viernes, 26 de agosto de 2011

Juego de Dioses 5ª parte


El Olimpo era un sueño. Una gran estructura de mármol blanco se elevaba sobre las nubes, a las que el atardecer, confería los colores rosa y melocotón. Cuando se abrieron paso por los grandes pórticos dorados, vieron sentado en su trono a Zeus que comentaba con Afrodita, la broma que la Diosa les gastó a unos jóvenes días atrás.

Zeus: Cronos ¿Qué hace un mortal aquí?
Cronos: No es una simple mortal, es la reencarnación de Quan Yin.
Zeus: De acuerdo. ¿En qué puedo ayudaros?
Cronos: Supongo que estás al tanto de la última bestia que lanzó Hades al mundo. Esperábamos que nos dijeses como podemos destruirla.
Zeus: Es lo mismo de siempre. Después de tantos siglos deberías saberlo.
Cronos: Pero debe haber otra forma.
Zeus: No la hay. ¿Qué ha cambiado esta vez para que te niegues a realizar tu misión?
Cronos: ¿No hay nada que puedas hacer? Estoy harto de tener que pasar siempre por lo mismo.
Zeus: Esta vez es distinto, lo noto en tus ojos. Puede que haya algo. Cuando todo termine, tráeme una gota de su sangre. Veré si lo que tengo en mente, puede llevarse a cabo. Aunque no te prometo nada, hace mucho que no hago algo parecido.
Cronos: Gracias Zeus. Te debo una.

Mientras se marchaban, Cloe no dejaba de darle vueltas a la conversación entre Zeus y Cronos. Cuando llegaron a la cueva, no pudo más.

Cloe: Quiero que seas sincero conmigo. Voy a morir al matar a la bestia. Eso era lo que hablabas con Zeus ¿no?
Cronos: Así es. Para matar a ese demonio, se debe sacrificar a la joven protectora y esa eres tú. Es el precio que se paga al utilizar tanto poder. Pero tenemos que buscar otra solución, no podemos depender de Zeus y su magia, ya que no sabemos si funcionará. No quiero perderte, a ti no.
Cloe: Pero, aclárame una cosa. Si yo no soy la primera reencarnación que conoces, ¿Porque te hiciste el incrédulo al principio, como si no supieras de qué se trataba?
Cronos: ¿Cómo?
Cloe: Me dijiste que no sabías porqué venían a por mí, que te pilló de sorpresa encontrarme, luego nos tiramos un buen rato buscando información en tu biblioteca particular y te hiciste el sorprendido cuando usé mis poderes contigo. Ahora no te hagas el tonto otra vez. Dime, ¿Porque me mentiste?
Cronos: Estoy harto de perder siempre a la guardiana y no sé que me sucede contigo, pero no podría perderte, creo que no lo soportaría. Sé que parece extraño, no lo puedo explicar. Aunque no lo creía posible, me parece que me he enamorado de ti.
Cloe: ¿Y se puede saber porqué me toca morir a mí? No lo entiendo. A lo mejor si aprendiese a canalizar mis poderes con el medio que me rodea, no tendría que morir.
Cronos: Todas las anteriores reencarnaciones lo intentaron y ninguna lo consiguió.
Cloe: Tampoco te habías enamorado nunca de ninguna, hasta que aparecí yo. A lo mejor también las supero a todas en esto. ¿Qué es lo que quiere hacer Zeus con mi sangre?
Cronos: Revivirte, aunque no va a ser nada fácil.
Cloe: Pues visto lo visto, ya que no puedo escapar de mi destino y vaya donde vaya, ese bicho me va a encontrar, me lo cargaré y luego ya veremos qué pasa.

De pronto un humo negro apareció en la cueva y todo se llenó de insectos y murciélagos. Del humo salió el demonio, tenía bolas de fuego en las manos y rugió tan fuerte que lo hizo retumbar todo.

