martes, 29 de marzo de 2016

Leyendas de cristal. Capítulo 2



Pasaron unos minutos angustiosos en penumbra, en los que Sarah no sabía dónde esconderse. A parte de la bañera y un pequeño inodoro, no había nada más en aquél cubículo. Cuando regresó la luz, Sarah miró por todas partes para ver si algo había cambiado y pudo comprobar que el cubículo encima del suyo, que anteriormente estaba vacío, ahora tenía un nuevo inquilino. Un joven muy delgado y pálido, con la ropa roída y descolorida, reposaba sobre el frío suelo de cristal con la cara pegada a éste. Sarah comenzó a gritar y a mover las manos en el aire para intentar llamar su atención, pero no había forma. Se sentó junto a la bañera con la mano en el costado, ya que tanta efusividad había provocado que se le saltasen uno o dos de los puntos de su cicatriz.



De repente, las luces volvieron a apagarse y Sarah escuchó una puerta que se abría. Atemorizada, comenzó a agitar los brazos en el aire para evitar que nadie se acercase a ella aprovechando la oscuridad, pero al chocar con algo se detuvo en seco y el miedo la paralizó por completo. Sintió un pinchazo en el cuello y creyó que su día, esta vez sí, había llegado a su fin, por lo que cerró los ojos y se dejó atrapar por el dulce sueño que la invadió.


MINUTOS DESPUÉS 


Escuchaba pequeños golpes como los que emite un metal al chocar con otro metal. Abrió un poco los ojos y una luz que incidía directamente en su cara, le hizo parpadear hasta ajustar su visión. Poco a poco fue tomando consciencia del lugar en el que se encontraba, era una sala con azulejos blancos por todas partes, descascarillados y manchados por el paso del tiempo. En medio de la sala había una camilla, en la que ella reposaba conectada a un monitor. Notó un dolor en el costado y al centrar la vista vio la cara de un hombre con una mascarilla blanca a muy pocos centímetros de ella.


Hombre de la máscara: No temas, de momento no vas a morir. Estoy arreglando los puntos que te puse, procura no moverte tanto la próxima vez para que no se vuelvan a saltar. Ahora duerme.


No podía moverse y cuando intentó gritar pidiendo auxilio, el hombre de la mascarilla clavó una jeringuilla en el suero, que tenía conectado a su mano mediante una vía y Sarah volvió a quedarse dormida.



HORAS MÁS TARDE


Se despertó en su cubículo y comprobó que tenía un vendaje nuevo sobre los puntos, por lo que todo aquello no había sido un sueño, era real.


Se incorporó en la bañera y pudo comprobar que algo había cambiado. La bañera ya no estaba llena de agua y hielo, sino rellena de algo blando y cubierto por una tela. Tenía miedo de retirarla y encontrarse una pila de cadáveres, pero su curiosidad pudo más que su prudencia y al hacerlo descubrió, que eran un montón de anoraks de plumas que cubrían la bañera a modo de colchón. Salió de la bañera-cama y pudo ver que la decoración de aquél lugar se había modificado un poco. Ahora, además de la bañera y un inodoro, del cual salía una tubería que se unía a un cúmulo de cañerías provenientes del resto de cubículos, había una pequeña mesa y dos sillas. ¿Dos? ¿Eso quería decir que iba a tener compañía?


Intentó romper una de las sillas para hacerse una estaca con la que atacar a su agresor, pero cuando vio que tanto las sillas como la mesa eran de plástico duro, desechó la idea. Quería pensar un plan de escape, pero las drogas que corrían por su organismo la tenían medio atontada todo el día. Pasó el tiempo, no sabía si eran días o quizás meses, no podía ver el exterior para corroborarlo. Cada cierto tiempo, las luces se apagaban y poco después volvían a encenderse, tras lo que podía descubrir que un plato de comida aparecía en una bandeja en el suelo, alguien nuevo había llegado al lugar o había muerto en extrañas circunstancias. Sí, exacto, nadie duraba lo suficientemente allí abajo como para echarle de menos, nadie… excepto Sarah. ¿Qué tenía ella de especial?


