Cuando me mudé a esta casa creí que mi vida mejoraría, que las oportunidades que me brindaba este rincón apartado de la mano de Dios, me haría muy feliz; pero qué equivocada estaba.
Desde el primer día no he podido pegar ojo, puertas que chirrían, muebles que se mueven solos de lugar, pasos en mitad de la noche y lo peor de todo, esa sensación aterradora de ver el mundo a través de mis ojos, pero desde un cuerpo que maneja otro. La sangre mancha mis manos y no puedo hacer nada para remediarlo, estoy presa en mi propio cuerpo.
Si tan solo me hubiese deshecho de aquel libro extraño de cuero viejo en lugar de leerlo, ese demonio no me habría poseído y el amor de mi vida seguiría vivo. Ahora solo me queda rezar para que alguien descubra lo que hice y me detenga, porque dudo que lleguen a saber algún día, que soy como una marioneta en mi propio cuerpo prisionera.
Hécate Fénix