Cloe: ¿Nadie te ha dicho que es de mala educación presentarte sin avisar? ¡Ah! Y con esas pintas.
Demonio: ¿Y a ti nadie te dijo que los demonios no tenemos modales?
Cloe: A la vista está. Bueno, a lo que vamos. Tú vienes a matarme y yo tengo matarte a ti. Pero, ya que estamos, podrías ser civilizado por una vez en tu vida y disfrutar del combate. Además, ya que te presentaste sin avisar, podrías dejarme decidir el lugar a mi. Tu escogiste la fecha, es lo mínimo que podrías hacer, por cortesía. Digamos que es mi última voluntad.
Demonio: Nunca me había pasado algo parecido.
Cloe: Es que yo no soy como las otras, además, siempre hay una primera vez, lo hace más interesante.  Démosle un poco de emoción, ¿qué te parece una isla? Ya que voy a morir, prefiero hacerlo con vistas al mar.
Demonio: No tengo ningún inconveniente, estoy acostumbrado a mataros, el sitio es lo de menos, te sigo.

Cloe se acercó a Cronos.

Cronos: ¿Qué pretendes?
Cloe: Llévame al volcán de antes, date prisa y al llegar allí, aléjate todo lo que puedas de mí. Improviso sobre la marcha.

Cloe abrazó a Cronos y éste comenzó el viaje. Tardaron tan solo unos segundos y un minuto después apareció el demonio en lo alto del cráter. Cloe besó a Cronos con todas sus fuerzas, mientras una lágrima resbalaba por su mejilla ardiendo y se deshacía debido al calor que su cuerpo emitía, ya comenzaba a estar en trance, así que le empujó y le ordenó que se marchara. El chico hizo lo que le ordenó y esperó sentado en la arena de la playa.

Cloe echó la cabeza hacia atrás, sus ojos se volvieron blancos como la niebla, puso los brazos en cruz y se elevó un metro por encima del suelo. El demonio no daba crédito a lo que veía. El cielo azul, de pronto se llenó de nubarrones negros que descargaban rayos, relámpagos y truenos. En el suelo del cráter, se abrió una brecha en forma de círculo perfecto, del cual salió una enorme columna de fuego ascendente que rodeó a Cloe como lo hizo la vez anterior. El suelo se agrietó a los pies del demonio y tuvo que hacerse a un lado para no caer dentro del cráter.
Comenzó a lanzar bolas de fuego hacia Cloe, pero el escudo de fuego la protegía, las bolas de fuego se fusionaban con el escudo y lo hacían más y más grande. De pronto el demonio notó algo a su espalda. El mar estaba embravecido y en un abrir y cerrar de ojos, se contrajo para formar una ola de unos veinte metros de altura. La ola recordaba a una lengua que emergía del mar, se acercó hasta donde estaban y se colocó por encima de sus cabezas. Un rayo del cielo cayó a los pies del demonio, derrumbó el suelo e hizo que este cayera dentro del volcán. Mientras el demonio intentaba salir de la lava caliente que le iba consumiendo, el agua que permanecía sobre sus cabezas, cayó solidificando la lava y atrapando al demonio en el interior del volcán. La serpiente de lava, que recorría a modo de escudo el cuerpo de Cloe, se evaporó y Cloe cayó al suelo, agotada. Cogió una piedra afilada que encontró cerca de donde se hallaba, cortó su muñeca derecha y la sangre comenzó a brotar. Alzó su brazo, a penas sin fuerza y dejó que las gotas de sangre cayeran en el cráter a la vez que pronunció un par de versos en latín y de este modo, la tumba del demonio quedó sellada, por lo menos, hasta que la naturaleza creyese conveniente volver a despertar el volcán.
Cronos que había visto como el agua del mar desaparecía, dejando la playa vacía, corrió montaña arriba hasta llegar donde Cloe yacía sin vida en el suelo. Él tenía el poder de echar el tiempo hacia atrás, pero sabía que todo sería en vano, pues la testarudez de Cloe ya no le pillaba de sorpresa. Se arrancó un trozo de camisa y se lo anudó en la muñeca para que dejara de sangrar. La cogió en brazos y se marchó al Olimpo.

