martes, 9 de enero de 2024

Cuento para stream 4: El final de la historia

    A ver, recapitulemos: Mientras que los primos asesinos y Carmen de Mairena se dirigían a Turquía en un avión plagado de zombis hippies para localizar a la niña turbia y obtener así el preciado antídoto, el extraterrestre Manowar se encontraba atrapado en un planeta en el que moriría de mil maneras diferentes, antes de poder escapar y regresar a su hogar. Por otro lado, Gladis había logrado obtener el escudo que evitaba su alergia a los gatos, para no ser descubierta por Miguelín y su tropa, ya que iba camuflada con la piel del pequeño Nicolás hacia su planeta, Orión, pero antes de llegar, descubrió un planeta en el que se encontraba un anillo creado por Sauron y cuyo poder era el de evitar el control mental que ejercían los mininos revolucionarios en el resto de especies. ¿Y qué sucede con el agente López y su tropa? Al haberse deshecho de los zombis hippies, volvieron a centrarse en la investigación de los Gómez e intentaban dar caza a la extraterrestre lechuguera con forma de paloma vieja.


    En el aeropuerto, los dos asesinos y Carmen de Mairena intentaban guiar a los zombis hippies hacia el interior del avión; el problema llegó cuando se dieron cuenta que ninguno de los pilotos se atrevía a volar con aquella carga tan delicada.

    De repente, el “Pingüino” se fijó en que los únicos que no habían salido corriendo al verlos habían sido Belén Esteban y Marcial, el de “La hora Chanante”. Se acercó a ellos con cautela y les preguntó si sabían pilotar un avión.

    Claro que sí, he jugado con un simulador varias veces —dijo Marcial.

    Eso no es lo mismo que pilotar un avión de verdad.

    ¿Tienes a alguien más en mente? Porque no veo a nadie dispuesto a hacerlo.

    Yo sí —dijo Belén Esteban.

    ¿Tú sabes manejar un avión? —Preguntó el asesino.

    No, pero se me da de lujo jugar con un joystick y también arreglar cualquier situación. ¿No ves que trabajé en Sálvame varios años hasta que me quedé en el paro?

    De repente a Belén la llamaron por teléfono, era Jorge Javier Vázquez. Cuando “la Esteban” le contó lo que sucedía al presentador, éste le pidió que lo retransmitiera a través de su cuenta de Instagram para ganar audiencia en el programa.  

    Al “Pingüino” no le quedó otra opción que aceptar aquella propuesta y cuando los tres entraron en el avión, los zombis ya estaban sentados y comiendo carpaccio para evitar que, de un apretón, se merendasen al resto de la tripulación.

    Mientras Belén y Marcial se encerraban en la cabina de mando, Carmencita se echaba un cubatita para templar los nervios, pues tenía miedo a volar y más con la que estaba cayendo Pero por cosa del destino —y las turbulencias del despegue —, el cubata se cayó y se coló por la rendija de la trampilla que había en el suelo, llegando hasta la zona de carga en la que reposaba un gremnli metido en un trasportín para perros. El bicho se mojó con aquel dulce néctar de los dioses y terminó multiplicándose más rápido que Julio Iglesias en sus momentos más álgidos.

    Se nos están acabando las reservas de carne. ¿Qué vamos a hacer? —Preguntó el “Asesino de los Calzones Sucios”:

    No lo sé, pensad en algo, porque cuando acaben de comerse esa carne cruda vendrán a por nosotros —añadió el “Pingüino”.

    ¿Crees que el sushi cuente como carne? —Preguntó Carmencita.

    Lo dudo mucho —respondió uno de los primos.

    Pues si vamos a morir, que sea en el baño y así me “desorino” un rato; aunque antes me echaré otro cubata, para refrescar la garganta.

    Cuando Carmen de Mairena se acercó al carrito de las bebidas, descubrió que uno de los zombis estaba tras ella.

    ¡Uy, cariño! Yo soy como la Pantoja, “pilila” que veo, “pilila” que se me antoja —dijo Carmencita, pensando que… si iba a morir en aquel avión, mejor hacerlo comiéndose un gran morcillón.

