jueves, 7 de julio de 2011

Viviendo en las sombras 4ª parte

Drake estaba a punto de arrebatar a Sarah de los brazos de Caleb, cuando escucharon un aullido fuera de la casa. El aullido era tan fuerte que hizo a todos los asistentes de la fiesta, detenerse en seco. Cuando todos regresaron a las andadas, Caleb le pasó la mano de Sarah a Drake y le pidió que la llevase a ver la casa, cuando en realidad le estaba pidiendo que la llevase a un lugar seguro sin que ella lo sospechase. Caleb salió por la puerta del jardín como una flecha, Sarah se quedó atónita de lo rápido que salió, pero Drake le estaba hablando, mostrando los cuadros y estatuas de la casa, que parecían sacados de otra época. Cuando Sarah se quiso dar cuenta, habían llegado a las escaleras de su visión, estaban ascendiendo por ellas mientras Drake hablaba y no dejaba de hablar. Sarah iba pensando en las cosas tan extrañas que le habían pasado últimamente, sobre todo, desde que conoció a esos dos chicos. Cuando llegaron arriba, vio una pequeña habitación en la que una gran chimenea y un sillón rojo de terciopelo, presidían la estancia. Había una pequeña botella de champán en una cubitera con hielo y dos copas en una pequeña mesilla junto al sillón. Habían improvisado un ambiente muy acogedor con el fuego encendido, velas y un tocadiscos del año la polca, con música clásica. Sarah estaba muy incómoda.

Sarah: ¿Qué hacemos aquí?
Drake: Es una pequeña sorpresa que tenía preparada para ti.
Sarah: Pero la fiesta es abajo.
Drake: Lo sé. Pero me gustaría estar a solas contigo y poder hablar sobre algo que prefiero contarte en privado.
Sarah: Mira Drake, no soy tonta. No me hiciste venir hasta aquí solo para hablar.
Drake: No se te escapa una. Pero en realidad, esperaba poder hablar contigo y confesarte algo que he querido decirte desde que te conocí. Lo que soy en realidad. Soy...
Sarah: ¿Un vampiro? Lo sé.
Drake: ¿Cómo?
Sarah: He de reconocer que me costó darme cuenta, todavía no entiendo lo que te pasa con el sol, porque eres el primero en plantarte tus gafas oscuras y salir a la terraza sin problemas. Por eso me desconcerté un poco al principio. Pero eso de que no comas nada, mientras Caleb y yo devoramos el sandwiche de la cafetería, que hables a veces un poco raro, como si hubieses salido de una novela de Shakespeare, o que siempre estés helado, aunque haga un calor de cuidado con la calefacción a toda pastilla. ¡Ah! se me olvidaba, que además,  tus ojos se vuelven rojos, sobre todo cuando estás cerca de mí.
¿Qué quieres? soy escritora, fui atando cabos. Además, el disfraz de esta noche no ayuda mucho si lo que querías era mantenerlo en secreto, porque fue la pista definitiva que necesitaba. Supongo que Caleb, es un ángel ¿no? Os parecéis más de lo que creéis, tenía dudas sobre lo que él era, pero esta noche al ver su disfraz, lo comprendí. Qué poca imaginación tenéis chicos.
Drake: No entiendo como puedes haberlo asociado y estar tan tranquila.
Sarah: Créeme, cosas más raras he visto. ¿O no te has dado cuenta que soy bruja? Os lo he puesto fácil con mi disfraz, también yo.
Drake: ¿También lo sabías?
Sarah: Pues claro, lo que pasa es que no soy una súper bruja, como la Samantha de Embrujada. Yo cuando muevo la nariz no me aparecen las respuestas del exámen delante de mi cara, créeme, ya lo he intentado.
Drake: En verdad, si eres una súper bruja. ¿Te lo contó tu abuela?
Sarah: Sí. Ahora la que pregunta soy yo. ¿Conociste a mi abuela?
Drake: Sí, era una de las mejores. Aunque tú lo eres mucho más, solo que no sabes como funcionan tus poderes. ¿Cierto?
Sarah: Pues sí, mi familia me ató los poderes, no dejaban de decir que era por mi seguridad, aunque es un fastidio, tanta energía desperdiciada. Aprendí a vivir si ellos y ya ni los hecho de menos, bueno a veces.
Drake: Entonces puedo ser sincero contigo. Estás en peligro.
Sarah: ¿Y cuándo no? Según mi abuela siempre estoy en peligro, de ahí que me atara los poderes. Ya es costumbre, no te preocupes, sé cuidarme sola.
Drake: Lo has disimulado muy bien todo este tiempo.
Sarah: Normal, estas cosas sólo pasan en los cuentos, no iba a llegar una mañana en el desayuno y preguntaros: "¿Qué pasa Drake, cuantas gargantas desgarraste anoche? ¿Y tú Caleb, qué se cuece por las nubes, se anuncia tormenta, saco el paraguas?" Venga por favor, seamos racionales, dentro de lo que cabe.
Drake: Lo digo en serio, hay seres ahí fuera que intentan matarte. Todo por culpa de tu sangre, se dice que tiene poderes curativos y devuelve la vida a quien se le ha arrebatado.
Sarah: Leches, pues si lo llego a saber la vendo como la fuente de la juventud, me hubiese pagado la carrera con un par de botecitos. Jajaja
Drake: ¡Sarah, que no es una broma!
Sarah: Si quieres me pongo a llorar y a temblar como un flan, ¿pero de qué serviría? De nada. Vamos a buscar a Caleb, creo que tenemos que planear algo los tres juntos, así seremos más fuertes. ¿Pero hay algo que aún no entiendo? ¿Porqué un ángel y un vampiro se molestan en protegerme?
Drake: Tan lista para unas cosas y tan tonta para otras. Porque estamos enamorados de ti. No lo planeamos, surgió así. El destino es caprichoso.
Sarah: ¿De mí? Pues eso sí que se me escapó. Estaba tan perdida intentando averiguar qué erais que ni lo vi venir.
Drake: Cuando todo esto termine, espero que me escojas a mí. Te quiero Sarah, llevo siglos esperando encontrar alguien como tú. Al fin encontré a mi alma gemela y no quiero perderte.
Sarah: ¡Ahhhh!
Drake: ¿¡Ahhh.....qué!? ¿Sólo dices eso?
Sarah: Pues no sé que esperas que diga, la verdad es que aún estoy procesando los datos y llegas tú y me pides que elija. Vamos por Caleb, será lo mejor.

