jueves, 14 de septiembre de 2017

Luces y Sombras. Capítulo 2


Abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue la llama de una chimenea encendida. Intentó incorporarse pero el cuerpo le dolía horrores. Se encontraba echada sobre una alfombra junto al fuego y con una de sus patas vendadas.

-Tranquila chica, no te pongas nerviosa, estás a salvo. Siento haberte atropellado, pero mi amiga Morgana te ha curado. Lo sé, no es veterinaria, pero es una curandera muy reputada en este pueblo. – Dijo el hombre del pelo alborotado con una sonrisa en los labios y una taza de chocolate caliente en las manos.

-Veamos cómo está nuestra paciente. –Dijo una mujer de pelo negro azabache, al acercarse a la loba herida.

El joven se acercó para escuchar el diagnóstico y cuando vio a Morgana retirarse de la loba rápidamente, la taza de chocolate que tenía en las manos se le escurrió y cayó al suelo partiéndose en varios pedazos.

-¿Qué sucede? ¿Está bien?- Dijo bastante preocupado.

-No es lo que parece ser. Este lobo no es realmente un animal.- Respondió Morgana mientras se colocaba de rodillas junto a la loba.- Estás encantada, ¿verdad cielo? Debes estar muy asustada.- Le habló a la loba mientras le acariciaba la cabeza.

-Explícame lo que sucede porque no lo entiendo.- Álex, que así se llamaba el joven, estaba cada vez más perplejo.

-El animal que aquí ves es solo un disfraz. En realidad es una mujer joven que se ha transformado en una loba por culpa de un espejo mágico de viaje.- Le explicó mientras posaba sus manos en el cuerpo de la loba, que poco después aulló en señal de afirmación.

-Tiene que ser una broma. ¿Cómo es posible?- Álex se arrodilló junto a ellas y colocó sus manos en el lomo del animal, pero éste se revolvió y por poco le muerde.

-Está enfadada contigo. No por el atropello, sino porque le recuerdas a alguien. ¡Por los Dioses! Ahora lo sé. Viene de un mundo paralelo para cazar a… un asesino y cree que eres tú. Al menos tiene la misma cara que tú en su recuerdo.- Le dijo mirándole directamente a los ojos.

-¿Yo, un asesino? ¿Mundos paralelos? Morgana, creo que deberías visitar a un médico porque estás perdiendo la cabeza. – Álex se levantó y fue a por la escoba para recoger aquél destrozo.

-Llámame loca si lo prefieres, pero no solo soy una simple curandera y lo sabes. Lo he visto al tocarla. Debes ayudarla a regresar a su mundo antes que sea demasiado tarde. Si se cruza con su doble aquí y se tocan, podrían fusionarse y alterar el espacio tiempo. Y tú debes tener cuidado, he visto en su mente la imagen de un cuervo, debéis darle caza y hacer que regrese con ella a su mundo o tú correrás la misma suerte.- Morgana acarició por última vez a la loba y después se marchó, no sin antes recordarle a Álex que debía hallar el espejo en el bosque.

Álex regresó junto a la loba después de despedirse de Morgana y cerrar la puerta. Cogió una manta que tenía en el respaldo del sofá y se la echó por encima al animal que seguía tendido en el suelo. No había creído ni una sola palabra de lo que la loca de su vecina le había dicho, pero si en verdad ese animal era una mujer, no quería que cogiese un resfriado por su culpa después de haberla atropellado, eso ya sería el colmo.

Mientras la loba dormía, Álex se quedó guardándola buena parte de la noche, hasta que el sueño se apoderó de él y se quedó dormido en el sofá. A la mañana siguiente se despertó y recordó que tenía turno de mañana en el trabajo, por lo que llegaba tarde, como de costumbre. Se puso corriendo el uniforme sin darse cuenta que la loba le observaba y cuando se dispuso a salir por la puerta, la loba le siguió.

-No puedes venir conmigo, aún no estás recuperada del todo, es mejor que te quedes aquí. Te prometo que cuando mejores te dejaré libre de nuevo, no soy ningún carcelero.- Le dijo al animal que no estaba muy de acuerdo con aquella orden, ya que la ignoró y se subió a la parte trasera de la camioneta de un salto.

