía en aquella calle turbia, era que el “Asesino del Calzón Sucio” tenía la mejor tapadera de todas, pues era el dependiente de la frutería y primo del “Pingüino”, que murió a manos de Gladis, la extraterrestre hecha de verduras con forma de paloma gigante.

Pero esto no es todo lo que puede llegar a hacer, pues, además… tiene un negocio de tuper-sex por las tardes en la frutería, que le ayudaba a superar la crisis que la ciudad afrontaba en aquellos días. Llevaba tiempo sin saber nada de su primo y estaba preocupado, “El Pingüino” jamás le habría dejado tirado en el asesinato que tenían planeado.

El trabajo para el que les habían contratado fue matar a la reina de Inglaterra, pero lo que todavía no se habían enterado era que, la “pobre” mujer llevaba bastante tiempo muerta. Por ello, el “Asesino de los Calzones Sucios” se fue a dar un paseo por la calle y en un kiosco de periódicos descubrió lo que ya os he contado, que la reina la había espichado.

Intentó llamar a su primo para preguntarle cómo cobrarían el trabajo sin haberlo realizado, pero le saltó el contestador automático:

<<Hola, soy “El pingüino”, primo de Wuino. Si no contesto al teléfono es porque estoy todo tieso. “Asesino de los Calzones Sucios”, si quieres que regrese a tu lado, tendrás que viajar al pasado. >>

Para cumplir su objetivo, tendría que encontrar un portal del tiempo y colarse dentro. ¿Dónde podría hallar uno cerca? ¿Quizás en la tienda del chino de la esquina?

Decidió acudir a ver al chino mandarino llamado, Cappuccino Chin-prejuicios, que llevaba el establecimiento mágico de “La cueva feliz”, que obtenía los artículos de su querido Pekín. El “Asesino de los Calzones Sucios” le pidió a Cappuccino que le buscase un portal mágico hacia al pasado. El chino le dijo que tenía lo que estaba buscando en el pasillo de artículos de Narnia, que algún extraterrestre le había procurado.

El asesino frutero siguió al pekinés hasta un muro hecho de “pladul”.

    ¿Dónde está el portal, Matarile? —Preguntó el de los calzones sucios.

    Yo no llamal, Matarile, mi nombre sel Capu-chino. Poltal estal detlas de mulo.

    ¿Un mulo? ¿Tiene a un burro ahí encerrado?

    Mulo no, mulo.

    ¿Burro?

    Mulo de piedla.

    ¡Ah! Muro.

    Eso he disho. Tú rompel mulo y viajal al pasado.

Cappuccino se marchó, dejando al asesino con un mazo en la mano y un “mulo” que derribar. Comenzó a darle caña al mazo y, de repente, ante él apareció una cueva con un montón de túneles excavados en la piedra. ¿Cuál sería el camino correcto? ¿Cómo podría saberlo?

Decidió tomar el camino de su izquierda en primer lugar y, con el mazo en la mano —por si acaso —avanzó por aquel túnel sombrío hasta llegar a una explanada en la que había huevos del tamaño de una casa.

De repente, uno de los huevos comenzó a eclosionar. ¿Qué sorpresas le depararía al asesino, frutero y vendedor de placer en despedidas de soltero? Anastasio, que era este pobre hombre, se acercó al huevo y descubrió un gran ojo amarillo dentro.

Su primera reacción fue dar un paso hacia atrás, sobre todo, cuando el cascarón por fin se rompió y del huevo un dinosaurio salió. La cría de velociraptor medía 4,5 metros de altura y, al verlo, Anastasio se preguntó: ¿Soy un león o un huevón?

No quiso moverse por si aquella criatura se lo comía de un bocado al notar su presencia, aunque eso duró muy poco, porque sintió temblar la tierra y comenzó a sudar y a temblar como un flan. ¿Sería la madre de la criaturita, la que se acercaba armando tremendo escándalo?

Anastasio salió corriendo en dirección al portal, pues el bicho que apareció era más grande que la geta de Froilán. Al llegar de nuevo a la cueva, se metió por el túnel del medio. Caminó durante varios minutos hasta ver una brillante luz y, tras atravesarla, llegó a un mundo lleno de champiñones y tuberías, en el que un pequeño hombre con bigote y peto vaquero iba dando tumbos persiguiendo a una tortuga esqueleto.

El frutero turbio decidió dar marcha atrás y volver por donde había llegado, antes que una bala con ojos y sonrisa macabra le reventase el ojal por quedarse a mirar como un abuelo en una obra sin acabar. Decidió probar suerte con el último túnel y, esta vez, llegó a la casa del pequeño Nicolás, antes que Gladis se cargase a su primo, “El pingüino".

El “Asesino de los Calzones Sucios” saltó sobre Gladis, antes que matase a su primo. El pequeño Nicolás seguía escondido detrás del sofá, observando la lucha encarnizada que la extraterrestre —con forma de paloma y hecha de verduras —tenía con aquel hombre que sin querer le había salvado la vida con su repentina aparición. Ambos lograron espantarla, pero no huyó sola, como tenía miedo de esos dos y necesitaba un traje de carne, se cargó al pequeño Nicolás para disfrazarse.

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Los dos primos estaban en shock, ¿de verdad habían visto una paloma con forma de hortalizas? Por suerte, Anselmo había llegado a tiempo, esta vez, para salvar al “Pingüino” de un terrible final. Mientras que ellos se ponían al día, Gladis se vestía con la piel del pequeño Nicolás y llegaba hasta su nave, para intentar escapar de la Tierra y llegar a su planeta; lo que no se imaginaba era que Miguelín había tomado las riendas de aquel lugar y una revolución estaba a punto de estallar.

