Elizabeth se despidió de su hermana que la observaba por la
ventana con la mano alzada. No soportaba estar separada de ella, eran como
gemelas. Jezabel era un año mayor que ella y siempre iban
juntas a todas partes.
Eli: Lástima que no haya podido venir mi hermana, pero está
obsesionada con mi cumpleaños y quiere prepararme una fiesta para cuando regrese. Tan
solo nos vamos una semana de acampada, pero ya la echo de menos.
James: Sí, una lástima que tu hermana no haya podido
honrarnos con su presencia, me hubiese gustado mucho conocerla.
Eli: Lo harás. Por cierto, ¿dónde hemos quedado con el resto
del grupo?
James: ¿Quién?
Eli: Tus amigos, los que vienen con nosotros a la acampada.
James: Sí, claro. Hemos quedado en el claro del bosque,
cuando lleguemos, ya tendrán las tiendas
montadas y la hoguera lista.
Eli: Perfecto, porque tengo unas ganas locas de empezar a
contar historias de miedo y asar nubes junto al fuego.
Cuando llegaron a una zona en la que tenían que dejar el
coche e ir a pie, siguieron un sendero que parecía abandonado. De pronto Eli
sintió que algo iba realmente mal y se detuvo, pero cuando se dio la vuelta
para encararse con James, ya era demasiado tarde, el joven vampiro se abalanzó sobre ella
y le mordió en el cuello dejándola sin una gota de sangre en el cuerpo.
Mientras la vida se le escapaba entre los dedos a Elizabeth,
recordó los momentos felices que había vivido junto a su hermana Jezabel cuando
eran pequeñas. La casita del árbol en casa de sus abuelos, los veranos en el
lago junto a sus padres, las noches de lluvia contando historias de miedo con
una linterna bajo las sábanas y muchos otros recuerdos que se irían con ella a
la tumba.
De repente todo se volvió oscuro y lo último que llegó a ver
fue la cara de su asesino, cubierta con su sangre y con una expresión de
satisfacción grabada en su rostro.
Abrió los ojos y se vio flotando unos metros sobre el suelo.
¿Dónde estaba? Su cadáver estaba tirado entre unos matorrales, sin vida, cubierto de agua
por la lluvia. Entonces escuchó unos gritos, cuando se giró, vio a un policía
con una linterna haciendo señales para avisar que había encontrado a la joven
desaparecida y esa no era otra más que ella misma. Pudo ver como se llevaban su
cuerpo al depósito, pero no podía marcharse de ese lugar, había algo que la
ataba y no la dejaba avanzar.
Pocos días después de su muerte, cuando la policía había
abandonado la escena del crimen, apareció Jezabel, su hermana. Llevaba puesta
su capucha roja tan característica. Intentó acercarse y hablar con ella, su
hermana era bruja y podría escucharla, podría avisarle de lo sucedido y así
sería libre para cruzar al otro lado, pero el dolor que Jezabel sentía era tan
intenso que se cerró en banda y no lograba escuchar nada ni a nadie.
Pasaron los meses y Eli veía como cada día después de clase
su hermana visitaba su tumba y después visitaba el lugar donde murió. Pensaba
que algo se les había escapado a los policías y que ella lo encontraría.
Una pista que reabriese el caso de su hermana, algo que sirviera para encontrar
aquél joven que se había llevado a Eli para no
volver nunca más.
A Eli se le partía el corazón de ver así a Jezabel, pero un
día todo cambió. Era el día de Halloween y Jezabel, en un ataque de rabia, había
golpeado una piedra y esta había ido a parar junto a un objeto brillante. Instintivamente
Eli se llevó las manos al cuello y se dio cuenta, por primera vez en unos
meses, que su colgante con la cruz celta había desaparecido. Al fin entendía por
qué estaba atada a aquél lugar y no a su familia, como era lo normal.
Jezabel cogió la cadena y se la llevó. De pronto Eli sintió
como si alguien la arrastrase, era el collar, estaba atada a ese collar. Siguió
a su hermana hasta el campus de la Universidad, la vio sentada en su árbol preferido escribiendo un
hechizo.
Eli: ¿De invocación? Pero si estoy aquí. ¿Por qué no me
escuchas? Eres médium, deberías oírme. No lo entiendo. ¡EHHH HOLAAAA!
Imposible, desisto.
Oliver: No se lo tengas en cuenta, está sufriendo y eso le
ciega, no es culpa suya. Además, no suelen permitir comunicación con nuestros
seres queridos hasta que estos han comenzado a superar nuestra pérdida.
Eli: Ups, qué susto. ¿También eres un fantasma?
Oliver: Lo siento, preferimos que nos llamen espíritus, pero
sí.
Eli: ¿Por qué todavía no has cruzado?
Oliver: Quiero despedirme de mi hija, pero no encuentro el
modo de hacerlo y sería muy grosero por mi parte pedírselo a tu hermana en
estos momentos, por lo que supongo que tendré que esperar un poco más.
Eli: Gracias por no agobiarla, ahora mismo no creo que pueda
con nada de esto. Lo que no entiendo es por qué quiere invocarme, si sigo aquí.
Oliver: Pero ella no lo sabe, de ese modo hará que preste
más atención a los detalles y puede que su don deje de estar bloqueado.
Eli: No puede ser. ¡Es él!
Oliver: ¿Quién?
