lunes, 11 de julio de 2011

Terror en las clases 1ª parte

Megan se levantó como cada mañana para ir al instituto. Estaba aburrida de su rutina, pero le consolaba el pensar que en unas semanas le darían las vacaciones de verano. Era una chica popular, a pesar de ser huérfana y haber entrado a clases a mitad de curso. Fue adoptada por una familia que no la comprendía, ya era la cuarta adopción en un año. La gente se asustaba cuando empezaba a hablar de las cosas que veía, por ello decidió dejar de hacerlo, para que no la tomaran por loca. El instituto le brindaba la tranquilidad que necesitaba. En esa nueva vida nadie conocía su pasado y aunque la familia que la acogió eran unos católicos muy practicantes, ella les contentaba haciendo que rezaba de vez en cuando, aunque en realidad era atea. No quería buscarse más problemas ni volverse a cambiar de ciudad, estaba harta de todo eso. Su asistente social le dijo, que si volvía a tener alguna queja, terminaría en un hospital psiquiátrico, por lo que aguantaba lo que fuera, incluso ir a misa.
Cuando llegó al instituto, su amiga Karen la esperaba frente a las taquillas. Llevaba su característica ropa gótica, que la hacía parecer una vampiresa. Desde que Karen se había sumergido en el mundo de las novelas románticas sobrenaturales para adolescentes, había cambiado el equipo de natación, por el de literatura. Su vida había dado un giro de 180º, pero por mucho que cambiase, Megan siempre sería su mejor amiga. Estaban hablando de lo que harían en las vacaciones, camino de clase, cuando un chico desmembrado, con la boca ensangrentada y la ropa roída, apareció en el pasillo, estaba observando a Megan, que del susto tiró los libros al suelo. Cuando se agachó por los libros y volvió a mirar, el chico había desaparecido. Su amiga le preguntó que le había pasado y ella solo pudo decir que había sufrido un calambre, para salir del paso.
Pasó el tiempo como siempre, comiendo el la cafetería con el resto de sus amigos y de vez en cuando, riéndose de los defectos de algún profesor.
Faltaba una hora para terminar, estaba ansiosa en clase de historia, no hacía más que pensar en el chico del pasillo. Estaba acostumbrada a ver cosas, pero nada como eso. Hacía unos años, vio a uno de los chicos con los que compartía orfanato, muerto a los pies de su cama. A los pocos días el chico se escapó y murió atropellado. También había visto fuego una noche que se encontraba en la bañera, el fuego estaba en el agua en la que ella se bañaba, a los pocos días hubo un incendio en la cocina, nadie murió, pero tuvieron que desalojar el orfanato y los chicos fueron reubicados. Esas cosas era las que solía ver ¿pero zombies, a que se refería esa visión? Hacía tiempo que una medium la paró por la calle y le dijo que era una fuerte psíquica y que de ella dependería el destino del mundo. Pensó que la mujer estaba loca, aunque, después de vivir todo lo que había vivido, comenzaba a creer que la loca en verdad era ella.
De pronto la puerta del aula se abrió y la secretaria se acercó corriendo al profesor, estaba temblando y llorando, le dijo algo al oído y se marchó corriendo de nuevo. El profesor se puso muy nervioso, las gotas de sudor le caían por la frente.
Profesor 1: Chicos, algo está pasando ahí fuera, debéis iros a casa los que podáis, los que no, id al gimnasio inmediatamente.
El profesor salió corriendo de la clase, dejando todas sus cosas sobre el escritorio. La clase se quedó un poco conmocionada, pero la gente se fue dispersando. Cuando Megan y Karen llegaron a la puerta principal,  la gente estaba apelotonada mirando por el grueso cristal, estaban histéricos y mantenían sujeta la puerta. Alguien llegó con una cadena gruesa que pusieron alrededor de la cerradura.
Megan: ¿Pero qué pasa?
Patrick: Míralo tu misma.
Megan se acercó a la puerta y vio el aparcamiento repleto de cadáveres. Golpeando la puerta, había una masa de gente enfurecida, cuando se fijó bien, vio que dicha masa eran cadáveres y al ver los que estaban en el suelo, como recobraban la vida, aunque estuviesen desangrados y destrozados, se dio cuenta que estaba viviendo una pesadilla, pero lo malo es que era real. Había visto muchas películas, pero no pensó jamás que eso pudiese suceder en la vida real.
Patrick: Intentamos salir, pero se abalanzaron y cogieron a un puñado de nosotros, los que escapamos nos encerramos aquí.
Megan: Bueno como no podemos salir, será mejor que vayamos al gimnasio, allí nos estaban reuniendo los profesores.
