martes, 27 de diciembre de 2011

La exposición maldita 1ª parte


Fariha llegaba tarde, no era habitual en ella, pero el trabajo la tenía atrapada. Hacía mucho que Hanna y ella no se veían, ni si quiera para tomar un café. Por ello, habían planeado una tarde de museos, algo que les encantaba. Había una exposición egipcia, estaba dando la vuelta al mundo y era todo un éxito. Habían planeado visitarla, ya que a las dos les fascinaba todo ese mundo.Tenían un viaje pendiente a El Cairo, cuando su economía y la situación del país se lo permitiese.

Hanna: Ya era hora, se me están quedando los pelos como escarpias. No traerás un poco de anticongelante ¿no?
Fariha: Exagerada. Sólo llego 15 minutos tarde.
Hanna: Sí, pero hace frío. ¿Qué tal guapa? ¿Cómo va todo?
Fariha: Bien, la verdad es que no me puedo quejar. ¿Y tu?
Hanna: Tampoco me puedo quejar. ¿Vamos a la exposición? Ya tengo las entradas.
Fariha: Claro. Me han dicho que hay una estatua que te va a encantar, la de Bastet, en tamaño gigante.
Hanna: ¿Para ti que es tamaño gigante? Jajaja
Fariha: Pues no se, es lo que me han dicho, ahora lo veremos. Jajaja

Pasearon hasta el museo, donde se encontraba la exposición. Al entrar por el umbral de la puerta, Hanna sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Estaban a 5ºC por lo que no le sorprendió mucho, ni le prestó la atención que debiera. Dejaron los abrigos en el guardaropa y recorrieron los pasillos repletos de figuras doradas, joyas y estatuas de toda clase. Cuando llevaban una media hora recorriendo el museo, Hanna sintió otro escalofrío que la hizo girar sobre sí misma, hacia otro pasillo peor iluminado, al fondo, había una sala, tras unas cortinas de terciopelo negro, en la que se encontraba la estatua que Fariha le había comentado. Una gata negra y dorada, sentada con la cabeza erguida y mirando fijamente al infinito. Era bastante grande, mediría un metro de alto y con esa iluminación, parecía incluso más impresionante. Estaba sola en aquella sala, algo bastante extraño, porque, si era lo mejor de la exposición, ¿no tendría que estar a la vista? Fariah comenzó a decir cosas sobre la estatua, pero Hanna no podía dejar de mirar los ojos de la gata y no le prestaba atención a lo que su amiga le decía. De pronto la gata movió los ojos y se quedó mirando fijamente a Hanna. Fariah no pareció darse cuenta. Hanna no podía apartar la vista de esa extraña estatua, de pronto escuchó una voz dulce y femenina, estaba dentro de su cabeza, no podía ver de dónde procedía, hasta que lo supo, la voz procedía de la estatua.

Bastet: Eres la elegida. Largo tiempo he estado esperando a alguien como tú, alguien que merezca recibir mis poderes y halla nacido bajo mi protección.
Hanna: ¿De verdad estoy hablando con una estatua?
Bastet: En realidad no, solo es un medio de transporte que uso de vez en cuando, mi esencia está en el interior. Te pareces mucho a la última elegida, sólo espero que tu le des mejor uso.
Hanna: No, espera.

Una luz de color verde esmeralda salió de los ojos de la gata y fue directamente a parar a los ojos de Hanna. El impacto hizo que Hanna se elevara del suelo y saliese disparada hacia la otra punta de la estancia. Al caer al suelo, quedó con los ojos abiertos de par en par, comenzó a convulsionar y Fariah, que era la única persona que se hallaba en dicha estancia, se acercó corriendo hasta el cuerpo de su amiga y se arrodilló junto a ella. De pronto, Hanna abrió la boca y una marea negra de virutas, parecidas al carbón, salió disparada hacia el techo y desapareció. Fariah cayó hacia atrás del susto. De pronto Hanna volvió en sí, comenzó a reaccionar y se incorporó lentamente.

Hanna: ¿Qué ha sido eso?
Fariah: Tía ¿estás bien? No se que ha sido eso, dime que ha sucedido, no entiendo...
Bastet: Los poderes al entrar en ti, han limpiado tu alma. Ya estás lista. Suerte y disfruta del don que te ha sido otorgado.
Hanna: Vámonos, necesito tomar algo.
Fariah: ¿Pero que ha pasado?
Hanna: Luego te lo explico, aunque no me vas a creer.

Salieron del museo a toda prisa, Fariah no paraba de hablar y Hanna no dejaba de pensar en lo que había sucedido. ¿Estaba loca? ¿Qué era exactamente el don que había recibido? Definitivamente estaba loca, tanto estudiar no era bueno.



Continuará...





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