No recuerdo donde he dejado las llaves. Cada día estoy peor.
Recuerdo en mis tiempos cuando era capaz de memorizar cada detalle. En el
ejército trabajaba para la inteligencia, podía entrar en una sala y con solo un
vistazo memorizar las personas presentes, las distintas salidas, los detalles más
insignificantes y las posibles amenazas en menos de un minuto; y ahora no
recuerdo ni mi nombre la mayoría de las veces. El Alzheimer estaba haciendo
estragos y lo malo de todo eso es que tan solo podía ir a peor. Después de
varios minutos, encontré las llaves encima de la mesa del recibidor y salí de
casa.
Oliver: Si
estuviese aquí mi Gladis no tendría estos problemas. Pronto me iré contigo,
querida.
Jezabel: ¡Hola
señor! ¿Por qué habla solo?
Oliver: Hola
pequeña. Eres mi vecina ¿verdad?
Jezabel: Sí, vivo
ahí al lado con mis papas y mi hermanita Eli.
Oliver: ¿Cuántos
años tienes?
Jezabel: Mmmm - Se
mira la mano y muestra los cinco dedos.-
Oliver: Hala que
mayor eres.
Jezabel: No más
que usted.
Oliver: Jajajaja
Alisa: ¡Jezabel!
¡No seas grosera! Lo siento mucho señor. Esta niña no tiene remedio.
Oliver: No es
molestia. Es una niña encantadora. Me recuerda a mi hija que hace mucho no la veo.
Vive lejos, ya sabe.
Alisa: Lo siento
mucho. Si necesita cualquier cosa no dude en llamar a mi puerta. Estaré
encantada de ayudarle en lo que pueda.
Oliver: Muchas
gracias, aunque dudo que mañana recuerde esta conversación, sufro de Alzheimer.
Unos días estoy bien, pero otros…
Alisa: Procuraré
recordárselo a menudo.
Alisa y su hija se marcharon a casa y Oliver siguió su camino.
Era su aniversario de boda y como cada día, visitaría la tumba de su mujer, y
después iría al súper a comprar leche y pan, si no se le olvidaba, claro.
Oliver: Bueno
Marta, quiero que sepas que cada día estoy peor. Ya falta poco para vernos,
hazme un hueco ahí arriba. Te quiero.
Caminó hasta el súper más cercano y compró lo que
necesitaba, a la hora de llegar a casa tuvo unos cuantos problemas, no
recordaba dónde vivía, por lo que se sentó en la acera y se quedó mirando al
vacío. De pronto un coche se detuvo junto a él.
Jacob: ¿Se
encuentra bien? ¿Es usted señor Wallace?
Oliver: ¿Le
conozco?
Jacob: Sí, soy
Jacob. Iba con su hija al instituto.
Oliver: El joven hijo
del carnicero. ¡Cómo has crecido!
Jacob: Sí señor.
Oliver: ¿Cómo
está tu padre?
Jacob: Murió hace
un par de años.
Oliver: Lo
siento, aunque seguramente pronto lo veré.
Jacob: No diga
eso. ¿Está bien? ¿Necesita ayuda?
Oliver: No
recuerdo dónde vivo.
Jacob: Suba, le
llevaré a su casa, yo aún me acuerdo. Ese de atrás es el pequeño Michael, mi
hijo.
Oliver: ¡Hola
jovencito!
Michael: Buenas noches, señor.
Cuando
llegaron a la casa del anciano, Jacob le acompañó a la puerta mientras su hijo
Michael se quedaba prendado de una niña que vivía en la casa contigua a la del
anciano. El padre regresó y Michael no apartó la mirada de aquella ventana
hasta que el coche giró la calle y la casa se desvaneció.
Esa misma
noche Jezabel se despertó y fue a la habitación de su madre.
Jezabel: Mamá, he tenido una pesadilla.
Alisa: ¿Qué sucede pequeña?
Jezabel: Una mujer mayor ha venido a decirme
que en una semana se llevará al señor mayor de al lado. ¿A dónde se lo llevará?
Alisa: Creo que al cielo.
Jezabel: Pero eso está muy lejos. No podremos
ir a visitarle.
Alisa: Algún día pequeña, algún día. Vuelve
a la cama.
Alisa lo
sabía, su hija no había tenido una pesadilla, sino una aparición y próximamente
tendrían que visitar el cementerio local.
Justo una
semana después, Alisa estaba lavando unas verduras cuando escuchó el sonido de
una ambulancia que se aproximaba. Cerró el grifo y salió al porche para ver
como sacaban el cadáver del anciano en una camilla. Jezabel
salió a buscar a su madre y saludó al vacío.
Alisa: ¿A quién saludas?
Jezabel: Al señor mayor. Se está despidiendo.
Alisa: ¿Lo ves?
Jezabel: Sí y veo una luz blanca, pero creo
que al señor le dio susto y no quiso acercarse a ella.
Alisa: Pobre, no ha cruzado. ¿Sabes? Tienes
el mismo don que tu abuela. Seguro que te podrá enseñar este verano a dominarlo
un poco más, cuando vayamos a visitarla.