Zeus: Veo que has vuelto. Y puedo asegurar, que ella cumplió su misión a la perfección, fue un combate épico.
Cronos: Sí, pero ahora por favor, cumple tu palabra. Devuélvele la vida, te lo suplico. Te doy la mía a cambio.
Zeus: Creo que sabes, que no le puedo devolver la vida, no es tan sencillo, pero lo que tengo pensado para vosotros dos, si estás dispuesto a correr el riesgo, creo que os gustará. ¿Te gustaría que la convirtiese en Diosa? Así podríais vivir los dos juntos, aquí en el Olimpo y siempre que hiciese falta, bajaríais a encargaros de los demonios que mi querido hermano Hades me enviase. Así romperíamos la maldición y Quan Yin descansaría por fin en paz. En tu mano está. Piénsalo, aunque no tardes mucho, no le queda mucha sangre y la necesito para hacer la transformación.
Cronos: ¿De verdad le darías ese rango?
Zeus: De todas las reencarnaciones, es la que mejor realizó su misión. No habría muerto de no haberse desangrado y si lo hizo, fue para sellar la tumba para siempre, podría haberse salvado y en su lugar, decidió dar su vida a cambio, se lo merece.
Cronos: Así que viste la pelea.
Zeus: ¿Pelea? No seas tonto, el demonio no tuvo nada que hacer. Fue espectacular, la quiero a mi lado. ¿Aceptas?
Cronos: Acepto, la quiero y no puedo perderla.
Zeus: Que así sea.

El cuerpo de Cloe comenzó a brillar, se elevó un metro por encima del suelo y Cronos se apartó para ver la transformación que tardó apenas unos minutos. Cuando la luz desapareció, el cuerpo quedó posado de nuevo en el suelo. Cronos se arrodilló junto al cuerpo de Cloe, sus heridas habían sanado y al poco abrió los ojos que ahora habían cambiado de color, tenían un tono dorado, al igual que su piel, que parecía resplandecer.

Cloe: Gracias por salvarme y por la ayuda de antes.
Zeus: Gracias a ti por ese combate, fue el mejor que vi en años. ¿Pero a qué ayuda te refieres?
Cronos: ¿Estás bien?
Cloe: Me refiero al rayo tan oportuno de antes, me vino muy bien. Y sí, estoy perfectamente. Me siento invencible.
Zeus: De nada. Es mi trabajo.
Cronos: Es que ahora, si eres invencible. Ya no eres humana, eres una Diosa.
Cloe: ¡Una Diosa! ¿De qué?
Zeus: De la guerra, la última dejó una vacante hace unas semanas, se enamoró de un mortal. Últimamente pasa mucho y yo necesitaba una suplente. ¿Aceptas?
Cloe: Claro que sí. ¿Ahora puedo volar y todas esas cosas?
Cronos: Volar no, pero teletransportarte y "esas cosas", sí. Ven conmigo, aún tienes mucho que aprender.
Cloe: Y que lo digas.



FIN.


viernes, 19 de agosto de 2011

Juego de Dioses 4ª parte


Cloe: ¿Porque me has traído a una playa? No llevo calzado adecuado, se me va a llenar todo de arena.
Cronos: Quiero que intentes algo.
Cloe: ¿El qué?
Cronos: Mira el mar, relájate y cierra los ojos.
Cloe: ¿En qué quedamos? Si miro al mar, no cierro los ojos.
Cronos: ¡Déjate de tonterías! Cierra los ojos, escucha como rompen las olas, siente como su fuerza te invade.
Cloe: No entiendo lo que buscas con esto, pero vale. No tengo nada mejor que hacer.

Cloe se concentró, respiró hondo y relajó todo su cuerpo. Sus brazos permanecieron perpendiculares al cuerpo, hasta que algo cambió. Abrió los ojos y los tenía completamente azules, puso los brazos en cruz, con las palmas de las manos hacia arriba y comenzó a hablar en latín.
Cronos sonrió. Estaba seguro que había mucho más de lo que decía aquél libro.
De pronto, el mar comenzó a agitarse y una ola de doce metros se elevó frente a Cloe, parecía que la fuese a engullir, en cambio, la rodeó dejando un par de centímetros entre ella y el agua, formando una burbuja en continuo movimiento. Cronos intentó atravesar el agua con su mano, pero no pudo, era un escudo hecho de agua, no como el anterior de energía, este era distinto, mucho mejor, mucho más fuerte y asombroso.
De pronto el agua se retiró y Cloe volvió a la normalidad.

