Luna llevaba varios días sin dormir, las imágenes de
aquél tiroteo no se borrarían jamás de su cabeza. Si tan solo hubiese esperado
a los refuerzos, si no hubiese salido corriendo tras aquél ladrón de poca
monta, su compañero seguiría vivo.
Jefe
de policía: Luna, ya lo sabes. Necesito tu arma y tu placa. La
investigación está en curso, por lo que te recomiendo que te tomes unas
vacaciones, creo que las necesitas. ¡Demonios! Hasta yo las necesito, no puedo con
todo lo que se me viene encima.
Luna:
Fue culpa mía, si hubiese esperado un poco más, si no hubiese comprometido la
misión por un ladronzuelo… -Dijo colocando su arma y su placa sobre la mesa.-
Jefe
de policía: Hacías tu trabajo, no fue culpa tuya y estoy
seguro que la investigación lo aclarará todo.
Luna:
Pero si no hubiese salido del coche para perseguir al ladrón, nuestra posición
no se habría visto comprometida. Quizás el “Destripador” no hubiese descubierto
que le estábamos vigilando y ahora Carlos estaría vivo.
Jefe
de policía: Sabía que estabais allí, siempre va un paso por
delante. ¿Quién te dice que ese ladrón no fue un señuelo para haceros salir? Carlos
era tu compañero, pero también era tu superior. Te ordenó que siguieses al
ladrón mientras él pedía refuerzos y lo hiciste. No fue culpa tuya que el “Destripador”
aprovechase y le volase la tapa de los sesos. Si no te hubieses marchado como
te ordenó, muy probablemente ahora tendríamos dos funerales en lugar de uno.
Luna:
Pero jefe, yo…
Jefe
de policía: Vete a casa, Luna. Descansa. Es una orden.
Luna:
No puedo descansar mientras ese cerdo siga ahí fuera, sencillamente no puedo.
Jefe
de policía: Recuerda que estás fuera de servicio hasta que
asuntos internos termine con la investigación, no hagas ninguna locura que nos
conocemos. Serví con tu padre muchos años y era igual que tú y mira lo mal que
terminó. No permitiré que el trabajo también acabe contigo, se lo debo.
Luna se levantó, abrió la puerta del despacho y
salió mientras le dedicaba una dulce sonrisa a su jefe y padre postizo. Hacía
muchos años que sus padres habían muerto en un atraco que salió mal y ella
había pasado a cargo de su pariente más cercano, el hermano político de su
madre y actual jefe de policía. Era la única familia que le quedaba y la había
querido como si fuese su propia hija, aunque… más bien podría decirse que su
propio hijo, porque la había asilvestrado un poco más de la cuenta.
Pasó por su mesa y recogió unas cuantas cosas,
mientras el resto de sus compañeros pasaban por su lado y agachaban la mirada.
Estaba claro que todo el mundo la culpaba a ella de lo ocurrido, pero nadie se
atrevería a decir ni una sola palabra despectiva, por respeto a la ahijada del
jefe.
Marc:
Luna no te agobies, todo saldrá bien. No les hagas caso, hiciste bien tu
trabajo y solo fue mala suerte. –Le dijo uno de sus compañeros y pocos amigos
que le quedaban en la comisaría.-
Luna:
Gracias Marc, pero eso no fue mala suerte, sino una trampa. Cada día lo tengo
más claro, todo fue culpa del “Destripador” y pienso darle caza.
Marc:
No hagas locuras, me han pasado a mí el caso. Confía en mí, lo atraparemos.
Luna:
Eso espero Marc, eso espero.
Luna salió directamente hacia su coche, que estaba aparcado
en una empinada cuesta, un par de calles más abajo. De repente, la pelota que
Carlos le había regalado por su viaje a NY, se deslizó de la caja y cayó
rodando cuesta abajo, hasta detenerse a los pies de un hombre con un abrigo
negro y unas botas militares. Cuando el hombre se agachó a recoger la pelota,
Luna pudo reconocer ese pelo alborotado que tantas pesadillas le había causado
en los últimos días. El “Destripador”, la miraba fijamente con una media
sonrisa en los labios y la pelota de beisbol en una de sus manos. Luna se quedó
inmóvil por un instante, observaba cada centímetro de su rostro en la
distancia. Al menos les separaban 100 metros, pero podía darle caza si se lo
proponía, había sido una de las más rápidas en la academia y estaba dispuesta a
intentarlo con todas sus fuerzas. Sin pensárselo dos veces, y sabiéndose desprotegida
sin su arma y su placa, dejó caer al suelo la caja con sus pertenencias y salió
corriendo como alma que lleva el diablo.
El “Destripador” parecía darle ventaja, pues no comenzó a correr hasta que Luna casi estaba a su altura. Guardó la pelota en el bolsillo del abrigo y corrió hábilmente sin apenas perder la sonrisa. Luna sabía que era otra de sus trampas, todos los músculos de su cuerpo le gritaban que se detuviese, que diese media vuelta, que no era buena idea enfrentarse a él en esas condiciones, pero el odio que le tenía la cegó por completo y la hizo correr con más intensidad.
