miércoles, 24 de diciembre de 2014

Un extraño en la Comarca. Capítulo 3

Había dormido en la antigua habitación de Arwen y al despertar, vi como los primeros rayos de sol de la mañana, se reflejaban en las aguas del rio.

Tras vestirme, salí a desayunar. ¿Más pan élfico? Me dieron arcadas solo de pensarlo, estaba empachada del día anterior, por lo que cogí algo de fruta para el camino y me dispuse a dar un paseo por Rivendell antes de marchar.

Cuando llegué a la sala de reunión, me di cuenta de que Balin tenía su hacha, los elfos sus arcos, Adanedhel y Lorien sus espadas, Gandalf su bastón y…


Charlie: ¿Qué pasa con Freja y conmigo? Necesitaremos armas también.


Uno de los escoltas de Legolas nos condujo a la sala de las armas y allí nos abastecieron. La espada que me dieron pesaba más de lo que me imaginaba, pero aun así era bastante más ligera que cualquier otra de sus características. A Freja le entregaron una daga élfica, ella no era alguien hecho para la lucha, por lo que solo le procuraron una buena defensa.


Cuando marchamos montados a caballo, vi hacerse más y más pequeño aquél paisaje, hasta desaparecer de mi vista. Dejábamos Rivendell atrás y nos disponíamos a vivir la mayor aventura de nuestra era, formaría parte de los libros de historia de la Tierra Media. Iba a ser alucinante.

Anduvimos durante varios días, apenas sin detenernos. Se notaba que entre Lorien y Adanedhel había una historia, y Balin y yo hicimos una apuesta para ver lo que tardaban en confesarse amor eterno, de alguna manera debíamos entretenernos.


Cruzábamos un río y de repente mi caballo se volvió loco, se desbocó y me tiró al agua. Me incorporé empapada de pies a cabeza y mientras me quejaba de la situación, algo llamó mi atención. Debajo de una piedra había algo que asomaba, algo reluciente que me embriagó en un instante. No podía ser tan fácil, no podía ser el anillo y no lo era.


Me agaché, metí la mano en el agua y tiré de una cadena de oro hasta sacar un pequeño colgante de oro que parecía tener un mapa grabado en su interior, junto con una inscripción en élfico en la parte posterior.


Gandalf desmontó de su caballo y se apresuró a coger el colgante. Por lo que pudieron comprobar con la inscripción, la historia era cierta, había otro anillo y su ubicación exacta estaba localizada en ese mapa.

Gandalf: No puede estar bien, indica que el anillo se encuentra en Mordor. Pero Mordor fue destruido por la lava. No puede ser, debe haber un error.


Charlie: Puede que no sea un error. Puede que el anillo esté cerca de Sauron, pues sino… ¿De qué otro modo podría haber resucitado? Quizás el anillo no sea tan poderoso como el otro y mientras que el otro existió, sencillamente lo eclipsó. Al destruirlo Frodo, éste absorbió su poder poco a poco y ahora está listo para ser encontrado. No sé si me explico bien. Da igual, creo que estoy desvariando.

Adanedhel: Quizás la pelirroja tenga razón. Se dijo que había varios anillos y todos fueron destruidos menos uno, del que más tarde Frodo se encargó, pero… ¿Y sino todos fueron destruidos? Alguien pudo mentir todo este tiempo y esperar a reinar cuando llegase su hora.


Charlie: Pues así visto, no parece tan descabellada mi idea, después de todo.


Gandalf: Debemos encontrarlo y destruirlo antes de que recupere toda su magia.


Legolas: ¿Pero quién portará el anillo cuando lo encontremos?


Charlie: Creo que debería ser Freja. Lo lleva en los genes. Tanto Bilbo como Frodo fueron los portadores predecesores, está claro que están predispuestos genéticamente para ello.


Sam: ¿Genéti…qué?


Charlie: En resumen, parece que son los únicos capaces de resistir sus encantos.


Freja: ¿Yo? No, jamás. Yo no soy como ellos. Solo he venido porque Gandalf me obligó, no tengo ninguna necesidad de aventuras.


