La fiesta estaba siendo todo
un éxito, todos los asistentes estaban disfrutando de sus disfraces, la música,
largas conversaciones y como no, de la sangre de orco que tanto le gustaba a
Coper. Por fin habíamos descubierto su gran secreto, aunque he de reconocer que
sigo prefiriendo mi Trina de manzana, está más bueno. Pandora estaba disfrazada
de Catwoman e iba dando saltitos por toda la estancia, su locura era contagiosa
y nos ayudaba a templar los nervios por la noche que nos esperaba. Belén en
cambio, iba disfrazada de elfa, incluso llevaba unas orejas falsas, que se
caían sin cesar cada vez que bailaba; y he de decir, que por poco le saca un ojo con
el carcaj de flechas a la pobre Rosa, que según ella, iba disfrazada de espíritu
burlón. Llevaba una sábana encima con dos agujeros para los ojos y un cojín de
la risa, de esos que se tiran pedos cuando te sientas encima. Mónica se había
disfrazado de hada e iba soltando purpurina por todas partes, incluso Copérnico
acabó cubierto de brillantina, con su traje de Sherlock Holmes y su fabulosa
pipa de espuma de mar, de la que iba presumiendo sin cesar. Triana se reía sin
parar, mientras lucía su disfraz de princesa azteca, haciendo gala de lo buena
maquilladora que era. Pepo y Ana se habían puesto de acuerdo e iban con un
disfraz conjunto, Pepo era el café y Ana la leche; aquella idea tan original,
que representaba los cafés que inundaban el chat de Telegram cada mañana, fue todo
un acierto y una anécdota difícil de olvidar. Y una servidora, cómo no, iba
disfrazada de bruja, aunque más que un disfraz es mi rol habitual. Rocío llegó
junto a Mar, ambas iban disfrazadas como Vilma y Dafne de Misterios S.A. Pero
Cristian no pudo acudir a la fiesta, por lo que el grupo se quedaría sin descifrar
el mayor misterio de esta época.
Los coches estaban listos,
solo quedaba una hora para llegar a la media noche, y teníamos un largo
recorrido por delante. El preventorio de Bussot, que tanto le gustaba a Coper,
había sido el lugar elegido para esa primera investigación en grupo. Salimos
del hotel en el que habíamos montado la fiesta, y aunque, algunos seguíamos con
los disfraces puestos, otros como Pepo y Ana los dejaron en sus respectivas
habitaciones, pues en los coches con ellos no entraban, para qué nos vamos a
engañar. Rocío se puso unos pantalones y dejó la cola de sirena guardada, sería
imposible moverse entre los escombros, con aquella falda de tubo y los tacones
que llevaba.
Allí, en medio de la
oscuridad, se alzaba majestuoso y algo tétrico, el antiguo “Balneario de Aguas
de Bussot”. Un edificio de cuatro plantas y grandes ventanales carentes de
cristales, construido en el S. XIX y originariamente, conocido como el “Hotel
Miramar Estación de Invierno”. El Sr. Conde de Casa Rojas y Marqués de Bosch,
como la marca de electrodomésticos, concibió ese complejo urbanístico como un
lugar de disfrute y serenidad, pues las aguas termales que cerca se
encontraban, le daban un toque espectacular; pero como bien es sabido, por
aquel entonces, los hombres adinerados se dejaban todas sus posesiones jugando
al Póker. Cuando el Marqués, tuvo que entregar las llaves del balneario, este
pasó a convertirse en un Hospital Antituberculosos, para niños, a los que precisamente
no cuidaban muy bien ni el cura, ni las monjas, ni siquiera las novicias;
aunque alguna que otra se salvaba de esa criba. En el hospital no solo había
infectados, también había otros edificios y zonas donde los niños sanos, pero
sin recursos, eran almacenados cual ganado; la guerra había hecho mella en el
país y sus padres no podían darles de comer, por lo que, muchos acababan medio
abandonados allí. Torturas y dejaciones, incluso la Santa Compaña, acompañaba,
y nunca mejor dicho, a los niños cada noche y día, que allí pasaban. Los que
enfermaban, pasaban al pabellón de tuberculosos y no regresaban nunca más,
incluso una monja (una de las pocas que merecían la pena), acabó entre aquellos
pasillos muerta. ¿La silenciaron o fue una muerte natural? Hay cosas, que son
muy difíciles de averiguar.
Al ver todo aquello y sentir
el dolor de los niños, que había quedado impregnado entre las paredes de aquel
edificio abandonado, comprendí por qué Coper y Triana, sentían una conexión
especial con ese pedacito de historia olvidada. Varias palmeras permanecían
impasibles al paso del tiempo, justo en la parte delantera de la propiedad y
una gran elevación se alzaba a su espalda, como si fuese el cabecero de una
cama.
—Bueno, prestadme atención.
¿Tenéis vuestras linternas listas? Vamos a repartirnos por la zona e investigar
cada uno por nuestra cuenta, después nos reuniremos en la parte de abajo, junto
a las escaleras, para comenzar a grabar las psicofonías y el podcast. ¿En media
hora os parece bien? — Dijo Coper, como si fuese el profesor que lleva de
excursión a su grupo.
—
¡Sí! — Dijimos todos al unísono y
nos dividimos por parejas, pues era fácil que ocurriese algún accidente, en un
lugar como ese.
Coper y Triana iban juntos,
como es habitual, Rocío y Mar, las princesas Disney, formaron pareja de
investigación paranormal. Pandora y Belén decidieron dar una vuelta por los
alrededores, para investigar el resto de edificaciones, cosa que a Mónica y
Rosa, no les pareció mal y con sus dos compañeras se dividieron el lugar. Como
éramos impares, Pepo, Ana y yo, decidimos unir fuerzas y bajar a los túneles
que había ocultos en el edificio principal, donde se encontraban las calderas y
algo que ninguno de los tres nos podíamos imaginar. Yo había visto en fotos
aquel lugar bastantes veces y no se presentía nada malo, solo tristeza y algún
eco del pasado, no había bajos astrales de los que preocuparse, pero la
sensación que tuve al llegar, distaba mucho de las que había presentido tiempo
atrás.
—Aquí ha cambiado algo
recientemente, no me gusta. — Le dije a mis compañeros de
travesía, mientras mi sentido brujeril, me avisaba tan alto y claro, como el
cencerro cántabro que hacía sonar Coper de vez en cuando.
Mis compañeros no dijeron
palabra alguna, a lo mejor pensaba que el miedo de mí se había apoderado o que
algún tornillo me faltaba, no sería la primera vez que me pasaba; pero allí
había algo que nos avisaba del peligro que nos esperaba. Bajé detrás de Pepo y
Ana, él iba grabando con una grabadora todo lo que pasaba, mientras alumbraba
los escalones con esa súper linterna que Copérnico recomendaba; pequeñita y fácil
de manejar, pero si te descuidas, ciego te vas a quedar. Como yo iba detrás,
alumbraba con la linterna de mi teléfono móvil, pero cuando estábamos a punto
de llegar al piso de abajo, sentí un escalofrío a la par que ambas linternas
perdían brillo, y poco después, se apagaban al unísono.