Otro día y otro nuevo apagón. Ya no lo aguanto más, se dijo Sarah para sus adentros. De repente, se levantó de la silla y se dirigió a la cañería del inodoro, donde comenzó a golpear con sus largas uñas el tubo que salía del cubículo, emitiendo un leve sonido que captó la atención de todos los demás inquilinos de aquél terrorífico lugar. El joven que se encontraba junto a ella al otro lado del cristal, imitó a Sarah y golpeó la cañería, pero a diferencia de ésta, sus golpes seguían un cierto patrón que a Sarah le resultaba familiar. 

Sarah: ¿Eso es código Morse?

Sarah le miró sorprendida y el chico sonrió al ver que la joven se había percatado de su estrategia, el problema era que Sarah no entendía nada de código Morse, a parte del típico SOS que sale en las películas. Durante los siguientes días, el joven le enseñó con mucha paciencia dicho código a Sarah para poder comunicarse. Dibujaba una letra en el cristal con el vaho y a continuación le golpeaba la tubería para que ella asociase el ruido con la letra, hasta que por fin pudieron mantener una breve conversación. Sarah pudo conocer que David, que así se llamaba el muchacho, había sido secuestrado de la misma forma que ella, un caluroso día de verano.

Sarah: ¿Verano? ¿Qué día te atraparon?

No podía ser cierto. A Sarah le habían parecido meses y solo había estado un par de semanas allí encerrada. El tiempo allí abajo se hacía eterno, pero al menos ahora tendría alguien con quien conversar.

De pronto las luces volvieron a apagarse y Sarah se agarró a la tubería tan fuerte, que las marcas se quedaron grabadas en sus manos. Minutos más tarde, las luces volvieron a encenderse y lo primero que comprobó fue que su nuevo amigo estuviese bien y así era, pero no todos podían decir lo mismo, al levantar la vista, el chico escuálido que se encontraba en el cubículo de encima al suyo, estaba comiendo, o mejor dicho, engullendo un montón de bombones que le habían dado. De pronto, el chico comenzó a vomitar sangre y algo metálico que había salido de su boca, golpeó el suelo. ¿Eso era una cuchilla? A Sarah casi le da un ataque de histeria al ver desplomarse a aquél hombre contra el suelo de cristal. Tras ese acontecimiento, la luz se apagó nuevamente y la puerta del cubículo de Sarah se abrió.

Sarah: No pienso comer nada. No me pueden obligar.

Al encenderse las luces, había un hombre sentado a la mesa con una bandeja llena de fruta fresca y Sarah sintió un miedo atroz. Iba vestido de negro y llevaba puesto unos guantes. Pudo ver al otro lado del cristal a David, golpeando la pared y vocalizando algo que parecían insultos y amenazas, pero no podía hacer nada por ella, aunque eso no le quitó las ganas de seguir intentándolo.

Ben: Ven, siéntate conmigo.
Sarah: No, gracias. Estoy bien donde estoy. Te conozco, tú eres el que me secuestró.
Ben: Sí, soy yo. ¿No tienes hambre?
Sarah: Visto lo visto, prefiero morir de inanición que desangrada. Gracias o eso creo.
Ben: Te prometo que no tienes nada que temer. ¿Ves? - Cogiendo una uva y comiéndosela para demostrarle que decía la verdad.
Sarah: ¿Por qué no me has matado aún?
Ben: No tengo intención de matarte, ya no.
Sarah: ¿Y qué pasa? ¿Voy a estar aquí encerrada toda mi vida o me vas a soltar?
Ben: Eso aún no lo se. Me has roto todos los esquemas.
Sarah: ¿Yo? 
Ben: Sí, tú. Esto era muy sencillo, yo obtenía algo de alguien y cuando ya no me servía lo mataba, así de simple, pero tú... Cada día intento entrar aquí y matarte de mil formas distintas, pero no puedo hacerlo. Me quedo frente a tu puerta en penumbras, intentado reunir fuerzas para atravesar esa puerta y acabar con tu vida, pero termino marchándome y ensañándome con otro en tu lugar. Nadie había durado tanto tiempo como tú lo has hecho, deberías estar orgullosa.
Sarah: ¿Orgullosa de seguir viva? ¿Me vas a soltar o no?

El secuestrador se levantó de la silla y se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir se giró y dijo:

Ben: No me has suplicado.
Sarah: ¿Serviría de algo que lo hiciera?

