El Olimpo
era un sueño. Una gran estructura de mármol blanco se elevaba sobre las nubes,
a las que el atardecer, confería los colores rosa y melocotón. Cuando se
abrieron paso por los grandes pórticos dorados, vieron sentado en su trono a
Zeus que comentaba con Afrodita, la broma que la Diosa les gastó a unos
jóvenes días atrás.
Zeus: Cronos ¿Qué hace un mortal aquí?
Cronos: No es una simple mortal, es la reencarnación de Quan Yin.
Zeus: De acuerdo. ¿En qué puedo ayudaros?
Cronos: Supongo que estás al tanto de la última bestia que lanzó
Hades al mundo. Esperábamos que nos dijeses como podemos destruirla.
Zeus: Es lo mismo de siempre. Después de tantos siglos deberías
saberlo.
Cronos: Pero debe haber otra forma.
Zeus: No la hay. ¿Qué ha cambiado esta vez para que te niegues
a realizar tu misión?
Cronos: ¿No hay nada que puedas hacer? Estoy harto de tener que
pasar siempre por lo mismo.
Zeus: Esta vez es distinto, lo noto en tus ojos. Puede que
haya algo. Cuando todo termine, tráeme una gota de su sangre. Veré si lo que
tengo en mente, puede llevarse a cabo. Aunque no te prometo nada, hace mucho
que no hago algo parecido.
Cronos: Gracias Zeus. Te debo una.
Mientras se
marchaban, Cloe no dejaba de darle vueltas a la conversación entre Zeus y
Cronos. Cuando llegaron a la cueva, no pudo más.
Cloe: Quiero que seas sincero conmigo. Voy a morir al matar a
la bestia. Eso era lo que hablabas con Zeus ¿no?
Cronos: Así es. Para matar a ese demonio, se debe sacrificar a la
joven protectora y esa eres tú. Es el precio que se paga al utilizar tanto poder.
Pero tenemos que buscar otra solución, no podemos depender de Zeus y su magia,
ya que no sabemos si funcionará. No quiero perderte, a ti no.
Cloe: Pero, aclárame una cosa. Si yo no soy la primera
reencarnación que conoces, ¿Porque te hiciste el incrédulo al principio, como
si no supieras de qué se trataba?
Cronos: ¿Cómo?
Cloe: Me dijiste que no sabías porqué venían a por mí, que te
pilló de sorpresa encontrarme, luego nos tiramos un buen rato buscando
información en tu biblioteca particular y te hiciste el sorprendido cuando usé
mis poderes contigo. Ahora no te hagas el tonto otra vez. Dime, ¿Porque me
mentiste?
Cronos: Estoy harto de perder siempre a la guardiana y no sé que
me sucede contigo, pero no podría perderte, creo que no lo soportaría. Sé que
parece extraño, no lo puedo explicar. Aunque no lo creía posible, me parece que
me he enamorado de ti.
Cloe: ¿Y se puede saber porqué me toca morir a mí? No lo
entiendo. A lo mejor si aprendiese a canalizar mis poderes con el medio que me
rodea, no tendría que morir.
Cronos: Todas las anteriores reencarnaciones lo intentaron y
ninguna lo consiguió.
Cloe: Tampoco te habías enamorado nunca de ninguna, hasta que
aparecí yo. A lo mejor también las supero a todas en esto. ¿Qué es lo que
quiere hacer Zeus con mi sangre?
Cronos: Revivirte, aunque no va a ser nada fácil.
Cloe: Pues visto lo visto, ya que no puedo escapar de mi
destino y vaya donde vaya, ese bicho me va a encontrar, me lo cargaré y luego
ya veremos qué pasa.
De pronto un
humo negro apareció en la cueva y todo se llenó de insectos y murciélagos. Del
humo salió el demonio, tenía bolas de fuego en las manos y rugió tan fuerte que
lo hizo retumbar todo.
Cloe: ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación presentarte
sin avisar? ¡Ah! Y con esas pintas.
Demonio: ¿Y a ti nadie te dijo que los demonios no tenemos
modales?
Cloe: A la vista está. Bueno, a lo que vamos. Tú vienes a matarme
y yo tengo matarte a ti. Pero, ya que estamos, podrías ser civilizado por una
vez en tu vida y disfrutar del combate. Además, ya que te presentaste sin
avisar, podrías dejarme decidir el lugar a mi. Tu escogiste la fecha, es
lo mínimo que podrías hacer, por cortesía. Digamos que es mi
última voluntad.
Demonio: Nunca me había pasado algo parecido.
Cloe: Es que yo no soy como las otras, además, siempre hay una
primera vez, lo hace más interesante. Démosle un poco de emoción, ¿qué te
parece una isla? Ya que voy a morir, prefiero hacerlo con vistas al mar.
Demonio: No tengo ningún inconveniente, estoy acostumbrado a mataros, el sitio es lo de menos, te sigo.
Cloe se
acercó a Cronos.
Cronos: ¿Qué pretendes?
Cloe: Llévame al volcán de antes, date prisa y al llegar allí,
aléjate todo lo que puedas de mí. Improviso sobre la marcha.
Cloe abrazó
a Cronos y éste comenzó el viaje. Tardaron tan solo unos segundos y un minuto
después apareció el demonio en lo alto del cráter. Cloe besó a Cronos con todas
sus fuerzas, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla ardiendo y se deshacía debido al calor que su cuerpo emitía, ya
comenzaba a estar en trance, así que le empujó y le ordenó que se marchara. El
chico hizo lo que le ordenó y esperó sentado en la arena de la playa.
Cloe echó la
cabeza hacia atrás, sus ojos se volvieron blancos como la niebla, puso los
brazos en cruz y se elevó un metro por encima del suelo. El demonio no daba
crédito a lo que veía. El cielo azul, de pronto se llenó de nubarrones negros
que descargaban rayos, relámpagos y truenos. En el suelo del cráter, se abrió
una brecha en forma de círculo perfecto, del cual salió una enorme columna de
fuego ascendente que rodeó a Cloe como lo hizo la vez anterior. El suelo se
agrietó a los pies del demonio y tuvo que hacerse a un lado para no caer dentro
del cráter.
Comenzó a
lanzar bolas de fuego hacia Cloe, pero el escudo de fuego la protegía, las
bolas de fuego se fusionaban con el escudo y lo hacían más y más grande. De
pronto el demonio notó algo a su espalda. El mar estaba embravecido y en un
abrir y cerrar de ojos, se contrajo para formar una ola de unos veinte metros
de altura. La ola recordaba a una lengua que emergía del mar, se acercó hasta
donde estaban y se colocó por encima de sus cabezas. Un rayo del cielo cayó a
los pies del demonio, derrumbó el suelo e hizo que este cayera dentro del
volcán. Mientras el demonio intentaba salir de la lava caliente que le iba
consumiendo, el agua que permanecía sobre sus cabezas, cayó solidificando la
lava y atrapando al demonio en el interior del volcán. La serpiente de lava, que
recorría a modo de escudo el cuerpo de Cloe, se evaporó y Cloe cayó al suelo,
agotada. Cogió una piedra afilada que encontró cerca de donde se hallaba, cortó
su muñeca derecha y la sangre comenzó a brotar. Alzó su brazo, a penas sin
fuerza y dejó que las gotas de sangre cayeran en el cráter a la vez que
pronunció un par de versos en latín y de este modo, la tumba del demonio quedó
sellada, por lo menos, hasta que la naturaleza creyese conveniente volver a
despertar el volcán.
Cronos que
había visto como el agua del mar desaparecía, dejando la playa vacía, corrió
montaña arriba hasta llegar donde Cloe yacía sin vida en el suelo. Él tenía el
poder de echar el tiempo hacia atrás, pero sabía que todo sería en vano, pues
la testarudez de Cloe ya no le pillaba de sorpresa. Se arrancó un trozo de
camisa y se lo anudó en la muñeca para que dejara de sangrar. La cogió en
brazos y se marchó al Olimpo.
Zeus: Veo que has vuelto. Y puedo asegurar, que ella cumplió su
misión a la perfección, fue un combate épico.
Cronos: Sí, pero ahora por favor, cumple tu palabra. Devuélvele
la vida, te lo suplico. Te doy la mía a cambio.
Zeus: Creo que sabes, que no le puedo devolver la vida, no es
tan sencillo, pero lo que tengo pensado para vosotros dos, si estás dispuesto a
correr el riesgo, creo que os gustará. ¿Te gustaría que la convirtiese en
Diosa? Así podríais vivir los dos juntos, aquí en el Olimpo y siempre que
hiciese falta, bajaríais a encargaros de los demonios que mi querido hermano
Hades me enviase. Así romperíamos la maldición y Quan Yin descansaría por fin en
paz. En tu mano está. Piénsalo, aunque no tardes mucho, no le queda mucha
sangre y la necesito para hacer la transformación.
Cronos: ¿De verdad le darías ese rango?
Zeus: De todas las reencarnaciones, es la que mejor realizó su
misión. No habría muerto de no haberse desangrado y si lo hizo, fue para sellar
la tumba para siempre, podría haberse salvado y en su lugar, decidió dar su
vida a cambio, se lo merece.
Cronos: Así que viste la pelea.
Zeus: ¿Pelea? No seas tonto, el demonio no tuvo nada que hacer.
Fue espectacular, la quiero a mi lado. ¿Aceptas?
Cronos: Acepto, la quiero y no puedo perderla.
Zeus: Que así sea.
El cuerpo de
Cloe comenzó a brillar, se elevó un metro por encima del suelo y Cronos se
apartó para ver la transformación que tardó apenas unos minutos. Cuando la luz
desapareció, el cuerpo quedó posado de nuevo en el suelo. Cronos se arrodilló
junto al cuerpo de Cloe, sus heridas habían sanado y al poco abrió los ojos que
ahora habían cambiado de color, tenían un tono dorado, al igual que su piel,
que parecía resplandecer.
Cloe: Gracias por salvarme y por la ayuda de antes.
Zeus: Gracias a ti por ese combate, fue el mejor que vi en
años. ¿Pero a qué ayuda te refieres?
Cronos: ¿Estás bien?
Cloe: Me
refiero al rayo tan oportuno de antes, me vino muy bien. Y sí, estoy
perfectamente. Me siento invencible.
Zeus: De nada. Es mi trabajo.
Cronos: Es que ahora, si eres invencible. Ya no eres humana, eres
una Diosa.
Cloe: ¡Una Diosa! ¿De qué?
Zeus: De la guerra, la última dejó una vacante hace unas
semanas, se enamoró de un mortal. Últimamente pasa mucho y yo necesitaba una
suplente. ¿Aceptas?
Cloe: Claro que sí. ¿Ahora puedo volar y todas esas cosas?
Cronos: Volar no, pero teletransportarte y "esas
cosas", sí. Ven conmigo, aún tienes mucho que aprender.
Cloe: Y que lo digas.
FIN.