— ¿Estáis bien? — Pregunté, mientras
intentaba encender la pantalla del teléfono, pero al hacerlo, mejor me hubiese
quedado quieta y dado media vuelta.
Cuando conseguí ver lo que
tenía ante mí, unos ojos inyectados en sangre y una sonrisa inquietante, se
habían apoderado del rostro de mi amiga Ana. Pepo, logró encender la linterna y
acercarse a ella, pero no sé de dónde sacó tanta fuerza, porque Ana le hizo
atravesar medio pasillo de un manotazo y al parecer, le hizo bastante daño.
—Conque era eso lo que sentía.
— Dije, mirándole a los ojos, e intentando que el miedo
reflejado en los míos, no se intuyera.
Intentó hacerme lo mismo que
a Pepo, pero yo había ido preparada para la ocasión y una luz cegadora, el
lugar invadió, haciendo que Ana y su huésped, saliesen corriendo escaleras
arriba. Me acerqué rápidamente a Pepo y le ayudé a incorporarse, tenía un
chichón bastante feo en la frente y un pequeño corte en la ceja, que no dejaba
de sangrar.
—Vayamos al coche, ahí podré
curarte la herida. Mientras tanto, llamaré a los demás para que salgan pitando
de aquí. — Le dije, mientras le ayudaba a atravesar el pasillo y
subir las escaleras, pues estaba bastante dolorido.
Mientras salíamos de allí
abajo, me di cuenta que alguien había pintado un círculo en el suelo, y más
tarde, habían intentado borrarlo. Siempre igual, invocando cosas que no saben
manejar y enturbiando la energía de cualquier lugar. ¿Es que la gente no
aprende, que hay cosas con las que no se debe jugar? Obviamente, aquel círculo
no era un juego de niños, estaba dibujado con sangre y al fijarme, pude ver
restos de velas negras por todas partes.
Mientras llegábamos al
coche, intenté mandar varios audios por el grupo de Telegram, pero no había
cobertura y el teléfono de Pepo se había roto con la caída.
—Las crisis de una en una. — Dije, pues primero debía
ayudar a Pepo y después entrar en aquel edificio de nuevo, para localizar a mis
amigos que seguían dentro.
Siéntate aquí, le dije,
mientras le ayudaba a dejarse caer en el asiento del copiloto. Fui corriendo al
maletero, donde supuestamente se debe encontrar el botiquín de primeros
auxilios, cosa que no tiene todo el mundo, pero por suerte para Pepo, yo lo
revisaba a menudo. Vi que su herida no era muy profunda, así que un poco de
agua oxigenada, una tirita y listo, le dejé allí sentado hasta que se le pasar
un poco el mal cuerpo que llevaba y le dije que por nada del mundo se quedara
dormido. Si te das un golpe en la cabeza, es mejor que te mantengas despierto y
para ello, le di una tarea que le mantuviese alerta.
—No te muevas de aquí y sigue
intentando comunicarte con los demás, yo entraré a buscarlos. — Le dije a punto de
marcharme, pero entonces él me cogió del brazo.
—No lo hagas, no vayas tú
sola, yo te acompaño. —
—No puedes ni moverte a
penas, Ana te ha dado un buen golpe. Tengo que sacar a todo el mundo de allí y
ayudarla, antes que sea demasiado tarde. — Le dije y me marché
corriendo de vuelta al edificio principal.
Rezaba por encontrarme con
las chicas que habían ido a explorar los otros edificios, para evitar que
entrasen y la cosa empeorase, pero si me desviaba a buscarlas, quizás los demás
se topasen con Ana. Estaba en una encrucijada, de esas en las que mi diosa
siempre se encontraba.
— ¿Qué debo hacer? — Le pregunté.
Entonces cerré los ojos,
respiré hondo y fue como si una fuerza, fuera de este mundo, me empujase hacia
el edificio principal. Sin dudarlo, abrí los ojos y continué mi camino. Tenía
miedo, nunca es fácil enfrentarse a algo parecido, pero pesaba más la seguridad
de mis amigos, que lo que pudiese hacerme ese mal nacido. La pobre Ana, tan buena
que es, había sido poseída por un demonio de alto nivel; y yo que me había
dejado mis herramientas en casa, menuda faena, era como quedarte sin arroz
cuando vas a hacer paella. Bueno, en realidad es mucho peor, pero ya me
entendéis. Me golpeé la frente con la mano, solo a mí se me ocurrían hacer
chistes de mal gusto en esos momentos, pero es lo que tienen los nervios y encima,
al llegar a la puerta…
—Espera un momento. ¿Quién me
ha dejado fuera? —
Las puertas estaban cerradas
a cal y canto. Empujé y empujé, pero nada; parecía el lobo feroz del cuento de
los tres cerditos, intentando echar abajo la casa de ladrillos, mientras aquel
ser de mí se burlaba.
— ¿Y ahora, cómo demonios
entro? Nunca mejor dicho. — Estaba claro, no me quedaba
otra que colarme por una de las ventanas del piso de abajo. —Solo se me ocurre a mí venir
con el vestido de bruja, el sobrero de pico y la escoba a cuestas para hacer
escalada. Bien por ti, Johanna. —
.....................................................................
—Llegamos muy tarde, quizás
ya se hayan ido. —
—No creo. Siento que mi vuelo
se retrasase, pero, aunque nos hemos perdido la fiesta, a la investigación
llegamos, seguro. —
—Cierto, no han puesto nada
por el grupo. —
Cuando María del Mar y Paola
llegaron al Preventorio de Aguas de Bussot, vieron los coches de sus amigos en
las inmediaciones, y supieron que, todavía seguían por allí dando vueltas.
—Mira, ahí hay alguien. — Dijo María del Mar,
señalando al coche que tenía una luz encendida en su interior.
Al acercarse, vieron que el
hombre que permanecía medio adormilado en el asiento del copiloto, no era otro
que Pepo. Se acercaron corriendo para ver lo que había sucedido y la historia
con la que se toparon, les hizo sentir que la muerte por aquel lugar estaba
rondando.
— ¡Ana está poseída! — Gritó Pepo nervioso. — ¡Mirad lo que me hizo! —
— ¿Es una broma? No puede ser
cierto. ¿Ana, nuestra Ana? — Preguntó Paola asustada.
—Si es una broma, no tiene ni
pizca de gracia. — Se quejó María del Mar. Después de lo contenta que
estaba ella, por poder investigar junto a Coper en aquel lugar del que tanto
había oído hablar, ningún demonio del tres al cuarto se lo iba a estropear.
— ¿Dónde dices que está
Johanna? — Preguntó Paola y Pepo señaló hacia la entrada principal.
—Vale, yo iré a buscarla, tú ve a buscar a las demás y nos
reuniremos aquí con Pepo. — Paola distribuyó el trabajo
y salió escopetada hacia el edificio principal. Eso de luchar contra bajos
astrales no entraba en sus planes, pero si querían salir todos de allí con vida, deberían plantar cara a la
mismísima muerte si se les ponía por delante.
María del Mar fue corriendo
hacia los edificios más pequeños, que se encontraban a la derecha del edificio
principal, allí debería encontrarse con Pandora, Belén, Mónica o Rosa; rezaba
por no toparse con nadie más. Avanzó por aquel lugar en penumbras, con una
pequeña linterna que alumbraba su camino, debía tener cuidado pues el terreno
estaba algo desnivelado. Llegó hasta un edificio, el más próximo a los coches,
y entró, el techo estaba medio derruido y las pintadas de los gamberros
enturbiaban aún más aquel sitio. Escuchó voces en la planta de arriba y subió
las escaleras a toda prisa, debía encontrar a las chicas y avisarlas de lo que
ocurría.
—Pues vaya, aquí no hay nada.
La grabadora no ha captado ni un mísero ruido. ¿Algo en el sensor de
movimiento? — Preguntó Pandora.
—Espera, empieza a registrar unas
vibraciones. ¿Oyes eso? ¡Son pasos que se acercan! — Gritó Belén emocionada a la
par que asustada.
— ¡Chicas, os encontré! —
— ¡AHHH! — Gritaron Pandora y Belén al
unísono.
— ¿Qué pasa? ¡Qué susto me
habéis dado! — Se quejó María del Mar, llevándose la mano al pecho.
— ¿Susto a ti? Casi nos da un
ataque. — Le recriminó Pandora.
— ¿Tú no decías que no creías
en fantasmas? — Preguntó Belén entre risas, después de recobrar la
compostura.
—Mira quién fue a hablar, has
gritado tanto o más que yo. — Se defendió y después las
dos se echaron a reír.
—Chicas, no hay tiempo para
eso. Pepo está herido y Ana poseída. Tenemos que buscar al resto y salir de
aquí. — Informó María del Mar,
dejando a sus amigas atónitas.
— ¿Cómo? — Preguntó
Belén, antes de intercambiar miradas cómplices con Pandora. Estaba claro que
aquello tenía que ser una broma de Pepo, les seguirían el juego para ver hasta
dónde eran capaces de llegar.
Mientras
tanto, os pondré en situación. Coper y Triana estaban investigando la planta de
arriba del edificio principal, colocando sensores de movimiento y grabando
alguna que otra psicofonía, que más tarde nos podrán revelar. En la planta de
abajo estaban Rocío y Mar, debatiendo lo que hacer con los huesos que habían
encontrado, escondidos en un armario, pero eso lo contaremos más adelante,
vayamos por partes. Una servidora, intentaba entrar en ese mismo edificio, que
se había cerrado a cal y canto, pues ni si quiera por las ventanas sin
cristales podía colarme de un salto, ya que algo lo estaba bloqueando; Paola se
acercaba a mi posición y quizás pudiésemos hacer algo entre las dos. Pepo
intentaba que el teléfono funcionase y salió del coche tambaleándose, para
buscar un mejor ángulo de cobertura y llamar pidiendo ayuda, pero fue en vano.
Mónica y Rosa, en cambio, seguían ajenas a todo cuanto ocurría a su alrededor,
y no podían imaginarse lo que había tras la puerta número dos.
—Pues yo no he
visto nada raro. ¿Y tú? — Preguntó Mónica, mientras
alumbraba con la linterna.
—Tampoco, el
sitio está bien, pero si hubiésemos venido de día, podríamos apreciarlo mucho mejor.
—
Se quejó Rosa.
—Ya, pero sabes
que de día no se puede investigar en condiciones. —
—Lo sé, ojalá
tuviésemos la linterna esa de tres focos que nos enseñó Coper. —
—Vamos, no te
quedes atrás. ¿Qué puerta abrimos primero? —
—Pues esta, que
está más a mano. —
Dijo Rosa, intentando abrir la puerta sin éxito, pues… estaba atascada. —Qué raro. —
— ¿Qué pasa? — Preguntó
Mónica intrigada.
—No se abre. — Respondió
Rosa, mientras empujaba sin éxito la puerta.
—Debe estar
bloqueada por algo. —
— ¿No me digas?
¿Quieres probar tú? —
—Podemos entrar
en la habitación de al lado y más tarde avisar a los demás, seguro que tienen
algo que nos pueda servir para forzarla. —
—Eso también.
Bueno, te toca probar suerte con la puerta número dos. — Dijo Rosa,
mientras le dejaba sitio a Mónica para que la abriese ella.
De
repente, cogió el picaporte y ambas escucharon la risa de unos niños. Los pelos
como escarpias y la piel de gallina las delataba.
— ¿Escuchaste
eso? —
Preguntó Mónica.
—Sí, no sé si
deberíamos abrir esa puerta. —
—Opino lo mismo,
deberíamos buscar a los demás para que Coper grabe esto. —
—Sí, estoy
contigo, será mejor que nos vayamos de aquí. —
Pero
justo cuando Mónica soltó el picaporte de la puerta, ésta se abrió sola. Lo
hizo de forma lenta y con el típico sonido de las películas, que al más
valiente acongoja. Ambas amigas se abrazaron y, mientras alumbraban con la
linterna…
— ¡Aquí estáis! —
— ¡AHHH! — Dijeron Rosa y
Mónica a la par.
—María del Mar,
deja de dar esos sustos a la gente que al final nos liquidas. — Le reprochó
Pandora, pues a ella le había hecho lo mismo momentos antes.
— ¡Qué susto! — Dijo Rosa. — ¿Chicas qué
sucede? ¿Y tú cuándo has llegado? —
—A ver, en
resumen. Pepo está herido, Ana poseída, Paola ha ido a buscar a Johanna, que a
su vez fue a buscar a los demás para avisarles y no hay cobertura. Ah, y se me
olvidaba, vamos a morir todos en este sitio. Creo que no me dejo nada. — Añadió Belén,
de repente.
—Y luego la que
va asustando a la gente soy yo. — Se quejó María del Mar.
—Menudo resumen
te has marcado, guapa. — Dijo Pandora sorprendida.
Y
la puerta terminó de abrirse de par en par, sin que las cinco mujeres se diesen
cuenta, que no estaban solas en aquel lugar.
— ¿Qué es eso? — Preguntó
Pandora, tras ver junto a una cama, la silueta de lo que parecía un niño en
cuclillas.
— ¿Eso es un
niño? —
Preguntó Belén.
El
pequeño tenía el pelo negro y los ojos inyectados en sangre. Cuando se
incorporó, en su rostro se dibujó una macabra sonrisa y la puerta se cerró de
golpe. Las chicas salieron corriendo despavoridas y no volvieron a mirar atrás,
hasta estar convencidas de que aquel ser no las seguía.
.....................................................................
