Abrió los
ojos desconcertado. ¿Todo había sido un mal sueño? Se encontraba tirado en el
suelo de aquél hospital abandonado y una gotera sobre su cabeza le había despertado
de su letargo. Se incorporó e intentó levantarse, la cabeza le dolía un poco y se
encontraba algo mareado. Miró a su alrededor, había estado toda la noche lloviendo
y había charcos por todas partes. Se dispuso a salir por la ventana, la misma por
la que la noche anterior no pudo hacerlo, esta vez para su sorpresa, salió sin
problemas.
Al caer de
cuclillas al suelo, echó la vista hacia atrás por encima de su hombro y se
sintió verdaderamente liberado. Fue directo hacia ese grande y viejo árbol que
custodiaba a su pequeño bebé y allí estaba, negra como la noche y
resplandeciente. Las gotas de agua reflejaban el sol en su carrocería y Alex
sacó los guantes del sillín, se enfundó su casco y puso rumbo a la carrera, no
había tiempo que perder.
Durante todo
el camino recordó lo acontecido como si hubiese ocurrido años atrás, tenía la
sensación que había pasado allí metido toda una eternidad.
Condujo
hasta el circuito y al llegar no pudo creer lo que sus ojos le mostraban.
¿Dónde estaba todo el mundo? ¿Cuánto había dormido? Llevó la moto hasta el box,
aparcó y al bajarse se sintió verdaderamente solo. Aquél lugar estaba
abandonado desde hacía años, pero eso era imposible, tan solo llevaba un día
fuera. De repente, una hoja de periódico antiguo salió volando y se enredó en
su pierna. Alex cogió aquella hoja con las manos temblorosas y la leyó.
De pronto el mundo se lo tragó. ¿Dónde había estado los últimos 30 años? ¿Y por qué el
tiempo no había pasado por él?
Entonces
alzó la vista a través de las lágrimas de sus ojos y descubrió la silueta de
un anciano que se aproximaba hacia él con una escoba en la mano. Alex se dirigió
hacia el hombre sujetando el periódico con todas sus fuerzas y le preguntó lo qué
había ocurrido, pero el hombre no le escuchaba. Alex se puso a gritarle por si
el anciano había perdido facultades con el tiempo, pero no obtuvo respuesta. Se
puso delante de él y éste le atravesó el cuerpo con la escoba como mantequilla.
Entonces retuvo el aliento y bajó la vista hasta su estómago a la par que el “despistado” anciano le
atravesaba sin inmutarse para continuar con su labor.
Alex: No puede ser cierto, no puedo estar
muerto. Yo… ¿Cómo?
Le dio mil
vueltas al tema y llegó a la conclusión que aquél golpe en la cabeza habría
sido su ruina.
Derrotado cayó de rodillas al suelo y golpeó con fuerza el
asfalto. De pronto, Alex escucha un aplauso a su espalda, se gira en aquella dirección y allí estaba él, con su elegante traje y una sonrisa de oreja a oreja que fundiría
hasta el acero, el demonio aplaudía mientras se aproximaba hacia Alex.
Lucifer: Realmente una lástima. Tenías mucho
futuro. Ya sabes lo que dicen, cuidado con los accidentes domésticos, suelen
ser los peores.
Alex: ¿Qué haces aquí? ¿Esto es una de tus
bromitas o qué?
Lucifer: Lo siento campeón, muerto estás, ahí
no puedo hacer nada, eso es cosa de mi querido padre. ¿Qué pensabas, que
podrías salir del infierno como si nada? ¡Qué mono!
Alex: ¿Pero por qué? ¿Por qué yo? No he
sido un mal tío, hay gente mucho peor.
Lucifer: Lo sé, pero ya estaba harto de tanto
político junto, el infierno se estaba volviendo demasiado aburrido con tanto trajeado paseándose por aquí.
Alex: ¡No! Esto no puede ser real.
Lucifer: Si quieres darte contra un muro es
tu problema. Por suerte solo puedes morir una vez, adelante, tú mismo. - Indicándole con la mano el camino hacia el muro de piedra más cercano.-
Alex miró
sus manos que abría y cerraba continuamente. Aquello tenía que ser otra prueba
más, él no se merecía estar allí, no era su sitio y de repente lo supo, tenía
que despertar.
Alex: No eres real, todo esto es un producto de
mi imaginación, este no es mi lugar.
