Becky estaba terminando de arreglarse, ya había firmado los
papeles del alta y quería darse prisa en abandonar el hospital, antes que la
muerte la encontrase, aunque… supongo que no se puede escapar de la muerte.
Jeremy:
¿Ya estás lista? Siento el retraso, pero como te dije antes, llevo un tiempo en
que no soy el mismo.
Becky:
¡Qué susto! La próxima vez avísame. No ví por donde llegastes.
Jeremy:
Soy una parca, las paredes para mí no son un problema.
Becky:
Pues si quieres que te trate, vas a tener que pedir cita como el resto de los mortales.
Jeremy: Lo
sé. Por eso ya he pedido cita a tu secretaria para primera hora. ¿Te acerco?
Becky: Si
no es mucha molestia, te lo agradecería, mi coche aún sigue en el río.
Jeremy:
Acércate.
Becky:
¿Para qué?
Jeremy: ¿No
creerás que vamos a ir en coche, verdad? ¿Sábes los accidentes que hay a lo
largo del año? Ya te he salvado de uno, mejor no arriesgarnos tan pronto.
Becky:
¿Entonces…cómo?
Jeremy le cogió la mano, se la besó y la atrajo hacia él. De
pronto estaban abrazados y las ventanas de la habitación se abrieron de golpe,
una brisa otoñal entró por las ventanas y los envolvió un tornado,
hasta que desaparecieron por completo. En un abrir y cerrar de ojos se
encontraban en la consulta, fuera, para no levantar sospechas. Al tocar suelo
firme Becky perdió el equilibrio y cayó de espaldas, por suerte Jeremy la
sostuvo a tiempo. Se miraron a los ojos y mientras Becky vislumbraba una sombra
negra que se movía en los ojos verdes de Jeremy, creyó ver como esa sombra se
transformaba en un nombre y después otro, así sucesivamente. No podía ser cierto. De pronto la puerta
se abrió y la secretaria de Becky salió, escoba en mano.
Paula: ¡Oh,
Doctora! Que pronto ha llegado. Buenos días. ¿Qué le ha pasado?
Becky:
Tropecé, aun estoy algo torpe por la conmoción. Gracias a que nuestro primer
paciente es puntual y me sostuvo.
Paula: Es
cierto, estará agotada de pasar la noche en el hospital, por ello le he
reducido al mínimo las visitas de hoy y tiene su infusión en el despacho, junto
a muchos ramos de flores, no han dejado de llegar en todo el día. Son
preciosos, aunque sin tarjeta.
Becky:
Gracias Paula, ya estoy mucho mejor. Me cuidas muy bien. Empecemos, que así
podremos irnos antes a casa.
Entraron en el despacho, mientras Paula barría la entrada.
Jeremy:
Bueno, ¿me vas a ayudar?
Becky: Sí,
pero no sé como.
Jeremy: Tu
eres la experta.
Becky:
Veamos. ¿Desde cuando has notado el cambio en tu conducta?
Jeremy:
Desde hace un par de semanas. Siempre he tenido mis dudas, pero hace una par de
semanas me lo comencé a replantear todo, cosa que antes no hacía.
Becky:
Replanteártelo ¿en qué sentido?
Jeremy:
Sobre todo la lista. ¿Porqué éste tiene que ir antes que aquél o porqué si
estoy en una punta, me toca encargarme de alguién que está a 10.000 kilómetros?
¿Es que no hay otra parca más cerca? Pero sobre todo, porque no se me permite
tener relación alguna con los humanos.
Becky:
Puede ser, porque el día en que ese humano que forma parte de tu vida, aprezca
en tu lista, te cree un conflicto de valores y no puedas llevar a cabo tu
trabajo. ¿No has pensado en ello?
Jeremy: Lo
he pensado. Pero podía aparecer en la lista de otra parca, no solo en la mía.
Becky: ¿Y
cómo te sentaría?
Jeremy: La
verdad…. Es que mal, muy mal. No quiero implicarme con nadie por eso, pero no
lo puedo evitar, no se porqué, pero hace dos semanas que estoy así. No sé a que se
debe.
Becky:
Podemos intentar algo, una regresión.
Jeremy:
¿Hipnosis? Soy la muerte, no creo que eso funcione conmigo.
Becky: Por
intentarlo no perdemos nada. ¿Te parece bien …. La semana que viene?
RINGGGGGGG
Jeremy: Aquí estaré.
Continuará...
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