¿Sabes esa sensación tan
extraña de sentirte observado constantemente? Pues así me sentía yo en ese
momento, mientras intentaba entrar en aquel edificio. Cuando vi a Paola que se
acercaba con una pequeña linterna haciendo señas, le conté lo que había
sucedido y decidimos intentar algo juntas. Yo me había dejado mis utensilios
para limpiar lugares encantados en casa, pues aquello solo iba a ser una visita
rutinaria para grabar algo, y continuar la fiesta en el hotel hasta la
madrugada; jamás imaginé que tendría que enfrentarme a una energía oscura de
tal magnitud durante mis vacaciones, y mucho menos, realizarle un exorcismo a
la pobre Ana. Vale, lo reconozco, me he enfrentado a esos seres antes, pero no
es nada fácil y mucho menos, cuando una persona que te importa, se ve envuelta
en medio. ¿Cómo demonios salvo a mi amiga? Pensé para mis adentros.
Por suerte, siempre que suelo
ir a un sitio así, llevo dos de los símbolos más mágicos que existen conmigo,
dibujados en los brazos. Obviamente, no es tinta permanente, aunque visto lo
visto, será algo que me plantee más adelante hacerme. Pero… mientras que Paola
y yo debatimos el mejor modo para proceder con el asalto al edificio, os
contaré que Coper, Triana, Rocío y Mar, pronto se las tendrían que ver con Ana,
y el demonio que la acompaña.
Al poco de separarnos todos,
Rocío y Mar empezaron a investigar la planta de abajo del edificio principal; estaban
retransmitiendo en directo para Instagram, mientras alumbraban con una de esas
magníficas linternas que, de vez en cuando, Coper solía recomendar. ¿No sabes a
cuál me refiero? Pues ve a su canal y en sus vídeos lo encontrarás. De pronto
escucharon un fuerte golpe, procedente del piso de abajo y ambas se extrañaron.
— ¿Y eso? — Preguntó Mar.
—No lo sé. Se supone que allí
están Pepo, Ana y Johanna. —
—
¿Vamos a ver
qué ha pasado? —
—Espera, que corto el
directo. Anda, si no está grabando, qué raro. — Dijo Mónica extrañada, al
ver que se había cortado sola la retransmisión, sería cosa de la cobertura,
cómo no.
Se acercaron a la escalera que
las llevaría a la planta inferior, donde se escondían las calderas y algo mucho
más aterrador. Al llegar se toparon con Ana, estaba sola y parecía que algo despistada.
—Ana, ¿dónde están los demás?
¿Qué ha pasado? — Preguntó Rocío, pero al alumbrar a Ana con la linterna,
vio sus ojos inyectados en sangre y cómo su cuerpo comenzaba a convulsionar.
— ¿Estás bien? — La interrogó Mar, pues
sintió un escalofrío repentino, al ver a su amiga comportarse de un modo tan
extraño.
Ana giró la cabeza en su
dirección y sonrió, pero aquella sonrisa terrorífica, no hizo más que aumentar
aquella extraña sensación. Algo en sus cabezas les decían que huyesen, que
saliesen corriendo, por ello Mar cogió a Rocío del brazo y comenzaron a echarse
hacia atrás muy lentamente. Ana corrió hacia ellas y las empujó con tanta
fuerza, que salieron volando hasta la habitación de al lado. Rápidamente se
incorporaron, doloridas como estaban y echaron a correr, huyendo del demonio
que seguía sus pasos, mientras hablaba en un idioma extraño.
Allí no había nada donde
resguardarse, ningún objeto que las sirviese de escudo o protección, pero
encontraron una pequeña taquilla donde quizás, con mucho esfuerzo, cogiesen las
dos.
—
¡Vamos, entra! — Dijo Rocío abriendo la
puerta, pero al ver lo que allí habían almacenado, se les quitaron las ganas de
intentarlo.
—
¡AHHH! — Gritaron las dos a la par,
pues los cadáveres de dos jóvenes vestidos de negro y un montón de huesos de
animales muertos, les cayeron encima en cuanto abrieron. Tenían la garganta desgarrada
y las ropas ensangrentadas. ¿Quizás un tercero en juego los escondió allí
dentro?
—Espera un momento. ¿Dónde
está Ana? — Preguntó Rocío al ver que ya no las perseguía.
—No lo sé, vámonos de aquí
ahora mismo. — Añadió Mar y ambas mujeres salieron corriendo hacia
la puerta, pero esta no se abría. ¿Qué raro, verdad? Lo que no sabían, era que
el demonio había escuchado un fuerte golpe en el piso de arriba, porque a Coper
se le había caído al suelo el trípode de la cámara; y por supuesto aquello,
había llamado la atención de Ana.
—
¡No se abre! — Gritó Rocío nerviosa.
— ¿Estamos aquí encerradas? — Preguntó Mar a punto de
sufrir una taquicardia.
— ¿Qué demonios le pasaba a
Ana? ¿Has visto la fuerza que tenía? —
—Me da a mí que esa no era
Ana, le pasaba algo en los ojos. ¿Los viste? —
—Sí, los vi. ¿Qué está
pasando? —
—No lo sé. ¡Mira, es Johanna! — Exclamó Mar, señalando a
una de las ventanas por las que se veía a su compañera.
— ¿Y esa es Paola? — Añadió Rocío.
— ¡Chicas, estamos aquí, no
podemos salir! — Gritó Mar, mientras se acercaba a la ventana.
—Hola, lo sé, se ha cerrado a
cal y canto, llevo un rato intentando entrar para avisaros y nada. — Dije al verlas.
—Ayúdanos a bajar, saldremos
por esta ventana. — Añadió Rocío, pero al intentar atravesarla, algo la
empujó tan fuerte que hizo que se cayese al suelo y se diese un buen golpe en
el trasero.
— ¿Estás bien? — Le preguntó Mar, mientras
la ayudaba a levantarse.
—No se puede atravesar, os lo
estoy diciendo. Esperad, voy a intentar algo, pero no prometo nada. — Dije, mientras me dirigía a
la puerta principal y me arremangaba las mangas de murciélago, que llevaba mi
disfraz de bruja; mira que son incómodas, pero también muy monas.
En mis antebrazos, llevaba
dibujados el Tetragrammaton y el Sello de Salomón, ambos símbolos bien
utilizados, pueden manejar a las entidades y protegerte de todo lo malo; pero
si no los sabes utilizar, te recomiendo que no te hagas el listo, porque al
final lo empeorarás. Junté los dos brazos, dejando los dos símbolos a la vista
y entonces le pedí a Paola que abriese la puerta. Mi amiga me miró extrañada,
pues no le hacía mucha gracia intentar acercarse al edificio, y mucho menos
después de lo que había visto; pero yo estaba algo ocupada, recitando un
hechizo mentalmente y necesitaba mostrar los símbolos para que funcionara.
Con mucho esfuerzo, logró
abrir la puerta y yo me colé dentro, pero no pudo mantenerlo el tiempo
suficiente, para que Rocío y Mar saliesen.
—Vuelve con Pepo y busca a
las demás, que alguna le lleve al hospital y me traiga sal, varias velas
blancas y algo con lo que dibujar. — Grité a través de la puerta
y Paola salió corriendo a buscarlo. Seguramente algunas fuesen al hotel a recaudar
lo que les había pedido, pues a esas horas no había nada abierto y tendrían que
estrujarse el cerebro para encontrarlo, otras llevarían a Pepo a urgencias,
pues empezaba a desvariar por el golpe que se había dado; aunque claro, primero
tendrían que encontrarlo. ¿Tanto se había alejado? ¿Estaba desorientado?
