sábado, 17 de septiembre de 2011

Amar hasta la obsesión 5ª parte

Una tarde de verano, Holly se encontraba sentada en un banco del parque, leyendo un  libro, mientras su hija Alyssa jugaba en los columpios. Greg estaba trabajando y ella se había cogido el día libre para estar con su hija en el parque. A su secretaria casi le da un ataque al tener que cancelar todas sus citas un par de horas antes.
Estaba contenta, de vez en cuando levantaba la vista de su novela y veía como Alyssa hacía nuevos amigos. Una de esas veces, vio como un niño de la edad de su hija, la besaba en la mejilla mientras se balanceaba en el columpio. De pronto Alyssa se bajó de un salto y se fue corriendo hacia su madre.

Holly: ¿Qué te pasa? ¿estás bien? ¿porqué lloras?
Alyssa: Ese niño de allí me ha dado un beso.
Holly: Ya lo vi, en la mejilla. Pero solo ha sido un beso, entonces ¿porqué lloras?
Alyssa: Porque antes me ha tirado del pelo y cuando le he preguntado por qué lo hacía, me ha dicho que le gusto y me ha dado un beso. Es tonto. 

Holly cogió a su hija en su regazo, la besó en la frente y de pronto vio como alguien se acercaba. Era un chico moreno, alto y delgado. Llevaba de la mano al niño que había echo llorar a Alyssa. Cuando llegó al lugar donde ambas se encontraban, Holly no pudo dar crédito a lo que veía.

Brian: ¿Holly?
Holly: ¿Brian? ¿eres tú? ¡cómo has cambiado!
Brian: Sí, la verdad es que hemos cambiado mucho los dos. A mejor, por supuesto. No hace falta que me digas que esta niña tan guapa es tu hija, se parece mucho a ti cuando eras pequeña. Veníamos a pediros perdón. Wesley se ha portado mal con ella y le hizo llorar.
Holly: Disculpas aceptadas. ¿Verdad Alyssa? Aunque no fue nada. Me da a mi que el niño salió igualito a su padre.
Brian: Supongo que sí. ¿Tienes tiempo para tomar algo?
Holly: Claro, encantada.

Los cuatro se marcharon a un restaurante para niños, en él había una piscina de bolas, donde los niños jugaban mientras los padres tomaban algo.

Brian: ¿Qué fue de tu vida? Me enteré que cuando te graduaste, te casaste y tuviste una hija. Es preciosa.
Holly: Gracias. Tu hijo también es muy guapo. Tiene la misma expresión pícara que tenías tu a su edad. Pues Greg y yo nos casamos, montamos una consulta juntos y tuvimos a Alyssa, hará unos 5 años en Agosto. Yo también me enteré que te casaste y que tuviste un hijo, me lo contó una amiga que sigue viviendo por allí cerca.
Brian: Sí, es cierto. Conocí a una chica encantadora, la hermana de una clienta y me casé con ella. Hace unos años tuvimos a Wesley y hasta hoy. ¿Dónde os mudasteis? 
Holly: A las Rozas. Este verano nos toca trabajar, nos hemos mudado a una oficina más amplia y tenemos que reformarla, pero solemos pasar los tres meses de verano en Vancouver.
Brian: ¿Eso está en Canadá, no?
Holly: Sí. Nos compramos una casa allí, para ir en vacaciones. Así que lo único que nos gastamos es en aviones, que ya es bastante. ¿Y tú en que trabajas?
Brian: Como se me daba muy bien eso de seguirte a todas partes, monté una agencia de investigadores privados, con ello me pagué la carrera de abogado y ahora tengo mi propio bufete. Allí conocí a Rose, mi mujer.
Holly: Vaya. Felicidades, me alegra que te vaya todo tan bien. 
Brian: Esperé tu llamada.
Holly: ¿Cómo? 
Brian: Leíste la nota que te dejé cuando te solté.
Holly: Sí, pero la que esperó tu llamada fui yo. Te llamé esa misma noche y no lo cogiste. Después esperé a que me llamaras tú y nunca lo hiciste, supuse que te habías arrepentido de darme esa nota y no quise insistir más. Dejé las cosas como estaban.
Brian: No puede ser, no me separé ni un minuto del teléfono aquella misma noche, hasta que caí rendido de sueño.
Holly: Pues yo te llamé.
Brian: No puede ser, porque si no me hubiera enterado de la llamada por estar dormido, hubiese visto la llamada perdida a la mañana siguiente, o sino mi hermano me hubiese despertado, mi hermano... No puede ser, seguramente borró la llamada.
Holly: Bueno, lo pasado, pasado está.
Brian: ¿Para qué me llamaste?
Holly: Por que tú me lo pediste. Pero ya está, ahora es como si no hubiese pasado nada, somos dos viejos amigos que se reencuentran pasados unos años y que han rehecho sus vidas. Dejemos las cosas así.
Brian: Me parece bien. La verdad es que estoy muy feliz con mi mujer, la quiero y me gustaría que la conocieras un día de estos. Seguro que seríais muy buenas amigas. 
Holly: Por mí genial. Pasaros un día por casa, prepararemos una barbacoa y los niños pueden jugar en el jardín con los perros y en la piscina. Seguro que al final se hacen amigos. Mi marido seguro te encantará, es como yo, pero en hombre.
Brian: Nuestros hijos no repetirán los mismos errores que cometieron sus padres, para eso estamos aquí, para guiarles y enseñarles de nuestros propios errores.
Holly: Eso espero.

Pasaron un par de horas recordando viejos tiempos y charlando de sus nuevas vidas. Al marcharse, se dieron la mano y cada uno se fue en una dirección. Tenían todo para ser felices, nuevos amigos, una familia maravillosa, casas y coches lujosos, trabajos que dominaban a la perfección, pero en el fondo de sus corazones, sabían que algo les faltaba y al verse en el parque lo confirmaron. Seguían necesitándose el uno al otro y el destino lo sabía, por ello les puso en ese mismo parque, en ese preciso momento. 

A veces lo único que necesitamos para ser felices, es reparar los errores del pasado y mirar al futuro con una sonrisa en los labios.


FIN.




No hay comentarios:

Publicar un comentario