Jezabel: ¿Vamos a ir donde la abuela?
Alisa: Sí, este verano iremos.
Eli: Mami, mami. Yo también quiero ir
donde la abuelita. – Continuó la pequeña Eli tras escuchar a su madre y hacer
acto de presencia en el porche.-
Alisa: Iremos, pero ahora a ver los dibujos
animados, vamos. La comida pronto estará lista.
Oliver: No puedo cruzar, aun no. Tengo tantas
cosas que decirle a mi hija. Marta, sé que lo entenderás.
Oliver vagó
durante mucho tiempo. No había forma de comunicarse con su hija y eso que lo
había intentado en muchas ocasiones, incluso en el entierro. No podía verle, ni
sentirle. Pero había una personita que sí podría hacerlo. Su vecina de cinco
años, Jezabel. Pero era una niña, no entendería aún lo que estaba pasando,
debería esperar mucho tiempo. No habría problema, a los fantasmas lo que les
sobra es tiempo.
Vio crecer a las dos niñas, ya eran unas mujercitas. No sabía
cómo acercarse a ella. ¿Le recordaría? No era probable. ¿Cómo podría acercarse
sin asustarla demasiado?
Un día, la
vio llorar desconsolada y se acercó un poco más. Estaba sentada a la sombra de
un árbol mientras escribía en un pequeño diario. Su hermana había muerto hacía
unos meses y sería muy grosero por su parte acercarse y pedirle ayuda. Otra
oportunidad que se le escapaba.
Oliver: Pobre Eli. Lástima no haber estado
junto a ella para intervenir y ayudarla. Quizás la hubiese salvado. Lo siento
mucho, Jezabel.
Pero la
joven no le escuchaba. Sentía tanto dolor en su interior que su don estaba
bloqueado.
De pronto
Oliver vio como alguien se acercaba a Jezabel y le gritaba en el oído. Era
Elizabeth, el fantasma de Elizabeth.
Oliver: No se lo tengas en cuenta, está
sufriendo y eso le ciega, no es culpa suya. Además, no suelen permitir
comunicación con nuestros seres queridos hasta que estos han comenzado a
superar nuestra pérdida.
Mantuvieron
una conversación hasta que Eli descubrió que no eran los únicos que rondaban a
su hermana. El vampiro que había matado a Elizabeth estaba observando a
Jezabel. No permitiría que sucediese lo mismo otra vez y cuando iba a acercarse
al vampiro, Jezabel se levantó y se marchó, arrastrando a Eli con ella.
Oliver
regresó a la tumba de su mujer. Al ser un fantasma no hacía otra cosa más que
visitar aquella tumba o seguir a la joven bruja que le ayudaría a liberarse de
toda carga para poder cruzar al otro lado, pero nunca era el momento adecuado.
Oliver: Otra vez solos Marta. Lo sé, tengo
que irme, pero debo despedirme de nuestra hija. Llevábamos mucho tiempo sin
hablarnos y se culpa por ello. Necesito decirle que somos igual de testarudos y
que no fue solo culpa suya, que yo también tuve lo mío.
De pronto se
escucharon gritos y un aullido. Oliver se giró a tiempo de ver como un lobo se
lanzaba sobre un joven y una chica salía a correr siguiendo a un fantasma. No
podía dar crédito a lo que veía.
Oliver: Un vampiro, un hombre-lobo, un
fantasma y una bruja. Si no lo veo no lo creo, Marta. Menos mal que estoy
muerto, la vida cada día que pasa se vuelve más complicada.
Cuando
reconoció a la bruja se dio cuenta que su billete para el más allá estaba en
serios apuros, por lo que decidió intervenir. Siguió a la joven hasta una
cripta en donde encontró a Elizabeth.
Oliver: ¿Qué sucede?
Eli: Hola, me alegro de verle. Mi hermana
está en apuros, el vampiro que me mató viene por ella.
Oliver: No temas, nosotros ya estamos
muertos. Lanza todas las piedras que puedas contra el vampiro en cuanto
aparezca.
Eli: ¿Cómo?
Oliver: Los espíritus somos energía pura. Tan
solo debes canalizar tu energía y enfocarla en un objeto a la vez que
visualizas dónde debería estar dicho objeto. Prueba.
El vampiro
apareció y se lanzó a por Jezabel que estaba metida en un ataúd. Cuando estaba
a punto de morderla en el cuello, comenzaron a llover del techo un montón de piedras.
Jezabel se soltó aprovechando el desconcierto del vampiro y se dispuso a salir
de la cripta corriendo con todas sus fuerza, pero entonces, sin darse apenas
cuenta, se encontró cara a cara con un inmenso lobo gris de dientes afilados y cuyos
ojos miraban justamente detrás de ella. Jezabel vio como el
lobo se le abalanzaba y cerró los ojos creyendo que así su muerte sería más
rápida e indolora. ¿Sería su final? ¿Quién vengaría a su hermana ahora?
CONTINUARÁ…
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