Eli: Aquél que está aparcado en un coche rojo, es el vampiro
que me mató y… No, no puede ser. La observa a ella. No permitiré que le haga a
mi hermana lo mismo que me hizo a mí.
Oliver: Tranquila, tu hermana estará a salvo. Mira allí.
¿Ves a esos dos chicos?
Eli: ¿Dónde?
Oliver: Allí, junto a la bandera.
Eli: Sí. ¿Qué pasa?
Oliver: El joven de la izquierda es un hombre lobo y está
enamorado de tu hermana desde que eran unos críos.
Eli: ¿Michael un hombre lobo? Sabía que estaba tras mi
hermana, pero nunca imaginé que fuese un hombre lobo.
Oliver: Vosotras las brujas sois muy listas para muchas cosas,
pero demasiado despistadas para otras.
Eli: Lo sé. ¿Crees que la protegerá?
Oliver: Dalo por hecho, es su perro guardián.
Entonces Jezabel se levantó y salió a correr, por lo que
arrastró con ella a Eli que se despidió del anciano con un grito ahogado, menos
mal que no podía escucharla nadie.
Estuvieron en casa recogiendo velas y hierbas aromáticas.
Jezabel lo guardó todo en su mochila junto al incienso de romero, un encendedor
y agua bendita. Cogió su athame y lo ocultó en su bota, por si le era necesario
y se marchó rumbo al cementerio donde se encontraba enterrada Elizabeth.
Al llegar a la tumba, Eli se quedó atónita viendo su nombre
escrito en una lápida de mármol blanco, con el símbolo de la triqueta dibujado
en oro sobre la inscripción.
“A la mejor hija, hermana y amiga, que la Diosa te guíe en
tu camino hacia el otro lado. Te queremos Eli.”
No podía derramar lágrimas, pero su pena era tan grande que
no hacía falta verla llorar para ver lo hundida que se sentía. Jezabel estaba
preparando todo el ritual, colocando las velas blancas en círculo, el
colgante de su hermana sobre su lápida, encendiendo el incienso y una vez
estuvo todo listo, se sentó junto a la tumba de su hermana a recitar el hechizo
que había escrito bajo el gran roble que adornaba el campus. Eli sintió que
alguien las observaba y al echar un vistazo tras de sí, vio movimiento en uno
de los árboles, se puso a la defensiva, pero al ver que solo era Michael, el
perrito faldero de su hermana, se relajó.
Notó que algo la atraía hacia la lápida y cuando se quiso
dar cuenta estaba otra vez volando unos metros por encima del suelo.
Jezabel: ¡HERMANA!
Eli: ¿Me ves?
Jezabel: Claro que te veo. Al fin estás aquí, te he echado
mucho de menos.
Eli: Siempre he estado aquí, no me marché. Sigo atada al
collar y debo avisarte. Estás en peligro, aquél chico…
James: Vaya, vaya. Reunión de hermanas. Al fin te conozco
querida. Pero más vale tarde que nunca, sobre todo si sabes tan bien como tu
hermana.
Eli: ¡CORRE JES, CORRE!
El vampiro se abalanzó sobre Jezabel y ésta intentó repeler
su ataque con un remolino de viento, pero el vampiro era muy fuerte y consiguió
aproximarse más a ella, entonces golpeó el suelo y lo agrietó, pero fue listo y
de un salto se colocó a su espalda, estaba a punto de matarla cuando Eli se
lanzó sobre él, pero era un fantasma y lo atravesó, el vampiro se rió mientras
Jezabel se resistía, cuando estaba a punto de morderla, un gran lobo gris
apareció de la nada y se lanzó a por el vampiro, tirándolo al suelo y haciendo
que soltase a la bruja que quedó medio inconsciente al golpearse la cabeza.
Eli se aproximó a su hermana y le habló para que ésta se
levantase, le costó un poco pero mientras el lobo y el vampiro luchaban,
Jezabel se despertó y echó a correr. Eli le mostraba el camino, era imposible
salir de allí sin luz, ya que la linterna la había dejado en la tumba y las
nubes habían vuelto a ocultar la luna llena que les servía de alumbrado. Decidieron que
lo mejor sería esconderse, por lo que bajaron hasta una cripta.
Eli: Rápido, métete en el ataúd.
Jezabel: ¿Estás loca? No pienso hacerlo.
Eli: Hazlo hermana, ese es el vampiro que me mató.
Jezabel: Lo sabía, pero no había pruebas de ello, por
poco me toman por loca y me encierran cuando se lo conté a nuestros padres y a
la policía, por ello te llamé, para que me ayudases a vengarte.
Eli: Michael lo hará por las dos, ahora escóndete por
favor.
Jezabel: ¿Michael? ¿Dónde…?
Eli: Te lo explicaré luego, a prisa. El olor a muerto
ocultará un poco el tuyo.
Jezabel estaba asqueada, pero no le quedaba otra, así que
abrió a duras penas la tapa del ataúd y se ocultó junto al anciano que allí
había, o mejor dicho, junto a lo que quedaba de aquél hombre que había sido
devorado por los gusanos. Jezabel sentía arcadas y no aguantaría mucho en aquél
lugar y así fue, pocos minutos después el ataúd se abrió y el vampiro se asomó.
James: Aquí estabas, chica mala. Pero, ¿sabes qué? Soy muy
buen cazador y tú eres mi presa.
Eli: Noooo.
CONTINUARÁ…
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