Me acerqué a la pequeña y delicada hobbit, puse mis manos en sus hombros y mirándole a los ojos le dije que era su destino y uno no puede negarse a ser un héroe porque los héroes no se hacen, nacen con ese don y todo el mundo sabe que “un gran don conlleva una gran responsabilidad.” La fuerza está contigo mi querida Freja, confiamos en ti. Al parecer, mi charla había funcionado, porque la hobbit cambió la cara, sacó pecho y volvió a montar su poni encabezando la marcha.

Gandalf: Sabias palabras, querida extranjera. ¿Quién se las enseñó?


Charlie: Mi maestro, por supuesto.


Me hubiese gustado ver a Spiderman en la Tierra Media, pensamiento que me hizo sonreír y continuar la marcha, me estaba quedando rezagada. Aún nos quedaban muchos kilómetros por recorrer, pero parecía que la esperanza había llegado y se había asentado en los corazones de toda la compañía, eso me hacía sentir bien. Lástima que mis amigos no estuviesen allí, hubiese pagado por ver quien era más cabezota de los dos, si el mayor de los Winchester o mi querido Gandalf, parecían cortados por el mismo patrón.


Nos detuvimos para hacer noche bajo unos árboles. La hoguera nos mantenía calientes y gracias a eso caí en un profundo sueño. De pronto un ruido me desveló.

Charlie: ¿Qué ha sido eso?


Me levanté con la espada en la mano y vi que todos estaban alerta. A lo lejos escuché un cuerno sonar y lo que vino a continuación, me heló la sangre.


Balin: ¡¡¡ORCOS!!!


Gandalf: ¡¡¡Corred insensatos, corred!!!


¿En serio tendría que luchar? ¿Tan pronto? No sabía si estaba preparada o no, pero no tardaría mucho en comprobarlo.



Continuará...

lunes, 15 de septiembre de 2014

Un extraño en la comarca. Capítulo 2




Estábamos sentados, Adanedhel nos informó que venía de Minastirith, allí la guardia se estaba preparando para hacer frente a la horda de orcos que se estaba agolpando en las puertas de Mordor.

De pronto me fijé que bajo la capa, Adanedhel, llevaba una espada y por el mango me di cuenta que era Anduril. 

Charlie: Wow, wow, wow. Espera un momento. ¿Esa es Anduril? ¿Puedo tocarla? ¿Porfa?

Adanedhel: Tranquila, te la dejaré cuando salgamos de aquí, pero baja la voz, no quiero que nadie me reconozca.

Me quedé mirando embobada la espada, por lo que desconecté de la conversación hasta que vi que se levantaban.
 
Charlie: ¿Nos vamos?

Gandalf: Si, insensata. Nos vamos a Rivendel, baja la voz.

Charlie: Jo, ni que hablase a bocinazos.

Salimos de la posada y nos subimos al carro. Adanedhel, se montó a lomos de su corcel, que por cierto era impresionante y encabezó la marcha.

Pasamos varios días en el camino, parando solo a descansar para dar agua a los caballos y dormir un poco. 

Charlie: En la película parece que todo está más cerca. 

Sam: ¿Decías?

Charlie: Nada, nada. Tan solo me pregunto si aún nos falta mucho para llegar.

Gandalf: Estamos llegando. ¿No oyes las cascadas?

Charlie: No oigo nada. 

Gandalf: Pon atención a lo que te rodea.

Charlie: Sigo sin oír nada.

Gandalf: Bufff.

Intentaba escuchar algo, pero entre el ruido de los caballos, del carro y de Sam tragando como un desesperado a causa de los nervios, no escuchaba ni una cascada, ni un rio, ni siquiera un diluvio universal.
De pronto el carro se detuvo, al igual que Adanedhel. Me puse nerviosa, no sabía que pasaba hasta que Gandalf nos informó que estábamos llegando a Rivendel. Entonces, tras la vegetación pude observar la ciudad de los Elfos y las cascadas de las que hablaba Gandalf, me invadió un sentimiento de júbilo tan grande que me bajé del carro y eché a correr hacia allí. Me sentía flotar en el aire hasta que me di cuenta que no avanzaba y que en verdad estaba flotando, Gandalf me había enganchado de la camisa con su bastón y me tenía en vilo.