Sin decir una palabra más, el secuestrador abrió la puerta y salió, pero mientras cerraba con llave, Sarah pudo entrever una sonrisa en sus labios que le heló la sangre. El hombre apoyó su mano en la puerta a modo de despedida y pulsó el botón de un mando para apagar las luces. Sarah pudo percatarse de varias cosas antes de quedarse de nuevo en penumbras, algo que hasta ese momento no había podido ver por culpa de las drogas. En primer lugar, solo había un psicópata del que preocuparse, ya que éste hablaba solo en primera persona y además, tenía un mando a distancia con el que controlaba todo aquél circo. En segundo lugar, gracias a tener la puerta abierta con las luces encendidas, había podido ver, que entre algunos de los cubículos había un espacio a modo de pasillo por el que el psicópata se movía a su antojo.

Miró la jugosa fruta encima de su mesa y pensó en desmenuzarla con las manos para evitar sufrir el mismo destino que su compañero de "litera", pero después supuso que podría haber envenenado la comida al estilo bruja de Blancanieves, por lo que se apartó de ella y se sentó en un rincón con sus rodillas en el pecho. Tenía que repasar mentalmente lo que aquél hombre le había dicho antes que se le olvidase, en ello podía estar la clave para salir de allí.



Continuará...

miércoles, 16 de marzo de 2016

Leyendas de cristal. Capítulo 1



Meg: Sarah vamos a sentarnos, no puedo más. Los pies me van a matar.
Sarah: ¡Qué poco aguante tienes, Meg! Jajaja.
Meg: Cuando quieras te cambio mis tacones de aguja por tus botas de cowboy, después veremos quién tiene más aguante de las dos.
Bea: Lo que no entiendo, Meg, es cómo te vienes a un bar country vestida de gala.
Laura: Déjala, yo la entiendo. Hemos aprobado chicas, eso hay que celebrarlo. ¡CAMARERO, UNA RONDA DE CHUPITOS!- El camarero estaba ocupado y no le prestó atención.-
Sarah: Yo paso, sabes que no bebo. Además, una de nosotras debe estar sobria para conducir.
Meg: Un chupito no es nada. Que yo sepa nadie ha dado positivo en un control de alcoholemia por un chupito de piruleta y está tan bueno…
Bea: Como el nuevo camarero.
Laura: ¿Quién, ese?
Sarah: ¿Cómo sabes que es un camarero?
Meg: Muy fácil, lleva una camiseta blanca, vaqueros y botas de cowboy, como todos los camareros. Y por si no te convence mi argumento… ¡EY TÚ, UNA RONDA DE PIRULETAS PARA TODAS!

El camarero, que ésta vez sí había oído a la joven, se dirigió a la barra a pedir los chupitos.


Bea: Buena estrategia.
Meg: Gracias, siempre fui el cerebro del grupo.
Laura: ¿Cerebro tu? Más bien el hardware.
Meg: Ya está aquí la friki de los ordenadores con sus chistes malos.


Todas se echaron a reír hasta que el camarero apareció con los chupitos.


Ben: Invita la casa, señoritas. Me llamo Ben, lo que necesiten pídanmelo. – Mirando fijamente a Sarah, mientras le entregaba el vaso y le guiñaba un ojo.-


Cuando el camarero se marchó, todas comenzaron a reírse de lo colorada que se había puesto Sarah.


Meg: Y eso que aún no lo has probado. Jajajaja
Laura: Lo bueno es que le has gustado al camarero, por lo que tendremos barra libre el resto de la noche. Eso sí, desabróchate un botón o dos, para estar más seguras. Jajajaja
Sarah: ¡Eso ni pensarlo!
Bea: Se nos cerró el grifo chicas.
Meg: Venga, vamos a brindar. ¡POR LAS GRADUADAS!
Todas a la vez: ¡POR LAS GRADUADAS!


Dos chicos se acercaron para sacarlas a bailar y Laura y Bea fueron directas a la pista de baile, arrastrando a los chicos hasta ella. 


Meg: Quédate conmigo Sarah, por favor. Me duelen mucho los pies y no me apetece quedarme aquí sola.
Sarah: No te preocupes, me quedo contigo. Estoy un poco mareada.
Meg: Pues por el chupito no puede ser, así que será el calor, esto parece una sauna.
Sarah: Quizás me sentaría bien tomar un poco de aire.
Meg: Te acompaño, así me puedo descalzar un rato fuera, que aquí no es plan.


Las dos chicas salieron fuera del bar, bajo la atenta mirada de uno de los hombres que allí se encontraban.

Meg: Aire puro, ya estaba harta de esa cloaca.
Sarah: Meg, me encuentro muy mal.
Meg: ¿En serio? ¿Quieres que te acerque a casa?
Sarah: Creo que mejor al hospital. No consigo mantener los ojos abiertos.
Meg: ¡Mierda! Espera un momento, me dejé el bolso dentro, iré a decirle a estas que nos vamos y te llevaré corriendo, no te muevas.
Sarah: No podría aunque quisiera. – Le dijo a su amiga que había desaparecido como una bala en dirección al bar. Mientras, Sarah se apoyaba en la pared, buscando estabilidad.-
Ben: ¿Estás bien?
Sarah: ¿Qué?
Ben: Tienes mala cara. Soy Ben, el camarero. He salido a sacar la basura y te he visto. Estás muy pálida. ¿Te encuentras bien?
Sarah: No… yo… mi amiga… 


Sarah perdió el equilibrio y Ben la sujetó. Las piernas ya no le sostenían y los párpados le pesaban demasiado. Su respiración se volvió más pausada y apenas podía emitir un sonido audible detrás de otro.


Ben: No te preocupes, yo cuidaré de ti.- Cargando con ella en volandas.- 
Sarah: ¡No!


Sarah no pudo pronunciar ni una palabra más, intentó luchar con todas sus fuerzas, pero los brazos y las piernas no le respondían. Notó como la echaban en la parte trasera de una camioneta y le colocaban una manta por encima. ¿Qué le sucedía? Estaba claro que le habían puesto algo en la bebida. ¿Qué le pasaría? 

Estaba aterrada, pero no podía gritar, ni patalear. Mil cosas pasaron por su cabeza, un cuchillo ensangrentado, un cuarto oscuro con barrotes, un hombre sudoroso y al final del todo… una cuneta o un profundo lago en el que nadie la buscaría jamás. Acababa de graduarse y poco después estaría muerta. ¡Vaya mierda de vida!, pensó justo antes de cerrar los ojos y dejar que una lágrima furtiva rodase por su mejilla.


…HORAS DESPUÉS…


Tenía frío, mucho frío. Los dientes le chirriaban y tenía las manos agarrotadas. De repente abrió los ojos y todo estaba oscuro. ¿Estaba muerta? ¿Dónde estaba? 

Una luz parpadeó en el techo y pasados unos segundos se encendió por completo, dejando al descubierto un mundo de pesadillas del que no podría volver a despertar jamás. Se encontraba metida dentro de una bañera llena de hielo y enseguida cayó en la cuenta, seguramente le faltaría un riñón, como en esa dichosa leyenda urbana que tanto le atemorizaba. ¿Era la presa de un contrabandista de órganos? Se echó las manos al cuerpo y descubrió para su desgracia, que era cierto, la raja que tenía en un costado le dio fuerza a su argumento. 



Sarah: ¡Dios, no! – Echándose a llorar sin remedio.-


De pronto escuchó como golpeaban un cristal y miró a su izquierda asustada, llevándose una gran sorpresa. Estaba en una habitación de cristal, rodeada de varios cubículos como el suyo. Un hombre delgado y demacrado, golpeaba el cristal y movía los labios, pero no podía escuchar lo que decía, el cristal era de un grosor superior a los blindados que suele utilizar la policía y tan duro como el acero.


Salió de la bañera con dificultad, aún estaba bajo los efectos de las drogas y por ello, se resbaló y cayó al suelo. Intentó ponerse en pie y al apoyar las manos para levantarse, comprobó que no solo había celdas a su lado, sino en todas partes. Una joven gritaba desesperada desde la celda de abajo, o esa fue la impresión que le dio a Sarah. 

¿Dónde demonios estaba? ¿Qué lugar era aquél y por qué estaba allí? Esas fueron las preguntas que retumbaron con fuerza en su cabeza, justo antes de quedarse a oscuras de nuevo y que el pánico se apoderase de ella. ¿Quién había apagado las luces?

Continuará...

domingo, 13 de marzo de 2016

The traveling worlds. Capítulo 5 "El final"



Thomas, siguió a la mujer a través de largos pasillos hasta llegar a un hangar, en donde un monstruo enorme le esperaba en una nave, para salir al espacio exterior.



Thomas: ¡Debe tratarse de una broma! ¿Tengo que viajar con un Bigfoot, en una lata que se cae a pedazos?

