jueves, 25 de abril de 2019

Un lugar llamado Sayari. Capítulo 3º


El aire de aquél planeta era respirable, un poco denso, pero soportable. La humedad hacía que la ropa se les pegase a la piel, por lo que Álex se quitó la camiseta, dejando sus grandes músculos al descubierto.

-¿Qué?- Preguntó Álex al ver que Alicia apartaba la mirada.
-Nada, que hace calor.- Dijo Alicia sonriendo y adelantándose a Álex en el camino.
-Por mí no te cortes.- Añadió Álex.
-No pienso descamisarme delante tuya.- Se quejó Alicia.

-Estamos supuestamente solos, en un planeta supuestamente deshabitado. Creo que podemos comportarnos como dos adultos civilizados, sin tener que acabar deshidratados o revolcándonos en cualquier rincón. Además, eres muy guapa, pero ni que fueses la única mujer en este mundo.- Le dijo Álex mientras se reía y echaba a correr, adelantando a Alicia.

Ésta se lo tomó como un reto personal y comenzó a perseguirle. Parecían dos críos jugando al pilla-pilla, cuando de repente escucharon un silbido y una gran roca encendida cayó justo a su lado.

-AHHH.- Gritó Álex, al ser salpicado por un trozo de roca candente que le quemó en el torso.
-¿Estás bien?- Dijo Alicia preocupada por él.
-Sí, no es nada, vayamos a esa cueva a resguardarnos.- Sugirió el joven, intentando parecer menos dolorido de lo que estaba en realidad.

Corrieron como si la vida les fuese en ello, ya que las rocas seguían cayendo y al llegar a la cueva, se recostaron en su interior.

-Estás sangrando, hay que poner un vendaje en esa herida o se infectará.- Dijo Alicia, mientras se quitaba la camiseta y la hacía jirones. 
-Reconócelo, estabas deseando hacer eso.- Dijo Álex entre risas, interrumpidas poco después por un quejido, al sentir que Alicia apretaba con fuerza la tela sobre la herida sangrante del joven.

Entonces Álex llevó su mano hacia la de Alicia y la sostuvo con delicadeza. Alicia sintió el tacto de Álex en su piel y se estremeció.

-Bueno, sostenlo así, voy a hacer un fuego para calentarnos.- Comentó Alicia, mientras retiraba la mano que sostenía la tela y dejaba a Álex al cargo. 
-Alicia, yo…- Quiso decir el joven, pero se vio interrumpido por un dedo sobre sus labios.
-No es el momento. Quédate aquí, enseguida vuelvo.- Dijo ella antes de levantarse y adentrarse más en la cueva, puesto que en el exterior los proyectiles de roca candente seguían cayendo sin cesar. 

Cuando Alicia regresó momentos después, traía las manos vacías. 

-No hay nada que nos pueda servir. Intenté hacer el fuego con dos piedras, pero no tenemos nada que mantenga la llama. No hay árboles aquí dentro y por lo que vimos al llegar, tampoco hay muchos ahí fuera.- Le dijo a su compañero que tiritaba de frío.
-Bueno, no pasa nada. Dentro de poco podremos salir de aquí y buscar un refugio más cálido donde pasar la noche.- Comentó Álex.
-Estás tiritando. Ven aquí.- Le dijo Alicia, mientras se sentaba junto a él y le rodeaba con los brazos. – Así entrarás en calor.-
-No comprendo cómo puedes estar tan caliente.- Dijo el joven al sentir la piel cálida de Alicia junto a la suya.
-Porque hace calor, tú tienes que estar peor de lo que pareces. Esa herida no me gusta.- Le dijo a Álex, mientras retiraba un poco la tela para observar la sangre salir.
-Estaré bien. Solo necesito…- El joven no pudo terminar la frase, pues una roca candente atravesó el techo de la cueva, obligándolos a moverse.

Atravesaron varios recovecos de la cueva de forma bastante torpe. Álex apenas podía tenerse en pie, por lo que Alicia lo ayudó sirviéndole de sostén, pero al llegar al final de la cueva, donde la luz volvía a divisarse, Álex perdió el equilibrio y cayó al suelo, arrastrando a Alicia con él. 

-Álex, contesta, Álex.- Dijo la joven preocupada por su compañero, que permanecía inconsciente y tendido en el suelo. 

Como pudo se levantó y consiguió arrastrar el cuerpo inerte de su amigo hasta la entrada de la cueva, donde para su sorpresa, unos hombres los estaban esperando. Echaron unos polvos rojizos por encima de los dos náufragos estelares, y Alicia cayó junto a Álex en un sueño profundo.

Horas más tarde, Alicia se despertó sobre un lecho de pieles y sintió que alguien estaba tendido junto a ella. Al fijarse, vio a Álex a su lado y se abalanzó sobre él para despertarlo, cosa que consiguió. 

-Álex despierta, hemos sido apresados.- Dijo Alicia bastante alterada.
-Lo sé, me desperté hace horas y me estaban curando. No entiendo lo que dicen, pero parece que nos han rescatado. Nos trajeron aquí y por el momento no nos han matado, eso es buena señal.- Dijo Álex, intentando calmar a la joven cuyo nerviosismo aumentaba por momentos. 
-¿Y te quedas tan tranquilo? Quizás te hayan curado para después devorarnos vivos o algo por el estilo.- Preguntó Alicia perpleja. 
-Creo que si hubiesen querido comernos, lo hubiesen hecho cuando estábamos inconscientes.- Dijo el joven bastante seguro de sus palabras.

De repente apareció una niña de unos 9 años, con una bandeja de frutas y frutos secos en las manos, la dejó sobre la cama de pieles, a los pies de los dos extraños y se marchó.

-Vaya, al final sí que hay árboles por algún lado, lo que no sabemos es dónde están, pero esto no sale de la nada.- Afirmó Álex, mientras devoraba los frutos a manos llenas.
-Eso parece. Es muy extraño. Primero hacen que se estrelle la nave, después nos lanzan rocas y ahora nos salvan la vida. No lo puedo comprender.- Se preguntó Alicia en voz alta.
-Ni tú ni nadie, pero mientras no sean hostiles en estos momentos, bienvenidos sean.- Dijo Álex antes de seguir comiendo. 

Alicia cogió un fruto parecido a un mango y lo degustó. No era exactamente un mango, pero tenía un sabor parecido, así que lo disfrutó porque estaba hambrienta.

Poco después, un hombre con apariencia de Chamán entró en la tienda donde se encontraban, se inclinó ante ellos y les hizo una reverencia.

-Creo que se dirige a ti.- Comentó Álex, mientras seguía con la mirada las alabanzas que aquél hombre le hacía a Alicia.
-¿A mí por qué?- Se preguntó la joven.

El hombre hablaba una lengua que ninguno supo reconocer, pero ambos se fijaron en los rasgos tan parecidos a los de Alicia. Pelirrojo, de piel blanquecina, ojos claros.

-Ahora que me fijo, la verdad es que tú encajas perfectamente aquí.- Dijo Álex.
-¿A qué te refieres?- Preguntó ella intrigada.
-He visto a unos cuantos lugareños y todos se parecen bastante a ti. Al menos en lo que respecta al pelo, los ojos, el tono de piel. Parece que fuesen parientes tuyos, pero lejanos.- Añadió Álex.

De pronto  sucedió algo que les dejó atónitos. Aquel hombre se levantó del suelo con lágrimas en los ojos y se lanzó hacia Alicia para abrazarla. Ella de la impresión se quedó en shock y no movió ni un músculo, pero cuando escuchó la palabra “HIJA”, todo su mundo se puso patas arriba. ¿Qué acababa de decir?


Continuará...