jueves, 14 de julio de 2011

Terror en las clases 3ª parte

Era media noche, todos estaban durmiendo, excepto los cuatro vigilantes que guardaban las puertas. De pronto algo se escuchó en la sala del material donde tenían a los heridos. Y uno de los vigilantes fue a despertar a Megan.

Vigilante 1: Megan, despierta. Pasa algo.
Megan: ¿Qué sucede?
Vigilante: Es en la sala de material.

Megan cogió un bate de beisbol que tenía justo al lado, desde que lo encontró, no se separaba apenas de el y fue directa hacia la puerta. Mientras se dirigía hacia allí, escuchó gritos que salían del interior, se apresuro a ver que pasaba y a pedirles que cesaran de gritar, los zombis podrían oírles. Cuando abrió, varios de los enfermos habían muerto, los demás enfermos no se habían percatado porque estaban durmiendo. Una chica se levantó, vio a su novio muerto y gritó, de ahí el alboroto. Los menos graves intentaban incorporarse y salir, cuando uno de los muertos abrió los ojos y se abalanzó sobre una chica que tenía a su derecha, le mordió la yugular y la sangre comenzó a salir a borbotones. El novio de la chica también despertó y la mordió en una pierna, arrancándole un trozo de carne tan grande, que se veía el hueso. Todos se iban despertando y atacando a los más cercanos. Megan no lo pensó, se abrió paso entre la marabunta de gente que salía fuera de la sala, hasta el gimnasio y comenzó a batear con todas sus fuerzas en las cabezas de todos los zombis con los que se cruzaba. Patrick y Enrique, acudieron al escuchar el escándalo, Patrick cogió otro bate y siguió a Megan, mientras el profesor, recibía a los heridos y los llevaba al baño para volverlos a poner en cuarentena. Mientras Megan y Patrick intentaban contener aquel baño de sangre, las puertas del gimnasio comenzaron a sonar y moverse con fuerza. Eran los zombis, habían escuchado los gritos y se agolpaban en las puertas para intentar echarlas a bajo. Mike y unos cuantos más, se colocaron en las puertas para contrarrestar la fuerza, hasta que Megan llegase y les dijese que hacer.
Megan y Patrick no daban a basto, cada vez que golpeaban a uno, venían dos más, hasta que Megan se dio cuenta que, encima de sus cabezas, colgaban unos patines de hockey hielo, de la época en la que su profesor de gimnasia presumía de su etapa de jugador profesional.

Megan: Distrae todo lo que puedas a esas bestias.
Patrick: ¿Estás loca? ¿qué hago, contarles un chiste?

Megan se subió a un montón de cajas que había a su espalda y alcanzó los patines que colgaban de una viga. Bajó al suelo de un salto y con la cuchilla del patín, desgarró la garganta de uno de los zombis, le pasó el otro patín a Patrick y le dijo que terminara de arrancarle la cabeza, él tenía más fuerza por lo que ella entretendría al resto como pudiese. Recogió su bate y comenzó a golpear todo lo que se movía. Mientras Patrick, cortaba a duras penas la cabeza del muerto, para separarla del cuerpo. Encontró un balón medicinal que usó junto a la cuchilla, para partir el hueso de la columna. Cuando lo consiguió, repitió lo mismo una y otra vez con todos los que le mandaba Megan. Cuando terminaron, había cinco muertos decapitados en el suelo y la sangre les manchaba los zapatos,  aparte de las salpicaduras, que eran más que evidentes en sus ropas. Salieron y cerraron la puerta. Vieron a los chicos agolpados en las puertas y lo supieron, deberían salir de allí, si no querían convertirse en la comida del resto. Los heridos estaban muy graves, no pasarían de esa noche, por lo que deberían abandonarlos allí, no podían arriesgarse a que se transformaran en la huida y les delataran o atacaran.

Megan: ¡Mike, aguantad! Patrick, reúne a todo el mundo, que se dividan en tres grupos, tenemos que marcharnos de aquí, ya no es seguro. Después reúnete conmigo y Enrique en la zona de la televisión.

Patrick se marchó e hizo lo que Megan le pidió. Los chicos de la puerta se dividieron en grupos, aunque sin dejar su posición. Cuando Patrick regresó junto a Megan, esta ya había planeado la fuga. El profesor de gimnasia tenía que subir por la cuerda, balancearse hasta una de las ventanas y romperla con algo, después saldría por ella y subiría al tejado, una vez que estuviera allí, todos los demás deberían subir también. Cuando estuviesen todos arriba, cada grupo se encargaría de una cosa. El primer grupo sería el señuelo, tendrían que distraer a los muertos para que los otros dos grupos lograran realizar su papel. El segundo grupo conseguiría transporte para todos y el tercero sería el que cubriría las espaldas del segundo y ayudaría al primero a subirse al transporte lo más rápido posible. Así lo hicieron, cuando estaban subiendo por la cuerda los dos últimos chicos, las puertas cedieron y los zombis entraron en el gimnasio. Cuando llegaron arriba, recogieron la cuerda, como Megan les había dicho y se reunieron con los demás en el tejado. El primer grupo se puso en el lado más alejado del tejado, en lo más alto y empezó a gritar y a botar, llamando la atención de los muertos. Los otros dos grupos, entre los que se encontraban el profesor y Megan, bajaron por la zona más baja del tejado, cayendo en unos matorrales. Iban armados con bates, palos de hockey, escobas y todo lo que pudieron cargar. Megan llevaba su bate y los patines colgados del hombro. Se apresuraron a esconderse en las gradas, desde allí, tendrían que recorrer un largo camino al descubierto, repleto de zombis, hasta llegar al aparcamiento. Allí había varios camiones de reparto, Megan rezaba para que siguiesen allí. Los usarían para rescatar a los demás y marcharse. El plan era ir hasta algún lugar para coger comida, armas y medicinas, después, se marcharían de la ciudad, irían a algún lugar con playa donde poder robar un barco y hacerse a alta mar. Allí estarían a salvo hasta que todo se calmase. Evitarían en todo lo posible las ciudades, irían por carreteras secundarias, alejadas de todo para evitar encontrarse con aglomeraciones de esas cosas.
Marcharon agachados, corrieron todo lo que pudieron. Por el camino, aturdían a algún zombi y seguían, no tenían tiempo que perder. Al llegar al aparcamiento, había una docena de muertos deambulando entre los coches. Se repartieron y mientras un grupo atacaba a los zombis, el otro intentaba conseguir los camiones haciendo puentes como les había enseñado el profesor de tecnología, momentos antes de abandonar el gimnasio. Consiguieron tres camiones, uno de pan, otro de agua y otro de verduras, que vaciaron para poder meter dentro a todos los que quedaban. Guardaron unas cuantas garrafas de agua y barras de pan, por si acaso y se marcharon a buscar al resto. Cuando llegaron, subieron al techo de los camiones y bajaron hasta el interior donde se encerraron y salieron a toda pastilla. Los zombis se arremolinaban alrededor de los camiones y los atropellaban a su paso sin miramiento alguno. Cuando salieron del recinto, se dirigieron al único sitio en que tendrían todo lo que necesitaban, sin tener que acudir a un centro comercial.
Llegaron a la tienda de deportes a media mañana. Las puertas estaban abiertas y como había una gasolinera cerca, era la mejor opción. Uno de los grupos repostaría los camiones y los abastecería de comida, botiquines de urgencias y todo lo que sirviese. El otro se encargaría de coger las armas que guardaban en la sección de caza, además de arcos, bates, raquetas, todo lo que les sirviese para defenderse. Cogerían además linternas, cantimploras y mantas para pasar la noche. Todo lo que necesitaran. Por último, el tercer grupo se encargaría de cubrir las espaldas de los otros dos. Megan, Patrick y otros seis, entraron en el establecimiento. Las paredes blancas estaban llenas de sangre, todo estaba tirado por los suelos y las luces parpadeaban. No se veía a nadie, ni vivo ni muerto. Se dividieron, dos por cada pasillo, así irían más deprisa y huirían también más deprisa, si la situación lo exigía. Cogieron cestas que llenaron a rebosar, de pronto, escucharon un ruido a sus espaldas, se giraron y no vieron nada, volvieron a mirar y se encontraron con una mole de 200 kg. estaba de pie, justo delante del mural de las armas. ¿Dónde estaría la llave? Patrick se encargó de distraer a la mole corriendo por los pasillos, mientras Megan buscaba por la oficina. Cuando la encontró y se disponía a salir, una mujer que echaba sangre por la boca y tenía desgarrada la piel, se colocó en la puerta de la oficina, entre Megan y la salida. Si quería volver con Patrick, debería pasar justo por ahí. Cogió su bate con fuerza y se lanzó a por la mujer que a su vez le devolvió el ataque. Mientras, Patrick se desesperaba, cuando llegó a otro de los pasillos, casi se topa de bruces con otro de los chicos que huía de otra mole. Decidieron tenderles una trampa, salieron corriendo hacia otro de los pasillos, allí se reunieron con el resto. Mientras todos se escondían, Patrick hizo que los zombis le persiguieran, cuando llegó donde le esperaban los demás, se agachó y otros dos chicos batearon las cabezas de los muertos, tirándolos al suelo.
Megan seguía luchando con la zombi de la oficina, era rápida y fuerte, estaba agotada, pero tuvo una idea, la empujó con todas sus fuerzas contra la ventana e hizo que saliera despedida por ella. Echó a correr y se reunió con los chicos, recogieron las armas, las metieron en bolsas de deporte junto a la munición y salieron de allí.
Los chicos de la gasolinera no habían regresado aún, cuando vieron una jauría de zombis subir por la cuesta del parking. Se prepararon para luchar, pero entonces escucharon unos frenos chirriar, eran los camiones, se detuvieron justo al otro lado y lograron llegar a ellos antes que los zombis les dieran caza.

Megan: Un poco más y no lo contamos. ¿Porqué habéis tardado tanto?
Enrique: Tuvimos un pequeño problema con el dueño del establecimiento y sus empleados, pero lo solucionamos, se vienen con nosotros, de esa forma no nos pusieron pegas para coger las cosas que necesitábamos.
Megan: ¿Entonces cuantos somos?
Enrique: Si descontamos las bajas del gimnasio y contabilizamos las nuevas incorporaciones, digamos que unos 180 más o menos.
Megan: Estamos demasiado apretujados, necesitamos otro camión por lo menos. Si ves alguno en el camino, te paras.

Siguieron por la carretera esquivando coches estrellados, abandonados o quemados. ¿Hasta dónde lograrían llegar? ¿habría más bajas? ¿cuándo y cómo terminaría todo?


Continuará...




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