-Vale, vale. Te vienes conmigo, pero procura cubrirme, mi jefe ya está bastante harto de que siempre llegue tarde.- Al final cedió y se metió en la camioneta.

Cuando llegó al cuartel de bomberos, su jefe le estaba esperando en la puerta.

-Llegas tarde, otra vez.- Le recriminó con los brazos en jarras.

-Lo siento jefe, pero ayer atropellé a esta loba de camino a casa y me pasé toda la noche cuidándola.- Dijo señalando al gran lobo blanco que descendía desde la parte trasera de su camioneta.

-¿Y por qué no te la has dejado en casa?- Le recriminó su jefe mientras observaba cómo el animal se colocaba entre Álex y él.

-Es muy testaruda, cualquiera le lleva la contraria.- Dijo mientras le acariciaba la cabeza.

-Está bien, pero si termina chamuscada al final del día, yo no quiero saber nada.- Sentenció el jefe tras la discusión.

De repente sonó la alarma, al parecer se había declarado un incendio en una vivienda familiar. Álex se puso el traje reglamentario y se colocó en la cabina del camión de bomberos con la loba a su lado. El resto de sus compañeros subieron a la parte de atrás y cuando ya estaban todos listos arrancaron el motor. El trayecto fue muy rápido y bastante movidito. Los compañeros de Álex se sorprendieron al verle junto a un lobo en la cabina del camión y al oír la historia que les contó, decidieron adoptar a la loba temporalmente como la mascota del cuerpo de bomberos.

Poco después llegaron a la casa incendiada, de la cual salía humo negro por todas las ventanas. Todos descendieron del camión y tomaron posiciones. La loba se mantuvo al margen y se quedó junto al camión para no interponerse. Observaba a Álex sin quitarle el ojo de encima. Le vio sacar a dos niños del incendio, uno en cada brazo. ¿Qué estaba pasando? El corazón de Luna se aceleró. De repente algo la sacó de su ensoñación. La madre de los niños gritaba desolada que Alicia, la pequeña de los tres hermanos seguía en la casa. Sin pensárselo dos veces, Luna se lanzó al interior de la casa mientras escuchaba los gritos de Álex desde fuera, pidiéndole que regresara. 

Hacía mucho calor y el humo le empañaba los ojos, además de hacer casi imposible la tarea de respirar. Menos de un minuto le bastó para encontrar a la niña semi-inconsciente y metida dentro de un armario. Agarró a la niña de la solapa del pijama y la arrastró hasta fuera de la casa a tiempo, antes que el techo se derrumbase y las aplastase a las dos. Álex vio cómo la loba sacaba a la niña y después se desplomaba en el suelo. Los paramédicos cogieron a la pequeña que estaba sana y salva y se la llevaron en una ambulancia, mientras Álex recogía a la loba y le practicaba el boca a boca, o más bien el boca a hocico. Había tragado mucho humo, pero estaba bien, porque abrió los ojos y comenzó a lamerle la cara. Todos los bomberos se reunieron alrededor de la loba y de Álex, felicitando al animal. Habían hecho una buena elección como mascota.

De camino a casa, sentados en la cabina de la camioneta, Álex comenzó a sentir algo extraño.

-Has sido un animal muy valiente, pero aún estás convaleciente, prométeme que nada de heroicidades al menos hasta que estés mejor. Y además, necesitas un baño, ya no sé si eres blanco o color hollín.- Le dijo mientras le alborotaba el pelo de la cabeza con la mano libre.

La loba gruño, al parecer no le hacía mucha gracia lo de bañarse, pero era algo que necesitaba de verdad.

Al llegar a casa, la loba se sentó frente a la chimenea, esperando que Álex se diese cuenta y la encendiese, y así fue. Mientras Luna estaba revolcándose por la alfombra, Álex llenó la bañera.

-Vamos pequeña, es la hora del baño.- Dijo al aparecer en el salón con solo unos bóxer puestos y una toalla al hombro.