El “Destripador” parecía darle ventaja, pues no comenzó a correr hasta que Luna casi estaba a su altura. Guardó la pelota en el bolsillo del abrigo y corrió hábilmente sin apenas perder la sonrisa. Luna sabía que era otra de sus trampas, todos los músculos de su cuerpo le gritaban que se detuviese, que diese media vuelta, que no era buena idea enfrentarse a él en esas condiciones, pero el odio que le tenía la cegó por completo y la hizo correr con más intensidad.
Pronto Luna fue ganando terreno y el “Destripador”
se dio cuenta de ello, por lo que decidió atajar por un callejón y entrar en
una tienda de espejos para tenderla una emboscada. A Luna no le importaba, si
quería guerra, ella estaba dispuesta a dársela.
La tienda parecía cerrada, aunque el cartel de la
puerta diese la impresión de lo contrario. No había nadie en el mostrador y
tampoco parecía que lo hubiese en los alrededores. La campanilla de la entrada
echó por tierra el factor sorpresa, pero a Luna no le importaba, el “Destripador”
estaba allí, podía notarlo y ella por fin le plantaría cara. Miró a su alrededor,
como solía hacer cuando entraba en un lugar nuevo, buscando una salida de emergencia o algo que le llamase la
atención y encontró un paraguas con un Lobo blanco en la empuñadura, parecido
al colgante de plata que llevaba colgado al cuello. Agarró el paraguas con
todas sus fuerzas y se sintió mucho mejor, era un arma un poco pobre si la
comparábamos con la clase de monstruo al que se tenía que enfrentar, pero sin
su preciada arma de fuego era todo lo que se podía agenciar.
Entró hasta el mismo centro de la tienda, sintiendo cómo
unos ojos la acechaban en la penumbra. De pronto, uno de los espejos cayó a su
espalda y se hizo añicos, entonces Luna se giró a tiempo de ver al “Destripador”
saltar sobre ella, y comenzaron a rodar por el suelo en un baile de sangre y
cristales incrustados. Luna le propinó varios golpes con el mango del paraguas
hasta hacerle sangrar por la nariz y el “Destripador” intentó asfixiarla al rodear
con sus manos el cuello de la joven, pero Luna se resistió como una campeona y le fue en
vano, por lo que se levantó y volvió a cargar contra ella, cuando ésta estuvo a
su altura. La embistió con tanta fuerza que terminaron atravesando uno de los
espejos más antiguos que había en el lugar y de pronto, algo cambió. Luna se
incorporó y notó varias cosas extrañas, en primer lugar, no estaba llena de cristales,
como cabía esperar. En segundo lugar, estaba en un bosque, no en una tienda de
espejos. Y por último, pero no menos importante, ¿por qué seguía estando casi a
ras de suelo si ya se había incorporado?
Intentó mirar sus manos, pero en su lugar
encontró un par de patas grandes y blancas. Al bajar la mirada sobre su nariz,
notó que ésta se había transformado en un hocico blanco con la trufa negra y
unos cuantos bigotes. ¿Qué estaba pasando? ¿Se había convertido en un perro?
Luna:
Auuuuuuuuuuu
Vale no, estaba claro que un perro no era, sino un
lobo. ¿Dónde estaba el “Destripador”? ¿Y cómo había terminado transformada en
una loba? Entonces escuchó un ruido proveniente de la rama de un árbol cercano.
Al mirar hacia arriba, tuvo tiempo de ver cómo un cuervo negro de ojos rojos, echaba
a volar hacia la espesura del bosque y le ganaba terreno. Entonces lo supo, el “Destripador”
se le volvía a escapar. Comenzó a correr velozmente por entre los árboles, esquivando
los grandes troncos sin apenas despeinarse. Se sentí fuerte y ágil en su nuevo
cuerpo y aquello le empezaba a gustar. ¿Pero qué estaba diciendo? No podía
perder al cuervo, tenía que….
.........................CRASHHH.......................
Se notaba dolorida, muy dolorida. Estaba tendida
sobre una carretera y no podía moverse. ¿Qué desalmado la había atropellado?
Escuchó la voz dulce de un hombre, que preocupado por ella se acercó y la cargó
entre sus brazos, prometiendo que pronto estaría a salvo y volvería a correr
por los prados. Pudo ver la insignia del uniforme que llevaba puesto aquél hombre,
al parecer era un bombero de algún lugar cercano, pero no pudo reconocer el
nombre que tenía grabado, así que miró más arriba, hacia su cara, ya que su voz
le resultaba familiar. Aquél pelo alborotado y aquellos ojos oscuros en los que
recientemente algo había cambiado, la hicieron entrar en pánico. Intentaba
revolverse mientras aquél hombre la metía en la parte trasera de una ranchera
azul, pero tenía tantos dolores que apenas pudo dar batalla antes de perder el
conocimiento. ¿Cómo podía estar el “Destripador” en dos sitios al mismo tiempo?
Aquello no podía ser real, seguramente estaría muerta en aquella tienda de
espejos, el “Destripador” habría acabado con ella y lo estaría soñando. Pero
espera un momento, ¿los muertos sueñan?
Continuará…