miércoles, 15 de junio de 2016

Carretera al infierno. Capítulo 1º



Alex estaba batiendo todos los records en la pista, las ruedas de su Ducati apenas rozaban el asfalto, pero era de esperar, se conocía aquél circuito como la palma de su mano. 


Pedro: ¡Genial campeón! Estoy seguro que los barrerás a todos de la pista este domingo en la carrera. – Le dijo su preparador al terminar las vueltas de entrenamiento.-


Alex: No sé lo que me pasa, pero me siento genial. Llevo unos días trabajando a tope y creo que tanto esfuerzo ha dado sus frutos. – Bajándose de la moto y quitándose el casco para beber un poco de agua.-


Pedro: Pero también tienes que descansar, ya lo sabes. Machácate todo lo que quieras en la pista, pero no fuera de ella. Vete a casa o a dar una vuelta. Tómate el resto del día libre y mañana nos vemos en el circuito. Has trabajado demasiado y no quiero que te agotes antes de tiempo, debes estar al 100%. Ya sabes que nos jugamos mucho con esto.


Alex: Lo sé, tienes razón. Me iré a casa a descansar, últimamente no duermo muy bien por culpa de los nervios.


Pedro: Venga vete, yo me encargo de recoger todo esto. ¡Largo! –Intentando parecer más serio de lo que estaba en realidad.-


Alex: ¡A sus órdenes, mi coronel! –Cuadrándose ante él.-

Pedro: ¡Déjate de cachondeítos y vete de una vez! –Sonriendo al muchacho mientras se marchaba rápidamente, para evitar que la toalla que Pedro le había lanzado le diese en la espalda.-


Alex hizo caso a su preparador y se fue directamente a casa, estaba agotado y necesitaba una buena ducha para refrescarse un poco, pero no pudo evitar detenerse a mitad de camino en medio de la carretera y dar media vuelta pocos segundos después. Las motos le encantaban, para Alex eran su vida, pero no su única afición. Había algo más que conseguía hacer que despejase su mente por completo y le inyectaba esa adrenalina que necesitaba para convertirse en un auténtico campeón, su afición por explorar lugares abandonados siempre fue su secreto mejor guardado.


Detuvo su moto a los pies de un gran edificio sucio y destartalado, cuyos ventanales, que ahora se encontraban llenos de polvo o carentes de cristales, habían vivido tiempos mejores. Los alrededores de aquél lugar estaban llenos de vegetación, como si la madre naturaleza anduviese reclamando el terreno, que anteriormente, la mano del hombre le había arrebatado. La valla que rodeaba aquél frío y oscuro lugar, se encontraba abierta de par en par, algo que Alex achacó a la racha de buena suerte que experimentaba esos últimos días. 

Apagó las luces, quitó las llaves del contacto y descendió de la moto. Comenzaba a llover y las gotas de agua resbalaban por la cazadora de cuero negro en la que iba enfundado. Decidió poner la moto a salvo de la lluvia, bajo la copa de un gran roble cercano. Se quitó los guantes, abrió el sillín de la moto y los metió allí, sacó la linterna que le acompañaba a todas partes y se encaminó hacia el gran edificio que se alzaba ante sus pies. Tenía que darse prisa, colarse en un sitio abandonado es un delito y no quería terminar en el calabozo y perderse la carrera más importante de su vida. 


La puerta estaba cerrada, había una gruesa cadena que le impedía pasar, por lo que se dio una vuelta por el lugar y encontró una ventana por la que colarse. Estaba un poco alta, pero por suerte había unas cajas de madera muy cerca de allí y las usó a modo de escalón. Al saltar al otro lado, su vieja lesión se resintió e instintivamente se echó las manos a la rodilla.


Alex: ¡Qué mierda! La lluvia hace que me duela más de lo normal y eso que hace años del accidente


Se incorporó, dio un par de patadas al aire para comprobar que estaba bien y siguió adelante. Aquél lugar estaba lleno de hojas secas, barro y pintadas en las paredes. Apenas quedaba nada del mobiliario del antiguo hospital, Alex solo pudo ver un par de camillas oxidadas y una vieja silla de metal a la que le faltaba una de las patas.