Chewbacca: AGGGGGG

Leia: ¿Qué te sucede, Han? Te has levantado muy raro esta mañana. Chew dice que no es ningún pies-grandes y jamás pensé que llegaría el día en que te oyese hablar mal del Halcón Milenario, le quieres más que a mí.



Thomas: ¿Cómo? No, solo que... no quiero marcharme de tu lado durante tanto tiempo.

Leia: No será mucho tiempo, tienes que trabajar, no eres alguien que se quede cruzado de brazos todo el día, te volverías loco y lo más importante, me volverías loca a mí. Somos de mundos diferentes, tu eres un transportista galáctico y yo... bueno, tengo una rebelión que dirigir.

Chew: AGGGG

Leia: Lo sé, Chew. El imperio cayó, Darth Vader está muerto, pero tengo un mal presentimiento. Algo me perturba y Luke está de acuerdo conmigo. Algo se aproxima y no será nada comparado con lo que hemos vivido hasta ahora.

Thomas: Regresaré, lo prometo.

Leia: Lo sé, te estaré esperando.


Leia besó a Thomas apasionadamente, sabía que no volverían a verse en mucho tiempo, por lo que se marchó antes de arrepentirse de su decisión y pedirle que se quedase con ella. El profesor subió a la nave con ese monstruo peludo del cual no entendía ni una sola palabra, con la esperanza de volver algún día a encontrarse con aquella mujer.



Thomas: Bueno, ¡tú dirás! ¿Cómo se pilota este cacharro?

Chew: ¿Aggg?

Thomas: ¿Qué? No me mires así, ya oíste a Leia, me levanté raro esta mañana. ¡Tú pilotas!


Los dos se sentaron a los mandos del Halcón Milenario y Chew encendió los motores. Thomas no sabía hacia donde se dirigían, ni le importaba, tan solo deseaba regresar al lado de Leia y cuanto antes se marchasen, antes regresarían. 


Mientras miraba al infinito, a través de un manto de estrellas luminiscentes, vio el rostro de Leia dibujado en él. Tras viajar a través de una infinidad de mundos paralelos, de ser una persona distinta en cada uno de ellos y de lidiar con todo tipo de criaturas, al fin había encontrado a la mujer de sus sueños, aquella que se le aparecía cada vez que cerraba los ojos y que nunca creyó encontrar junto a él al despertar.


Llevaban varias horas de vuelo, cuando un pitidito y una luz roja en una de las pantallas de control, sacó de su ensoñación al profesor.


Chew: ¡AGGGGG!

Thomas: Vale, no entiendo lo que me dices, pero eso no parece ser nada bueno.


Entonces notaron una sacudida, precedida de un impacto en la nave, que hizo saltar todas las alarmas.


Thomas: ¡Nos atacan!


Instintivamente, Thomas se dirigió a la posición de ataque, una pequeña claraboya en la que se encontraba una ametralladora anclada a una silla y donde comenzó a descargar ráfagas de un láser, contra dos cazas que les atacaban. Mientras, Chew pilotaba la nave intentando dar esquinazo a los cazas y Thomas procuraba mantener las naves en su punto de mira, nunca había sido muy bueno jugando a los videojuegos, por lo que alcanzar a su primer caza, fue todo un logro. 



Para Thomas, nada tenía sentido, pero disfrutaba como un niño con su nueva vida llena de aventuras. A pesar de estar siempre en peligro, de los efectos que el salto le provocaban y del sueño que tenía acumulado desde hacía días, por una vez en su vida, era feliz. 


Thomas: ¡Le di! Solo queda uno. ¡Mantén el rumbo, Chew!

Chew: Agg


Tras varios intentos, al fin logró derribar el último caza. Tenían el camino libre y aún mucha distancia por recorrer.

Chew fue a reparar los daños de la máquina, mientras Thomas se quedaba a los mandos.


Thomas: Tranquilo Tom, eres científico, seguro que puedes descubrir el funcionamiento de este cacharro y más te vale, porque como el Bigfoot o Wookie ese, se dé cuenta que no eres ese tal Han Solo que cree, te convertirás en parte de su almuerzo.- Se dijo a sí mismo. ¿Y este botón para qué será?- Apretando la súper velocidad.- 


Poco a poco se fue haciendo con el control de la nave y sintió que su confianza aumentaba por momentos, después de ese percance con la velocidad de la luz, Chew no le quitaba ojo, pero al menos se había relajado un poco, al parecer ese tal Solo hubiese hecho exáctamente lo mismo. 

