Abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue la
llama de una chimenea encendida. Intentó incorporarse pero el cuerpo le dolía
horrores. Se encontraba echada sobre una alfombra junto al fuego y con una de
sus patas vendadas.
-Tranquila chica, no te pongas nerviosa, estás a
salvo. Siento haberte atropellado, pero mi amiga Morgana te ha curado. Lo sé,
no es veterinaria, pero es una curandera muy reputada en este pueblo. – Dijo el
hombre del pelo alborotado con una sonrisa en los labios y una taza de chocolate caliente en
las manos.
-Veamos cómo está nuestra paciente. –Dijo una mujer
de pelo negro azabache, al acercarse a la loba herida.
El joven se acercó para escuchar el diagnóstico y
cuando vio a Morgana retirarse de la loba rápidamente, la taza de chocolate que
tenía en las manos se le escurrió y cayó al suelo partiéndose en varios
pedazos.
-¿Qué sucede? ¿Está bien?- Dijo bastante preocupado.
-No es lo que parece ser. Este lobo no es realmente un animal.- Respondió Morgana mientras se colocaba de rodillas junto a la loba.-
Estás encantada, ¿verdad cielo? Debes estar muy asustada.- Le habló a la loba
mientras le acariciaba la cabeza.
-Explícame lo que sucede porque no lo entiendo.- Álex,
que así se llamaba el joven, estaba cada vez más perplejo.
-El animal que aquí ves es solo un disfraz. En
realidad es una mujer joven que se ha transformado en una loba por culpa de un
espejo mágico de viaje.- Le explicó mientras posaba sus manos en el cuerpo de la loba,
que poco después aulló en señal de afirmación.
-Tiene que ser una broma. ¿Cómo es posible?- Álex se
arrodilló junto a ellas y colocó sus manos en el lomo del animal, pero éste se
revolvió y por poco le muerde.
-Está enfadada contigo. No por el atropello, sino
porque le recuerdas a alguien. ¡Por los Dioses! Ahora lo sé. Viene de un mundo
paralelo para cazar a… un asesino y cree que eres tú. Al menos tiene la misma
cara que tú en su recuerdo.- Le dijo mirándole directamente a los ojos.
-¿Yo, un asesino? ¿Mundos paralelos? Morgana, creo
que deberías visitar a un médico porque estás perdiendo la cabeza. – Álex se
levantó y fue a por la escoba para recoger aquél destrozo.
-Llámame loca si lo prefieres, pero no solo soy una
simple curandera y lo sabes. Lo he visto al tocarla. Debes ayudarla a regresar
a su mundo antes que sea demasiado tarde. Si se cruza con su doble aquí y se
tocan, podrían fusionarse y alterar el espacio tiempo. Y tú debes tener
cuidado, he visto en su mente la imagen de un cuervo, debéis darle caza y hacer
que regrese con ella a su mundo o tú correrás la misma suerte.- Morgana
acarició por última vez a la loba y después se marchó, no sin antes recordarle
a Álex que debía hallar el espejo en el bosque.
Álex regresó junto a la loba después de despedirse
de Morgana y cerrar la puerta. Cogió una manta que tenía en el respaldo del
sofá y se la echó por encima al animal que seguía tendido en el suelo. No había creído ni una sola palabra de
lo que la loca de su vecina le había dicho, pero si en verdad ese animal era
una mujer, no quería que cogiese un resfriado por su culpa después de haberla
atropellado, eso ya sería el colmo.
Mientras la loba dormía, Álex se quedó guardándola
buena parte de la noche, hasta que el sueño se apoderó de él y se quedó dormido en
el sofá. A la mañana siguiente se despertó y recordó que tenía turno de mañana
en el trabajo, por lo que llegaba tarde, como de costumbre. Se puso corriendo el uniforme sin
darse cuenta que la loba le observaba y cuando se dispuso a salir por la puerta,
la loba le siguió.
-No puedes venir conmigo, aún no estás recuperada
del todo, es mejor que te quedes aquí. Te prometo que cuando mejores te dejaré
libre de nuevo, no soy ningún carcelero.- Le dijo al animal que no estaba muy
de acuerdo con aquella orden, ya que la ignoró y se subió a la parte trasera de
la camioneta de un salto.