    De repente, Carmen se lanzó sobre el zombi y le hincó el diente. Pocos minutos después, no quedaban de él ni los dientes. Los asesinos no daban crédito a lo que estaban viendo. ¿Se volvería una zombi tras comerse al pobre muerto viviente o seguiría viva, pero tan salida como siempre?

    Entonces algo sucedió, mientras la trampilla del suelo se abría y los gremnlins hacían su aparición, Carmen de Mairena en un zombi se convirtió. Los asesinos intentaban huir de la horda de los no muertos —dirigida por Carmencita —a la par que procuraban lidiar con los bichos que de la bodega emergían. De pronto, el zombi pedorro se detuvo y se encaró a las fieras.

    HKASDHNLKSFJEAHKKJ —dijo el no muerto flatulento.

    ¿Alguien ha visto a Gizmo? —Preguntó uno de los bichos.

    Como no se entendían bien, los zombis intentaron comerse a los gremnlins, pero al ver que tenían tan mala leche como ellos, decidieron adoptarlos como sus mascotas y colaborar con ellos. Los bichos se metieron de nuevo en la zona de carga y comenzaron a cargarse todos los cables que se encontraban a su paso, pues disfrutaban destrozando cualquier cosa que con cables funcionara.

    Los asesinos se metieron en la cabina de mando junto a los pilotos, para evitar ser devorados de un plumazo, pero uno de los motores del avión falló y el pájaro de metal en el agua se estrelló. El impacto hizo que Belén Esteban y Marcial, el de “La hora chanante”, quedasen mal heridos y que los primos asesinos saliesen ilesos del suceso acontecido.

    Los zombis hippies, al ver que el agua se colaba en el avión, entraron en pánico —eran hippies, el agua era como su kriptonita —, por lo que intentaron subirse encima del fuselaje que, más pronto que tarde, acabaría hundiéndose en las profundidades. ¿Lograrían rescatarles antes de deshacerse? ¿Qué pasaría con los gremnlins? ¿Y con el “Pingüino” y su primo?

..................................................

    El avión continuaba hundiéndose en el agua, mientras que los asesinos, la Esteban y Marcial intentaban seguir a flote para evitar ser devorados por los no muertos hidrofóbicos. Los gremnlis seguían destrozándolo todo y, como estaban en contacto constante con el agua, multiplicándose sin parar. Nuestros héroes necesitaban una mano amiga que les pudiese rescatar.  

    ¡Vamos a morir aquí! —Dijo la Esteban.

    ¿Qué es eso? —Preguntó el Pingüino.

    ¡Pirañas! — Respondió Marcial.

    ¿Y ahora qué hacemos? Si salimos nos comerán las pirañas o los zombis y si nos quedamos aquí, los gremnlis nos dejarán como un cuadro o terminaremos ahogándonos —añadió el “Asesino de los Calzones Sucios”.

    De repente, el avión comenzó a elevarse y los héroes que continuaban en su interior se desplomaron en el suelo al instante. ¿Qué más podía pasarles? Al incorporarse y asomarse por la ventanilla, descubrieron que Hulk estaba levantando aquel cacharro con una sola mano, como si tratase de una simple tostadora. Las pirañas intentaban morderle, pero con la piel tan dura que tenía, a las pobres las dejó melladas de por vida.

    De repente, los zombis comenzaron a atacar a Hulk, pero entonces una puerta mágica se abrió en el aire y de ella Loki salió.

    ¿Has visto a mi tocayo? —Le preguntó a Hulk.

    ¿A quién?

    Es un perro blanco y negro, con un collar verde y se llama Loki, como yo.

    Pues no, aquí no está. ¿Tú no estabas muerto? Eso es lo que nos contó tu hermano.

    No, estoy vivito y coleando. Y gracias por el dato, seguiré buscando.

    ¡Espera…! —Pero Loki desapareció al igual que había llegado, antes de poder interrogarlo.