— ¿Por qué has entrado? ¿No
se supone que ibas a sacarnos de aquí? — Me preguntó Rocío, mientras
Mar intentaba abrir de nuevo la puerta sin éxito.
—Paola no iba a poder
aguantar mucho más, y si yo no entraba, dejábamos solos a Coper y Triana con
Ana. Vosotras no os alejéis de mí y todo estará bien. — Les dije a mis amigas,
mientras rezaba porque aquella, no fuese la peor idea de toda mi vida.
Obviamente estaba muerta de
miedo, jamás me había enfrentado a nada tan fuerte y encima a pelo. Ni soy el
padre Carras, ni el padre Manuel Acuña, por lo que, me iba a costar sacarle
aquello a Ana, sin acabar tirándome por una ventana o bastante perjudicada.
¿Quién me mandaría a mí ir a esos sitios? Con lo a gusto que se está en casa
viendo Netflix en pijama. Estaba claro, que si salíamos de allí, a la próxima
excursión iba a ir Rita la Cantaora, porque una servidora, iba a ser que no.
— ¿Dónde están los demás? — Preguntó Mar, tras desistir
de su intento por salir de allí.
—No lo sé, María del Mar fue
a buscar a las chicas, es lo último que sé y Pepo estaba en uno de los coches,
herido. — Respondí.
— ¿Herido? ¿Qué le pasó? Tú
estabas con Pepo y Ana, no me voy a mover de aquí hasta que no me cuentes lo
que pasa. — Se quejó
Rocío, y con razón.
—Veréis, cuando bajamos al
piso de abajo, donde las calderas, nos quedamos sin luz y al lograr encender
las linternas de nuevo, vimos que Ana estaba algo cambiada. Pepo se acercó a
ella, pero de repente le dio un empujón y le mandó volando hasta el otro lado
de la sala, con tan mala suerte que se golpeó al caer en la cabeza y se hizo
una pequeña brecha. Me enfrenté a Ana como pude y salió corriendo, entonces
aproveché para sacar a Pepo; pero cuando regresé a buscaros, el demonio me
había dejado fuera, sellando el edificio energéticamente. — Respondí, bajo la atenta
mirada de las chicas, que no sé si se habían quedado atónitas o petrificadas,
ni que mi disfraz fuese el de Medusa en lugar de una bruja.
— ¿Va en serio? — Preguntó Rocío. — ¿Tú no notabas estas cosas?
—
—Sí, pero cuando vi las fotos
no había nada, esto es muy reciente, deben haber invocado algo este mismo fin
de semana. Cuando entré noté algo, pero las ganas de investigar con vosotros me
pudieron. — Dije con pesar. ¿Por qué no hice caso a mi instinto?
¿Acaso no me di cuenta de las señales o lo hice demasiado tarde?
—Quizás los dos cadáveres que
hay en la taquilla tengan algo que ver. — Dijo Mar.
—Había. — Añadió Rocío.
—
¿Cadáveres,
dónde? — Quise saber, y las chicas me llevaron hasta el lugar
donde los habían encontrado.
Los cuerpos estaban desgarrados,
con las gargantas seccionadas y una expresión de pánico dibujada en la cara.
—Estos seguro que son dos de
los idiotas que hicieron el ritual de invocación. No debe hacer mucho que están
muertos, aunque el olor a podrido ya empieza a notarse. —
— ¿Qué invocación? — Preguntó Rocío extrañada.
—Encontré un círculo dibujado
en el suelo con lo que parecía sangre y velas negras consumidas por todas
partes, lo vi cuando sacaba a Pepo de allí abajo. Tiene que haber alguien más
por aquí. —
— ¿Cómo? — Preguntó Mar.
—Alguien tuvo que esconder
los cuerpos en la taquilla, seguramente hubiese alguien más haciendo la
invocación y el demonio se metió en él, hasta que el cuerpo dejó de servirle y lo
cambió por el de Ana. Tenemos que encontrarle y preguntarle a quién demonios invocaron,
así podremos enfrentarnos a él, porque sin datos es mucho más complicado. — Añadí, dejando a mis amigas
en shock.
Ninguna queríamos
enfrentarnos a ese demonio, tampoco hacer daño a Ana; aquella baza era la mejor
que teníamos y debíamos aprovecharla.
—Está bien, yo iré a buscar
al tercer integrante de los Jonas Brothers estos, no debe andar muy lejos,
vosotras id a avisar a Coper y Triana. Nos reuniremos aquí al acabar.
¿Entendido? — Y las chicas
asintieron sin mediar palabra, no querían dejarme ir sola, pero sabían que poco
podrían hacer para ayudar, si nos topábamos con esa cosa.
.....................................................................
— ¡Pepo! — Gritó Paola, al llegar al
coche y ver que su amigo no se encontraba dentro.
— ¿Qué pasa? — Preguntó Pandora, que
llegaba con Rosa, Mónica, Belén y María del Mar, huyendo de aquel extraño niño
que habían dejado atrás.
—Pepo no está, lo dejamos
aquí y no falta ningún coche, voy a buscarlo. ¿Alguien me acompaña? — Preguntó Paola y Belén se
ofreció enseguida para buscar a su amigo. —Vosotras tendréis que buscar
algunas cosas, necesitamos sal, velas blancas y algo con lo que dibujar. —
— ¿Y eso para qué? — Preguntó María del Mar,
algo extrañada.
—Johanna lo necesita, no sé
muy bien para qué. — Respondió Paola.
— ¿Dónde está? — Quiso saber Mónica,
mientras miraba a su alrededor sin ver apenas nada.
—Consiguió entrar en el
edificio principal, está con Rocío y Mar, han ido a buscar a Coper y Triana.
—Está bien, vosotras buscad a
Pepo y nosotras volveremos al hotel para encontrar lo que Johanna nos ha
encargado, porque dudo que encontremos todo eso en alguna otra parte, a estas
horas de la noche. — Añadió Rosa y las chicas se pusieron manos a la obra.
Mientras Paola y Belén
intentaban localizar a Pepo, que andaba perdido en mitad del campo, Pandora,
María del Mar y Mónica pusieron rumbo hasta el hotel. Tardarían como poco una
hora en volver, al menos las carreteras de madrugada no estaban tan abarrotadas.
—Casi nos
quedamos sin el trípode, pero parece que no ha sufrido daños. — Dijo Triana,
al recoger del suelo aquello que Coper había tirado sin querer.
—Menos mal,
ponlo allí, creo que tendrá más estabilidad y captará la habitación casi por
completo. Voy a encender la grabadora y a poner los sensores. — Añadió Coper,
mientras lo preparaba todo.
PIIIIIII
— ¿Qué sucede?
Preguntó Triana intrigada.
—Está captando
algo. Espera, que lo dejo en el suelo a ver. — Pero no, aquello comenzó a pitar
aunque delante no había nada.
— ¿Sientes algo?
—
Preguntó Coper a su novia Triana.