-Vale, vale. Te vienes conmigo, pero procura
cubrirme, mi jefe ya está bastante harto de que siempre llegue tarde.- Al final
cedió y se metió en la camioneta.
Cuando llegó al cuartel de bomberos, su jefe le
estaba esperando en la puerta.
-Llegas tarde, otra vez.- Le recriminó con los
brazos en jarras.
-Lo siento jefe, pero ayer atropellé a esta loba de
camino a casa y me pasé toda la noche cuidándola.- Dijo señalando al gran lobo
blanco que descendía desde la parte trasera de su camioneta.
-¿Y por qué no te la has dejado en casa?- Le
recriminó su jefe mientras observaba cómo el animal se colocaba entre Álex y él.
-Es muy testaruda, cualquiera le lleva la
contraria.- Dijo mientras le acariciaba la cabeza.
-Está bien, pero si termina chamuscada al final del
día, yo no quiero saber nada.- Sentenció el jefe tras la discusión.
De repente sonó la alarma, al parecer se había
declarado un incendio en una vivienda familiar. Álex se puso el traje
reglamentario y se colocó en la cabina del camión de bomberos con la loba a su
lado. El resto de sus compañeros subieron a la parte de atrás y cuando ya
estaban todos listos arrancaron el motor. El trayecto fue muy rápido y bastante
movidito. Los compañeros de Álex se sorprendieron al verle junto a un lobo en
la cabina del camión y al oír la historia que les contó, decidieron adoptar a
la loba temporalmente como la mascota del cuerpo de bomberos.
Poco después llegaron a la casa incendiada, de la
cual salía humo negro por todas las ventanas. Todos descendieron del camión y
tomaron posiciones. La loba se mantuvo al margen y se quedó junto al camión
para no interponerse. Observaba a Álex sin quitarle el ojo de encima. Le vio
sacar a dos niños del incendio, uno en cada brazo. ¿Qué estaba pasando? El
corazón de Luna se aceleró. De repente algo la sacó de su ensoñación. La madre
de los niños gritaba desolada que Alicia, la pequeña de los tres hermanos
seguía en la casa. Sin pensárselo dos veces, Luna se lanzó al interior de la
casa mientras escuchaba los gritos de Álex desde fuera, pidiéndole que
regresara.
Hacía mucho calor y el humo le empañaba los ojos,
además de hacer casi imposible la tarea de respirar. Menos de un minuto le
bastó para encontrar a la niña semi-inconsciente y metida dentro de un armario.
Agarró a la niña de la solapa del pijama y la arrastró hasta fuera de la casa a
tiempo, antes que el techo se derrumbase y las aplastase a las dos. Álex vio cómo
la loba sacaba a la niña y después se desplomaba en el suelo. Los paramédicos
cogieron a la pequeña que estaba sana y salva y se la llevaron en una
ambulancia, mientras Álex recogía a la loba y le practicaba el boca a boca, o
más bien el boca a hocico. Había tragado mucho humo, pero estaba bien, porque
abrió los ojos y comenzó a lamerle la cara. Todos los bomberos se reunieron alrededor
de la loba y de Álex, felicitando al animal. Habían hecho una buena elección
como mascota.
De camino a casa, sentados en la cabina de la
camioneta, Álex comenzó a sentir algo extraño.
-Has sido un animal muy valiente, pero aún estás convaleciente,
prométeme que nada de heroicidades al menos hasta que estés mejor. Y además,
necesitas un baño, ya no sé si eres blanco o color hollín.- Le dijo mientras le
alborotaba el pelo de la cabeza con la mano libre.
La loba gruño, al parecer no le hacía mucha gracia
lo de bañarse, pero era algo que necesitaba de verdad.
Al llegar a casa, la loba se sentó frente a la
chimenea, esperando que Álex se diese cuenta y la encendiese, y así fue.
Mientras Luna estaba revolcándose por la alfombra, Álex llenó la bañera.
-Vamos pequeña, es la hora del baño.- Dijo al
aparecer en el salón con solo unos bóxer puestos y una toalla al hombro.
