miércoles, 16 de abril de 2014

Abrazando lo sobrenatural 1ª Parte "El comienzo"

Sam era una chica normal. Acudía al instituto cada día, salía con sus amigas, incluso se saltaba las clases de vez en cuando. Soñaba con muchas cosas, como era lo típico de la adolescencia. Pero había cosas en ella, que la hacían sentirse rara. Algunas veces escuchaba voces cuando no había nadie cerca, soñaba con cosas que a los pocos días sucedían y al entrar en una habitación, en algunas ocasiones, un escalofrío le recorría todo el cuerpo.



Una tarde, estaba en su habitación dándole vueltas al tema, como hacía desde que habían puesto en la televisión una serie de brujas. A ella y a sus amigas les encantaba. Había empezado a pensar, que algunas de las cosas que aparecían en la serie, tenían un gran parecido con lo que a ella le ocurría cada día. 
Pero no podía ser cierto ¿Qué era, una bruja? Todo aquello era ciencia ficción, una mera casualidad, tal vez. Su gran imaginación le estaría jugando una mala pasada, como era habitual.

Pasaron los días y sus amigas y ella empezaron a divertirse imitando a las brujas de la serie, iban por la calle riéndose y actuando como si en verdad fueran las hermanas Halliwell y tuvieran poderes. Cada una escogió la que era más afín a su forma de ser, Samantha escogió a Piper, según le decían sus amigas, eran exactas, igual de protectoras y marimandonas, dos líderes natas y cuyos cambios de humor irritarían hasta al mismísimo demonio. Pero según avanzaban los capítulo y según iba metiéndose en el mundo de la brujería, sin darse cuenta, más cosas inexplicables le sucedían.
No podía explotar cosas, ni detener el tiempo como su personaje favorito, pero si predecir aquello que iban a suceder, cosa bastante rara, porque no era esa la bruja que ella había escogido para interpretar.

Un día se dio cuenta que al escuchar una historia que alguien le contaba, junto a esa persona, veía reproducirse dicha historia, como si estuviese cobrando vida frente a sus ojos y ella estuviese dentro. Era igual que vivir una película, teniendo al narrado junto a ella. Sus amigas le recriminaban que en ocasiones parecía estar ausente mientras le hablaban, pero ver la historia ante sus ojos era mucho más interesante que imaginársela. Se sentía como Mary Poppins cuando entraba dentro de aquella pintura en el parque.

De pronto, un día iba caminando sola por el centro de la ciudad mientras llovía. Le encantaba pasear sola por el centro en los días lluviosos, porque simplemente se dejaba llevar por la marea de gente y la mayoría de las veces ni si quiera sabía ni hacia donde iba, ni donde terminaría, pero no le importaba. De repente se dio cuenta que su estado de ánimo variaba a cada paso que daba. No era algo normal, no tenía motivos. Pasaba del enfado y la crispación a la ilusión y la euforia en menos que canta un gallo. Decidió volver a casa, eso de jugar a las brujas le estaba trayendo problemas serios, se estaba volviendo loca. 

Cuando llegó, no pudo hacer más que recapitular todo lo acontecido hasta el momento y de tantas vueltas que le dio al tema, terminó agotada, por lo que se acostó. Esa noche tuvo una de las peores pesadillas de su vida, una cara apareció en las sombras, oculta en sus sueños. La cara estaba echa solo de luz, una luz blanca y brillante que le hacía daño a la vista, tenía las facciones de un hombre rudo y fuerte que la miraba fijamente y parecía recriminarle que mirase hacia otro lado, en lugar de afrontar su destino. La cara le seguía a todas partes, le decía que alguien iba a morir y ella no quería escucharlo.
Abrió los ojos y suspiró, pero la cara seguía allí, encendió la luz y aún podía ver el rostro que la atormentaba, parecía estar grabado a fuego en su retina. Se levantó y comenzó a dar vueltas por la habitación con los ojos cerrados y tapándose los oídos con las manos. De repente ese ser desapareció y ella no pudo volver a pegar ojo en toda la noche.
No quiso comprobar, si lo que le decía aquél ser era cierto, por lo que no intentó indagar acerca de lo ocurrido. (Pero lo malo de estas cosas, es que nadie puede escapar a su destino, siempre te acaba encontrando y con el tiempo, Sam se dio cuenta de aquello).

Al día siguiente, no pudo más y se lo contó todo a su madre, creía que estaba loca y necesitaba ayuda. Su madre le dijo que a ella también le habían sucedido cosas así desde hacía mucho tiempo, pero nunca supo a que se debían y procuró ignorarlas. 
De pronto, la abuela de Samantha apareció en el salón y las escuchó hablar. Entonces, se acercó a ellas y como quien habla del tiempo, les confesó la verdad, que no estaban locas, que tan solo eran brujas. 

Samantha: ¿Tan sólo? Eso no puede ser, las brujas de verdad no existen. Solo son cuentos de hadas.
Abuela: No es ningún cuento, mi madre fue una gran bruja y curandera.
Samantha: ¿Y porqué nunca nos hablaste de ello?
Abuela: Porque nunca me gustaron esas cosas, siempre les tuve mucho respeto y esperaba que no tuvieseis que enfrentaros a ellas. Pero está visto, que no es algo que se puede elegir.

Les contó que la bisabuela de Sam, había sido una bruja y curandera muy buena. Había ayudado a mucha gente y los dones que tenía, eran hereditarios. La abuela de Sam había sido melliza y al nacer, su mellizo murió con toda la boca llena de cruces, símbolo que en las profecías, auguraba un gran poder. Al morir el niño, la abuela de Sam había heredado dicho poder. 
Tras conocer aquella noticia, Samantha no pudo hacer otra cosa que indagar en temas de brujería. Leyó muchos libros, aprendió muchas cosas a base de probar y equivocarse. Muchas de ellas dignas de mención.

Descubrió que la alianza que formaba junto a su madre y su abuela, representaban a la trinqueta que era el símbolo de  la Diosa,  abarcando a la doncella, la madre y la anciana. También descubrió que el poder se heredaba genéticamente entre las mujeres de la familia, a través de su sangre, nada más y nada menos. Además, dicho poder se repartía según el papel que cada una desempeñaba, la más poderosa era la anciana, después la madre y por último la doncella o joven.

Poco a poco fue dominando sus pequeños dones y según los dominaba, aparecían otros nuevos. Cuanto más practicaba o más hablaba del tema, más dones se despertaban en ella, como leer el aura de las personas, predecir el futuro a través del tarot o las runas y descubrir las vidas pasadas de las personas que le rodeaban. El curar a través de las manos pequeñas dolencias, era algo que Sam recibió gustosamente, al igual que poder manipular la energía a su antojo. Tuvo que aprender a protegerse de las malas energías que la rodeaban, mucha de ella era desprendida por la gente de su entorno.

Se inició en el mundo de las pociones y hechizos, descubrió que era una hacedora de hechizos bastante buena, lo que se resumía en que los hechizos que leía en los libros, no eran ni la mitad de buenos que los creados por ella misma. Descubrió que sus repentinos cambios de humor se debían a la super empatía que había desarrollado a lo largo de los años, otro de esos "dones", como ella los llamaba y que todavía le quedaba mucho por aprender de si misma.

Pasó de ser la persona más escéptica del mundo, a convivir con la magia que la rodeaba y a formar parte de ella. Pero no todo sería un camino de rosas, le había abierto la puerta a lo desconocido, a lo sobrenatural y nunca sabes lo que puede estar acechando para abrirse paso desde el otro lado.

Continuara...

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