lunes, 8 de mayo de 2017

Nunca juegues con el más allá. Capítulo 4


Pasaron los días sin rastro del demonio. Marta había llamado al instituto de Andrea para decir que estaba enferma y se incorporaría en cuanto se recuperase, después había pedido una excedencia en su trabajo por motivos de la mudanza y ahora intentaba mantener la calma ahogando sus penas entre litros y litros de café. Samara intentaba enseñar a Andrea a conectar con su lado mágico, aunque a la joven le costaba seguirle el ritmo a la bruja, ya que apenas podía dormir por las noches.

Samara: Es muy extraño que no haya dado señales todavía. Temo que esté planeando algo malo.
Marta: Quizás se haya cansado y marchado. Tanto tiempo esperando y para colmo, tu presencia aquí, pueden haberle hecho perder la paciencia.

Samara: Es un demonio, el tiempo para él no existe, tiene toda una eternidad por delante. 
Andrea: Pues yo me voy a dormir que para mí si existe y estoy muy cansada. Buenas noches a las dos.
Samara/Marta: Buenas noches.

Cuando Andrea salió de la habitación, Marta no pudo más.

Marta: Está muy rara. No duerme nada y cuando lo hace se despierta gritando. Sé que ha pasado por mucho, pero siento que no es eso, que hay algo más y con ese demonio rondándola estoy intranquila. 
Samara: ¿Desde hace cuanto que la notas extraña?
Marta: Desde aquél día, cuando estuvo con el demonio en la habitación encerrada. Creo que eso la dejó marcada. Ella siempre ha sido una chica muy dura y fuerte y ahora... apenas la reconozco.
Samara: Fue muy valiente al enfrentarse sola a ese ser, pero también una inconsciente. Estas cosas no son un juego, como ya has podido comprobar. Requiere de gente muy preparada y aun así, muchas cosas pueden salir mal. Tanto el cine como la literatura han corrompido los conocimientos sobre este campo. La gente se piensa que llevando un crucifijo podrán afrontar cualquier mal y no es cierto. En la mayoría de los casos, el crucifijo solo es un trozo de madera y metal, se necesita algo más para luchar contra estos seres, se necesita tener una clase de fe que pocos tienen. 

Marta: Pero nosotras no somos creyentes. Nunca lo hemos sido. 
Samara: No es necesario pertenecer a una religión para luchar contra la oscuridad, lo que se necesita es tener fe en uno mismo y en lo que se está realizando, porque la oscuridad no existe, la oscuridad solo es la ausencia de luz.
Marta: Pero eso es muy sencillo para ti, pero para nosotras todo esto nos pilla de nuevas.
Samara: Lo sé, por eso estoy aquí. Llevo toda mi vida luchando contra esos seres y a día de hoy te puedo asegurar que sigo teniendo el mismo pánico que al principio. Lo bueno es que sé que hay algo más, no sé el qué, ni donde, pero algo que nos protege. Llámalo Dios, energía, cuento chino, da igual, lo importante es tener fe en que puedes enfrentarte a ello y ganar la batalla, si demuestras miedo estás perdida. 
Marta: Es que tengo miedo, mucho miedo.
Samara: El miedo no te mata, si lo sabes aprovechar te hace más fuerte. Este caso sería el mejor ejemplo, o lo enfrentas o mueres. No hay más.

Tras esa conversación, Marta se levantó y fue a mirar cómo estaba Andrea. Abrió la puerta un poco y miró en la cama, pero allí no estaba su sobrina. ¿Dónde...? De repente, miró hacia el techo y vio a Andrea pegada a él, con los brazos extendidos en cruz y el cuerpo arqueado hacia el suelo. 
Marta intentó gritar, pero Samara le tapó la boca con las manos justo a tiempo.