Cloe: ¿Qué ha pasado?
Cronos: ¿Qué recuerdas?
Cloe: Me estabas presionando para que me relajara y yo lo único que hice es pensar en lo mucho que me apetecía un bañito en el mar, en lugar de hacer el tonto en la arena.
Cronos: Es extraño. ¡Claro! Tus poderes no solo están ligados a tus emociones, también lo están a tus deseos. Lo que no entiendo es porque pierdes el conocimiento.
Cloe: No, si no lo pierdo.
Cronos: ¿Pero dijiste...?
Cloe: No me dejaste acabar. Después sentí que el agua me envolvía, pero no me sentía ahogada, sino a salvo. Entonces abrí los ojos y vi lo que sucedía. Pensé en el lío en el que estaría si alguien me veía haciendo eso y entonces todo regresó a la normalidad.
Cronos: Ven, vamos a probar otra cosa.
Cloe: No se si sabrás que eso cansa. Además, tenemos un monstruo tras nuestra pista y a ti te ha dado por tratarme como un conejillo de indias.
Cronos: Intento salvarte la vida. Si aprendes a usar tus poderes, podrás con él y con cualquiera.
Cloe: Bueno, vale. Pero ¿a dónde vamos?
Cronos: Dame tu mano.

Desaparecieron como siempre, Cloe ya lo llevaba mejor, no se mareaba tanto en el viaje, sería la costumbre. Reaparecieron en la cima de un volcán. Parecía llevar mucho tiempo dormido y no tener prisa por despertar.

Cloe: ¿Qué hacemos aquí?
Cronos: Lo mismo que en la playa, pero esta vez lo vas a intentar con el fuego.
Cloe: Sí, claro. No sé si lo ves, pero este volcán está más inactivo, que yo un domingo a las diez de la mañana. Así que, ¿a dónde vamos ahora?
Cronos: Hazme caso. Concéntrate. Inténtalo, si no funciona nos vamos.

Cloe se concentró y pasados unos segundos, fue como si alguien encendiese un interruptor oculto en su cabeza y entró en trance. De pronto la tierra comenzó a temblar bajo sus pies y en el cráter del volcán se abrió una brecha de la cual salió una columna de lava. Era extraño, se elevaba y no parecía tener fin. La lava rodeó a Cloe, al igual que las olas habían hecho anteriormente en la playa. Esta vez Cronos, no tuvo la tentación de tocarla, solamente dio unos pasos hacia atrás, para alejarse y evitar que le salpicara. Al poco, la lava se enroscó en ella al igual que lo haría una gran anaconda. Estuvo así un par de minutos, tras los cuales, la serpiente de fuego voló hasta el cráter, se coló por la grieta y esta se cerró tras de sí.
Cloe abrió los ojos, estaba sudorosa y se secó la frente con la manga de su camiseta.

Cloe: ¡Qué calor! Parecía que estaba en una sauna.
Cronos: Mira el lado bueno, siempre que quieras puedes montarte un spa en tu propia casa.
Cloe: ¡Qué chistoso me salió el niño!
Cronos: Es hora de irse. Te llevaré a la cueva, yo tengo que hacer unas cosas y no puedo dejarte desprotegida. Esa cueva es tu mejor refugio hasta que regrese.
Cloe: Ni que fuera un canario en una jaula. Llévame contigo.
Cronos: No puedo. Donde yo voy, no se admiten mortales.
Cloe: Ya estamos. Creo que he demostrado que no soy una simple mortal.
Cronos: Está bien, aunque no sé cómo se lo tomarán.
Cloe: ¿Quienes?
Cronos: Los otros dioses, en especial Zeus. Espero que no me destierren después de esto.

