Mientras descendía por la quebradiza escalera, miró hacia arriba y pudo ver
que había descendido al menos 5 plantas, pero aquello no parecía tener fin.
Continuó bajando y notando cómo el calor se hacía cada vez más y más
insoportable.
De repente, se topó con una gran puerta de piedra que tenía unas figuras
grabadas en relieve y le dio muy mala espina. Los pelos se le pusieron como
escarpias y las manos comenzaron a sudarle por la presión del momento, pero
sabía que si se marchaba de allí sin saber lo que había tras esas puertas, su
curiosidad jamás se lo perdonaría y le torturaría para el resto de sus días.
Empujó la gran puerta y se dio
cuenta que era más pesada de lo que creía, por lo que tuvo que empujar aún con
más fuerza hasta conseguir que cediera un poco. Entonces escuchó un ruido y al
mirar tras de sí al hueco de la escalera, vio como varios trozos de cemento
caían hacia el abismo sin descanso. La escalera en la que estaba se desmoronaba
a toda velocidad y no le quedaba otra opción que atravesar esas puertas o
perecer en el intento. Empujó y empujó con todas sus fuerzas, mientras el
descansillo en el que se encontraba se iba desintegrando por momentos, entonces
dio un último empujón y consiguió entrar de golpe en la sala, cayendo al suelo
antes que el último resquicio de escalera desapareciese bajo sus pies y le
arrastrase a él también.
Alex: ¡Joder, por
poco no lo cuento! – Sobresaltado por el esfuerzo.-
Se puso en pie, recogió la linterna que comenzaba a fallar y le dio unos
golpecitos para ver si así conseguía arreglarla. Entonces alzó la vista y se
percató que la estancia en la que se encontraba, había estado abandonada
durante muchos años. Las paredes y el suelo de piedra, estaban repletos de cadenas
con grilletes clavados en ellas. Aquella mazmorra fría y húmeda, hizo que a Alex
le temblasen las piernas por primera vez en mucho tiempo. De repente la luz de
su linterna se apagó. No podían ser las pilas, las acababa de comprar. ¿Qué
demonios estaba pasando?
Al levantar la vista, se percató de una luz rojiza que se vislumbraba en un
rincón de la habitación y al acercarse a ella, se dio cuenta que en la pared
había una puerta oculta. Comenzó a tocar a oscuras todas las piedras de aquél
muro, hasta que dio con la clave. Empujó una de las piedras y escuchó saltar un
resorte. Con una sonrisa triunfal, contempló cómo la puerta oculta se abría
ante él y daba paso a otra estancia igual de grande, pero iluminada con
antorchas. Al entrar en dicha estancia, comprobó que las peores pesadillas de
cualquier persona, podrían estar bien ambientadas en aquél lugar. Una pila de
huesos humanos y un perro de tres cabezas le dieron la bienvenida.
Alex: Esto no puede
estar pasando. ¿Estoy en el infierno? –Mirando a las fauces que el perro le
mostraba.-
Lo único que le separaba de convertirse en la comida de Cancerbero, era
aquella pequeña linterna que sujetaba con fuerza entre sus manos. Si debía
morir, lo haría luchando, por lo que Alex se puso en posición de ataque y el
perro perdió el interés en el joven que parecía perplejo al ver al perro
tumbarse de nuevo, para seguir royendo uno de sus huesos.
Alex: El golpe que me
di en la cabeza me debe haber afectado más de lo que yo creía. – Llevándose la
mano a la cabeza, donde la sangre reseca indicaba la zona afectada.-
De pronto se escucharon unas palmadas y Alex giró sobre sus talones, para
ver de dónde procedía aquél sonido.
Hombre
misterioso: Empezaba a pensar que ya no vendrías, llevo mucho tiempo esperándote
Alex.
Alex: ¿Quién demonios
eres?
Hombre
misterioso: No vas desencaminado, muchacho. Algunos me llaman “Portador
de Luz”, otros “Ángel de las Tinieblas”. Anticristo y Satanás los oigo muy a
menudo, pero seguramente tú me conocerás por Lucifer. Puedes llamarme como más
te plazca.
Alex: Seguramente
esto sea un sueño, pero vale, te seguiré el juego. ¿Qué quieres de mí? ¿Mi
alma? Porque no está en venta.
Lucifer: ¿Estás seguro,
Alejandro? Yo sé lo que en verdad ansía tu corazón. Quieres competir contra los
mejores y ganarles. Sueñas con ser una gran leyenda dentro y fuera del circuito. Conmigo lo puedes lograr, Alex, solo he
de chasquear los dedos y todo lo que deseas, todo lo que de verdad necesitas para ser feliz, será tuyo.
Alex: Es tentador, no
te lo niego. ¿Pero qué me pasaría si no tuviese alma?
Lucifer: El alma en los
seres humanos está demasiado sobrevalorada. Para vosotros no sirve de mucho, solo os
trae sufrimiento. Sin ella nada podrá dañarte, nada más importará, excepto tú
mismo, tus problemas desaparecerán por completo. No es un mal trato.
Alex: ¿Y de qué te
sirve a ti mi alma? Seguramente ya tendrás muchas allá abajo.
Lucifer: El infierno no
se mantiene solo, necesita energía y el alma es solo eso. Pero como ya te dije,
a vosotros los humanos no os hace ninguna falta, podéis vivir sin conciencia y
ser felices eternamente o tener conciencia y vivir atormentados para el resto
de vuestros días. ¡Piénsalo Alex! Premios, reconocimiento, fama, dinero, mujeres
hermosas. ¿Qué más se puede pedir?
Alex: Lo siento pero
creo que paso. Me gusta conseguir las cosas por mí mismo.
Lucifer: Nadie consigue
nada gratis, chico. Si tú no haces el trato, otro lo hará por tí y tú jamás ganarás nada.
Alex: Sigo diciendo
que NO, pero gracias por la oferta. Ahora… ¿Cómo salgo de aquí?
Lucifer: ¿No esperarás
que yo te lo diga, verdad? Quien entra en el infierno, no vuelve a salir a
menos que pase las 3 pruebas.
Alex: ¿Qué pruebas?
Lucifer: Todo a su
tiempo, Alejandro, todo a su tiempo. Aunque yo en tu lugar no me emocionaría demasiado. NADIE ha logrado pasar de la segunda, JAMÁS.
De pronto Lucifer chasqueó los dedos y desapareció ante la atónita mirada
de Alex, que seguía observando al perro mientras éste devoraba su hueso, con miedo a
ser el siguiente plato en el menú del chucho.
Continuará…
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