Luna se tapó los ojos en señal de protesta con las patas. La idea no le resultaba nada agradable y menos estando dolorida como estaba. Entonces Álex intentó cogerla en brazos, pero Luna gruñó. 

-Está bien, si quieres quedarte en casa tendrás que bañarte, mira cómo me has dejado la alfombra.- Le recriminó, señalando a la gran mancha negra que lo invadía todo.

- ¿Y si me meto contigo en la bañera? Después me tengo que duchar igualmente, así que no me importa.- Le dijo mientras alzaba los brazos.

Entonces la loba se lo pensó mejor y se incorporó, dejó que Álex la cargase en sus brazos y la llevase hasta la bañera, donde se metieron los dos. Luna se dejó enjabonar y Álex la trató con cuidado de no hacerle daño, incluso se rió de la loba al verla intentar hincarle el diente al chorro de agua que salía del grifo de la bañera. Cuando salieron, Luna se sacudió el agua y lo salpicó todo.

-¿En serio? Me vas a dar más trabajo que si tuviese un niño pequeño en casa.- Dijo Álex mientras se quedaba en cueros y se metía a la ducha.

 Luna salió del baño apresuradamente, pero ya era demasiado tarde, ya le había visto en todo su esplendor. Poco después, mientras Álex preparaba la cena, escuchó un ruido. Eran las tripas de Luna, la loba estaba hambrienta, ya que apenas había comido desde hacía días.
-No sé qué más probar contigo. No te gusta nada de lo que tengo. Lo sé, no soy un buen cocinero y todo está precocinado, pero quizás te comas un buen filete crudo. Aquí lo tienes.- Le dijo mientras le servía un filete en un plato en el suelo.

Luna se llevó una de sus patas a la cabeza, negándose a comerse nada crudo. ¿Cómo le iba a decir que era vegetariana? Estaba claro que o se comía aquella cosa o terminaría muerta por inanición. Entonces tuvo una idea. Se acercó a la nevera y la abrió. Rebuscó en uno de los estantes y encontró un poco de arroz que había sobrado hacía días, ya que eso y poco más, era lo que Álex sabía cocinar.
Cuando el joven se dio cuenta de lo que la loba le quería decir, le preparó un gran plato de arroz, ya que no tenía cuencos para perros y Luna se lo comió todo entero.


-Jamás pensé que vería a un lobo vegetariano. Creo que eres un animal un tanto extraño. Por cierto, tendré que ponerte un nombre, amiguito.- Dijo mientras recogía la cocina.

La loba se acercó a la ventana y aulló, llamando la atención de Álex. 

-¿Aúllas a la luna?- Dijo y entonces observó que la loba quería decirle algo.- Ah, claro. Te llamas así, Luna. ¿Acerté?- Después de un par de minutos intentando comprenderla, al fin había caído en la cuenta.

Luna salió corriendo, se abalanzó sobre él y le tiró al suelo para lamerle la cara.

-Bueno, creo que nos vamos entendiendo.- Le dijo entre lametones.

-Ya era hora.- Dijo Luna.

-¿Qué has dicho?- Comentó sorprendido al escuchar hablar al animal.

-¿Me entiendes? Llevo desde ayer intentando comunicarme contigo, si llego a saber que podías entenderme hubiese hablado antes.- Susurró la loba entre dientes.

-Esto no puede ser, no es real. Los animales no hablan.- Dijo Álex asustado mientras se levantaba del suelo.

-Por fin lo comprendes. Hasta esa amiga tuya que me sanó tiene más luces que tú, chaval. Te lo llevo diciendo desde ayer, que la bruja tenía razón.- Luna se sentó frente a él, mirándole aliviada.

Álex cogió su teléfono y marcó el número de Morgana. Ahora sí la creía y lo peor, la necesitaba. Tendría que prepararse una buena disculpa si quería la ayuda de la bruja. ¿Bruja? Siempre pensó que su vecina estaba loca, nunca creyó que fuese realmente una bruja. ¿Qué más cosas se había perdido hasta entonces?

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario