Caía sin
cesar, pasaba de unas manos a otras sin control y aquello no parecía tener fin.
Aquellos seres tiraron de él hasta desgarrarle la camiseta y hacérsela añicos,
por suerte su cazadora de la suerte seguía intacta.
Con el pelo alborotado y la
cara llena de arañazos, siguió descendiendo hacia las profundidades del
mismísimo infierno, donde comenzó a notar un calor asfixiante que le impedía
respirar con normalidad. ¿Sería aquél su destino? ¿Cuánto más seguiría cayendo
antes de morir?
De repente
una luz llamó su atención. Miró hacia abajo y vio una especie de saliente entre
la multitud de brazos que le esperaba. Como pudo, consiguió saltar a dicho
saliente y abrir la puerta de madera roída que allí se encontraba y para su
asombro, no pudo creerse lo que vio ante sus ojos.
Estaba en la
calle, enfundado en su chupa de cuero y con el casco puesto. Frente a él, había
una joven rubia de ojos azules encima de una Ducati 916, su moto favorita.
Shane: ¿A qué esperas? ¡Sube, nos pisan los
talones!
Alex: ¿Quién?… ¿Pero qué demonios les has
hecho a esos tipos?– Al ver el grupo de motoristas de “los ángeles del infierno”
que les perseguía, cadena en mano.
Alex subió a
la moto, arrancó y la rubia se sujetó a su cintura para no caerse.
Alex: Creo que no nos han presentado como
es debido. –Mirando las manos de la joven que se aferraban a él peligrosamente.
Shane: ¡Déjate de tonterías y conduce!
Salieron a
toda pastilla de allí, la moto volaba sobre el asfalto y “los ángeles del
infierno” apenas podían seguirles el paso. Entonces Alex comenzó a pensar que
todo aquello no tenía sentido, aquella chica que no le sonaba de nada, parecía
conocerle bastante bien a él, pero cómo había llegado él hasta allí era todo un
misterio.
Tomó las
curvas al límite, sintiendo el calor del asfalto recorrer todo su cuerpo y la
adrenalina se apoderó de él sin remedio. Shane clavó sus uñas con fuerza en la
chaqueta de cuero de Alex y eso hizo que éste fuese aún más rápido. De repente,
cruzaron una señal que indicaba que el puente por el que iban se encontraba en
obras.
Alex: ¡No podremos seguir, el puente está
sin acabar, falta un buen trozo! –Al ver el gran hueco unos metros más allá.
Shane: Confío en ti Alex, sé que lo
conseguirás.
Alex: ¿Estás loca? ¡Es imposible!
Shane: Nada es imposible si estamos juntos.
¡HAZLO!
Alex cerró
los ojos y la moto salió volando por los aires durante un par de segundos,
aunque a nuestro intrépido motorista le parecieron más que segundos una
eternidad. De pronto, sintió como el agua le rodeaba por completo, estaba claro
que había muerto o estaba a punto de hacerlo, porque se estaba ahogando.
Notó como algo rozaba sus labios y poco después sus pulmones se llenaban de aire. Abrió los
ojos para mirar a la muerte de frente, como siempre había dicho que haría y se
quedó perplejo.
Alex: ¿Estamos en una piscina? Pero… ¡Se
mueve! –Saliendo a la superficie para respirar.
Shane: Cariño, eres el mejor. Has
conseguido aterrizar en la piscina de un tráiler en marcha. Cada día me
sorprendes un poquito más. –Acercándose a él, colocando los brazos alrededor de su
cuello y besándole apasionadamente.
Alex no se
podía creer que hubiese hecho todo aquello, algo no encajaba, no podía ser real.
Reconocía que era un buen conductor, pero tanto…
De pronto
Shane sacó una pistola y disparó dos tiros certeros sin separarse un ápice de
Alex, que se alejó de ella un poco asustado, para ver lo que había ocurrido. Un
ángel del infierno se había colado de polizón en el tráiler y había intentado matarle, ahora ya no sería un problema.
Shane: ¿Por dónde íbamos? – Acercándose a
él para poder besarle de nuevo.
Alex: ¡NO, PARA! Esto es demasiado raro,
aquí pasa algo.
Shane: ¿Qué va a pasar? Acabo de salvarte
la vida, estamos en paz. Podemos continuar donde lo habíamos dejado.
Alex salió
de la piscina, estaba empapado, pero lo extraño era que no sentía nada, ni
frío, ni calor, absolutamente nada.
Shane: ¿De verdad me vas a dejar aquí sola?
– Jugando con el agua para llamar su atención.
El joven
miró a la increíble chica que tenía ante él, esos ojos azules le suplicaban que
no se fuese, que se quedase un poco más con ella, pero ni él podía creerse lo que
iba a decir a continuación, aunque así fue.
Alex: Lo siento, pero tengo que irme. –
Mirando apenado las gotas de agua que le resbalaban por el pelo de la rubia y bajaban por
su escote.
Entonces
Shane volvió a sacar el arma y le apuntó a la cabeza con ella.
Alex: ¿Oye, qué haces?
Shane:
Game Over.- Y lo último que escuchó fue el sonido de aquél proyectil al reventarle los sesos.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Lucifer: ¡Lástima! ¡Menudo desperdicio! –
Sentado en su sillón de terciopelo negro dentro de una sala llena de cámaras de
vigilancia. – Arriba el telón, el espectáculo debe continuar.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………
Pedro: ¿Alex me oyes? Vamos campeón, abre
los ojos. ¡LA CARRERA ALEX, LA CARRERA!
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario