Estábamos
sentados, Adanedhel nos informó que venía de Minastirith, allí la guardia se
estaba preparando para hacer frente a la horda de orcos que se estaba agolpando
en las puertas de Mordor.
De pronto me
fijé que bajo la capa, Adanedhel, llevaba una espada y por el mango me di
cuenta que era Anduril.
Charlie: Wow, wow, wow. Espera un momento.
¿Esa es Anduril? ¿Puedo tocarla? ¿Porfa?
Adanedhel: Tranquila, te la dejaré cuando
salgamos de aquí, pero baja la voz, no quiero que nadie me reconozca.
Me quedé
mirando embobada la espada, por lo que desconecté de la conversación hasta que
vi que se levantaban.
Charlie: ¿Nos vamos?
Gandalf: Si, insensata. Nos vamos a Rivendel,
baja la voz.
Charlie: Jo, ni que hablase a bocinazos.
Salimos de
la posada y nos subimos al carro. Adanedhel, se montó a lomos de su corcel, que
por cierto era impresionante y encabezó la marcha.
Pasamos
varios días en el camino, parando solo a descansar para dar agua a los caballos
y dormir un poco.
Charlie: En la película parece que todo está más
cerca.
Sam: ¿Decías?
Charlie: Nada, nada. Tan solo me pregunto si
aún nos falta mucho para llegar.
Gandalf: Estamos llegando. ¿No oyes las
cascadas?
Charlie: No oigo nada.
Gandalf: Pon atención a lo que te rodea.
Charlie: Sigo sin oír nada.
Gandalf: Bufff.
Intentaba
escuchar algo, pero entre el ruido de los caballos, del carro y de Sam tragando
como un desesperado a causa de los nervios, no escuchaba ni una cascada, ni un
rio, ni siquiera un diluvio universal.
De pronto el
carro se detuvo, al igual que Adanedhel. Me puse nerviosa, no sabía que pasaba
hasta que Gandalf nos informó que estábamos llegando a Rivendel. Entonces, tras
la vegetación pude observar la ciudad de los Elfos y las cascadas de las que
hablaba Gandalf, me invadió un sentimiento de júbilo tan grande que me bajé del
carro y eché a correr hacia allí. Me sentía flotar en el aire hasta que me di
cuenta que no avanzaba y que en verdad estaba flotando, Gandalf me había enganchado
de la camisa con su bastón y me tenía en vilo.
Gandalf: ¿A dónde vas insensata?
Charlie: A Rivendel, siempre quise ir allí.
Gandalf: No puedes presentarte en la casa de
Legolas como una necia loca, los arqueros no dejaran que pases más allá del
puente. Si llegas conmigo no habrá problema.
Charlie: Lo siento, el entusiasmo me puede.
Gandalf me
obligó a subir de nuevo al carro, junto a Freja y Sam. Al llegar al puente, el
mago exigió ver a Legolas, pero no había nadie. ¿O sí? De repente, varios elfos
se mostraron ante nosotros, estaban ocultos entre las ramas de los árboles,
tras la cascada y en los salientes de las rocas que había por encima de
nuestras cabezas.
Charlie: ¡Vaya! Esto si que es un consejo de
bienvenida, deberían de aprender en Moondor.
Freja: Había escuchado historias acerca de
la ciudad de los elfos, pero jamás salí de la Comarca, es precioso.
Uno de los
elfos que estaba al mando, nos llevó a través de la ciudad, hasta esa extraña
plazoleta que vi en la película, donde se formó la primera comunidad del
anillo. Se me saltaron las lágrimas al sentir que estaba en el lugar más
maravilloso del mundo. Cerré los ojos y respiré hondo, me llené los pulmones de
hierbas aromáticas que los elfos plantaban por todo el lugar. Laurel, hierba
buena, eucalipto, menta, son algunas de las plantas que pude reconocer en el
ambiente. Nos sentamos en las sillas de piedra que había formando un círculo,
yo estaba sentada en el mismo puesto que años atrás había estado ocupado por
Legolas, el actual señor de Rivendel. Las vueltas que da la vida, ahora él era
el dueño y señor de todo aquello. De pronto, vi como los elfos se agachaban en
una reverencia y abrían un camino hasta el interior del círculo. Me agaché,
imitando su comportamiento, hasta que vi unos pies ante mí, levanté la cabeza y
allí estaba el elfo, mirándome con esos ojos azules tan embriagadores. Hizo un
leve gesto de inclinación con su cabeza mientras me mostraba una sonrisa,
sonreí y agaché la cabeza al darme cuenta que se estaba dirigiendo a mi espalda
y no a mí, ya que el hijo de Arwen se encontraba justo detrás mía. Después, con
paso firme se acercó a Gandalf para estrecharlo en un fuerte abrazo.
Legolas: Gandalf, viejo amigo, cuanto me
alegra verte.
Gandalf: Lo mismo digo, Legolas. ¿Qué hay de Gimli, cómo sigue ese viejo enano testarudo?
Legolas: No se encuentra en plena forma, pero
sigue siendo un fiel amigo y viene a verme de vez en cuando. Ha sido padre ¿Lo
sabías? Tuvo un hijo, igualito a él, la misma terquedad y sangre fría corren por sus venas.
