lunes, 4 de julio de 2011

Viviendo en las sombras 1ª parte

Caleb estaba nervioso, llevaba años observando a Sarah, cada movimiento, cada paso que daba y por fin llegó el día, hoy la conocería. Estaba ansioso, llevaba mucho tiempo preparando lo que le diría cuando se la encontrase en la facultad, pero una cosa era soñar y otra llevarlo a cabo, era muy tímido, no estaba acostumbrado. Decidió ponerse en marcha y esperar, estaría en la puerta hasta verla aparecer. Comenzó a recordar cuando de pequeña se cayó del columpio y él curó sus heridas mientras dormía, cuando el primer chico le rompió el corazón y él le dio el empujoncito necesario para seguir adelante, cuando se sacó el carnet de conducir que tantos quebraderos de cabeza le trajo para mantenerla a salvo, la chica era un poco kamikaze, pero no le importaba, la quería. Y sobre todo, cuando la salvó de aquel incendio del cual aún no se habían recuperado, ninguno de los dos. ¿Le recordaría cuando le viese?
Mientras, Drake estaba preparándose para su vigésimo "primer día" de clase en la facultad, esta vez escogió las letras, le apetecía escribir y después de tantos siglos vividos, material tenía de sobra. Ya había cursado 19 carreras distintas, esta no le supondría ningún reto. Salió de casa con un presentimiento, hoy sería un día especial, este día le marcaría para el resto de la eternidad, lo sabía.
Sarah estaba atacada de los nervios, se peinó como pudo, se puso lo primero que encontró y salió disparada por la puerta, no tenía tiempo para desayunar, ya tomaría algo en la cafetería a media mañana, no quería llegar tarde su primer día y le quedaba aún un largo camino hasta la facultad. Por un extraño motivo, últimamente se sentía más torpe, pero serían los nervios, la emoción. Cuando llegó a la puerta, un escalofrío le recorrió el cuerpo. Allí, de pie en la puerta, había un chico que le sonaba muy familiar, pero que no lograba hubicar. Su pelo era tan rubio como los rayos del sol y sus ojos tan verdes como el jade. Estaba atlético y bien definido, parecía tener el tatuaje de una espada alada en una de sus muñecas. Fue lo que más le llamó la atención a Sarah, ¿dónde había visto eso antes? No lo podía recordar, así que decidió entrar con la cabeza baja para hacer como si no le conociese, por si acaso no le conocía de verdad. Cuando pasó por su lado, notó como si el chico intentase decirla algo y se lo pensara mejor. Así que sin más dilación, entró en el edificio para buscar su primera clase. Cuando llegó se sentó en la 3ª fila, no quería parecer una empollona, pero tampoco una pasota, quería enterarse de la clase sin fastidiar su reputación desde el principio. Estaba colocando sus cosas en el escritorio cuando el chico de la entrada se le aproximó.
Caleb: ¿Perdona está ocupado?
Sarah: No. ¿Te conozco de algo? Es que me suena mucho tu cara.
Caleb: Creo que no, me acordaría jajaja. Me llamo Caleb, encantado. Aunque también me suena mucho tu cara, perdona por haberme quedado mirando antes como un bobo, pero sino fuera imposible, juraría que ya nos conocemos.
Sarah: Jajaja. Cierto, menos mal que no fui la única que lo pensó. Mi nombre es Sarah y no hay nada que perdonar. ¿De dónde eres?
Caleb: De las afueras, tirando para el norte (señalando hacia el techo) ¿Y tú?
Sarah: Más bien del centro. (Señalando a la pizarra) jajaja
Caleb: Jajaja
En ese momento, Sarah volvió a sentir el mismo escalofrío de antes, por lo que, no lo había provocado Caleb, sino... Miró hacia la puerta y allí vio a un chico de pelo moreno como la noche oscura y de unos ojos azules, casi trasparentes, tanto como el cristal. Era muy alto y esbelto, estaba apoyado en el marco de la puerta con los tobillos y los brazos cruzados, mirando a Sarah. Sus ojos eran cautivadores y por un instante Sarah se perdió en ellos, se vio así misma envuelta en seda negra, subiendo por unas escaleras de piedra con forma de caracol, en una gran torre, perseguida por él, por ese chico, pero no corría por miedo, sino por deseo. No lo entendía. De pronto reaccionó y fijó sus ojos en Caleb, que miraba fijamente al otro chico, como si le sentenciase a muerte. De pronto el chico se acercó.
Drake: Perdonad ¿está libre el asiento?
Sarah: Sí, claro. Me llamo Sarah, éste es Caleb ¿y tú?
Drake: Me llamo Drake.
Caleb: Un nombre peculiar.
Drake: Lo mismo digo, compañero.
Comenzó la clase y Sarah se sentía abrumada, sus nuevos compañeros no dejaban de mirarse desafiantes y se temía que ella era la causante de dicha disputa. ¿Qué podría hacer? Acababa de empezar una nueva etapa en su vida y ya se estaba complicando todo. ¿Cómo terminaría este lío?


Continuará...



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