Gandalf: ¿A dónde vas insensata? 

Charlie: A Rivendel, siempre quise ir allí.

Gandalf: No puedes presentarte en la casa de Legolas como una necia loca, los arqueros no dejaran que pases más allá del puente. Si llegas conmigo no habrá problema.

Charlie: Lo siento, el entusiasmo me puede. 

Gandalf me obligó a subir de nuevo al carro, junto a Freja y Sam. Al llegar al puente, el mago exigió ver a Legolas, pero no había nadie. ¿O sí? De repente, varios elfos se mostraron ante nosotros, estaban ocultos entre las ramas de los árboles, tras la cascada y en los salientes de las rocas que había por encima de nuestras cabezas.

Charlie: ¡Vaya! Esto si que es un consejo de bienvenida, deberían de aprender en Moondor.

Freja: Había escuchado historias acerca de la ciudad de los elfos, pero jamás salí de la Comarca, es precioso.

Uno de los elfos que estaba al mando, nos llevó a través de la ciudad, hasta esa extraña plazoleta que vi en la película, donde se formó la primera comunidad del anillo. Se me saltaron las lágrimas al sentir que estaba en el lugar más maravilloso del mundo. Cerré los ojos y respiré hondo, me llené los pulmones de hierbas aromáticas que los elfos plantaban por todo el lugar. Laurel, hierba buena, eucalipto, menta, son algunas de las plantas que pude reconocer en el ambiente. Nos sentamos en las sillas de piedra que había formando un círculo, yo estaba sentada en el mismo puesto que años atrás había estado ocupado por Legolas, el actual señor de Rivendel. Las vueltas que da la vida, ahora él era el dueño y señor de todo aquello. De pronto, vi como los elfos se agachaban en una reverencia y abrían un camino hasta el interior del círculo. Me agaché, imitando su comportamiento, hasta que vi unos pies ante mí, levanté la cabeza y allí estaba el elfo, mirándome con esos ojos azules tan embriagadores. Hizo un leve gesto de inclinación con su cabeza mientras me mostraba una sonrisa, sonreí y agaché la cabeza al darme cuenta que se estaba dirigiendo a mi espalda y no a mí, ya que el hijo de Arwen se encontraba justo detrás mía. Después, con paso firme se acercó a Gandalf para estrecharlo en un fuerte abrazo.

Legolas: Gandalf, viejo amigo, cuanto me alegra verte.

Gandalf: Lo mismo digo, Legolas. ¿Qué hay de Gimli, cómo sigue ese viejo enano testarudo?

Legolas: No se encuentra en plena forma, pero sigue siendo un fiel amigo y viene a verme de vez en cuando. Ha sido padre ¿Lo sabías? Tuvo un hijo, igualito a él, la misma  terquedad y sangre fría corren por sus venas.

Sam: Por lo que veo, te va bastante bien.

Legolas: Querido Sam, a mis oídos ha llegado lo bien que te ha ido con el negocio de la cria de ponys, sobre todo estos últimos años. Me complacería poder visitar a tu familia un día de estos y conocer la Comarca. ¿Y quiénes son las dos jóvenes que os acompañan?

Gandalf: Ella es Freja. -Señalando a la hobbit- Es la prima de Frodo. Y esta joven de cabellos rojizos es Charlie, una humana. Creo que puede ser la portadora del nuevo anillo.

Charlie: ¿Yo? 

Legolas: Vamos Gandalf, tenemos que hablar. En privado.

Gandalf y Legolas se marcharon junto a Sam y Adanedhel, dejándonos a Freja y a mí en aquella pequeña plaza, siendo custodiadas por la guardia. Llevábamos esperando unos minutos cuando una joven elfa nos trajo una jarra con agua fría y pan élfico para tomar un tentempié. Al fin iba a probar otro manjar, el pan élfico, eso no sucede todos los días. Cuando di mi primer bocado, lo hice intentando saborear cada migaja que se desprendía, tenía un sabor a pan normal, pero con un leve toque de canela y te verde.  Era un bocado angelical.

¿Ángel? Me acordé de Castiel y me hizo gracia pensar que podríamos hablar durante horas sobre esta extraña aventura a mi regreso, si es que lograba encontrar la salida del juego. Al principio me supo a gloria, pero tras comerme casi toda la fuente de pan, debido a los nervios, comenzaba a tomarle manía. Freja permaneció ausente todo el tiempo, se encontraba apoyada en la barandilla mirando al horizonte. Me limpié las migajas y me acerqué a ella despacio.

Charlie: ¿Estás bien?

Freja: No lo sé. Nunca pensé que saldría de la comarca, que visitaría los lugares de los que mi tío y mi primo me habían hablado, siempre me imaginé casada con uno de mis vecinos y con una vida rutinaria, todo esto me supera.

Charlie: Eso no se sabe, mírame a mí. Yo era una simple, bueno, una magnífica hacker que tenía una vida rutinaria y fue conocer a los chicos y he cazado monstruos, he sido reina de Moondor y he vivido una historia de amor en Oz. Chica, la vida da muchas vueltas. ¿Quién me iba a decir a mi que iba a tener la oportunidad de conocer a mis personajes favoritos? Nadie, pero como decía Forrest Gump, la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar.

Freja: ¿Quién es ese Forrest Gump?

Miré a la hobbit con una sonrisa, me observaba extrañada, situación que en mi mundo hubiese sido justo a la inversa, ya que no hay persona en su sano juicio que no conozca a Forrest Gump, pero recordé dónde estaba, le puse una mano en el hombro y le quité hierro al asunto.

Charlie : Es una persona muy conocida en el mundo del que vengo. No le des más vueltas.

De pronto los chicos regresaron. Me dieron ganas de recriminarles lo sexistas que habían sido al dejarnos fuera de la reunión, pero comprendí que hacía tiempo que no se veían y se habrían estado poniendo al día.
Cuando la reunión daba comienzo, apareció, voz en grito, un pequeño niño barbudo y algo cabezón, que portaba un hacha casi más grande que él mismo. ¿Sería el hijo de Gimli? Parecía que sí.

Legolas: Balin, bienvenido. Siento que tu padre no haya podido venir por motivos de salud.

Charlie: ¿Balin, no era el señor de moria? 

Balin: Sí, mi padre me puso ese nombre en su honor. ¿Y tú quién eres, mujer?

Charlie: Charlie Bradbury, encantada de conocerle.

Todos comenzaron a hablar unos con otros, yo no entendía nada, por lo que me subí a la mesa de piedra que había en el centro y grité para que dejaran de berrear.

De pronto, una voz femenina me llamó la atención, por lo que me giré y pude ver a una joven muy guapa, de pelo castaño y ojos azules. 

Adanedhel: ¡Lórien! ¿Qué haces aquí?

Charlie: ¿Lórien?

Adanedhel: Es la hija de Eowin y Faramir. No puedes estar aquí.

Lórien: Claro que sí. También es mi lucha, no pienso quedarme encerradasi tú puedes ir, yo también.

Legolas: Dejad de discutir, toda la ayuda que podamos tener será bienvenida. Además, tenemos que ir hasta Gondor, su casa, por lo que puede acompañarnos. Será mucho más seguro que ir sola. Mis dos guardas de confianza nos acompañarán. Adurant y Edrahil. 

Los dos elfos se adelantaron e hicieron una reverencia.

Gandalf: La historia se vuelve a repetir, nueve fueron los integrantes de la antigua comunidad del anillo y nueve serán los integrantes de la nueva. Tres elfos, tres humanos, un enano, una hobbit y un mago. Preparemos todo, mañana partiremos hacia Gondor.


Continuará...

miércoles, 16 de julio de 2014

Un extraño en la comarca. Capítulo 1

Este fanfic se lo dedico a mi amiga Cristina, que es super, mega, ultra fan de Sobrenatural, en especial de Charly Bradbury, personaje que inerpreta en el foro de Supernatural Fever y de la saga del señor de los anillos. Siento haber tardado tanto Cris, pero lo bueno se hace esperar. A ver si te gusta esta primera parte. Comenzamos :)

Un extraño en la comarca



Era un día normal, como cualquier otro. Allí estaba yo, sentada frente al ordenador, como era habitual. Mi jefe llegó, tan alterado como siempre, pidiéndome mil trabajos que hacer sin apenas tiempo. Como me hubiese gustado tener el anillo de Frodo y desaparecer ante sus narices para patearle el trasero, pero no, nada de eso era real. Por suerte, mi jornada de trabajo terminaba ya y podría ir a casa a jugar con el nuevo juego del señor de los anillos que había adquirido en una convención. Me pareció bastante extraño y mira que conociendo a los Winchester, ya pocas cosas entraban en mi ranking de rarezas. Entonces me puse a recordar.

Pasé los primeros días de la convención recorriendo todos los stands, lo hice miles de veces, pero el último día, noté que había uno que se me había escapado. ¿Cómo era eso posible? Me acerqué a la mujer de pelo canoso que estaba sentada leyendo un libro y me preguntó si había algo que me llamase la atención en particular. Había un montón de merchandising de todas las películas y series, me hubiese gustado comprarlo todo, pero ya no me quedaba presupuesto ni para café, por lo que miré entre todas las cosas y me llamó la atención el juego del señor de los anillos, una edición nueva. ¿En serio? Esta no había sido anunciada en ningún foro, ni en ninguna otra parte. Me fijé en el título “Un extraño en la Comarca”. ¿Quién sería? No me pude resistir y le pregunté el precio, aun sabiendo que no tenía oportunidad de conseguir aquella maravilla. Por un momento, pensé que podía ser un timo, pero la señora vio mi cara y me tendió el juego. Lo cogí y le dije que no podía llevármelo, no tenía dinero, ya no. Ella me miró, me sonrió y me dijo que mientras lo cuidara, ella se conformaba, sabía que el juego estaría en buenas manos.

Charlie: ¿Me lo regala? ¿De verdad?

La mujer asintió y me fui corriendo, por si cambiaba de idea. Cuando me giré para volver a darle las gracias a la mujer misteriosa, con la mano alzada, me di cuenta que no había nada. Me paré en seco y miré hacia todos los lados, el puesto y la mujer habían desaparecido. Me quedé confusa, pero estaba eufórica y lo olvidé en cuestión de segundos.
Salí de mi ensoñación y corrí hasta casa, llegué, dejé tirado el abrigo en el suelo y me puse el juego. No había tenido tiempo de jugar la noche anterior, cuando llegué de la convención, estaba tan agotada que caí en la cama vestida y con los zapatos puestos. Me desperté tarde y por poco no llego al trabajo, pero ahora ya estoy libre, por lo menos hasta mañana, pensé.

Charlie: Mi tesorooooo.

La pantalla se oscureció y apareció un pequeño vídeo de presentación. En él salían todos los personajes, Gandalf, Frodo, Sam, Aragorn, Arwen… Oh Arwen, como me gustaba la elfa. De pronto algo me llamó la atención (cosa que me sucedía bastante a menudo)
¿Había dicho el narrador del juego algo acerca de que en realidad había dos anillos? ¿Qué no era el único? Venga ya, entonces la historia no tendría gracia. ¿Dónde estaría el otro? Imposible, me niego. Me dieron ganas de quitar el DVD, pero algo pasó. Noté como me deshacía en millones de partículas que se esparcían por el aire y se metían directamente en la televisión.

Charlie: ¡¡¡Bowls!!! ¡¡¡DEAN, SAM!!!

De pronto me vi viajando por un agujero de gusano de color verde, daba vueltas sin parar y aquello parecía no tener fin. Pasados varios minutos, caí, pero no al suelo, sino en la parte trasera de un carro lleno de paja.

Sam: Sooooooooo. ¿Pero qué…?

Charlie: ¡AHHHH! ¡Sam, eres tú! ¡No me lo puedo creer! ¿Dónde estoy?

Sam: ¡Bájese ahora mismo de mi carro y dígame cómo demonios ha llegado hasta aquí! ¿Quién es usted y de qué me conoce?

Me quedé pensando unos segundos, dudo que se crea nada de lo que le diga, que sea una humana y que haya llegado a través de un portal camuflado en un juego de la play. Hasta dudo que sepan lo que es la psp.

Charlie: ¡Mi móvil! Llamaré a Sam y él me sacará de aquí.

Sam: Señora, Sam soy yo. ¿Y qué demonios es un… móvil?
Me quedé a cuadros, aparte de que no llevaba el móvil, como era de esperar, ya que lo había dejado dentro de mi chaqueta, en Downs, me di cuenta, que tampoco habría cobertura en ese lugar. Me bajé del carro y me presenté formalmente.

Charlie: ¡Hola! Me llamo Charlie Bradbury y soy una.. humana. Vengo de Downs, Illinois.

Sam: Pues yo soy Samsagaz Gamyi, señorita. Soy un hobbit y vivo en la Comarca, que es justamente donde nos encontramos en este preciso momento. ¿En qué parte de la Tierra Media se encuentra esa Downs, Illinois?

Charlie: Está fuera de la Tierra Media, vine aquí a través de un portal mágico. ¿Crees que podría hablar con Gandalf para que me ayudase a salir de aquí? ¿O por lo menos, para que me explique, qué demonios hago yo en la Comarca? Espera un momento. ¿Has dicho que estamos en la Comarca? Wow. ¡Qué ilusión! ¿Frodo sigue por aquí?

Sam: ¿Conoce a Gandalf y al señor Frodo?

Charlie: En persona no, pero he oído hablar muy bien de ellos, en el lugar del que procedo.

Sam: Pues como sabrá, el señor Frodo ya no está con nosotros, se marchó hace unos años y Gandalf se fue con él. No creo que podamos localizarlo.

Charlie: Llámame Charlie, por favor.

Sam: Pues bien, Charlie. Acompáñame a la comarca, te presentaré a mi familia y te enseñaré donde puedes quedarte hasta que encontremos una solución.

Seguí a Sam hasta el centro de la Comarca. Los hobbits estaban de celebración, cerveza tibia, la hierba del viejo Pip para fumar, hogueras y tambores por doquier. No dejaban de entonar sus dulces melodías aquellas pequeñas criaturas que tanto me gustaban, las jóvenes danzaban al compás de la música y los hombres bebían cerveza sin parar,  que extraían de grandes barriles, grandes hasta para mí. Me vino a la cabeza la posada del Poney Pisador, aquella escena en la que Aragorn aparece como el Montaraz. No podía creerme que estaba dentro de mi película favorita, de mi saga favorita, de la Comarca. Todos me miraban expectantes y la música cesó de repente. Sam se subió a una de las mesas improvisadas y les contó a los aldeanos quien era yo y de dónde venía. Les pidió que me alojaran en algún lugar hasta que encontrásemos una solución al problema, pero no hizo falta, en ese instante una voz ruda y que me resultaba muy familiar, gritó el nombre de Sam a mi espalda.

Gandalf: Sam Sagaz Gamyi. ¿Desde cuándo te has convertido en el nuevo Bilbo Bolson?

Me giré y allí estaba, no me lo podía creer. Era él, tan alto como Sammy, mi Sammy Winchester, con una barba gris y su sombrero de pico. Me dieron ganas de abrazarle con fuerza, pero me contuve, aunque me costó un triunfo.

Gandalf: ¿Quién eres tú, jovencita?

Charlie: Me… me llamo… Charlie Bradbury y es un honor conocerle, señor. 

Gandalf: ¡Sam!

Sam se acercó a nosotros, que mono era, tan bajito que daban ganas de achucharle. Me quedé mirando fijamente con cara de tonta mientras me imaginaba estrujándole los mofletes. Sam me miró con esa cara suya de… ¿te falta un tornillo? Y me eché a reir.