Se cogieron de las manos y mirándose a los ojos fijamente desaparecieron rumbo al Olimpo.

Continuará...




lunes, 15 de agosto de 2011

Juego de Dioses 3ª parte


Cronos llevó a casa a Cloe para que se preparase por lo que tuviese que suceder a continuación y se marchó. Le había dicho que volvería a recogerla en cuanto terminase unos asuntos que tenía pendiente.

Cloe estaba en su casa, tumbada en la cama y mirando por la ventana, sabía que él estaba cerca, lo presentía. Se incorporó y se asomó, no lo veía. ¿Dónde estaría escondido? ¿Se habría hecho invisible? De pronto lo vio, estaba tumbado en un árbol cercano a la ventana, en una de las ramas. Su sonrisa blanca como la nieve, iluminó toda la calle, o eso es lo que sintió Cloe, le encantaba esa sonrisa y el brillo que tenía en los ojos cuando la miraba.
Espera, ¿Brillo? ¿Qué estaba diciendo?

Cloe: No Cloe, céntrate. Hay unos maníacos persiguiéndote y tú pierdes el tiempo con tonterías de quinceañera.

De pronto algo la sobresaltó, oyó un golpe en la parte de abajo de su casa, provenía de la cocina. Cogió el desodorante en spray que tenía en la coqueta y bajó las escaleras sigilosamente. Cuando llegó a la cocina, pensó en asomar la cabeza, pero con eso solo ganaría que le dieran el golpe más fuerte, así que sin más preámbulos, se abalanzó contra la puerta de la cocina, gritando, con los ojos cerrados y descargando el spray al aire.
Alguien se quejó.

Cronos: ¿Se puede saber que haces?
Cloe: ¿Eras tú? Lo siento.
Cronos: Casi me dejas ciego.
Cloe: ¿Pero no eres un Dios? Se supone que estas tonterías no te afectan.
Cronos: Que sea un Dios no quiere decir que esto no escueza.
Cloe: Lo siento, otra vez.
Cronos: No me digas que pensabas defenderte con eso.
Cloe: Contigo funcionó. ¿No?
Cronos: Sí, pero... ¿no tienes armas en casa?
Cloe: Como no te refieras a los cuchillos de la cocina o a la escoba, pues no.
Cronos: Menuda protectora que estás hecha.
Cloe: Oye, que yo hasta hace unas horas era una chica normal y corriente.
Cronos: ¿Normal tú?
Cloe: Bueno, lo admito, era un caso perdido. Pero ya me entiendes.
Cronos: Vayámonos. Tienes que aprender a usar tus poderes, pero aquí no.
Cloe: Estoy harta de dar vueltas, ¡me quedo en casa!
Cronos: ¡¡¡No!!! ¡Debemos irnos!

En ese instante, un remolino de aire frío comenzó a elevarse desde el suelo hasta el techo. Nada se movió de su sitio, lo que era bastante raro. De pronto, en el interior del remolino, apareció una mujer joven, físicamente parecida a Cloe, pero en versión asiática.

Cloe: ¿Quién eres tú y qué haces en mi cocina?
Quan Yin: Soy la joven protectora, así me llamaban. Y la pregunta es ¿porqué me llamaste?
Cloe: ¿Yo? Yo no te llamé, estaba discutiendo con él y de repente apareciste, salida de un remolino.
Cronos: Espera Cloe. ¿Pensaste en ella cuando te enfadaste?
Cloe: No estaba enfadada, estaba frustrada. Sólo quería respuestas, pero no pensé en ella.
Quan Yin: Pues yo soy la respuesta a tus preguntas. Veo que tú eres mi sucesora.
Cloe: ¿Se puede saber, porqué yo? Seguro que hay gente mucho más cualificada para el cargo.
Quan Yin: Yo tampoco lo escogí, era mi destino y él me escogió a mí.
Cloe: Vale. ¿Y ahora qué hago para recuperar mi vida?
Quan Yin: Debes vencer al mal. Lo siento cerca, debo irme.
Cloe: ¿Pero qué mal y cómo lo venzo?
Quan Yin: El poder está en ti. Tus sentimientos son el motor que lo mueve todo. Deja de intentar controlar el poder y deja que fluya a través de ti. De ese modo, lograrás saber cómo funciona y con el derrotarás a la bestia.
Cloe: ¿Pero se puede saber porqué no me das toda la información de golpe? ¿Qué bestia?
Quan Yin: Cuando la veas, lo sabrás.

