Estaba amaneciendo y no había rastro de él por ningún sitio. Era tarde y estaba cansada, por lo que decidió continuar la búsqueda más tarde. De repente, algo se movió tras unos arbustos, Tabatha se acercó a tiempo de ver como un pequeño ratón se escapaba corriendo de las garras de un gato. Cuando el gato se dio cuenta que tenía público, se detuvo en seco y se quedó observando a Tabatha. Al poco se acercó y se enrosco en las piernas de la bruja, mientras ella se agachaba y le acariciaba. Al instante, Tabi se escondió detrás de los arbustos y se despojó de la ropa. Cuando salió de su escondite, lo hizo en forma de gato negro, con el pelo más suave y brillante que el terciopelo y unas garras bien afiladas. Comenzó a perseguir al otro gato, jugando y saltando, hasta que pasada una hora, se topó con una caravana al fondo del aparcamiento público del parque. Algo le decía que no se acercase, pero había una fuerza magnética que no podía resistir. Decidió asomarse por una ventana abierta y para su sorpresa allí estaba él, desayunando. Al ver a la gata en la ventana, preparó un cuenco con leche y lo dejó encima de la encimera, justo delante de la ventana.Tabatha estaba sedienta, llevaba toda la noche en vela y había jugado la última hora sin parar, así que decidió tomarse la leche. El estaba sentado en una silla, al otro lado de la encimera, tomándose un café. Saludó a la gata con la cabeza y procuró no moverse mucho para no espantarla.
Tabi no podía dejar de mirar esos ojos verdes y sin darse cuenta, saltó desde la encimera a su regazo y allí se tumbó. Nathan le pasaba la mano por la espalda y ella notaba el tacto cálido de su piel. Era tan agradable, sabía que su relación era imposible, pero con tal de estar cerca de él, sería capaz de quedarse el resto de su vida como gato. Pero debía avisarle, así que pegó un salto al suelo y se escabulló hasta el cuarto de baño. Nathan fue tras el gato, pero con lo que se topó le pilló por sorpresa. Era ella, la chica de la noche pasada, estaba desnuda, cubierta con una toalla de su cuarto de baño y le sonreía con los labios manchados de leche. No podía ser cierto, ella era la gata que estaba en su regazo. ¿Qué es lo que quería? ¿porqué lo buscaba? ¿sería capaz de matar a un ser tan extraordinario? La cabeza le daba vueltas, sino hubiera sido por los ojos verdes de la bruja, hubiera caído al suelo sin poder remediarlo, pero ahora, esos ojos eran su centro de gravedad, le mantenían anclado al suelo. ¿Le estaba hechizando o era algo normal?
Continuará...
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