Gandalf: Vayamos a un lugar más privado.

Sam: ¡Gandalf! ¿Cómo es posible? Si tú… 

Gandalf: Ya habrá tiempo de explicaciones. Vayamos a casa de los Bolson, a Bolson Cerrado. 

Sam: Pero ahora vive allí Freja Bolson, la prima de Frodo a la cual dejó Bolson cerrado y todo su contenido.

Gandalf: Lo sé. La necesitaremos. Vamos.

Nos dirigimos a la casa debajo de la montaña y al llamar a la puerta, una joven abrió. Me recordaba mucho a… Lucy Hale, de pequeñas mentirosas. Sam nos presentó y la joven Freja nos invitó a entrar. Apenas cabía por esa diminuta entrada y Gandalf, menos aún. Me tuve que agachar y me tropecé con el escalón. 

Cuando entré en aquella casa, lo primero que hice fue fijarme en todos los pequeños detalles, la chimenea, las alfombras, las sillitas de madera, todo. Los olores que percibí eran de lo más peculiares, esas cosas no aparecían en los libros. Olía a madera, a jengibre y a pan recién hecho. Cuando abrí los ojos, Sam y Gandalf me miraban extrañados. Me condujeron al salón principal y nos sentamos como pudimos, apenas podía doblar las piernas, por lo que me senté en el suelo con las piernas cruzadas. Aquello parecía mucho más pequeño que en las películas. Sam regresó pasados unos minutos, junto a Freja y tres cervezas en las manos, nos pasó una a cada uno. Bebí un sorbo y estaba buenísima, no me extrañaba que los hobbits no hicieran otra cosa que beber cerveza y fumar en pipa. 

De pronto Gandalf me pidió explicaciones con una mirada inquisitoria que dejaría helado hasta el mismísimo Sauron, por lo que empecé por el principio. Les conté lo de la convención, lo del juego y cuando llegué a la parte en la que el narrador decía que había un segundo anillo… bueno, a Gandalf eso le hirvió la sangre.
Gandalf comenzó a pasearse por la habitación, lanzando improperios. Tras un largo paseo, en el que por poco hace un surco en el suelo, me preguntó qué más sabía. Le conté que me desvanecí, caí por un agujero de gusano y terminé en el carro de Sam, eso era todo hasta el momento.

Gandalf nos contó que había presentido algo, por lo que había ido a visitar a Aragorn y Arwen, para comprobar lo que se temía, que Sauron estaba regresando a la vida. Se estaba formando otro ejército y Aragorn no se había quedado quieto esperando a que Sauron recuperase sus fuerzas, había pedido a Gandalf que buscase ayuda por un lado de la Tierra Media y él haría lo mismo, por el otro. El primero en quien Gandalf había pensado fue en Sam, ya había sido de gran ayuda y sin él no habrían podido destruir a Sauron la vez anterior, por ello estaba allí, pero ahora yo… seguro que algún papel debía desempeñar. Sería genial, mi experiencia en Moondor sería de gran ayuda.

Gandalf: Nuestros destinos se han cruzado por alguna razón, jovencita. Debes unirte a nosotros si quieres que te ayude a salir de aquí. No puedo perder el tiempo con eso, cuando la Tierra Media está en peligro. Si vienes conmigo, podremos hallar una solución.

Charlie: ¿Y cuándo no está en peligro la Tierra Media? – Se me escapó- Ups.

Nos fuimos a dormir, era tarde y a la mañana siguiente partiríamos temprano, teníamos que llegar hasta Rivendel, iba a conocer a los elfos, todo un honor. Tendríamos que unirnos todos y encontrar el otro anillo, antes de que Sauron resurgiese. ¿Pero cómo había pasado todo aquello? Le di muchas vueltas, estaba dentro de un videojuego y no era el oficial, sino una edición limitada y nueva. Todo era posible en ese tipo de juegos de rol y yo había terminado en uno que encima estaba hechizado. Los hermanos me matarían si salía de esta por juntarme con brujas. Primero Oz y ahora esto. Está visto que mi experiencia como reina de Moondor me iba a ser de gran ayuda.

