viernes, 5 de mayo de 2017

Nunca juegues con el más allá. Capítulo 3

Mientras Marta intentaba limpiar las pintadas de las paredes, la bruja buscaba información sobre la antigua casa en internet y Andrea preparaba la habitación de invitados para Samara, la bruja.

Andrea había cambiado las sábanas y estaba dejando unas mantas sobre la cama, cuando se dio cuenta que la habitación se había vuelto más fría por momentos. Pensó que no había sido tan mala idea sacar aquellas mantas de más y se sintió orgullosa de su acierto. De repente, notó un escalofrío que le recorrió la columna vertebral, había alguien detrás de ella. Se giró lentamente con la mirada fija en el suelo y al ver unos zapatos de charol pequeños, fue alzando la vista poco a poco hasta unos leotardos rosas y un vestido corto a juego. Entonces pudo ver que se trataba de una niña pequeña, de unos 7 años de edad, que portaba la siniestra muñeca en los brazos. Andrea estaba temblando, apenas respiraba y notó que su pulso se aceleraba al ver cómo la pequeña le sonreía.


Andrea: Hola bonita. ¿Qué haces aquí y qué quieres de mí? - Dijo con voz temblorosa.-

Entonces la niña miró hacia su derecha, donde se encontraba la caja de los horrores sobre una pequeña mesa. Andrea estaba decidida a llegar al final de todo aquello, por lo que se aproximó a la caja y la abrió. Sacó la pelota y se la mostró a la misteriosa niña para ver si   quería jugar como el día anterior, pero la pequeña negó con la cabeza. Entonces Andrea sacó la ouija, se la mostró a la niña y esta sonrió.

Andrea: ¿Quieres que llame a mi tía y a Samara para que nos ayuden? Yo no sé cómo se usa esto.

De pronto la puerta de la habitación se cerró de golpe y la niña frunció el ceño. Marta y Samara al escuchar el golpe salieron corriendo en busca de Andrea, pero la niña no las dejaba entrar, había bloqueado la puerta.

Andrea: Está bien, jugaremos tú y yo solas, pero no les hagas daño, por favor.

Andrea se quitó las zapatillas y se sentó en la cama con las piernas cruzadas, la niña se puso frente a ella y dejó la muñeca en la cama, al otro lado del tablero. Las tres formaban un triángulo perfecto y cuando Andrea se dio cuenta, empezó a pensar que aquello no había sido tan buena idea como creía en un principio, aunque no tenía muy claro el por qué.

Al otro lado de la puerta, Samara intentaba llamar la atención de aquel ser, pero la niña la ignoraba y cada vez que Samara se dirigía a ella, se ponía de peor humor.

Andrea: Samara, déjalo. A mi pequeña amiga no le hace gracia lo que estás intentando hacer y se está poniendo nerviosa. Solo quiere comunicarse conmigo, dejemos que lo haga.
Samara: No accedas a nada de lo que te pida, por favor. Si lo haces estarás perdida. No es una niña, es un demonio, recuérdalo bien. Que no te engañe su apariencia, porque no es la real.
La niña se enfadó tanto que los cristales de toda la casa saltaron por los aires hechos añicos, mientras las persianas subían y bajaban sin cesar, hasta que Andrea gritó que parase y el demonio lo hizo.

No sabía muy bien cómo se usaba aquél objeto, pero en la televisión había visto que si ponías las manos sobre la púa, los espíritus se encargaban del resto. Bueno, los espíritus o los guionistas de las películas, porque nunca había sido muy creyente que dijéramos. Y así lo hizo, dejó sus manos sudorosas descansar sobre la púa y esperó a ver lo que sucedía. Al ver que no ocurría nada, levantó la vista del tablero hasta la niña que la miraba impaciente con el entrecejo fruncido.

Andrea: ¿Qué pasa?

Entonces la púa comentó a moverse. P-R-E-G-U-N-T-A

Andrea: Ah, vale. Tengo que hacer una pregunta, lo siento, no  lo sabía. ¿Quién eres?

A-N-A

Andrea: ¿Qué eres?