La niña de los mil nombres se topó con un anuncio de una novela turca en un escaparate del Mediamarkt, mientras iba a la zona de los zombis con el antídoto, la de pájaro soñador, por lo que decidió cambiar de rumbo y se fue al aeropuerto a comprar un pasaje a Turquía, para ligarse a Can Yaman en lugar de salvar a Manowar y a Hibam.

Por lo que Manowar tuvo que salvarse solo, echando de comer a los zombis a Falete y después escalando la pared de piedra del río en el que se había metido. Cuando logró llegar arriba, mientras que los zombis perseguían a Hibam en la otra dirección, Manowar se escapó en su nave, al igual que hizo Gladis momentos antes.

El inspector López llegó donde estaba la presidenta Shakira por ese entonces —en la rueda de prensa con Carmen de Mairena —y le dijo que los zombis se aproximaban y debían evacuar la capital.

De repente, una furgoneta se estrelló en las inmediaciones y al comprobar si el conductor estaba bien, descubrieron que era un droide que había perdido la cabeza, además de la conexión con la nave nodriza de Gladis.

Los zombis lograron salir de la morgue, gracias a ese intelecto supremo gaseoso que sobresalía sobre el resto de los no muertos. Cuando Carmencita los vio, por poco le da un soponcio. López y el doble de Chris Hemsworth intentaron hacerles frente con los misiles que le habían confiscado a un narco y que estaban guardados en el almacén de la comisaría.

El misil estaba defectuoso, por lo que solo acabó con unos pocos zombis e hizo que el resto se detuviese en seco. El líder de los no muertos, el pedorro, quiso llegar a un acuerdo.

    Kkshpadulafhapjap —dijo el zombi.

    ¿Qué ha dicho? —Preguntó López.

    Kkshpadulafhapjap.

    No le entiendo.

    Dejadme a mí —dijo el doble de Chris Hemsworth.

    ¿Sabes hablar zombiano? —Preguntó Shakira, moviendo las caderas.

    Sí, me enseñó mi amigo Masteroffifatv1 el otro día en su stream.

El zombi volvió a repetir lo que había dicho y el forzudo tradujo que los no muertos querían llegar a un acuerdo. Todos se quedaron perplejos.

    Diles que si acceden a marcharse de España, les dejaremos en paz —dijo el agente López, mientras que por detrás se aproximaban los dos asesinos más buscados de nuestra patria, el “Pingüino” y el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    ¿Qué pasa aquí? —Preguntó el “Pingüino”.

    Estamos negociando con los zombis para que se vayan de nuestro país —respondió Carmen de Mairena.

    Si queréis nosotros les llevamos —añadió el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    ¿Qué dices? ¿Nosotros? —El Pingüino no daba crédito a la tontería de su primo.

    Siempre que sea por un buen precio, unos 120.000€.

    De acuerdo —respondió Shakira —. Pero… ¿a dónde los mandamos?

Entonces, apareció el mayordomo de la niña de los mil nombres, porque había visto en la televisión la rueda de prensa y se había enterado que la chiquilla se había dado a la fuga en lugar de salvar a sus vecinos; le había mandado un WhatAspp para que le mandase su equipaje a Capadocia, aunque iba a tardar un rato en llegar, pues lo pensaba mandar en globo y aún lo tenían que inflar.

Cuando todos se enteraron que había una cura, decidieron que sería mejor mandar a los zombis con la niña turbia. Carmen de Mairena se ofreció a guiar a los zombis hasta el aeropuerto, junto a los dos primos asesinos.

    Venid conmigo, que os como to’ el pepino —dijo Carmencita y los zombis recularon un poco, pues tenían miedo de ser ellos los que acabasen formando parte del menú de aquel ser grotesco.

 

Manowar huyó con su nave tan deprisa, que se olvidó de poner las coordenadas del salto para la velocidad de la luz y terminó cayendo en un agujero de gusano, que le transportó a un mundo alternativo en el que gastaría más vidas que un gato. En ese mundo alternativo morir de mil maneras diferentes durante la noche y, al salir de nuevo aquel extraño sol, se reiniciaría su contador. ¿Volvería a la vida? ¿Cuándo se le acabaría la suerte? ¿Lograría salir de aquel mundo alternativo antes de lidiar definitivamente con la muerte?

 

Mientras tanto, la queridísima Gladis viajaba en su nave rumbo a Orión hasta toparse con la señal de una baliza en el exterior. Decidió ponerse el traje espacial y surcar la inmensidad, hasta que descubrió un escudo mágico, que le servirá para repeler a los gatos.

Cuando regresó a su nave fijó el rumbo a su querido hogar, sabiendo que ya era inmune al pelo de gato y su tapadera estaba a salvo; ella era alérgica a pelo de los gatos, pero el pequeño Nicolás no. Solo tendría que tener cuidado con el poder mental de Miguelín y, para ello, necesitaba otro objeto mágico que la pudiese servir. ¿Dónde podría hallarlo? ¿Tendría que desviarse mucho de su ruta para encontrarlo?

Antes de llegar a Orión, se desvió hacia el planeta de NoPlutón, en el que se hallaba un anillo mágico que servía para evitar el control mental y que fue forjado por Sauron, tras el fiasco del anillo único que acabó derretido en aquel volcán tan extraño. Allí tendría que pasar 10 pruebas en las que su vida correría peligro, si quería ser digna de portar el anillo. ¿Estaría sola en aquel planeta o tendría que vérselas con alguien más?

Continuará…