A la mañana siguiente, me desperté en el suelo, estaba tapada con un montón de colchas y tenía la espalda fatal, por dormir en el suelo, me incorporé y me estiré. De repente entró Gandalf diciendo que todos me esperaban. ¿Todos? Me puse las botas y salí de la casa, no sin antes darme un pequeño coscorrón con la puerta. Estaba medio dormida, no podía creer que no tuvieran café, no sabía cómo iba a sobrevivir sin café.

Fuera, en el camino, había un viejo carro de madera, Gandalf estaba delante, sujetando las riendas, Sam sentado a su lado y Freja me indicaba desde atrás que me había guardado un sitio. Me subí  y el carro arrancó. Iba dando tumbos, no era tan cómodo como parecía en la película. Gandalf comenzó a canturrear y le dijo algo al hermoso caballo blanco que tiraba del carro… ¿era? Sí, era Sombra Gris o también conocido como Shadowfax. Era precioso, no me lo podía creer. 

Pasaron varias horas hasta que llegamos a Bree. Iba a conocer la posada del Poney Pisador y tenía claro lo que haría nada más entrar, pedir una pinta de cerveza bien fría.

El camino a Rivendel era largo y complicado, recordé que Aragorn  y los pequeños hobbits habían tardado una semana en llegar y eso que iban corriendo, siempre huyendo de los… creo que será mejor no nombrarlos en voz alta de momento, no sea que aparezcan igual que Voldemort en Harry Potter. Aunque…

Charlie: Una pregunta Gandalf. ¿Los Nasg… digo, los habitantes de las Minas Morgul… murieron, verdad?

Gandalf: Si Charlie, murieron. Eowin mató a su líder, el rey brujo de Angmar.

Charlie: Lo digo porque Sauron está muerto y aun así, se está recuperando. ¿Pueden los Nasgul volver a la vida?

Gandalf: No, Sauron está atado a los anillos, los Nasgul no. Debemos encontrar ese otro anillo y destruirlo.

Charlie: Pero ahora no será tan fácil. No podemos usar la misma estrategia, lo sabrá. Debemos atacar de frente, eso no se lo esperará. ¿Puedes pedirles a las águilas que transporten hasta Mordor al portador del anillo? Así ahorraríamos tiempo.

Sam: Yo no volveré a Mordor, no puedo.

Gandalf: Lo sé, Sam. No te lo pediría jamás. Tú ya cumpliste tu misión. Primero tenemos que llegar a Rivendel y hablar con Legolas, él gobierna ahora en aquél lugar y debemos formar una partida de búsqueda, tenemos que encontrar el anillo antes que Sauron o estaremos perdidos.

Charlie: ¿Por qué ahora? Me refiero a que han pasado muchos años desde lo del otro anillo. ¿Porqué nadie sabía lo de la copia? No lo entiendo, es muy raro. Se le llamaba anillo único así que es un error garrafal, no sé como los guionistas pudieron pasar eso por alto…

Sam: Charlie…

Charlie: ¿Qué?

Sam: ¡CALLA!

Charlie: Perdón, cuando me pongo nerviosa me da por hablar sin parar.

Ya en la posada, con mi jarra de cerveza bien fresquita, intentaba seguir la conversación entre Sam y Gandalf, mientras se ponían al día. De pronto la puerta se abrió y por poco me atraganto, allí apareció un hombre encapuchado. ¿De verdad era quien yo me imaginaba? 

Charlie: ¿Aragorn? –Con los ojos abiertos de par en par.-

Gandalf: ¡Adanedhel! Pasa y siéntate con nosotros.

Charlie: ¿Ada… qué?

Sam: Adanedhel, el hijo de Aragorn.

Me quedé boquiabierta al ver al hijo de Aragorn, por poco se me escapa una lagrimita al ver como había crecido, ahora era todo un joven fuerte y valiente, igualito a su padre.
 

Continuará...