martes, 12 de julio de 2011

Terror en las clases 2ª parte

Se formaron tres grupos de tres integrantes cada uno. El primero, liderado por Megan, se encargaría de ir a la enfermería y coger todo lo necesario. El segundo, liderado por Patrick, iría a la cocina por la comida y el último encabezado por el profesor Enrique (profesor 2), se encargaría de buscar algo con lo que defenderse. Decidieron salir al anochecer, para poderse camuflar mejor entre las sombras. Cuando el sol se puso, Megan abrió la puerta del gimnasio, miró a ambos lados y solo vio dos zombis al final del pasillo. Cuando estaban distraídos, salió el primer grupo. Cuando desaparecieron al doblar la esquina, salió el segundo y detrás el tercero.
En la cocina, Patrick se coló en la despensa, mientras los otros compañeros vigilaban, cuando tenía la bolsa llena, los compañeros entraron corriendo y cerraron la puerta, tras de sí.

Patrick: ¿Qué sucede?
Oscar: Uno de esos cerdos nos vio. Venía babeando hacia nosotros.
Carlos: Sí, ¿pero, ahora que hacemos? No podemos abrir la puerta, no sabemos si está fuera. Necesitamos refuerzos.

Patrick cogió su móvil y buscó el teléfono de su amigo Mike, estaba con Karen, por lo que le sería sencillo conseguir el teléfono de Megan, le llamó y le pidió que contactara con ella y le dijera que necesitaban ayuda, estaban acorralados en la cocina. Por suerte, Megan tenía el móvil en vibrador, se encontraba con otros dos chicos en la enfermería, habían llegado sin problemas, aunque salir era otro cantar, la puerta había quedado flanqueada por un par de zombis que vagaban por el pasillo. Megan leyó el mensaje y decidió que iría a buscarlos. Buscó por la habitación y por suerte, encontró un extintor, vendas y alcohol, mucho alcohol. Decidió fabricarse una ayudita para poder salir con vida del lío en que andaba metida. Cogió unas vendas, las empapó en alcohol y las metió dentro, dejando un extremo fuera. Cogió la bolsa con las medicinas y se las pasó a uno de los chicos que la acompañaba, al otro le dio el extintor sin el seguro y se colocó todas las botellas que pudo entre los brazos, las demás las guardó en una mochila que llevaba. El chico que sujetaba la bolsa de medicinas, llevaba un encendedor, por lo que Megan le dijo que estuviera atento, cuando ella se lo pidiese debía encender las mechas, ella se encargaría de lanzar las botellas incendiarias. Estaban listos para salir, el chico del extintor, Roberto, abrió la puerta y descargó parte del extintor encima de los zombis, así aprovecharon a salir, tuvieron que correr, ya que el ruido alertaba de su posición. Cuando llegaron a la esquina de la cocina, vieron cinco zombis que entraban casi arrastrando los pies, no había más moros en la costa, por lo que los siguieron. Megan le pidió al chico del mechero, Iván, que encendiera las mechas y según lo iba haciendo, Megan cogía una botella, se asomaba a la puerta y se la lanzaba a uno de los muertos. Cuando terminó, entró corriendo y abrió la puerta de la despensa, los chicos salieron y se fueron todos corriendo de vuelta al gimnasio, mientras los zombis se consumían por las llamas. A su paso, iban encontrándose con esos seres, pero descargaban el extintor contra ellos y les daba tiempo suficiente para huir. Por el camino cambiaron de extintor y cogieron otros cuantos para futuras salidas.
Mientras en el laboratorio de ciencias, Enrique y los chicos, cogieron todo lo que podían utilizar para fabricar bombas de humo y cosas así, ya se encargarían de mezclar todo en el gimnasio, donde no estuvieran tan expuestos. Además, se pasaron por el cuarto de mantenimiento y se hicieron con rastrillos, palas, escobas, todo los que les pudiese servir. Estaban llegando de vuelta al gimnasio cuando se detuvieron en una esquina, uno de los zombis revoloteaba en la puerta. Esperaron a que se alejara un poco para echar a correr y llamar, enseguida les abrieron y al entrar, volvieron a bloquear la puerta con todo lo que pudieron encontrar. Los tres grupos estaban a salvo y por ahora no había más bajas. Se dieron cuenta que si los zombis estaban dentro del instituto era porque alguna puerta o ventana debía estar abierta, algo se les había pasado, no podían permitir que entrasen más o darían con ellos. Sólo había una entrada al gimnasio a parte de la de emergencia y si los bloqueaban, quedarían atrapados en una ratonera, pero ya se habían arriesgado demasiado saliendo, deberían esperar.
Megan pasó al frente, se colocó junto al televisor y bajó el volumen. La televisión no emitía nada desde la tarde, pero debían dejarla encendida por si aparecía algún comunicado. Muchos chicos escuchaban sus radios con los cascos, con la esperanza de recibir alguna señal.

Megan: Chicos, quiero que sepáis que sois unos valientes. Hemos conseguido sobrevivir hasta ahora, tenemos comida, medicinas y armas. Pero sois listos y también sabéis que no nos durarán mucho, por lo que hay que empezar a racionar las cosas.Vamos a hacer un plan de evacuación por si esos seres consiguiesen entrar. Nos dividiremos en dos grupos, unos para centrarnos en una puerta y otros en otra. Os pido que no habléis alto, ni hagáis mucho ruido, cuanto más pasemos desapercibidos mejor. Haremos turnos de guardia de tres horas. Estarán juntas cuatro personas, dos en una puerta y dos en la otra. Somos muchos por los que nos podemos turnar sin problemas. Si alguien nota algo raro, que nos avise a Patrick, Enrique o a mí, pero nada de gritar, están muertos, pero no sordos. Haremos cola para ir al baño y los turnos de las duchas se harán más tarde. La comida escasea, así que por favor, no discutáis, hacemos lo que podemos y tenemos que estar todos unidos por el bien común. El profesor Enrique se encargará de repartir la comida con los demás profesores. Si necesitáis cualquier cosa, decidme lo que sea, no os cortéis. Bueno, gracias. Y tened paciencia.

Patrick se le acercó, tenía una sonrisa que iluminaba cualquier habitación.

Patrick: ¿Sabes que se te da muy bien eso del liderazgo?
Megan: Gracias, pero no lo pedí, me sale solo. Veo que nadie hace nada y me cargo todas las responsabilidades a la espalda, yo solita, por tonta.
Patrick: Eso quiere decir que te preocupas por los demás.
Megan: A veces me gustaría pasar de todo, pero no puedo.

De pronto escucharon un ruido en una puerta, todo el gimnasio quedó en silencio. El profesor de gimnasia, Arturo, subió de nuevo por la cuerda, para mirar por las ventanas de lo alto del gimnasio.

Arturo: Hay un grupo de zombis en la puerta, han intentado abrir pero han desistido, se alejan.

Pasados un par de días, los infectados comenzaban a convulsionar, estaban muy graves, la infección había echo estragos y no había nada más que hacer, eso significaba que unas veinte personas morirían en unas pocas horas. ¿Qué sucedería entonces, se convertirían en zombis o no?¿estaban a salvo en el gimnasio?¿cuánto durarían las provisiones?¿cómo se mata a uno que ya está muerto?


Continuará...


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