Unos meses
antes de Halloween, en pleno Agosto, Eli se estaba preparando para irse de
acampada con unos amigos.
Jezabel: No gracias, prefiero quedarme en
casa, pero pasarlo muy bien por mí. Tengo mucho que preparar para tu fiesta de
cumpleaños y si no estás presente, no incordiarás.
Elizabeth: Jajajaja. ¿Segura que te puedes
encargar tú de todo?
Jezabel: Por si no fuera poco el ser hermanas,
somos brujas, creo que podré apañármelas yo sola. Además, cuando regreses de la
acampada lo verás ya todo listo y al fin podré sorprenderte con algo.
Elizabeth: Muchas gracias hermanita, te debo
una.
Jezabel: Eso seguro. Pásalo bien y a la vuelta
me cuentas todo con pelos y señales.
Mientras Eli
terminaba de preparar la mochila con lo que se llevaría a su acampada,
Jezabel se sentaba en el banco junto a la ventana para escribir la lista de
tareas pendientes para la celebración del cumpleaños de su hermana, que tendría
lugar una semana después. Estaba absorta en sus pensamientos cuando escuchó un
claxon. Jezabel miró por la ventana y vio a un joven muy apuesto pero algo
pálido esperando en un descapotable rojo a la puerta de su casa. El joven alzó
la vista y su mirada se topó con la de Jezabel. Esos ojos se le quedaron grabados
a fuego en la memoria. Vio como su hermana montaba en el coche minutos después y se despedía de
ella con la mano alzada mientras el coche tomaba la curva que le llevaría hacia
las afueras de la ciudad. Jezabel sintió una punzada en el corazón, algo no iba
bien, esos ojos, ese chico no era de fiar.
¿Y si su hermana se iba de acampada
con los amigos, dónde estaba el resto del grupo? Tuvo tan mal presentimiento
que decidió llamar a todos los conocidos de su hermana y para su sorpresa, nadie sabía
nada de la acampada.
No era
normal, su hermana era muy responsable y jamás se marcharía sin decir nada a
nadie. Le había contado que se iba con unos amigos. ¿Quizás fuesen amigos de ese chico? Porque Eli no podía
haberla mentido, entre ellas eso era imposible, estaban realmente conectadas.
Jezabel: ¿Pero y si ella no sabía nada? ¿Y si era
una trampa?
Llamó a su
hermana durante un largo rato, pero no cogía el teléfono y de repente todo se detuvo, un pinchazo en el corazón,
esta vez fue más fuerte que el anterior e hizo que a Jezabel se le escurriese
el teléfono de las manos cayendo al suelo, después cayó ella y se puso a
tiritar. Su padres al escuchar el ruido subieron veloces la escalera y al
encontrar a su joven hija en tal estado la trasladaron al hospital más cercano. Jezabel no
dejaba de asegurar que a su hermana le había sucedido algo malo, por lo que mientras
ella permanecía ingresada en el hospital por un ataque de ansiedad, sus padres
se pusieron en contacto con la policía local y comenzaron la búsqueda.
Varias horas
después, tras haber regresado a casa desde el hospital y estar pendientes del
teléfono, llamaron al timbre. Jezabel abrió la puerta y al ver a dos agentes
con las gorras en la mano y empapados hasta los huesos por la incesante lluvia,
lo supo, su hermana estaba muerta. Se echó al suelo con las manos en la cara y
se fundió en un mar de lágrimas.
Cada día iba
a aquél inhóspito lugar. Allí, en un claro del bosque, habían encontrado a su
hermana muerta. No habían encontrado ni una sola gota de
sangre en el escenario del crimen, por lo que la policía creía que el cadáver
había sido movido, pero Jezabel sabía que no. Su hermana había sido asesinada
por un vampiro, aquellos ojos sombríos no los olvidaría jamás.
Se colocó
mejor la capucha roja, ya que se estaba empezando a mojar la cara y tenía un
mechón de pelo pegado a la mejilla. Golpeó una piedrecita que había cerca del
lugar y unos pocos metros más adelante, vio algo reluciente. Se agachó a
cogerlo y era la cadena rota de su hermana con el amuleto aun enganchado en
ella. Cogió la cadena entre sus manos y la apretó con tanta fuerza que se clavó
la cruz celta de plata en la palma de la mano, dejando escapar
unas cuantas gotas de sangre.
De pronto lo
supo, tenía que hablar con su hermana, pero la ouija siempre le había dado miedo,
sabía que los espíritus que rondaban la tabla nunca eran los que uno esperaba
encontrar, tan solo demonios y espíritus bromistas, nada con lo que se deba
tratar. Decidió que esa noche, la noche de Halloween sería perfecta para la
ocasión, iría al cementerio a despertar al espíritu de su hermana para buscar
justicia, no podía dejarlo pasar ni un minuto más.
Se marchó al campus, necesitaba estar en su rincón favorito de pensar, el gran árbol que había plantado en su facultad, allí podría idear un hechizo de invocación. Era raro, no podía ver a los espíritus desde la muerte de su hermana, por ello necesitaba el hechizo. Supuso que el motivo sería, como le había dicho su abuela años atrás, que estar furiosa no ayudaba a que su don se manifestase. Jezabel estaba demasiado tensa para poder ver a su hermana, o quizás esta había cruzado al otro lado y tendría que esperar el año de rigor para que le permitiesen verla, pero Jezabel necesitaba respuestas ahora.
Allí sentada
terminó de realizar el hechizo, algo sencillo, no tenía la cabeza para mucha
rima y se marchó a casa para recoger velas, incienso y algún que otro artilugio
de su hermana para poder crear la invocación. Tenía el colgante,
un cepillo de pelo y un álbum de fotos, entre otras cosas.
Al llegar al
cementerio, colocó todos los objetos sobre la tumba de Eli y se preparó para
realizar la llamada al más allá, que por cierto, no tardó mucho en ser
contestada.
Ante ella se
alzaba su hermana, tan hermosa como siempre. Tenía una expresión de ternura en
la cara que a Jezabel le hizo rememorar tiempos felices, por lo que se puso a
llorar otra vez, algo que últimamente hacía demasiadas veces.
Jezabel: ¡HERMANA!
Las dos se
alegraron mucho de poder verse, pero no tuvieron apenas tiempo para
disfrutarlo, ya que un vampiro interrumpió el encuentro, pero no era un vampiro cualquiera, era el que le había arrebatado a Eli de su lado.
James: Vaya, vaya. Reunión de hermanas. Al fin
te conozco querida. Pero más vale tarde que nunca, sobre todo si sabes tan bien
como tu hermana.
El vampiro
se abalanzó sobre Jezabel y ésta le repelió con un remolino de viento y una
grieta que abrió en el suelo, producto de su don de bruja para manipular los
elementos, pero el vampiro no solo era veloz, sino también astuto y consiguió
posicionarse tras ella. Cuando estaba a punto de matarla, Jezabel vio dos
luces que se aproximaban a gran velocidad hacia ellos. Según las luces se iban acercando,
pudo reconocer la silueta de un gran lobo gris, hasta tenerlo justo encima. El
lobo saltó sobre ella haciéndola caer al suelo inconsciente.
Abrió los
ojos al escuchar la voz de su hermana que la llamaba en la lejanía y le pedía
que huyera y eso hizo. Se incorporó y vio como el vampiro y el lobo luchaban
encarecidamente. El vampiro intentaba apresar al lobo y partirle en dos,
mientras el lobo intentaba degollar al vampiro con sus enormes fauces. Se levantó y
echó a correr siguiendo a su hermana hasta una antigua cripta que le resultaba
familiar.
Jezabel: Esto me suena, yo ya he estado antes aquí.
Entró sin
más dilación al escuchar un grito de dolor proveniente del lugar que había
dejado atrás. No sería fácil dar esquinazo al vampiro, era demasiado rápido,
tan solo podría esconderse unas horas hasta que el sol saliese. Se metió en un
ataúd con un anciano en descomposición, por orden de su hermana. Las tripas se
le revolvieron con aquél olor putrefacto. Intentaba mantenerse en silencio pero
no dejaba de quitarse gusanos de encima. Era tremendamente asqueroso, al menos
las moscas se habían largado al abrir la tapa del ataúd. Sabía que no
aguantaría allí muchas horas, pero entonces miró al anciano y reconoció a su
antiguo vecino, el señor Oliver.
Jezabel: Ya decía yo que este lugar me
resultaba familiar.
De pronto la
tapa del ataúd se abrió y el vampiro la cogió del cuello alzándola y sacándola
de allí. Ya estaba en sus garras de nuevo y esta vez no tendría tanta suerte,
sus días de vida llegaban a su fin.
Entonces
comenzaron a llover piedras por todas partes, el vampiro la soltó y ella echó a
correr, no sin antes percatarse de los dos fantasmas que le habían dado la
oportunidad de escapar de nuevo, el anciano y su hermana.
Cuando salía
por la puerta, volvió a toparse con aquél lobo al que creía muerto.
Jezabel: Genial, no moriré a manos de un
vejestorio de cientos de años pero sí por las garras de un perro rabioso.
El lobo
saltó hacía ella y Jezabel se agachó, dejando al lobo pasar por encima y
aterrizar sobre el vampiro que estaba a punto de apresarla.
Jezabel permaneció inmóvil viendo como varios lobos seguían al primero y
entraban en la cripta saltando sobre ella. Los lobos se habían abalanzado sobre
el vampiro que gritaba al ser devorado por ellos. Los animales lo
descuartizaron y cada uno se llevó un trozo para enterrarlo lejos, todos
excepto el gran lobo gris que parecía estar herido. Jezabel se aproximó al lobo
y este en defensa le gruñó, pero ella no se detuvo.
Jezabel: No tengas miedo, me has salvado la
vida, déjame ayudarte.
Se arrancó
un pedazo de la camisa que llevaba y se la ató en la pata al lobo a modo de
vendaje. El lobo le lamió la cara y ella le acarició detrás de las orejas.
Eli: Hermana, no es un perro.
Jezabel: Ya lo sé, es un lobo.
Oliver: No estaría yo tan seguro.
De pronto
el perro se apartó de ella y se dirigió a un rincón al que no llegaba la luz de la
luna. El lobo comenzó a retorcerse hasta que cayó al suelo y segundos después había desaparecido, en su lugar había un joven desnudo recostado sobre el
frío suelo. Jezabel no
daba crédito a lo sucedido.
Jezabel: ¿Michael?
Michael: ¿Te acuerdas de mí?
Jezabel: Claro que sí. – Tapándose los ojos.-
¿No podrías ponerte algo encima?
Oliver
apareció cargando un mono de trabajo de uno de los enterradores.
Michael: ¿Y esto? – Al ver como un mono de
enterrador llegaba volando hasta sus manos.-
Oliver: Niño no seas quisquilloso, por aquí
no tenemos grandes almacenes y si los hubiese, tampoco les daríamos ningún uso.
Jezabel: Ya te lo explicaré más tarde.
Michael se
vistió y se puso de pie.
Michael: ¿Estás bien? –Aproximándose a
Jezabel.-
Jezabel: Sí. ¿Y tú? Con que eres un
hombre-lobo, ya sabía yo que ocultabas algo.
Michael: Y tú... ¿una bruja?
Los dos
chicos se miraron y se echaron a reír. Lo peor ya había pasado y gracias a Michael
ella había conseguido matar dos pájaros de un tiro, hacer justicia para su
hermana y además seguir de una pieza tras el encontronazo con el vampiro asesino.
Eli: Gracias Michael.
Jezabel: No te oye.
Michael: ¿Cómo? Claro que la oigo y además la
veo.
Jezabel: Cierto, la invocación. ¿Pero a él no
le ves, verdad? – Señalando al anciano.-
Michael: ¿A quién?
Jezabel: El fantasma de mi hermana no es el
único que nos acompaña. El anciano de esta cripta, el señor
Oliver, también fue
de gran ayuda. –Señalando al ataúd abierto.- Siento la intromisión.