Unas horas después, llegaron por fin a Tatooine, donde recogerían una carga que tenían que llevar de vuelta a Endor, donde Leia los esperaba.



Thomas: Conque esto es Tatoo... ¿Qué?

Chew: Agggg

Thomas: Pues eso dije. Vaya, qué calor que hace aquí.

Chew: AGGG

Thomas: Sí, lo veo, es un desierto. ¿Nos vamos entendiendo mejor, verdad, pies-grandes? Y eso que tú eres monosílabo.

Chew: ¡AGGGG!

Thomas: No te enfades, grandullón, que es broma.


Tom le dio una palmadita en la espalda al wookie y siguieron andando hasta llegar a un poblado. Chew le guió hasta una cantina, donde se sentaron para tomar algo y refrescar su garganta mientras esperaban a su contacto.


Luke: ¿Os hice esperar demasiado?- Quitándose la capucha que le ocultaba.- 



Chew: Aggg

Luke: Yo también me alegro de verte, Chew. Hola Han. ¿Qué tal mi hermana?

Thomas: Muy hermosa, pero con mucho carácter.

Luke: Eso es que no ha cambiado nada.


Thomas y Luke se dieron un abrazo.


Thomas: Conque tú eres la carga que debemos transportar.

Luke: Sí, he de hablar con el consejo, hay algo en la fuerza que me perturba, algo malo se está preparando.

Thomas: ¿Qué y cuándo? ¿La fuerza?

Luke: No lo sé, pero de lo que sí estoy seguro es que ya ha comenzado y no hay vuelta atrás.

Thomas: No soy de los que creen en el destino, yo forjo mi propio destino, aunque después de lo que he vivido... Estoy más abierto a lo desconocido, eso te lo puedo asegurar.

Luke: Será mejor que nos marchemos, el tiempo apremia.


Los dos hombres y el wookie se marcharon rumbo a la nave, pero cuando salían de la cantina...


Cazarrecompensas: Vaya, vaya. Mirad a quién tenemos aquí. ¿Debajo de qué piedra te habías metido, Solo?

Thomas: ¿Nos conocemos?

Cazarrecompensas: ¡Qué casualidad! ¿Pierdes la memoria con todos a los que les debes dinero o solo conmigo? Por eso nunca pagas. ¿Verdad Solo? Pero a mí me pagarás, aunque sea con tu vida.

Luke: Este hombre no te debe nada. – Colocando su mano frente al cazarrecompensas.-


Cazarrecompensas: Este hombre no me debe nada. – Repitiendo lo que Luke le dijo.-

Luke: Ahora te apartarás de nuestro camino y no recordarás habernos visto.

Cazarrecompensas: No os he visto.


El hombre se apartó y continuó su camino hacia la cantina, como si nada hubiese pasado.


Thomas: Vaya, eso es muy práctico. ¿Me lo puedes enseñar?

Luke: Ojalá pudiese, Han, ojalá pudiese.

Thomas: Quizás no me lo puedas enseñar a mí, pero seguramente habrá más gente por ahí como tú, a la que sí podrías enseñarle tus habilidades.

Luke: No lo creo, aunque todo puede darse, la fuerza es muy poderosa, ya se verá.


Los dos hombres y el wookie llegaron a la nave sin más contratiempos, cada uno ocupó su posición y salieron rumbo a Endor.


Thomas: Me parece extraño que no intenten atacarnos, el viaje de ida no fue tan tranquilo, esperaba algo más movidito.


Luke: Mientras que yo esté en esta nave, estaréis a salvo.

Thomas: Me parece bien, este cacharro no creo que aguante otra embestida como la de antes, sin pasar por un taller.


Varias horas después, llegaron al hangar, donde Leia los esperaba.


Leia: Sabía que volverías y para mi sorpresa, habéis regresado mucho antes de lo que me esperaba. ¿Cómo? – Abrazando a Thomas.-

Thomas: Me he dado cuenta que no puedo estar alejado de ti mucho tiempo. Por lo demás, pregúntale a tu hermano.

Leia: ¡Luke, cuánto tiempo! - Dispuesta a abrazar a su hermano.-

Luke: Leia, tú... ¡¿Estás embarazada?!