    Entonces se escuchó un gran estruendo y los zombis cayeron al agua, inconscientes, pues Hulk se había tirado un cuesco y los había dejado aún más muertos de lo que ya estaban.

    Mientras que los ocupantes de la cabina salían y ayudaban a Hulk con los gremnlis, el pobre Manowar intentaba sobrevivir al planeta de las 1000 muertes. Allí se encontraba el anillo no único, por lo que, si querían salir de allí tanto Manowar como Gladis, que se dirigía a aquella ubicación atraída por la dichosa joya solo tenían dos opciones: morir de 1000 maneras diferentes o conseguir la reliquia que les concedería un deseo para poder viajar a cualquier lugar con solo tenerlo que imaginar.

............................................

    Posibles muertes que me sugirió el chat: Cerveza caliente pocha, trituradora de papel, cuervos sacando los ojos, arrancándole la piel, águila de sangre vikinga, muerte china de cortecitos y empalado, cubo caliente y rata en el estómago, momificarlo vivo, mutación y explosión, aplastado.

    Manowar no dejaba de morir, una y otra vez, sin saber por qué. De repente, un grupo de hormigas se acercó a él y le cogió en volandas. Manowar intentaba deshacerse de aquel abrazo mortal, pero no pudo hacerlo. Las hormigas le llevaron hasta una máquina de triturar papel gigante —no sé de dónde había salido, pero vale —y por el camino fueron desollándole la piel como a un cochino.

    En el camino hacia su muerte, número diecisiete, vio un cartel que decía:

    <<En este planeta de 1000 formas diferentes morirás, a menos que el anillo logres hallar. Es un mundo de sueños hechos realidad, aunque las pesadillas también son sueños, que te torturan sin parar. >>

    El pobre Manowar sabía que tenía que encontrar ese anillo para dejar de padecer aquel calvario en el que, por error, se había visto enredado. ¿Lograría librarse de la muerte número dieciocho cómete un bizcocho y encontrar el anillo no único?

    Mientras el pobre sufría de lo lindo, Gladis aterrizaba en el mismo planeta sin tener ni pajolera idea de lo que allí se encontraría.

    Sugerencias del chat para la muerte de Gladis: Inmovilizada y cuchillas, alicates para arrancar las uñas de los pies, cámara isobárica, viendo GH vip, dama de hierro.

    Un orco muy orgulloso que tenía de mascota a una bandada de cuervos hizo que los animalejos cogiesen a Gladis del pescuezo y la llevasen volando hasta una cámara isobárica, mientras le metían cuchillas por el gaznate para que con su propia sangre se atragantara. Recordemos que Gladis estaba hecha de lechugas y, cuando se cortó con las afiladas hojas, fue desprendiendo hojitas por todo el camino mientras el orco las recogía para hacerse una ensaladita.

    Gladis resucitaría una y otra vez hasta que encontrase el anillo o muriese de 1000 maneras diferentes. En su muerte número 22 pudo ver el mismo cartel que Manowar y supo que aquella sería su única salvación. ¿Cuál de los dos encontraría antes el anillo no único?


 .........................................


    Tras morir varias veces en aquel extraño planeta, tanto Gladis como Manowar decidieron subir una colina para ver lo que al otro lado vislumbraban y, al hacerlo, se encontraron cara a cara. También descubrieron un coche de carreras aparcado en la cima y, de repente, del coche salió el gran Carlos Sainz con un par de cervezas en la mano y se acercó a los dos extraterrestres, que se habían quedado alucinados.

    ¡Hola, amigos! Bienvenidos a este extraño mundo. Me llamo Carlos y llevo aquí demasiado tiempo atrapado.

    ¿Cuántas veces has muerto ya? Preguntó Manowar.

    Creo que he perdido la cuenta. Por suerte, esta cima está libre de todo mal y mientras que estés aquí arriba, nada te podrá matar.

    ¿Por qué no has completado la tarea y has encontrado el anillo? Quiso saber Gladis.