Sam: Por lo que veo, te va bastante bien.
Legolas: Querido Sam, a mis oídos ha llegado
lo bien que te ha ido con el negocio de la cria de ponys, sobre todo estos
últimos años. Me complacería poder visitar a tu familia un día de estos y
conocer la Comarca. ¿Y quiénes son las dos jóvenes que os acompañan?
Gandalf: Ella es Freja. -Señalando a la
hobbit- Es la prima de Frodo. Y esta joven de cabellos rojizos es Charlie, una
humana. Creo que puede ser la portadora del nuevo anillo.
Charlie: ¿Yo?
Legolas: Vamos Gandalf, tenemos que hablar. En
privado.
Gandalf y
Legolas se marcharon junto a Sam y Adanedhel, dejándonos a Freja y a mí en
aquella pequeña plaza, siendo custodiadas por la guardia. Llevábamos esperando
unos minutos cuando una joven elfa nos trajo una jarra con agua fría y pan élfico
para tomar un tentempié. Al fin iba a probar otro manjar, el pan élfico, eso no
sucede todos los días. Cuando di mi primer bocado, lo hice intentando saborear
cada migaja que se desprendía, tenía un sabor a pan normal, pero con un leve
toque de canela y te verde. Era un bocado angelical.
¿Ángel? Me
acordé de Castiel y me hizo gracia pensar que podríamos hablar durante horas
sobre esta extraña aventura a mi regreso, si es que lograba encontrar la salida
del juego. Al principio me supo a gloria, pero tras comerme casi toda la fuente
de pan, debido a los nervios, comenzaba a tomarle manía. Freja permaneció
ausente todo el tiempo, se encontraba apoyada en la barandilla mirando al
horizonte. Me limpié las migajas y me acerqué a ella despacio.
Charlie: ¿Estás bien?
Freja: No lo sé. Nunca pensé que saldría de
la comarca, que visitaría los lugares de los que mi tío y mi primo me habían
hablado, siempre me imaginé casada con uno de mis vecinos y con una vida
rutinaria, todo esto me supera.
Charlie: Eso no se sabe, mírame a mí. Yo era
una simple, bueno, una magnífica hacker que tenía una vida rutinaria y fue
conocer a los chicos y he cazado monstruos, he sido reina de Moondor y he
vivido una historia de amor en Oz. Chica, la vida da muchas vueltas. ¿Quién me
iba a decir a mi que iba a tener la oportunidad de conocer a mis personajes
favoritos? Nadie, pero como decía Forrest Gump, la vida es como una caja de
bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.
Freja: ¿Quién es ese Forrest Gump?
Miré a la
hobbit con una sonrisa, me observaba extrañada, situación que en mi mundo
hubiese sido justo a la inversa, ya que no hay persona en su sano juicio que no
conozca a Forrest Gump, pero recordé dónde estaba, le puse una mano en el
hombro y le quité hierro al asunto.
Charlie : Es una persona muy conocida en el
mundo del que vengo. No le des más vueltas.
De pronto
los chicos regresaron. Me dieron ganas de recriminarles lo sexistas que habían
sido al dejarnos fuera de la reunión, pero comprendí que hacía tiempo que no se
veían y se habrían estado poniendo al día.
Cuando la
reunión daba comienzo, apareció, voz en grito, un pequeño niño barbudo y algo
cabezón, que portaba un hacha casi más grande que él mismo. ¿Sería el hijo de Gimli? Parecía que sí.
Legolas: Balin, bienvenido. Siento que tu
padre no haya podido venir por motivos de salud.
Charlie: ¿Balin, no era el señor de moria?
Balin: Sí, mi padre me puso ese nombre en
su honor. ¿Y tú quién eres, mujer?
Charlie: Charlie Bradbury, encantada de
conocerle.
Todos
comenzaron a hablar unos con otros, yo no entendía nada, por lo que me subí a
la mesa de piedra que había en el centro y grité para que dejaran de berrear.
De pronto,
una voz femenina me llamó la atención, por lo que me giré y pude ver a una
joven muy guapa, de pelo castaño y ojos azules.
Adanedhel: ¡Lórien! ¿Qué haces aquí?
Charlie: ¿Lórien?
Adanedhel: Es la hija de Eowin y Faramir. No
puedes estar aquí.
Lórien: Claro que sí. También es mi lucha,
no pienso quedarme encerradasi tú puedes ir, yo también.
Legolas: Dejad de discutir, toda la ayuda que
podamos tener será bienvenida. Además, tenemos que ir hasta Gondor, su casa,
por lo que puede acompañarnos. Será mucho más seguro que ir sola. Mis dos
guardas de confianza nos acompañarán. Adurant y Edrahil.
Los dos
elfos se adelantaron e hicieron una reverencia.
Gandalf: La historia se vuelve a repetir,
nueve fueron los integrantes de la antigua comunidad del anillo y nueve serán
los integrantes de la nueva. Tres elfos, tres humanos, un enano, una hobbit y
un mago. Preparemos todo, mañana partiremos hacia Gondor.
Continuará...
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