—Hay algo que no
me gusta, creo que sería mejor reagruparnos con los demás. Aquí pasa algo extraño.
—
—Venga Tri,
sabes que me suelo fiar de tus avisos, pero aquí no hay nada, esto se habrá
estropeado. —
—Lo digo en
serio, Coper, aquí está pasando algo. —
—Mira, la
grabadora está puesta, seguramente si hay algo, habrá captado alguna
psicofonía. —
—Vale, pues
ponla a ver. —
—Si de ese modo
te quedas más tranquila, lo haré. —
Entonces
Coper cogió la grabadora y le dio a reproducir los pocos minutos que había
logrado grabar. Seguramente no hubiesen captado nada, pero si así podían volver
a lo que les interesaba, que era investigar, merecería la pena intentarlo. Pero
entonces, algo se escuchó tan alto y claro en aquella grabación, que les hizo
contener el aliento y empezar a creer que, con lo que se habían topado, no podrían
pasarlo por alto.
“Vais a morir todos”
Se
escuchaba en la psicofonía, era la más limpia que había logrado grabar Coper jamás.
Si no hubiese sido porque tenía un nudo en la garganta, lo habría celebrado
como Dios manda; pero la temperatura de la habitación había bajado unos 8
grados de golpe, y aquello no ayudaba en nada.
—Seguro que es
para asustarnos. —
Le dijo a Triana, al ver el modo en que la joven le miraba.
— ¡AHHH! — Gritó Triana
al ver a Ana en la puerta, con cara de pocos amigos y una sonrisa siniestra.
—Hombre Ana, ¿no
estabas con Pepo y Johanna? ¿Qué pasó? ¿Ves Tri? Seguro que eran estos
gastándonos una broma. — Dijo Coper aliviado, intentando
convencerse a sí mismo de aquella mentira.
— ¿Estás bien,
Ana? —
Le preguntó Triana, pero entonces su amiga la cogió del cuello y comenzó a
apretar con fuerza.
Coper
que lo vio, se abalanzó sobre Ana para hacer que soltase a la pobre Triana, que
se estaba quedando sin aliento, hasta que todo comenzó a nublarse y perdió el
conocimiento. Rocío y Mar escucharon los gritos de Coper y se dieron aún más
prisa. ¿Pero qué podían hacer para ayudarles? Cuando llegaron, vieron a Coper
forcejear con Ana, estaba estrangulando a Triana y no tuvieron tiempo de pensar
en un plan, por lo que tuvieron que improvisar. Rocío ayudó a Coper a sujetar a
la poseída, mientras Mar cogía a su amiga, que estaba inconsciente, y la
arrastraba fuera de aquella habitación para después intentar reanimarla.
—Triana, guapa,
despierta. ¡Por favor! — Le decía Mar, mientras le daba
palmaditas en la cara.
—No puedo
contenerla, es muy fuerte. — Se quejó Rocío, que apenas podía
lograr sujetar uno de los brazos de la poseída.
— ¿Qué está
pasando? ¿Se ha vuelto loca o qué? — Preguntó Coper, que estaba
sudando por el esfuerzo realizado, mientras su flequillo iba de un lado para el
otro sin parar. Si salían de allí con vida, Triana se lo tendría que cortar.
— ¡Está poseída! — Gritó Rocío.
— ¿Es una broma?
—
—No lo es, tú
mismo la estás viendo. —
—Tendrá un chute
de cafeína, yo que sé, no puedo creerme que esté poseída. —
Entonces
Ana logró tirar a Rocío al suelo y con la mano que tenía libre, golpeó a Coper
en el pecho. Este cayó al suelo, le faltaba el aire, pero Rocío fue más rápida
que él, y consiguió arrastrar a Coper hasta el pasillo y cerrar la puerta tras
ella.
— ¡Mar, ayúdame!
—
Gritó desesperada, intentaba sujetar la puerta para que el demonio no la
abriese. ¿De dónde había sacado la fuerza necesaria para todo aquello? No se
sabe muy bien, pero logró aguantar el tiempo suficiente, para que Mar llegase
con una silla y bloquease el picaporte.
—Esto no la
retendrá mucho, tenemos que salir de aquí. — Dijo Mar, mientras ayudaba a
incorporarse a Triana, que volvía a estar consciente, y Rocío ayudaba a Coper,
que había vuelto a recuperar el aliento; aunque seguro que aquello le dejaba un
buen hematoma en el pecho.
—Escondámonos o
busquemos a Johanna, es lo mejor. Ella sabrá lo que hacer. — Dijo Rocío, y
los cuatro amigos bajaron las escaleras sin perder ni un momento.
A
la par que sucedía todo aquello, yo intentaba dar con el antiguo huésped del
demonio que había poseído a mi amiga. No sabía si aquel niñato estúpido e
incauto seguiría por aquel edificio, atrapado al igual que nosotros lo estábamos,
o si por el contrario, había escapado; pero debía intentarlo. Necesitaba saber el
demonio al que habían invocado, para poder exorcizarlo.
De
repente sentí algo extraño; sí, más extraño todavía. Era como si mi cuerpo se
hubiese convertido en un péndulo, que me guiaba hasta aquel chico asustado, que
encontré cubierto de sangre y oculto en uno de los armarios de la cocina.
—Conque estás
aquí. Te estaba buscando. — Le dije a la vez que abría la
puerta del mueble y le miraba directamente a los ojos.
— ¡No me mates, no,
por favor! —
Gritó el joven asustado, mientras lloraba desconsolado.
—No te voy a
matar, al menos todavía, pero como le pase algo malo a alguno de mis amigos, no
respondo por lo que esa cosa pueda hacerte, porque pienso dejarte aquí
encerrado con él para el resto de tus días; aunque dudo que te quede mucho,
chavalote. ¡Sal de ahí! — Le ordené y el chico salió. No
tendría más de dieciocho años, si es que llegaba. Qué mala es la ignorancia.
—Lo siento
mucho, por favor, ayúdame. —
—Vamos por
partes. Tus amigos y tú invocasteis algo. ¿No es así? Quiero que me digas
cuántos amigos erais y qué invocasteis. Al grano que tengo prisa. —
—Éramos tres.
¡Oh dios mío! Los he matado. ¿Verdad? ¿Qué he hecho? —
— ¡Tú, niño,
espabila! Ya los llorarás más tarde. ¿Qué demonio invocasteis? — Le insistí,
pues ya habría tiempo de lamentaciones, si lográbamos salir de allí con vida.
—Agalariept, es
un gran general del infierno, comanda la segunda legión y tiene el poder de
descubrir todos los secretos. —
—No podíais
haber invocado a uno de bajo rango, no. El caso es complicar las cosas. — Hice un gesto
como para estrangularle, pero después respiré hondo y relajé todos los músculos
de mi cuerpo.
—Yo no quería. Mis
amigos, los he matado. —
—Lo sé, chaval,
y será algo por lo que más tarde tendrás que pagar, intentaré echarte un cable,
pero lo primero es lo primero. Ayúdame a devolver al demonio al infierno y
después ya veremos. ¿De acuerdo? — Le dije, mientras le indicaba con
la cabeza que me siguiese, aunque le invité a ir a mi lado, ya que no pensaba
perderle de vista ni un instante.