    Porque hay que localizar el mapa con la ubicación del anillo y es demasiado arriesgado para hacerlo solo. Además, acabé aquí mientras estaba realizando una carrera y pinché una rueda. Estaba a punto de cambiarla, cuando una tormenta de arena me llevó en volandas y acabé metido en esta cloaca. Por lo que, a mi coche le falta una rueda y por culpa de la arena que se metió en el motor, no arranca.

    ¿Qué mapa? Preguntó el extraterrestre cervecero, mientras le arrebataba una birra y se la metía entre pecho y espalda.

    Tras mi muerte número cuarenta, descubrí que hay un mapa escondido en este planeta que indica la ubicación exacta del anillo, pero intenté ir yo solo a por él y fue imposible conseguirlo. Se necesitan al menos tres personas para lograr hacerse con ese objetivo.

    Seguro que si te ayudamos nos traicionarás se quejó Gladis.

    ¡No! Si me ayudáis a conseguirlo, podremos salir de aquí los tres. Nos daremos las manos y pensaremos en el mismo sitio a la vez y así nos teletransportaremos.

    ¿Qué nos darás a cambio si te ayudamos? Quiso saber Manowar.

    Si salimos de aquí los tres con vida, podréis acompañarme en la búsqueda de las “bolas del dragón” y os concederé un deseo por cada bola que encontremos y los dos extraterrestres aceptaron . Pero antes, debemos encontrar gasolina para el coche, arreglar el motor y cambiar la rueda que se me pinchó.

    Mucho quieres que yo trabaje por nada se quejó Manowar.

    Tengo suministro de cerveza ilimitada.

    ¿Por qué no empezaste por ahí?

    Gladis fue a ordeñar un Gasopico, un animalico muy bonito cuyo orín estaba hecho de gasolina sin plomo. Lo que Gladis no sabía era que ese animalico no tenía ubres, sino… un buen pepino.

    Por otro lado, Manowar fue a buscar una rueda de repuesto a un lugar no muy lejano, pues cerca de la colina había un todo a cien abierto veinticuatro horas, junto a un McDonalls marciano.

    Y Carlos Sainz consiguió arreglar el motor a tiempo, para recoger a sus nuevos compañeros y acudir al castillo de la Dimitrescu; a ella debían robarle el mapa que llevaba en el escote sin acabar tiesos.

    En el castillo habitaban tanto vampiros como hombres lobo, que custodiaban a la enorme mujer de grandes atributos y extraños gustos. De repente el coche llegó a la puerta y se encontraron con un apuesto hombre vestido de negro y una espada bien afilada en la mano.

    El hombre se acercó a ellos con la espada desenvainada y, cuando estaba a punto de atacarlos, reconoció al pequeño Nicolás aunque nosotros sabemos que es Gladis camuflada en la piel del niño rata . Al parecer, Blade era un gran fan de este crío turbio y, por ello, decidió ayudarles a entrar en el castillo.

    Los cuatro aventureros entraron, preparados para acabar con todas aquellas criaturas de la noche que custodiaban a la gran dama, pero… al ver que se habían montado una orgía y no se habían percatado de los intrusos que se habían colado, les cortaron el pescuezo y siguieron caminando.

    Nunca resultó más fácil acabar con esos chupasangres celebró Blade.

    Gracias por la ayuda, camarada le dijo Manowar y siguió andando, porque se estaba meando y quería acabar cuanto antes con aquel asunto que tenían entre las manos.

    Blade se marchó por su lado y el resto de aventureros llegó hasta los aposentos de la Dimitrescu, donde la dama estaba jugando al Resident Evil mientras plantaba un pino desorbitado en su lujoso cuarto de baño. 

    De repente apareció el duque de los pies sucios y avisó a la señora de los intrusos, por lo que puso el juego en pausa y sacó las garras. Mientras Gladis se subía a los hombros de Carlos Sainz para intentar atrapar el mapa, Manowar distraía a la Dimitrescu con su perorata.