Samara: No grites, si la despiertas, se caerá.
Marta: ¿Cómo puede estar levitando?
Samara: No es ella, es Ana. Aprovecha los sueños de tu sobrina para introducirse en su interior.
Marta: ¿La está poseyendo?
Samara: Sí, aprovecha que tu sobrina realiza viajes astrales mientras duerme y se apodera de su cuerpo, cuando tu sobrina regresa, expulsa al demonio porque no le ha dado permiso para cruzar a este lado.
Marta: Tenemos que despertarla.
Samara: ¡No! Si lo haces puede que no le dé tiempo a Andrea a regresar a su cuerpo, o se asuste demasiado y el demonio tome el control.

De repente vieron como el cuerpo de Andrea caía desde el techo y abría los ojos. Ambas se acercaron a ver si la joven estaba bien y ella les confirmó que sí, que tan solo había tenido una pesadilla y casi se cae de la cama al despertar, pero por lo demás no se tenían que preocupar.
Los días siguientes procuraron estar presentes cuando Andrea se durmiese y en cuanto Samara notaba que empezaba el viaje astral de la joven, impedía que se realizase atando su alma con un hechizo a su cuerpo, cosa que no le gustó mucho al demonio que poco después volvió a las andadas.

Andrea estaba muy débil, ojerosa y pálida, se pasaba las horas muertas sentada en el alfeizar de la ventana, leyendo el diario de su madre. Tantas veces que había estado a punto de morir y tantas veces que sus padres lo habían evitado. Ahora sin ellos, sabía que estaba perdida. Por mucho que Samara quisiera ayudarla, un pacto era un pacto y el demonio tan solo estaba esperando a cobrar su parte del trato. ¿Pero a qué esperaba? Supuestamente ella tenía que dejarle cruzar ,pero jamás lo permitiría, al menos… estando consciente.

Andrea solía soñar con su madre cada noche, pero esa noche algo cambió...
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Se encontraba sentada en el mismo columpio en el que había pasado el velatorio de sus padres. Llevaba puesta la misma ropa negra y el pelo ondulado. Escuchaba las mismas conversaciones banales acerca de personas que desconocía y risas infundadas acerca de chistes poco acertados para ese momento de luto. De repente, una mano fría se posó en su hombro. Cuando Andrea miró a su espalda, su madre estaba allí, de pie junto a ella, sonriendo.

Andrea: Mamá, estás aquí. ¿Pero cómo?
Susana: Cariño, siempre estoy a tu lado, cuidando de ti. 
Andrea: Te echo mucho de menos. A ti y a papá. 
Susana: Lo sé, cariño. Pero estoy aquí, a tu lado. –Sentándose en el columpio contiguo.- 
Andrea: No lo estás, estás muerta y no puedo abrazarte. –Echándose a llorar.-
Susana: Hay un modo de conseguir que vuelva.

Andrea estaba confundida. ¿Cómo podría regresar su madre  a la vida?
Andrea: No es posible.
Susana: Hay un modo. Si de verdad lo deseas, debes dejar entrar a Ana, ella tiene el poder para traerme de vuelta.
Andrea: Pero Samara dijo…
Susana: Samara es una gran bruja, pero no pudo salvarme, tú sí. 
Andrea: ¿Y qué pasará con la tía?
Susana: Podremos protegerla entre las dos.

……MIENTRAS TANTO EN EL MUNDO LÚCIDO……

Marta: ¿Qué sucede, Samara? 
Samara: No lo sé, está soñando pero no ha viajado, esta vez no. Tengo un mal presentimiento, tenemos que despertarla. ¡Rápido!
Marta: Pero dijiste que no deberíamos despertarla.
Samara: Lo sé, pero algo ha cambiado. Algo va mal.
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Susana: A prisa, debes tomar una decisión.
Andrea: No puedo, tengo que consultarlo con ellas. No entiendo nada de esto.- Viendo como todo a su alrededor se derrumbaba poco a poco.- ¿Eso es un terremoto?
Susana: Eso ahora no importa. ¿Me quieres?
Andrea: Claro que te quiero.
Susana: Pues entonces confía en mí.
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Cuando Samara tocó a Andrea para poder zarandearla, pudo confirmar que algo no iba bien. Cada fibra de su ser lo sabía y cuando la joven abrió los ojos, sus peores temores se hicieron realidad.
Samara: Tenemos compañía. -Dijo temerosa.-

Continuará…


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