Alex estaba batiendo todos los records en la pista, las ruedas de su Ducati
apenas rozaban el asfalto, pero era de esperar, se conocía aquél circuito como
la palma de su mano.
Pedro: ¡Genial campeón! Estoy seguro que los barrerás a todos de la pista este domingo
en la carrera. – Le dijo su preparador al terminar las vueltas de entrenamiento.-
Alex: No sé lo que me pasa, pero me siento genial. Llevo unos días
trabajando a tope y creo que tanto esfuerzo ha dado sus frutos. – Bajándose de la moto y
quitándose el casco para beber un poco de agua.-
Pedro: Pero también tienes que descansar, ya lo sabes. Machácate todo lo que quieras en la
pista, pero no fuera de ella. Vete a casa o a dar una vuelta. Tómate el resto del día
libre y mañana nos vemos en el circuito. Has trabajado demasiado y no
quiero que te agotes antes de tiempo, debes estar al 100%. Ya sabes que nos
jugamos mucho con esto.
Alex: Lo sé, tienes razón. Me iré a casa a descansar, últimamente no duermo
muy bien por culpa de los nervios.
Pedro: Venga vete, yo me encargo de recoger todo esto. ¡Largo! –Intentando
parecer más serio de lo que estaba en realidad.-
Alex: ¡A sus órdenes, mi coronel! –Cuadrándose ante él.-
Pedro: ¡Déjate de cachondeítos y vete de una vez! –Sonriendo al muchacho
mientras se marchaba rápidamente, para evitar que la toalla que Pedro le había
lanzado le diese en la espalda.-
Alex
hizo caso a su preparador y se fue directamente a casa, estaba agotado y
necesitaba una buena ducha para refrescarse un poco, pero no pudo evitar
detenerse a mitad
de camino en medio de la carretera y dar media vuelta pocos segundos
después. Las motos le encantaban, para Alex eran su vida, pero no su
única afición.
Había algo más que conseguía hacer que despejase su mente por completo y
le
inyectaba esa adrenalina que necesitaba para convertirse en un auténtico campeón, su
afición por explorar lugares abandonados siempre fue su secreto mejor guardado.
Detuvo
su moto a los pies de un gran edificio sucio y destartalado, cuyos
ventanales, que ahora se encontraban llenos de polvo o carentes de
cristales, habían
vivido tiempos mejores. Los alrededores de aquél lugar estaban llenos de
vegetación, como si la madre naturaleza anduviese reclamando el terreno,
que anteriormente, la
mano del hombre le había arrebatado. La valla que rodeaba aquél frío
y oscuro lugar, se encontraba abierta de par en par, algo que Alex achacó
a la
racha de buena suerte que experimentaba esos últimos días.
Apagó las luces, quitó las llaves del contacto y descendió de la moto.
Comenzaba a llover y las gotas de agua resbalaban por la cazadora de cuero
negro en la que iba enfundado. Decidió poner la moto a salvo de la lluvia, bajo
la copa de un gran roble cercano. Se quitó los guantes, abrió el
sillín de la moto y los metió allí, sacó la linterna que le acompañaba a todas
partes y se encaminó hacia el gran edificio que se alzaba ante sus pies. Tenía
que darse prisa, colarse en un sitio abandonado es un delito y no quería
terminar en el calabozo y perderse la carrera más importante de su vida.
La puerta estaba cerrada, había una gruesa cadena que le impedía pasar, por
lo que se dio una vuelta por el lugar y encontró una ventana por la que
colarse. Estaba un poco alta, pero por suerte había unas cajas de madera muy cerca
de allí y las usó a modo de escalón. Al saltar al otro lado, su vieja lesión se
resintió e instintivamente se echó las
manos a la rodilla.
Alex: ¡Qué mierda! La lluvia hace que me duela más de lo normal y eso que hace años del accidente.
Se incorporó, dio un par de patadas al aire para comprobar que estaba bien y siguió adelante. Aquél lugar estaba lleno de hojas secas, barro y pintadas en las paredes. Apenas quedaba nada del mobiliario del antiguo hospital, Alex solo pudo ver un par de camillas oxidadas y una vieja silla de metal a la que le faltaba una de las patas.