Lucifer: Claro que es tu lugar, no digas
tonterías. Has muerto a las puertas del infierno, me lo has puesto en bandeja, gracias a tí no tuve que pelearme esta vez por tu alma con ninguno de los emplumados de mis hermanos. Servicio a domicilio.
Alex: No puedo creerme que haya caído en
la trampa. No eres real. Seguramente despertaré con un buen chichón y recordaré
todo esto como un mal sueño.
Lucifer: ¿Estás seguro?
Alex: Quiero despertar, quiero despertar,
quiero despertar…
Alex ya no
escuchaba a nadie, tan solo el sonido de
su propia voz que repetía lo mismo una y otra vez.
Entonces el cielo comenzó a
agrietarse, como si todo aquello fuese un mal decorado. Las paredes salieron
volando en pedazos y el suelo bajo sus pies se deshizo en millones de
partículas. En cuestión de segundos Alex dio con sus posaderas en el frío y
duro suelo, tras caer al vacío. Volvía a estar en la planta de arriba del hospital psiquiátrico y el sol le golpeaba de lleno a través de
los agujeros de las ventanas. ¿Estaba en un bucle? Porque juraría que estaba
teniendo un deja vu.
Repitió
todos los pasos, salir de allí, montar en su moto que estaba empapada por la lluvia de la noche anterior, conducir
hasta el circuito… pero esta vez, al llegar a las puertas de aquél lugar no
pudo reprimir un grito de alivio ya que la carrera estaba a punto de comenzar.
Llegó al box
donde su preparador y amigo estaba dando vueltas sin parar, tan nervioso por la
ausencia de Alex que si hubiese tenido pelo se lo hubiese arrancado de cuajo.
Pedro: ¿Dónde demonios estabas?
Alex: Mejor no preguntes y no me hables de
demonios, que bastante tuve ya.
Pedro: Estás hecho un despojo.
Alex: Vaya Pedrito, yo también te quiero
majo. ¿Cuánto me quieres no?
Pedro: Lo digo en serio Alex. ¿No te ibas a
descansar antes de la carrera? ¿Qué te ha pasado?
Alex: No hay tiempo, luego te pongo al
día. Ayúdame a ponerme el mono y la moto a punto.
Pocos
minutos después, la carrera daba comienzo. Alex parecía volar por la pista y no
dejaba de adelantar a un corredor tras otro hasta llegar a la primera posición.
Todo iba de lujo, se sentía vivo y solo le quedaba la última vuelta para
convertirse en campeón. Sus sueños se cumplirían por fin y estaba seguro que
todo su esfuerzo había merecido la pena.
Pedro: La última curva, tranquilo, vas muy bien, estás en
cabeza. – Le dijo a Alex a través de la radio del casco.-
Lucifer: La última vuelta y serás campeón, mi
campeón.- Escuchó Alex en su cabeza y no precisamente debido a la radio.-
Entonces
supo lo que tenía que hacer, disminuyó la velocidad mientras Pedro le gritaba
que no se rindiese, que ya estaba hecho, pero Alex sabía que si cruzaba el
primero la línea de meta, su vida ya no le pertenecería, así que se dejó pasar
y subió al pódium en segunda posición.
Cuando Pedro
le recibió y le pidió explicaciones acerca de lo que había sucedido, Alex le
sonrió.
Alex: Tranquilo amigo, ésta carrera no era
para mí, prometo que en la próxima los barreré a todos de la pista.
Pedro: No lo entiendo Alex, pero sabes que
estoy contigo pase lo que pase, tus motivos tendrás, aunque sigo sin entenderlo chico.
Alex levantó
la vista hacia el lugar donde el campeón de la carrera se encontraba rodeado de
gente y allí estaba él, el demonio. Lucifer se encontraba felicitando al
campeón y se ofreció para patrocinarle, cosa que el chico aceptó. Después miró a Alex y le saludó con la
cabeza, Alex hizo lo propio y cuando fue a hacer lo mismo con el campeón lo supo, ese
chico no era la primera vez que se cruzaba con el demonio y Alex lo vio reflejado en sus
ojos, su alma ya no le pertenecía y aquél chico lo sabía.
Alex: No te preocupes Pedro, todo ocurre
por un motivo y así es como debe ser. Venga, te invito a unas cervezas para
celebrar el triunfo. - Cogiendo a Pedro del cuello y haciendo que se agache
para sacarle brillo a su calva.-
FIN