El remolino reapareció y a la vez que el fantasma desaparecía, las luces se apagaron y los cristales de toda la casa saltaron por los aires en mil pedazos. Cloe sintió un fuerte dolor en el pecho, comenzó a ahogarse. Cronos la vio, se acercó a ella, la abrazó y desaparecieron al igual que habían hecho en la azotea. Mientras desaparecían, Cloe tuvo tiempo de ver una figura en la puerta, alguien monstruoso, envuelto en llamas y cubierto de murciélagos y arañas que recorrían todo su cuerpo. Tenía unos colmillos gigantescos, unos cuernos imponentes y unos ojos de color amarillo como los de las serpientes. Cloe se quedó mirando y mientras desaparecía abrazada a Cronos, pudo ver como la bestia le sonreía.


Continuará...



viernes, 12 de agosto de 2011

Juego de Dioses 2ª parte


Cloe: ¡Suéltame! Me haces daño.
Cronos: Lo siento. No quería que te perdieses por el camino. ¿Estás bien?
Cloe: Sí, pero... ¿dónde estamos?
Cronos: En mi casa, bueno para ser más exactos, en mi cueva.
Cloe: ¿Qué te crees, Batman?
Cronos: Ese a mi lado es una mala copia.
Cloe: Que gracioso. Me parto ¿me puedes decir dónde está la salida? Me quiero ir.
Cronos: Aquí estás a salvo. Debes quedarte hasta que podamos averiguar...
Cloe: ...Hasta que podamos averiguar nada, yo me voy. Además, en la azotea me defendí bastante bien yo solita, aunque para ser sincera, no sé como lo hice, pero lo averiguaré. Y sin ayuda.
Cronos: Ya ¿y sabes quienes eran esos de la azotea?
Cloe: ¿Eso importa? Supongo que dos brujos, como los otros que me contaste estaban frente a mi casa.
Cronos: Eso quisieras tú. Eran dos demonios. Y no precisamente de los de bajo nivel. No sé con quién te habrás metido chica, pero lo tienes crudo.
Cloe: ¿Demonios, brujos? Espera, esto es demasiada información para asimilarla en tan poco tiempo.
Cronos: Pues más te vale ponerte las pilas, porque debemos averiguar por qué te buscan y pronto.
Cloe: ¿Y yo que sé? Hasta esta mañana pensaba que mi amiga Callie estaba un poco loca por creer en extraterrestres y cosas de esas; y ahora resulta que la loca soy yo.
Cronos: Por favor, piensa. ¿Qué hay de especial en ti para que esos seres quieran capturarte? Aparte de ese extraño campo de energía que surgió de la nada. Piénsalo, yo mientras buscaré en los libros a ver si averiguo algo.
Cloe: ¿Qué pasa, que aquí no te llega el wifi?
Cronos: Querida, aquí hay libros que ni si quiera el mejor bibliotecario del mundo sabe que existen. Y para tu información, no todo está en la red. Además ¿de verdad piensas que aquí abajo hay cobertura?
Cloe: Vale, lo capto.

Cloe se sentó en la cama que había en uno de los rincones de la cueva. Mientras, Cronos fue investigando en los libros de su biblioteca particular. Cuando terminó con los de brujería, pasó al libro de leyendas. En él se encontraban recopilados todos los mitos, leyendas y fábulas mágicos que existían a lo largo de la historia del mundo.
Cuando iba por la mitad del libro, se levantó bruscamente y al hacerlo, hizo que la silla en la que estaba sentado, cayera al suelo con un ruido que sobresaltó a Cloe.