Alex: Menudo panorama. La verdad es que no sé qué demonios pinto yo aquí.
Pero en el fondo sí lo sabía, esa sensación de electricidad que le recorría por todo el cuerpo cuando visitaba esos lugares, esa adrenalina bombeando con fuerza por su torrente sanguíneo, el saber que estaba haciendo algo prohibido y nunca le pillaban, todo eso le hacía sentir muy bien, muy poderoso y era justo lo que necesitaba en ese momento.
Continuó por los pasillos caminando sin rumbo fijo, entraba en las
habitaciones y al no ver nada interesante volvía a salir y buscaba un nuevo
lugar al que acudir, hasta que su suerte cambió de repente.
Llegó
a una habitación en la que había algo extraño, restos de velas negras
a medio consumir y una marca en el suelo que al principio no le llamó
mucho la
atención. Entonces se fijó en el marco de la ventana, había algo en
ella, por
lo que al alumbrar con su linterna en aquella dirección, se llevó un
buen susto
(cosa que jamás reconocería ante nadie, ni bajo coacción) vio alzar
el vuelo a un cuervo que se dirigía directo hacia él, con los ojos inyectados en sangre y del que salía una extraña luz. Alex se agachó y llevó sus manos a
la cabeza
para cubrirse, haciendo que la linterna cayese al suelo y rodase por el
piso
unos pocos metros más allá, hasta quedar en medio de la habitación.
Cuando el
cuervo se marchó, Alex se incorporó y con una risa nerviosa y el sudor cayendo
por su frente, se aproximó a la linterna y la cogió con las manos temblorosas. De pronto se percató de
las marcas del suelo, alumbró aquél círculo que se vislumbraba a través de la capa de polvo y hojas secas.
Alex: ¡Mierda! ¿Eso es sangre seca o pintura? Lo que me faltaba, seguro que
estoy en la sala de fiestas de un par de frikis satánicos. Genial Alex, será mejor
que te largues cagando leches antes que los locos esos regresen a seguir con la fiesta. –Se dijo a sí mismo y se dispuso a salir
a toda prisa de aquella habitación.-
Alex: ¿Qué demonios pasa?
Alex no podía moverse, algo le retenía en el interior de aquél círculo, pegado al suelo.
Notó como una mano le sujetaba del brazo e intentó zafarse, pero allí con él no
había nadie más, estaba solo. ¿Sería producto de su imaginación?
Forcejeando,
consiguió
deshacerse del extraño agarre y corrió todo lo rápido que su pierna
fastidiada
le permitió. A su paso, las puertas se cerraban herméticamente de un
portazo. Intentó escapar por la misma ventana por la que había accedido
al lugar y una
fuerza sobrenatural le impidió pasar, tirándolo al suelo de espaldas y
haciendo que se golpeara la cabeza contra el suelo.
Alex: No puede ser, no… - Llevándose las manos a la cabeza y manchándose de sangre.-
Allí
no había nadie que él viese a simple vista. La ventana estaba abierta,
no tenía cristales y antes había entrado por ese mismo lugar, por lo
que no era normal lo que estaba sucediendo. ¿Por qué ahora no podía
salir de allí?
Todas
las puertas estaban cerradas. ¿Tendría que quedarse allí encerrado
para siempre? Pero de repente, escuchó como una puerta se abría tras él y
decidió investigar. Se levantó del suelo y se dio cuenta que la única
puerta abierta que había era una que daba al sótano, pero Alex no recordaba haber visto esa puerta con anterioridad y le pareció bastante extraño, ya que era
conocido por fijarse en cada pequeño detalle. Entró por la puerta con
cuidado y se aproximó al borde de la escalera, que comenzaba justo en
ese tramo y descendía hasta perderse de vista en el abismo.
Alex: ¿Pero cuántas plantas tiene este sitio?- Al observar la interminable
escalera que se encontraba ante él y descendía hacia las entrañas de aquél sombrío lugar.
Continuará…
No hay comentarios:
Publicar un comentario