Luna se tapó los ojos en señal de protesta con las
patas. La idea no le resultaba nada agradable y menos estando dolorida como
estaba. Entonces Álex intentó cogerla en brazos, pero Luna gruñó.
-Está bien, si quieres quedarte en casa tendrás que
bañarte, mira cómo me has dejado la alfombra.- Le recriminó, señalando a la gran mancha negra que lo invadía todo.
- ¿Y si me meto contigo en la bañera? Después me
tengo que duchar igualmente, así que no me importa.- Le dijo mientras alzaba
los brazos.
Entonces la loba se lo pensó mejor y se incorporó,
dejó que Álex la cargase en sus brazos y la llevase hasta la bañera, donde se
metieron los dos. Luna se dejó enjabonar y Álex la trató con cuidado de no
hacerle daño, incluso se rió de la loba al verla intentar hincarle el diente al
chorro de agua que salía del grifo de la bañera. Cuando salieron, Luna se
sacudió el agua y lo salpicó todo.
-¿En serio? Me vas a dar más trabajo que si tuviese
un niño pequeño en casa.- Dijo Álex mientras se quedaba en cueros y se metía a
la ducha.
Luna salió
del baño apresuradamente, pero ya era demasiado tarde, ya le había visto en todo su esplendor.
Poco después, mientras Álex preparaba la cena, escuchó un ruido. Eran las
tripas de Luna, la loba estaba hambrienta, ya que apenas había comido desde hacía
días.
-No sé qué más probar contigo. No te gusta nada de
lo que tengo. Lo sé, no soy un buen cocinero y todo está precocinado, pero
quizás te comas un buen filete crudo. Aquí lo tienes.- Le dijo mientras le servía un filete en un plato en el suelo.
Luna se llevó una de sus patas a la cabeza,
negándose a comerse nada crudo. ¿Cómo le iba a decir que era vegetariana? Estaba
claro que o se comía aquella cosa o terminaría muerta por inanición. Entonces
tuvo una idea. Se acercó a la nevera y la abrió. Rebuscó en uno de los estantes
y encontró un poco de arroz que había sobrado hacía días, ya que eso y poco más,
era lo que Álex sabía cocinar.
Cuando el joven se dio cuenta de lo que la loba le
quería decir, le preparó un gran plato de arroz, ya que no tenía cuencos para
perros y Luna se lo comió todo entero.
-Jamás pensé que vería a un lobo vegetariano. Creo
que eres un animal un tanto extraño. Por cierto, tendré que ponerte un nombre,
amiguito.- Dijo mientras recogía la cocina.
La loba se acercó a la ventana y aulló, llamando la
atención de Álex.
-¿Aúllas a la luna?- Dijo y entonces observó que la
loba quería decirle algo.- Ah, claro. Te llamas así, Luna. ¿Acerté?-
Después de un par de minutos intentando comprenderla, al fin había caído en la
cuenta.
Luna salió corriendo, se abalanzó sobre él y le tiró
al suelo para lamerle la cara.
-Bueno, creo que nos vamos entendiendo.- Le dijo
entre lametones.
-Ya era hora.- Dijo Luna.
-¿Qué has dicho?- Comentó sorprendido al escuchar
hablar al animal.
-¿Me entiendes? Llevo desde ayer intentando
comunicarme contigo, si llego a saber que podías entenderme hubiese hablado
antes.- Susurró la loba entre dientes.
-Esto no puede ser, no es real. Los animales no
hablan.- Dijo Álex asustado mientras se levantaba del suelo.
-Por fin lo comprendes. Hasta esa amiga tuya que me
sanó tiene más luces que tú, chaval. Te lo llevo diciendo desde ayer, que la
bruja tenía razón.- Luna se sentó frente a él, mirándole aliviada.
Álex cogió su teléfono y marcó el número de Morgana.
Ahora sí la creía y lo peor, la necesitaba. Tendría que prepararse una
buena disculpa si quería la ayuda de la bruja. ¿Bruja? Siempre pensó que su
vecina estaba loca, nunca creyó que fuese realmente una bruja. ¿Qué más cosas se había perdido hasta entonces?
Continuará...
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