Cronos: ¡Creo que lo encontré!
Cloe: ¿El qué?
Cronos: Dice así <<La leyenda de la joven protectora. Cuenta la leyenda que una hermosa joven, será la encargada de salvar al mundo cada 300 años. El espíritu de la joven se reencarnará en el cuerpo de otra joven valiente y decidida, muy parecida a la guardiana original. La joven tendrá el poder de crear escudos protectores, de curar heridas y de atraer a los espíritus a su antojo>>
Entre otras cosas que no especifica muy bien.

Cronos y Cloe se quedaron petrificados. No pudieron articular palabra. Permanecieron sujetando el libro entre los dos, anclados al suelo.
De pronto, Cloe comenzó a enfadarse. No era justo. ¿Porqué a ella? Tendría que haber una explicación lógica para todo aquello. Cuando se enfadó todavía más, dio un golpe en la mesa y el escudo que apareció cuando estaban en la azotea, volvió con tanta fuerza que golpeó a Cronos y lo hizo volar por la cueva hasta el otro lado de la misma. Cloe se apresuró para llegar a su lado y ver si estaba herido, pero al llegar lo vio riéndose a carcajadas.

Cloe: ¿Qué es tan gracioso?
Cronos: Lo primero, que te hayas preocupado tanto por mí, te repito que soy un Dios y deberías haber visto la expresión de tu cara. Lo segundo, que ya sabemos como aparece tu escudo, cuando te enfadas, está ligado a tus emociones.
Cloe: Pues ya lo sabes, procura no enfadarme.
Cronos: Lo tendré en cuenta para la próxima vez.


Continuará...







martes, 9 de agosto de 2011

Juego de Dioses 1ª parte


Cloe estaba sentada en el pequeño balancín del porche de su casa, leyendo un libro. Estaba absorta en la novela, devoraba cada hoja como si fuese la última. De pronto escuchó un ruido, levantó la vista de su libro y vio que todo a su alrededor se había detenido. Los coches, el repartidor de periódicos, una mosca que pasaba cerca de Cloe se quedó suspendida junto a su cara, la lluvia que caía, todo se había detenido. Era como si alguien le hubiese dado a la pausa.
Cloe dejó el libro, se quitó el fular que llevaba encima y se levantó. Ni si quiera el balancín se movió. Bajó las escaleras del porche y según avanzaba, veía las gotas de agua suspendidas en el aire, cuando las atravesaba, le empapaban la cara, pero las gotas no resbalaban por sus mejillas. De pronto, todo recuperó su movilidad y en un instante se caló hasta los huesos. Regresó al porche, recogió sus cosas y se metió en casa. ¿Qué había pasado? A lo mejor tanta lectura la estaba volviendo loca, ya no sabía diferenciar entre la realidad y la ficción. Decidió cambiarse y llamar a su amiga Callie para dar una vuelta, así se despejaría y consultaría a su vez con toda una experta en la materia de lo paranormal. Fueron al centro comercial que estaba a un par de manzanas del complejo residencial donde vivían.
En su cafetería habitual, las dos chicas hablaban sobre el suceso extraño que Cloe acababa de vivir. Callie era una friki de la ciencia ficción y Cloe supo al instante que la conversación se alargaría horas, por lo que fue a echarse más azúcar al zumo de naranja, que estaba demasiado ácido. Cuando llegó al carrito de las especias, sintió un escalofrío y se giró. Todo estaba paralizado de nuevo, excepto un chico que se escondía tras una columna. Era extraño, moreno de ojos verdes, alto y atlético. Tenía un tatuaje en el cuello, cercano a la oreja, no podía verse bien, pero a Cloe le pareció reconocer la forma de un reloj de arena.
Dejó el zumo en el carro y salió tras él. Si eran las dos únicas personas que no se habían congelado, debía ser por algo. El chico al verla, también echó a correr. Se abrían paso entre los cuerpos de la gente que aún permanecía congelada. De pronto, al llegar a la escalera, Cloe vio como el chico subía hasta la azotea del centro comercial, tuvo un mal presentimiento, pero lo siguió. Al llegar arriba, la estaba esperando al borde de la cornisa.