NO - La pregunta no le había gustado, eso quedó claro al abrirse y cerrarse todos los cajones de la cómoda de golpe.-

Andrea: ¿Eres un demonio?


Andrea al ver eso empezó a temblar con más fuerza. ¿En verdad estaba hablando con un demonio? ¿Y por qué no le había mentido para que confiase en ella? ¿O era mentira y en realidad era un espíritu bromista? No sabía qué hacer, por lo que siguió preguntando.
Andrea: ¿Por qué nos molestas?


NO –De nuevo los cajones se abrieron y cerraron a la par que la púa se detenía en la negación.-

Andrea: Vale. ¿Por qué nos sigues?

P-A-C-T-O

Andrea: ¿Hiciste un pacto con alguien?


Andrea: ¿Con mi madre?


Andrea: ¿Qué pacto?

NO – La cama comenzó a dar sacudidas.-

Andrea: Vale, vale. Jo, qué difícil es esto. Lo siento. ¿Qué ganaba mi madre al pactar contigo?

L-A-V-I-D-A-D-E-M-A-R-T-A

Al leer aquella frase, Andrea se quedo perpleja. Su madre había negociado con aquél ser a cambio de no matar a su hermana. ¿Qué podría haberle prometido a cambio de una vida? Debería ser algo igual de importante o el demonio jamás lo hubiese aceptado.

Andrea: ¿Y… qué ganabas tú con ese pacto?

A-T-I
Andrea soltó la púa después de leer aquello. Su madre había cambiado la vida de su hermana por la de su propia hija, aquello no tenía sentido.

Andrea: ¿Cómo pudo hacer algo así? Tan solo era una cría y yo no nací hasta muchos años después. No tiene sentido.

Miró nuevamente a la niña que giró la cabeza y apuntó nuevamente a la caja. Tras esto, Andrea se levantó de la cama y fue a mirar el contenido de la misma. Para su sorpresa, había algo más en su interior que no había visto antes, un diario. ¿De dónde había salido? Lo cogió con cuidado e intentó leerlo, pero estaba cerrado. De pronto, algo sonó nuevamente en el interior de la maldita caja y al mirar dentro vio que el guardapelo estaba abierto y contenía una pequeña llave de metal.

Andrea: ¡Venga ya! ¿En serio? - Dijo incapaz de creer que todo aquello le estuviese pasando precisamente a ella.-

Cogió la llave y descubrió al probarla que encajaba a la perfección. No sabía de dónde había  salido ese diario, pero al ver el nombre escrito en la primera página se echó a llorar, era el de su madre.

Se sentó en el alfeizar de la ventana y se puso a leer sin importar que su tía y la bruja estuviesen expectantes al otro lado de la puerta. O que tuviese como compañera de habitación a un demonio con leotardos rosas.

“Mi pequeño lucero, si estás leyendo esto es porque tanto tu padre como yo ya no estamos contigo para cuidarte y no hemos podido salvarte a tiempo. Siento mucho todo lo que estarás pasando, pero cuando comenzó todo esto yo tenía solo 7 años y apenas sabía nada de la vida, lo único que me importaba por aquél entonces era que a mi hermana pequeña nadie le hiciese daño y por ello estamos en esta situación. Te preguntarás cómo empezó todo, pues verás. Una noche, mientras tu tía y yo jugábamos al escondite en nuestra nueva casa, encontramos una caja. Sí, esa dichosa caja estaba en el desván y al principio nos hizo gracia, era nuestro tesoro, por lo que jugamos con la pelota y la muñeca que había en su interior, hasta que vimos ese tablero… aunque no sabíamos muy bien cómo se jugaba con ello, mi nueva mejor amiga de la escuela sí y ese mismo día nos lo había estado explicando en el patio del colegio. ¿Casualidad? Quiero pensar que sí, aunque ahora después de tantos años y todo lo vivido, lo dudo mucho. Comenzamos preguntando de quién eran todas esas cosas y nos contestó una niña. Se llamaba Ana y empezó a jugar con nosotras, algo que al principio nos resultó muy divertido y novedoso, ya que no todos los días puede ver una a una pelota volver sola hacia ti, pero de pronto algo cambió y nos asustó tanto que dejamos de jugar sin pedirle permiso para retirarnos y nos marchamos de allí lo más rápido que pudimos. Eso permitió que aquél ser pudiese colarse en nuestras vidas y al parecer, acabase con ellas. Cada mañana tu tía Marta aparecía con un moratón nuevo en el cuerpo y apenas podía dormir de las continuas sacudidas producidas por su cama. Como era de esperar en aquella época, tus abuelos no se creyeron nada de lo que les contamos. Éramos unas niñas y ese ser se aprovechó de ello.”