Se dirigieron todos hasta el gimnasio, allí había mucha gente herida, otros estaban sentados en el suelo, frente al televisor de audiovisuales. En la televisión se veía gente correr, se escuchaban gritos desesperados. Una de las veces el cámara enfocó a una de esas bestias mientras devoraba a una joven, fue lo último que grabó, se vio como la cámara caía al suelo y a la periodista perseguida por una masa hambrienta. La conexión se perdió y en plató, el presentador estaba atónito, de pronto la emisión se cortó. El rey se encontraba dando un comunicado, en el decía que por todo el mundo, estaba sucediendo lo mismo, que se nos había ocultado por seguridad, pero que no habían logrado contenerlo fuera de las fronteras de nuestro país. Recomendaba a la gente que no saliese de sus casas, que permanecieran confinados porque el ejército se estaba encargando de normalizar la situación. Estaban preparando refugios en varias zonas y cuando estuviesen montados, se daría un comunicado indicando a donde se debía acudir. Explicaban que era un virus, una mutación para ser exactos de un virus mortal. El primer infectado era un Suizo que viajó a Francia, se cree que fue infectado en un laboratorio de pruebas de armas bacteriológicas, algo salió mal y se infectó. Cogió un avión y al llegar a París murió. Pasadas unas horas revivió y se comió al personal del laboratorio que no murió, se transformó en muertos vivientes. Eso se ha ido extendiendo, incluso a Estados Unidos, ya que creen que alguien robó el virus del laboratorio y lo vendió en el mercado negro. De pronto las comunicaciones se rompieron, uno de los profesores subió por una de las cuerdas que colgaban en el gimnasio y miró por las ventanas que se encontraban casi tocando el techo del gimnasio y que solo servían para dejar entrar la luz, pues estaban tan altas que no dejaban ver nada. Los monstruos estaban tirando los postes de la luz ¿cómo era posible que fueran inteligentes? Les habían dejado a oscuras, incomunicados. Los móviles no tenían cobertura ya que las líneas estaban saturadas. Estaban atrapados en el gimnasio, eran al menos 200 personas y no tenían comida, el agua que tenían era la que podían obtener de los lavabos.
Megan y Karen estaban sentadas junto a Patrick y su inseparable amigo Mike. Patrick era el chico más popular del instituto, el más guapo y atlético. Todos se llevaban bien con él, Mike era su amigo más cómico. Le encantaba sacar el punto gracioso de cualquier situación, aunque ahora no tenía tantas ganas de reirse, permanecía callado mirando al suelo.
Patrick: Y ahora ¿qué haremos? No podemos quedarnos aquí.
Megan: Lo que no podemos es salir, es un suicidio. Debemos permanecer aquí hasta que nos rescaten, o por lo menos hasta que los monstruos esos se marchen.
Karen: ¿Y si no se van? ¿Y si no nos rescatan?
Megan: Entonces nos rescataremos nosotros mismos. Estamos en un gimnasio, debe haber algo con lo que poder defendernos, raquetas, palos, lo que sea.
Mike: Pero eso es por si entran, ¿pero, cómo encontraremos comida en el gimnasio?
Megan: Debemos salir, hay que mandar un grupo a la cocina, por provisiones.
Karen: ¿Estás loca? yo no salgo.
Megan: Pues como no quieras comerte las colchonetas, tú me dirás. Debemos organizarnos y no estaría de más que a los heridos les pusiéramos en cuarentena, por si acaso.
Uno de los profesores los estaba escuchando y se acercó.
Profesor 2: La verdad es que tienes razón, con los nervios no hemos planeado nada, no podemos quedarnos de brazos cruzados, parece que no se detienen, que cada vez vienen más, debemos encontrar un plan para salir o permanecer a salvo aquí todo lo posible.
Megan: Lo que necesitamos es sobre todo, comida y medicamentos. Un grupo debe ir a la cocina y el otro a la enfermería. Cuanto más pequeño sea el grupo, más fácil será que se muevan sin ser vistos.
Profesor 1: Si chicos, ¿pero, quién irá?
Megan: Debemos escoger a los más rápidos, hay que correr. Yo saldré también, no soy de las que se quedan sentadas esperando. Yo iré a la enfermería, necesito dos más que me acompañen para vigilar mi espalda. Otros tres, deberán ir a la cocina y cargar con todas las latas y cosas que se puedan comer sin cocinar, no queremos que el olor los atraiga más a nosotros.
Patrick: Voy a organizarlo, ahora vengo.
Patrick se fue a buscar voluntarios que se unieran a la expedición, mientras Megan, Karen, Mike y el profesor, fueron haciendo un inventario de lo que deberían traer.
¿Lograrían salir y regresar con lo necesario?¿cuánto tiempo se necesitaba para incubar el virus? ¿cuántos llegarían con vida a mañana?


Continuará...



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