¿Encontraran al desaparecido? ¿Logrará salir Ana de aquella habitación? ¿Y el demonio abandonará el cuerpo de Ana? ¿Acabarán todos hechos papilla?
.....................................................................
— ¡Pepo! — Gritó Belén al ver a su
amigo tirado en medio de un camino y con el móvil en la mano.
— ¡Ayúdame! Tenemos que
llevarlo hasta el coche, tiene que verle un médico. — Añadió Paola, que había
estado muy emocionada por salir a investigar con Coper, aunque al final, se iba a
quedar con las ganas.
Las dos mujeres cargaron con
su amigo hasta llegar a uno de los coches, que tenía las llaves puestas; colocaron
a Pepo en el asiento de atrás y salieron de allí rumbo al Hospital
Universitario de San Juan en Alicante. Tenían unos veinte minutos de camino,
pero viendo cómo conducía Paola, lo harían en menos de cinco. La pobre Belén
iba agarrada a la puerta del copiloto, como si le fuese la vida en ello, y no
era para menos.
Al llegar a urgencias,
dijeron que su amigo se había caído de lo alto de una escalera, pues no podían revelar
que andaban investigando lugares abandonados, para no acabar todos multados.
Después de hacer varias radiografías y un TAC, vieron que no tenía nada grave, a
parte de una pequeña brecha y la desorientación habitual, pero lo dejarían en
observación aquella noche para asegurarse. Paola intentó llamar al resto de
amigos, que seguía en el Preventorio de Busot, pero no había manera de
localizarlos, estaban todos incomunicados.
— ¿Crees que estarán bien? — Preguntó Belén bastante
preocupada.
—No lo sé, pero no podemos
irnos y dejar solo a Pepo, al menos tenemos que quedarnos hasta que acaben de
examinarlo y nos dejen verlo; después, le contaremos lo que pasa y nos
marcharemos. —
—Cierto, yo seguiré
intentando contactar con ellos, por si ocurriese un milagro. —
Se sentaron en la sala de
espera con un café en la mano y con el pulso temblando, aquello con lo que se
habían topado en aquel edificio abandonado, las perseguiría en sueños durante muchos
años. Pero mientras tanto, a pocos kilómetros de allí… En el Hotel Maya
Alicante, que era donde se habían alojado nuestros queridos “Inquietos”,
Pandora, María del Mar y Mónica buscaban, lo que una servidora, les había
encargado. Sal, velas y algo con lo que dibujar. ¿Dónde lo podrían encontrar? La
barra de labios de Pandora serviría y la sal, la cogieron de la cafetería; pero… ¿De dónde sacaban las velas?
— ¿Y si vamos a una iglesia? — Preguntó Mónica.
— ¿Para qué? — Quiso saber María del Mar.
— ¡Las velas! A ver, otra
cosa no, pero de eso sí que hay. — Añadió Pandora emocionada.
—También hay agua bendita y
siempre le podemos pedir ayuda al cura que esté de guardia. — Dijo Mónica convencida de
sus palabras.
—Lo del cura no lo veo, nos
puede denunciar por allanamiento de morada y dudo que a estas horas haya
ningún trabajando. — Añadió Pandora, tras imaginarse pasando la noche en
el calabozo o pagando una buena multa.
—Podemos decírselo en
confesión. — María del Mar intentó echarle una mano a Mónica, pero
estaba claro que aquella idea no cuajaba.
—Olvidaos del cura, cogemos
las velas, el agua bendita y nos volvemos para el Preventorio. — Sentenció Pandora, antes de
poner rumbo a la iglesia más cercana.
Mientras que nuestras
intrépidas aventureras robaban en una iglesia, que los dioses las perdonen, el
crío que lo había enredado todo y yo, nos topábamos con Coper, Triana, Mar y
Rocío, que huían de Ana despavoridos.
— ¿Estáis bien? — Les pregunté al ver sus
caras de pánico.
— ¡Ana está poseída! — Me dijo Coper al bajar el
último escalón.
— ¡Qué me vas a contar! — Añadí, mientras le daba una
palmadita en la espalda. — Aquí os presento a Jorge,
el antiguo huésped del demonio. Saluda, chaval. —
— ¿Qué hicisteis? — Le preguntó Triana con cara
de pocos amigos. Jamás había visto a mi amiga de mal humor, y ahora, me alegraba de no ser yo la causante de su enojo.
—Solo era un juego, queríamos
hacer un hechizo como los que aparecen en la serie de Sabrina y jamás pensamos
que funcionaría. Se nos ocurrió jugar al detector de mentiras, invocando a un
demonio que es capaz de descubrir todos los secretos; encontramos el hechizo en
internet. — Dijo el joven, hasta que le di una colleja por tonto.
¿Cuándo aprenderán que esto
no es un juego?
—Lo siento, pero no usamos ni
ouija ni nada por el estilo, solo unas velas y huesos de animales muertos. — Añadió el muchacho
extrañado.
—No me digas que has matado
animales para hacer esta estupidez, porque al final te dejo aquí con el demonio y criando malvas. — Le recriminé.
—No, eran los restos de la
paella, nada más. — Me dijo agachando las orejas.
— ¿Qué hacemos ahora? — Preguntó Mar, que no dejaba
de mirar al piso de arriba, pues Ana no tardaría mucho en asomar las orejas en
lo alto de la escalera.
—De momento aguantar, somos
los suficientes como para hacer lo que tengo pensado, aunque me va a tocar
improvisar, porque no tengo mis libros de las sombras a mano; y además, tenemos
que esperar a los refuerzos, porque necesito un par de cosas antes de ponerme con ello. — Respondí, pero entonces
escuchamos un fuerte golpe en la planta de arriba, porque la puerta de la
habitación en la que habían atrapado a Ana, había cedido y el demonio campaba a sus
anchas. ¿Dónde estaban esos refuerzos?
Pues… tras haber allanado
una iglesia, robado varios cirios y rellenado un par de botellas vacías de
plástico con agua bendita, se aproximaban hacia nuestra posición a toda prisa.
Quizás, no hiciese falta volver a recitar el hechizo para entrar en el
edificio, si lo único que intentaba atravesar la barrera demoniaca, eran unas cuantas velas y un poco de agua.
—Necesito tiempo para
preparar las cosas, me tendréis que ayudar. Pero tú, tendrás que jugar
al ratón y al gato con el demonio. — Le dije a Jorge y pude ver una expresión de
pánico en sus ojos. —Lo siento, pero necesito a cinco personas para lo que
tengo preparado y tú nos metiste en este lío, así que ahora tú nos sacas de él. —
—Es
un crío. —
Me dijo Coper, y tenía razón, pero…
—No puedo usarle
para el hechizo porque está contaminado, ya que el demonio lo ha utilizado como
recipiente hace bien poco. —Añadí.
—Está bien,
tienes razón, se lo debo a mis amigos. — Dijo el chico y salió corriendo
mientras pegaba gritos, para llamar la atención del demonio y apartarle de
nuestro camino.