Oliver: No te preocupes querida, fue un
placer veros crecer a tu hermana y a ti, siento mucho no haber podido ser de
más ayuda con lo de Elizabeth.
Jezabel: ¿Por qué no ha cruzado? Usted murió
hace muchos años, aun lo recuerdo.
Michael: ¿Cómo?
Jezabel: Espera un momento Michael, ahora te
pongo al día.
Oliver: Necesito darle un mensaje a mi hija,
sin eso no podré marcharme en paz.
Jezabel: Yo le ayudaré encantada, solo espero
no asustarla demasiado.
UNOS DÍAS DESPUÉS
Jezabel: Verá, sé que es difícil de procesar
como le dije por teléfono y le agradezco que haya confiado en mí y me haya
dejado entrar en su casa. Tengo un don que puede ayudarla y no le costará nada,
por lo que yo no gano nada con venir aquí, tan solo ayudar a un viejo amigo. Su
padre era mi antiguo vecino y yo veo fantasmas, espíritus para ser más exactos.
Él se ha puesto en contacto conmigo para darle un mensaje. Me ha pedido que le
diga que la quiere, que nunca se lo dijo y que no fue culpa suya el dejarse de
hablar, que son los dos igual de testarudos y para eso no hay remedio que
valga. Siente no haber intentado arreglar las cosas y le pide que le perdone.
Megan: Claro que le perdono, porque no hay
nada que perdonarle. Sería él quien debería perdonarme a mí. Fui una cría al
discutir con él por esa tontería, intenté llamarle muchas veces, pero como me
dijo que no quería volver a saber nada de mí sí me iba con aquél chico, pues
eso hice, desaparecer de su vida y no hay día que no me arrepienta. Aquél chico
resultó ser un cerdo, mi padre tenía razón, pero por orgullo nunca se lo dije.
¿Cree que podrá perdonarme por no estar con él cuando más me necesitaba? ¿Se lo podría preguntar?
Jezabel: Hágalo usted misma, él está aquí,
junto a usted.
Jezabel
salió por la puerta de aquella casa y cuando se disponía a bajar los escalones
sintió que alguien se acercaba corriendo, era Megan, la hija de Oliver. Nuestra
joven bruja se giró a tiempo de ver como Megan se abalanzaba sobre ella en un
abrazo enternecedor, para darle las gracias por todo. Después, Megan volvió a
entrar y Jezabel bajó los escalones del porche para coger la mano del joven que
la esperaba pacientemente.
Michael: Creo que te ha sentado bien hacer esto
por ellos, se te nota mucho más feliz. Y me gusta mucho tu cambio de look.
Jezabel: Lo sé, ahora puedo ser realmente
feliz. Sé que mi hermana ha cruzado al otro lado y Oliver también. He podido hacer justicia ayudando a un buen hombre y además te tengo a ti.
–Se aproxima a él y le besa con dulzura.-
Michael: No se si seguirás diciendo eso
después de esta noche.
Jezabel: No creo que sea para tanto.
Michael: Cena con nuestros padres, dos brujas, dos hombres lobo y un humano que es tu padre. ¡Qué va! No hay de qué preocuparse.
Jezabel: Mi suegro lo empieza a aceptar y tu
suegra ya lo sabía desde hace años.
Michael: No es justo, eso de tener visiones
le quita toda la gracia al asunto.
Jezabel: Puede que una pequeña brujita medio
loba, le haga cambiar de opinión al abuelo.
Michael: ¿Me estás diciendo que…?
Jezabel
sonrió y Michael la abrazó, aún no procesaba la noticia.
Michael: No me lo puedo creer, voy a ser
padre, me has hecho el hombre más feliz. Te quiero.
Jezabel: Pues más vale que te agarres los
machos querido, porque según mis cálculos salgo de cuentas en verano, así que
tendremos una pequeña Eli correteando por ahí muy pronto y
ya sabes que mi hermana era de armas tomar.
Michael: Lo sé, pero será un placer tener una
mini Eli de nuevo por aquí. ¿No crees?
FIN
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