    De repente, la Dimitrescu que se había hecho vegetariana olió a Gladis y por ello la atrapó, le quitó el disfraz del pequeño Nicolás que llevaba y, al ver que estaba hecha de lechugas, se la zampó casi de un bocado. En ese momento, como se había agachado para recoger las hortalizas que se habían derramado, llegó Manowar y la metió mano, arrebatándole el mapa para después salir pitando. Carlos siguió los pasos de Manowar y ambos se escaparon mientras a Gladis la desmembraban y la convertían en una ensalada.

    Cuando regresaron a la montaña que les mantenía a salvo de las muertes tan raras, lograron observar el mapa y descubrir que el anillo “no único” se encontraba bajo la copia del volcán de Yellowston que un simpático oso custodiaba  a pocos kilómetros de su situación.

    Sainz y su copiloto, el cervecero, pusieron rumbo al volcán en busca de ese anillo tan porculero, pero a cambio de conseguirlo deberían pasar una auténtica tortura por culpa del osito ochentero.

    Yogui estaba poseído por un espíritu maligno, al igual que los osos de cinco noches con Freddy. Para lograr el preciado tesoro deberían enfrentarse a muerte contra el oso parlanchin, antes de cumplir el cupo de las 1000 muertes de aquel extraño mundo para poder salir de allí.

    La lucha consistía en un concurso de beber cerveza, seguido de uno de escupitajos y otro de bailes africanos. A beber cervezas Manowar no tuvo rival, aunque en el tema de los escupitajos Carlos venció sin problemas a los demás. A la hora del baile, el oso Yogui fue el vencedor, pero decidieron que el desempate sería jugando al Among us y el vencedor sería el portador del anillo oficial.

    El oso de repente se resbaló y en los escupitajos se ahogó, pues estaba poseído por el fantasma de Jason, el de Cristal Lake, y ya sabemos que a él el agua no le sentaba nada bien. Mientras Carlos se había quedado en shock al ver la muerte de aquel osito peleón, Manowat aprovechó la distracción y del suelo el anillo recogió.

    ¿De dónde había salido ese tesoro? Pues del ojal de aquel oso, que al haberse ahogado y desecho porque estaba hecho de espumillón del malo , el anillo apareció entre los restos de aquel desgraciado. Fue un momento clave, como cuando la viuda negra las palma por culpa de Ojo de Halcón y a cambio le entregan a él la gema del alma por cagón.

    Manowar usó el anillo para regresar a su hogar, dejando al pobre Carlos indefenso y abandonado en aquel extravagante lugar. Por ello, la moraleja es clara, ten cuidado con quién colaboras, o acabarás hecho bolas.

    Mientras todo eso ocurría en aquel planeta, en la Tierra los primos asesinos y Hulk llevaban a los gremlis hasta la niña turbia para dejarle el marrón en Turquía y volverse a España a vivir del cuento, como hacen los del congreso.

    La niña de los mil nombres se encontraba en Capadoccia montando en un globo aerostático, impulsado por el cocido que se había zampado. Intentaba localizar al guapo de las telenovelas, Can Yaman, cuando vio llegar a la tropa española con los bichos a su cola.

    Decidió bajar a ver lo que sucedía y cuando el Pingüino llegó a su altura, le dio el rapapolvo de su vida.

    ¿Vosotros quiénes sois?

    Somos los encargados de traer hasta ti a los zombis hippies que creaste para que los cures dijo el Pingüino.

    ¿Y dónde están? Preguntó la niña, sorprendida.

    Se nos deshicieron por el camino.

    ¿Y esos bichos son vuestros?

    No, ahora pasan a ser de tu propiedad, ya que no pudimos entregarte a los zombis, te dejamos a los gremlis como premio de consolación añadió el asesino de los calzones sucios.

    ¡No los quiero!´

    Pues te aguantas, después de la que has liado en España, te toca pagar los platos sucios y quedarte con estos bichos que destrozan todo lo que tocan a su paso. Por cierto, si quieres que no te la líen parda, recuerda que no pueden comer después de media noche, no se les puede mojar y les hace daño la luz solar.

    La niña turbia se quedó con los bichos y sin el morenazo, mientras que los dos primos y Hulk se escapaban de vuelta a casa con unas cuantas baklavas debajo del brazo.

FIN