—Es un valiente,
si salimos de aquí, intentaremos echarle una mano con las autoridades; pero
antes… —
Añadí hasta que vi aparecer a Pandora con las cosas que necesitábamos, a través
de la ventana más próxima. — ¡Lánzalo! — Y vaya si lo
lanzó.
Mi
plan había funcionado y las cosas inanimadas, podían atravesar la barrera
energética que el demonio había levantado alrededor del edificio: ahora solo
quedaba preparar la trampa para que Ana cayese en ella y realizar un exorcismo. Pan
comido.
— ¡Agua! — Exclamó Rocío
y pegó un gran trago, que escupió al instante. — ¡Qué mala está! —
— ¡Es agua
bendita! —
Gritó Mónica desde la calle.
—Gracias, nos
será de ayuda. —
Y entonces salí corriendo escaleras abajo y los demás me siguieron.
El
plan era más o menos sencillo, dibujaríamos un círculo en el suelo con la barra
de labios de Pandora, justo en el mismo lugar de la invocación anterior; pero
en esta ocasión, incluiríamos un pentagrama dentro y varias velas a su
alrededor. Cada uno de nosotros se pondría en una de las puntas del pentagrama,
sin entrar en él, y con un círculo de sal a nuestro alrededor. No era gran
cosa, pero tampoco tenía más con lo que trabajar. El agua bendita la usaría
para liberar a Ana, una vez que estuviese en el pentáculo atrapada; y aunque, no
iba a ser nada fácil realizar aquel trabajito, estaba segura que todo saldría a pedir de boca. En la unión reside la fuerza y nosotros estábamos unidos, porque éramos
amigos.
Una
vez que Triana dibujó el pentagrama dentro del círculo, ya que a mí se me daba
fatal y nunca me salía proporcionado, les pedí que ocupase cada uno sus
posición, para poder rodearles con la sal. Solo quedaba un trocito sin pintar y estaba justo al lado de mi pie, para que en cuanto Ana entrase en el círculo, yo lo
cerrase y el demonio quedase dentro atrapado.
Cuando
vi a mi amiga en lo alto de la escalera, supe que me iba a resultar difícil
hacerla entrar en la trampa. Tenía el pulso acelerado, pero no podía mostrar
temor o estaríamos sentenciados.
—Vamos,
Agalariept, no temas. Y sí, ya conozco tu verdadero nombre, por lo que podemos
ahorrarnos las presentaciones. — Le dije al demonio, que se
aproximó a mí rápidamente.
Logré
mostrarle los símbolos dibujados en mis brazos, antes que pudiese golpearme,
pues tenía toda la intención de hacerlo por la cara que puso. El demonio, al
ver el tetragrammaton y el sello de Salomón, dio un paso hacia atrás y apartó
la mirada, por lo que aproveché esos segundos para dibujar lo que faltaba del
círculo y atraparle en su interior. El demonio se abalanzó sobre mí, pero el
campo energético que había creado con el pentáculo, le hizo caer de culo al
suelo e intentar otro método; pero, había hecho bien mis deberes y tuvo que
desistir con el tiempo.
—No os mováis ni
un milímetro, dentro de vuestro círculo de sal estaréis a salvo. Que nadie
rompa la formación por nada del mundo. — Ordené y volví a prestar atención
al demonio.
—Veo en vuestro
interior y conozco todos vuestros secretos. La oscuridad reside en cada uno de
vuestros corazones, lo huelo. — Dijo el demonio, intentando
minarnos la moral.
—No me cuentas
nada nuevo, luz y oscuridad residen en cada uno de nosotros, porque la oscuridad solo
es la ausencia de la luz. Déjate de tonterías y sal de mi amiga, te lo ordeno. — Añadí,
lanzando un poco de agua bendita sobre el demonio, que comenzó a gritar e
insultar en arameo. A ver, creo que era arameo, porque de eso no puedo estar segura, ya que el idioma no lo conozco en realidad; pero… Lo que sí puedo asegurar, es
que no me estaba dedicando ningún piropo, como os podéis imaginar.
Tanto
Coper, como Triana, Mar y Rocío, se portaron como auténticos campeones. ¿Tenían
miedo? Sí, pero aguantaron de pie sin moverse las quince horas que duró aquella
tortura. El demonio fue expulsado del cuerpo de Ana, que terminó tirada en el
suelo y empapada de agua bendita, con algún que otro arañazo y el fémur
destrozado; pues el demonio se autolesionaba, para que no lo exorcizásemos.
— ¿Ya está? — Preguntó Mar,
que estaba exhausta.
—Sí, ya se ha
marchado. —
Dije, cayendo de rodillas al suelo por el cansancio.
—Es cierto, noto
el ambiente menos cargado. — Añadió Triana.
—Lástima no
haber podido grabar esto, hubiese sido épico. — Comentó Coper, mientras salía del
círculo de sal y se sentaba en las escaleras, a la par que observaba la escena y
hacía memoria de cada segundo que habíamos pasado allí abajo.
—Hay cosas que es mejor no revelar, como el proceso de este exorcismo, para evitar que algún incauto lo quiera probar. Ya habéis visto lo que puede pasar si juegas con fuego, que al final te acabas quemando. — Añadí antes de esparcir la sal, recoger los restos de velas y borrar el círculo que habíamos dibujado con el agua bendita.
Cuando
salimos de allí, Ana nos dio un fuerte abrazo grupal y las gracias por haberla
salvado. Sabíamos que aquella experiencia sería imposible de olvidar, y que nos
quitaría por un tiempo las ganas de salir a investigar.
Triana
echó un último vistazo por el retrovisor, para despedirse por el momento del
Preventorio de Bussot, y lo que pudo ver la dejó sin habla. Allí parados, frente a la
puerta del edificio principal, los dos jóvenes que habían muerto a manos del
demonio, permanecían ajenos a los agentes que campaban a sus anchas por
aquellos terrenos. De repente se escuchó el relincho de unos caballos y los agentes se detuvieron de inmediato, aunque al parecer solo Triana y yo podíamos ver aquel carro fantasmal, que recogió a los dos niños y después desapareció sin dejar rastro. ¿Acaso era la Santa Compaña? Aún se me pone la
piel de gallina al recordar aquel momento.
Más
tarde nos reunimos con Pandora, María del Mar y Mónica, y les contamos todo lo
que había pasado; las pobres no se habían movido de allí por si las
necesitábamos. Llamamos a la policía y se llevaron a Jorge, que no dejaba de
darnos las gracias por salvarle a vida, y tras prestar declaración, pagamos la
multa de rigor y cogimos los coches para ir al hospital a ver a Pepo; pero
justo cuando íbamos a llegar, Belén nos llamó para decirnos que le habían dado
el alta y que nos esperaban en el hotel para despedirse, antes de irnos a casa.
He
de decir, que aquella experiencia fue muy dura y una de las peores de toda mi
vida; pero aquella noche que pasamos en el Preventorio de Busot, nos había
unido como amigos de por vida.
FIN
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