Sarah bajó de dos en dos los escalones, iba huyendo de Drake, pero a la vez le había gustado que él se sincerara con ella, que la dijese que la quería. Ella le quería, igual que a Caleb, pero aún no sabía hasta que punto les quería a ambos. Iba absorta en sus pensamientos cuando una ventana, justo delante de ella se rompió en mil pedazos y por ella entró algo dorado, era Caleb, que luchaba con un demonio que lanzaba llamaradas por un tridente. Sarah se quedó paralizada, eso era demasiado para una sola noche. Se llevó las manos a los oídos para dejar de escuchar el ruido tan estridente que emitía el demonio. Drake se abalanzó sobre ella, echándola al suelo para protegerla, pero en ese momento, un lobo del tamaño de un jugador de baloncesto entró por la ventana rota y se estreyó contra Drake, haciendo que Sarah cayera al suelo y se golpeara la cabeza quedando inconsciente. Mientras Caleb luchaba contra el demonio, Drake luchaba contra el licantropo,  ambos contra su peor enemigo y a muerte. Cuando estaban a punto de vencer, dos flechas negras, atravesaron el arco de la ventana e impactaron en Drake y Caleb, haciendo que cayesen al suelo. En ese instante, Sarah se despertó, a tiempo de ver como sus amigos caían al suelo sin vida. Se incorporó y algo le recorrió el cuerpo desde la punta de los pies hasta la cabeza. Estiró la cabeza hacia atrás, expandió los brazos y las piernas y se elevó unos centímetros por encima del suelo. Su cuerpo emanaba rayos eléctricos que alcanzaron al licantropo, al demonio e incluso al ogro que lanzaba las flechas desde lo alto de un árbol en el jardín. Tal era la fuerza de los rayos que soltaba, que carbonizó a sus presas en menos de un segundo y en el lugar donde antes estaban, sólo quedaron montones de ceniza que se esparcieron por el suelo.
Cuando volvió en sí, se posó en el suelo majestuosamente y acercó a los dos chicos a la pared, donde los dejó reposar. Bajó las escaleras casi volando hasta la cocina, allí cogió un cuchillo y regresó al descansillo de la escalera donde se encontraban los cuerpos de sus amigos. Cuando llegó hasta ellos, se arrodilló, se hizo un corte con el cuchillo en ambas muñecas y les dio de beber su sangre. Al poco tiempo, Drake abrió los ojos y un poco más tarde era Caleb el que los abría. Cuanto más abrían los ojos ellos, más los cerraba ella, hasta que todo se volvió oscuro y quedó tendida en el suelo, sin vida.

Continuará...




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