Alex: Menudo panorama. La verdad es que no sé qué demonios pinto yo aquí.

Pero en el fondo sí lo sabía, esa sensación de electricidad que le recorría por todo el cuerpo cuando visitaba esos lugares, esa adrenalina bombeando con fuerza por su torrente sanguíneo, el saber que estaba haciendo algo prohibido y nunca le pillaban, todo eso le hacía sentir muy bien, muy poderoso y era justo lo que necesitaba en ese momento. 


Continuó por los pasillos caminando sin rumbo fijo, entraba en las habitaciones y al no ver nada interesante volvía a salir y buscaba un nuevo lugar al que acudir, hasta que su suerte cambió de repente. 


Llegó a una habitación en la que había algo extraño, restos de velas negras a medio consumir y una marca en el suelo que al principio no le llamó mucho la atención. Entonces se fijó en el marco de la ventana, había algo en ella, por lo que al alumbrar con su linterna en aquella dirección, se llevó un buen susto (cosa que jamás reconocería ante nadie, ni bajo coacción) vio alzar el vuelo a un cuervo que se dirigía directo hacia él, con los ojos inyectados en sangre y del que salía una extraña luz. Alex se agachó y llevó sus manos a la cabeza para cubrirse, haciendo que la linterna cayese al suelo y rodase por el piso unos pocos metros más allá, hasta quedar en medio de la habitación. 

Cuando el cuervo se marchó, Alex se incorporó y con una risa nerviosa y el sudor cayendo por su frente, se aproximó a la linterna y la cogió con las manos temblorosas. De pronto se percató de las marcas del suelo, alumbró aquél círculo que se vislumbraba a través de la capa de polvo y hojas secas. 


Alex: ¡Mierda! ¿Eso es sangre seca o pintura? Lo que me faltaba, seguro que estoy en la sala de fiestas de un par de frikis satánicos. Genial Alex, será mejor que te largues cagando leches antes que los locos esos regresen a seguir con la fiesta. –Se dijo a sí mismo y se dispuso a salir a toda prisa de aquella habitación.- 

Alex: ¿Qué demonios pasa?


Alex no podía moverse, algo le retenía en el interior de aquél círculo, pegado al suelo. Notó como una mano le sujetaba del brazo e intentó zafarse, pero allí con él no había nadie más, estaba solo. ¿Sería producto de su imaginación? 

Forcejeando, consiguió deshacerse del extraño agarre y corrió todo lo rápido que su pierna fastidiada le permitió. A su paso, las puertas se cerraban herméticamente de un portazo. Intentó escapar por la misma ventana por la que había accedido al lugar y una fuerza sobrenatural le impidió pasar, tirándolo al suelo de espaldas y haciendo que se golpeara la cabeza contra el suelo.


Alex: No puede ser, no… - Llevándose las manos a la cabeza y manchándose de sangre.-


Allí no había nadie que él viese a simple vista. La ventana estaba abierta, no tenía cristales y antes había entrado por ese mismo lugar, por lo que no era normal lo que estaba sucediendo. ¿Por qué ahora no podía salir de allí?


Todas las puertas estaban cerradas. ¿Tendría que quedarse allí encerrado para siempre? Pero de repente, escuchó como una puerta se abría tras él y decidió investigar. Se levantó del suelo y se dio cuenta que la única puerta abierta que había era una que daba al sótano, pero Alex no recordaba haber visto esa puerta con anterioridad y le pareció bastante extraño, ya que era conocido por fijarse en cada pequeño detalle. Entró por la puerta con cuidado y se aproximó al borde de la escalera, que comenzaba justo en ese tramo y descendía hasta perderse de vista en el abismo.


Alex: ¿Pero cuántas plantas tiene este sitio?- Al observar la interminable escalera que se encontraba ante él y descendía hacia las entrañas de aquél sombrío lugar.



Continuará…




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