Samara: Andrea ¿estás bien? - Gritó la bruja desde detrás de la puerta.-
Andrea: Sí, ahora salgo. He de leer algo antes para que me deje salir.
Samara: Cuidado con lo que lees en voz alta.
Andrea: Vale.

“Una tarde, al regresar del colegio, vimos que la puerta de casa estaba abierta. Mi madre, tu abuela, nos llevó a casa de la vecina hasta que llegase la policía. Pasadas unas horas, vimos que sacaban una gran bolsa negra y se la llevaban en una furgoneta oscura. Más tarde nos enteramos que un ladrón se había colado en la casa y alguien lo había matado. Ahora, mientras te escribo estas líneas, lo pienso y me echo a temblar. Por supuesto que nunca cogieron al asesino y no creo que lo puedan coger jamás, porque estoy segura de que fue Ana, ella misma me lo confirmó esa noche. Me despertó de madrugada y me hizo seguirla hasta el desván. Le pregunté lo que quería y me dijo que se llevaría a mi hermana de la misma forma que se había llevado a ese hombre, si no le daba algo a cambio. Ingenua de mí, le ofrecí todo cuanto quisiera por dejar a mi hermana en paz y como era de esperar, Ana accedió.”

Andrea alzó la vista y observó a aquella pequeña niña que parecía tan dulce e indefensa, jugando con aquella siniestra muñeca que se parecía tanto a ella. El demonio sonrió y de repente, sin previo aviso, desapareció. Samara empujó la puerta y esta por fin cedió. Tanto la bruja como Marta, entraron en la habitación y Andrea las puso al día, tenía mucho que contarles antes de continuar con su lectura.

Samara: Está claro, te quiere a ti. 
Marta: ¿Pero por qué a ella? Es a mí a quien debería llevarse. El trato lo hizo con mi hermana para salvarme y ahora que mi hermana no está, debería de haberse roto el trato. ¿No es cierto?
Samara: Está claro por qué la quiere a ella y no a ti. Ambas sois médiums y ni si quiera lo sabéis. Pero tú estás a salvo por el pacto que hizo con tu hermana, ella no. 
Andrea: ¿De qué nos estás hablando?
Samara: Tu hermana también lo era. ¿No te has preguntado por qué podéis ver al demonio? La gente normal no suele ver espíritus ni demonios, no es lo común. Además, no es su forma real, solo es la forma que adopta para resultaros más agradable y teneros engañadas. Las médiums somos portales, al igual que los gatos y algunos objetos o lugares. Esos seres utilizan los portales para pasar a nuestro mundo y destruir todo cuanto tocan. No tienen cuerpo, de ahí los poltergeist, pero ansían hacerse con uno. 
Marta: Pero si fuésemos médiums lo sabríamos.
Samara: No, si esa cosa se ha encargado de manteneros al margen de todo. Tenéis mucho poder desaprovechado. Es como tener una fortaleza con los escudos mermados. Puede pasar a través de vosotras y es justo lo que intenta hacer. Tu hermana supo oponer resistencia, pero vosotras estáis indefensas ante ese ser y él lo sabe. 
Andrea: Entonces, para que me quede claro. Ese ser quiere poseernos para cruzar al lado de los vivos y nosotras somos tan incrédulas que no podemos hacer nada para evitarlo. ¿Y cómo se supone que lo hará?
Marta: No puede ser verdad. Debe haber otra explicación. 
Samara: Sé que no es fácil de digerir, Marta, pero tenemos que averiguar el demonio del que se trata para poder combatirle, antes que sea tarde. No será nada fácil y deberéis estar preparadas, pero yo os ayudaré a derrotarle.


 Continuará...






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