lunes, 7 de enero de 2013

Soñando en otra vida

Este cuento, lo hice el año pasado para una compañera de clase y amiga, a la que quiero un montón; y como le gustó mucho el cuento, lo cuelgo aquí para que lo veáis y así de paso, le doy su copia que siempre se me olvidaba pasar a limpio jejeje.

Era de noche y Carla estaba sentada en su habitación, intentando estudiar, pero era tarde y estaba cansada, por lo que se quedó dormida encima de su escritorio.
De pronto, una intensa luz entró por la ventana y la despertó. Delante de ella, apareció un chico de piel igual al marfil, cabello de ébano y ojos color rubí. De su espalda, surgieron dos majestuosas alas, del color de la sangre, de las cuales emanaba una luz tan cegadora, que le hizo cerrar los ojos un instante. Cuando los abrió, intentó salir corriendo hasta la puerta de su habitación, pero no pudo dar más de dos pasos, estaba anclada al suelo y no podía moverse.
El chico se acercó a ella, le colocó la mano derecha encima de la frente, Carla intentó apartarse, pero no pudo y en ese mismo instante, todo se nubló y calló al suelo de bruces mientras se le cerraban los ojos. Lo último que vio fueron los ojos color rubí clavándosele en el alma.
Se despertó en una sala oscura, apenas iluminada por la tenue luz de una chimenea de piedra negra con relieves de figuras grotescas, que parecían salir de forma desesperada de la piedra. Se encontraba recostada en un viejo diván de color carmesí. Al fondo de la sala, pudo ver una sombra reflejada por la luz de la chimenea. Aquél chico se acercó, hasta que pudo ver de cerca sus facciones, era el mismo chico que la había dejado fuera de combate en su habitación. Instintivamente, se hizo un ovillo en el diván, él se sentó a su lado y le cogió la mano, mientras le susurraba con dulzura.

Samael: Me llamo Samael y llevo mucho tiempo buscándote.

Carla se quedó boquiabierta, el mismísimo Satanás la había estado buscando. Pero...¿para qué?
De repente, la miró fijamente a los ojos y sintió como una cálida brisa los envolvía. Se adentró poco a poco en sus ojos, era una imágen de ella misma, estaba vestida con un traje negro de seda y sobre su cabeza, revoloteaban cientos de cuervos. Estaba sentada a la mesa con él y parecía muy felíz. Una puerta se abrió de golpe y vio como unas bestias la llevaban lejos, a la fuerza, notaba en los ojos de Samael la desesperación, la impotencia no poder hacer nada para que no la apartaran de su lado y antes de ver como se cerraban las puertas a su paso y de volver en sí, lo vio, una lágrima asomando por los ojos rojos, encendidos por la ira, de su amado demonio.
La brisa volvió y Carla regresó en sí. Recordó su vida juntos y todo lo que habían vivido desde que se enamoraron. Se echó a llorar y se arrojó en sus brazos, pero cuando estaban a punto de tocarse, se despertó. ¿Había sido un sueño? Estaba en su habitación, sentada frente al escritorio repleto de libros, habría sido un sueño. De pronto, notó que sujetaba algo en su mano, se miró y una sonrisa asomó en sus labios al ver la rosa negra que en ella sostenía.

FIN



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