Cloe: ¿Quién eres tú? ¿Qué está pasando?
Cronos: Me llamo Cronos y lo que no entiendo es como todo el mundo me obedece menos tú. Esta mañana estaba haciendo un trabajo rutinario, congelé una calle y cuando me quise dar cuenta estabas bajo la lluvia dando vueltas. Por ello te seguí hasta aquí, quise comprobar si fue un error mío, pero no, sigues sin congelarte.
Cloe: ¿Y eso qué es, bueno o malo?
Cronos: Pues si te soy sincero, no tengo ni idea. En los siglos que llevo haciendo esto, no me había pasado nunca nada parecido.
Cloe: ¿Y a parte de congelar a la gente, qué haces? ¿A qué te dedicas? 
Cronos: Menudo interrogatorio. Pues en primer lugar, me dedico a limpiar los rastros mágicos que dejan otros brujos, demonios y ese tipo de seres, para que la gente de a pie, no sepa que la magia de verdad existe. Llego a un lugar donde se ha llevado a cabo alguna batalla o accidente mágico y paralizo la escena, dependiendo de lo grande que sea, paralizo más o menos área. Una vez paralicé una ciudad entera, ¡qué recuerdos! Bueno a lo que iba, cuando lo detengo todo, limpio cada resto mágico que encuentro y devuelvo todo a la normalidad.
Cloe: Vamos, que eres un basurero mágico.
Cronos: No. Yo en realidad no limpio, a menos que sea estrictamente necesario, sólo lo hago cuando hay mucho trabajo, para ayudar a los limpiadores a terminar antes y evitar que todo se descubra. Me encargo de controlar el tiempo para que nadie se entere que hemos pasado por allí.
Cloe: Si estuviste en mi urbanización, eso quiere decir, que algo malo pasó, aunque nadie se enterase. ¿Qué fue?
Cronos: Pues sí, un par de brujos se pelearon frente a tu casa, ahora entiendo porqué. Como no salieron muy bien parados, no les pude interrogar para saber que hacían allí. Pero ahora lo sé. Tienes algo que pone en alerta todos los radares mágicos. Aún no sé que es, pero si me acompañas lo averiguaremos juntos, antes que otros vengan por ti.
Cloe: Claro y como te conozco tanto, crees que me voy a ir contigo, así como así. ¿Tú que te crees, que me chupo el dedo?
Cronos: Lo que hagas en tu vida privada no me interesa. Pero debes venir conmigo, tenemos que descubrir porque eres inmune a mis poderes y porqué te buscaban esos dos.
Cloe: Lo siento, pero yo contigo no me voy a ninguna parte. No me suelo juntar con los hombres de negro.
Cronos: No soy un hombre de negro, soy un Dios y no trato con alienígenas, sino con seres mágicos. ¡Qué poca cultura tienen los jóvenes de hoy en día! Si Sócrates levantara la cabeza.
Cloe: Lo más probable es que algún friki se la volase.
Cronos: Por favor, no seas cría. Tenemos cosas más importantes que hacer.
Cloe: Yo por lo menos sí. Tengo que volver a mi zumo de naranja super amargo y a mi amiga, a la que no le gusta que la deje hablando sola.
Cronos: Tienes que venir conmigo.
Cloe: No, gracias.

De pronto, dos manchas de humo negro aparecieron detrás de Cloe e instintivamente se giró. Dos hombres de ojos negros como el carbón y vestidos como gladiadores romanos, se abalanzaron sobre ella, pero una luz cegadora salió de su cuerpo, formando un escudo protector, que hizo que los hombres rebotaran y cayeran al suelo un par de metros más allá. Cloe se quedó inmóvil, no daba crédito a lo que estaba viendo. Cronos se acercó, la sujetó por los hombros, la giró hacia él, después la cogió por la cintura y se evaporaron juntos.
Mientras, la amiga de Cloe y el resto de los mortales que estaban en el centro comercial, volvieron en sí, pero Callie no se explicaba como su amiga había desaparecido, le preocupaba después de haber escuchado lo que le contó.


Continuará...