Thomas: ¿¿QUÉ?!


Thomas se despertó en una camilla de hospital, con un tubo en la garganta que le impedía respirar por sí mismo y lágrimas en los ojos.


Enfermera: ¡Doctor, es él, se ha despertado! Tranquilícese, todo irá bien, le sacaré el tubo para que pueda respirar, pero no intente hablar, tendrá la garganta muy dañada y reseca. El médico le explicará todo enseguida. – Mientras le extraía el tubo de la garganta.- 


Poco después, un hombre mayor, con unas gafas que le venían grandes se aproximó a Thomas con una vaso de agua en las manos y se lo entregó.


Dr. James: Bébalo despacio. Soy el doctor James y está usted en el hospital. ¿Recuerda cómo se llama?


Thomas: Me llamo Thomas Hardison y soy profesor en la Universidad de Oxford.- Con voz ronca.-

Dr. James: ¿Qué recuerda de lo sucedido?

Thomas: ¿Y mi medallón?- Llevándose las manos al cuello.- 

D. James: Se lo llevó la enfermera para limpiarlo, tenga, estaba muy sucio. Es normal, después de tanto tiempo, nunca pensamos que la solución para despertarle del coma sería arrebatarle ese colgante del cuello.- Tendiéndole la mano en la que se encontraba el medallón.-

Thomas: ¿Coma? ¿Cuánto he estado en coma?

Dr. James: Señor Hardison, lleva usted en coma unos 30 años.

Thomas: ¿Qué? No puede ser, solo llevo una semana fuera de casa. ¡No! - Se llevó las manos a la cara y comprobó que había envejecido 30 años de repente.- 

Dr. James: Lo siento, pero no es verdad. Ha estado usted aquí desde el día que ingresara, hace ya 30 años. Usted entró el mismo día que a mí me trasladaron a este hospital, lo recuerdo perfectamente. Le dejaré un momento para que lo asimile todo y más tarde regresaré con usted.


El doctor salió de la habitación y Thomas se colocó el colgante de nuevo en el cuello. ¿Por qué había regresado? Él no había vuelto a usar el medallón, aquella vida le gustaba, aquella mujer le gustaba. ¿Por qué...? Entonces se percató que le habían quitado el amuleto del cuello, no en sueños, como había sucedido con los extraterrestres, sino en la vida real, en la que había perdido 30 años postrado en una cama de hospital. ¿Qué pasaría con Leia y con su hijo? ¿Qué otras aventuras se habría perdido? 


Agente Smith: ¿Señor Hardison?

Thomas: ¿Quién es usted?

Agente Smith: Lo importante no es quién soy yo, sino quién es usted y qué puede hacer por su país, su majestad le necesita.

Thomas: ¿La reina? ¿A mí?

Agente Smith: ¿Quiere acompañarnos? Su vida, sus conocidos, ya nada es como era el día en que se marchó. Puede empezar de cero en un mundo que no comprende o venir con nosotros y regresar allí de donde ha venido.

Thomas: ¿Cómo lo saben?

Agente Smith: Nosotros lo sabemos todo, tenemos ojos en todas partes, señor Hardison. – Apuntando a una cámara en la esquina  superior izquierda de la habitación.- 


Thomas lo pensó detenidamente, ya no le quedaba nada de su antigua vida y ahora que había probado aquella otra, no consentiría que nadie se la arrebatase.


Thomas: ¿Para qué me necesitan? 

Agente Smith: Usted es el primer ser humano en viajar a través del tiempo y el espacio, queremos que forme parte de nuestro equipo. Que enseñe a nuestros agentes temporales y nos ayude a comprender todo el proceso del salto en el tiempo.

Thomas: Con una condición, el amuleto es mío y de nadie más.

Agente Smith: Si le permite a los investigadores trabajar con él, usted podrá estar presente en todo momento y será su portador. ¿Le parece bien?

Thomas: ¿Dónde hay que firmar?


Tarde o temprano lograría dar con ese increíble mundo, volvería con aquella hermosa mujer que un día formó parte de sus sueños y que por un efímero momento, se había convertido en parte de su realidad. Enseñaría a las nuevas generaciones lo que había vivido, como había hecho antaño y volvería a sentirse vivo de nuevo. No estaba loco y tarde o temprano, toda la verdad saldría a la luz.

FIN