martes, 5 de julio de 2011

Viviendo en las sombras 2ª parte

A media mañana, los tres compañeros se dirigieron a la cafetería para tomar algo, la mañana se les había echo eterna y necesitaban cambiar el chip. Mientras Sarah reservaba una de las mesas, los dos chicos iban a la barra a pedir algo para tomar.

Caleb: Quiero que sepas, que sé lo que eres. Y no pienso dejar que la hagas daño.
Drake: Yo también se lo que eres, pajarraco. No pienso hacerla daño, pero no esperes que te deje vía libre. Además ¿qué haces tú aquí? ¿estabas barriendo tu nube y sin querer te caíste? ¡Qué pena! Pero no te preocupes, ya puedes irte, yo cuidaré de ella.
Caleb: Ya, lo que quieres decir con cuidarla es... ¿merendártela? No te rías mucho con sus chistes o se te verán los piños. Por cierto, ¿llevas bastante cremita solar, cuál usas protección 3000?
Drake: ¿Sabes? Si no fueras mi enemigo, hasta me caerías bien.
Caleb: Yo no sé, si podría decir lo mismo, pero la verdad es, que chistoso eres un rato. Jajajaja
Drake: Jajaja. Después de tantos siglos y sigo sin perder la chispa. ¡Soy un as!
Caleb: Menuda conversación de besugos.
Drake: Mejor esto que ponernos a pelear. ¿No crees?
Caleb: Pelear ¿porqué? Vamos a hacer un pacto, nada de truquitos, que elija ella. ¿Te parece bien?
Drake: Me parece bien. Aunque no sé, si fiarme de la palabra de un ángel es lo más lógico.
Caleb: Claro, y yo si debo fiarme de la palabra de un vampiro. En un día cuerdo, no lo haría, pero este día promete ser bastante rarito.
Drake: Y que lo digas compañero.

Cuando llegaron a la mesa, se sentaron uno a cada lado de Sarah, ella era como la línea neutral que separa dos bandos, con ella se sentían bien, a gusto. Pasaron el resto del día sin más altercados, pero los días se fueron sucediendo y un día, en el baño de chicas, Sarah estaba mirándose al espejo cuando le pareció ver algo dentro, era ella pero estaba cambiada, no podía explicarlo y se asustó. Una de las chicas que allí estaba se le acercó.

Megan: Hola ¿estás bien?
Sarah: Sí, no sé que me pasó, creo que hay agua en el suelo y me escurrí, menos mal que me agarré al lavamanos.
Megan: ¿Sarah, verdad?
Sarah: Sí, tu te llamas... Megan. Estamos juntas en un par de clases. ¡Dime! ¿en qué puedo ayudarte?
Megan: Verás, espero que no te moleste que te aborde aquí para pedírtelo, pero es que como siempre vas con tus guardaespaldas, me da un poco de palo acercarme.
Sarah: ¿Guardaespaldas? ¿Te refieres a esos dos? Jajaja. No son mis guardaespaldas, son dos compañeros con los que hice muy buenas migas, aunque casi siempre están a la gresca, yo para ellos soy una zona neutral, soy como Suiza. ¿Pero porqué dices que te da palo?
Megan: Os veo a los tres tan...
Sarah: ¿Tan... qué?
Megan: Pues eso, tan inalcanzables, no sé. Es como si hubieseis sido sacados de uno de esos libros de adolescentes, con seres sobrenaturales que andan en un triángulo amoroso. ¿Me explico?
Sarah: Pues siento desilusionarte pero no, además, a mi no me pega el papel de dama desvalida, no va conmigo. Pero es gracioso, eso no te lo niego. Mira, la próxima vez que nos veas, ven y te los presento, verás como no son tan inaccesibles como parecen. ¿Pero, qué me ibas a pedir?
Megan: En realidad eran dos cosas. La primera, tus apuntes, dicen que se te da muy bien resumir y la segunda era más que nada información. ¿Tus amigos... tienen novia? Es que son tan guapos. Y no soy la única que lo piensa.
Sarah: Pues que yo sepa no, aunque tampoco se lo pregunté, no caí en ello.
Megan: Bueno, gracias por todo, luego en la comida me siento con vosotros ¿Vale?
Sarah: Ok. Luego nos vemos.

A Sarah le había extrañado que apenas nadie se le acercara cuando estaba con sus amigos, pero pensaba que era ella la que no caía muy bien, aunque no sabía porqué. Ahora empezaba a atar cabos, no era ella, eran ellos los que despertaban tanta expectación y ella sólo era un daño colateral.
(Pensó: "Bien Sarah, no te creas el ombligo del mundo porque no lo eres.")
¿Pero... porqué se había referido Megan a los tres cuando dijo aquello de..."os veo a los tres tan inalcanzables"? ¿De verdad iría Megan a sentarse con ellos en la comida?
Cuando salió del baño, le pareció ver un halo de luz alrededor de los dos chicos, en realidad eran dos, cada uno de distinto color. El que envolvía a Caleb era dorado, de una luminosidad intensa y una calidez embriagadora. En cambio, el que rodeaba a Drake, era de un color rojo sangre, intenso, fuerte, puro fuego.
Sarah sacudió la cabeza a ambos lados, con los ojos cerrados, para borrar esa imagen de su mente, pero al abrir los ojos, la imagen seguía allí, con una pequeña variación, los dos chicos ya no se miraban mutuamente y discutían como siempre, ahora la miraban a ella, en silencio, expectantes, como si pudieran adivinar lo que acababa de ver. Las dudas la invadieron de nuevo. Por un instante se quedó paralizada, en blanco, hasta que volvió en sí y se acercó a ellos con una sonrisa. Les contó lo de Megan y los tres se rieron, ella por ingenua, ellos por disimular, en el fondo los tres lo sabían, su unión era única y a la vez algo prohibido, Sarah lo intuía, pero no sabía el motivo, aunque no dudaba en que más tarde o más temprano lo averiguaría.


Continuará...

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