jueves, 28 de julio de 2011

Sueños de carne y hueso 4ª parte


Shanna estaba agotada, llevaba dos días sin dormir y apenas probaba bocado. Se hacía la enferma para no ir a clase, allí su imaginación volaba más de lo normal y no era buena idea ponerse a viajar en el tiempo en medio de la clase de historia. Para el resto del mundo, ella seguía con dolor de tripa en casa, de ahí que su madre la tuviese a dieta blanda. ¡Qué suplicio! Entre eso y el sueño, apenas podía levantarse y dar un paso, por ello, en un momento de descuido, el sueño pudo más que ella y cayó rendida.
De pronto, volvía a estar en México, entre la maleza. Estaba camuflada y vio pasar ante sus narices un grupo de turistas, llevaban mochilas y palos, iban siguiendo a un guía que les explicaba lo que estaban viendo, por lo que esta vez no había viajado tan lejos en el tiempo. De pronto, uno de los hombres del grupo se detuvo y quedó rezagado. Giró hacia su derecha y se adentró en la maleza. Shanna tuvo un presentimiento y le siguió de cerca. El hombre anduvo por la maleza un rato y de pronto se paró. Se arrodilló frente a un árbol y comenzó a escarbar. Shanna no daba crédito, aquél hombre parecía estar en trance. Cuando terminó de escarbar, sacó algo que había allí enterrado. Era el cofre del collar, ¿pero si fue enterrado en la otra punta del mundo por el padre de Jack, quién y porque lo habían movido de lugar? Deseó encontrar las respuestas, lo deseó con todas sus fuerzas y de pronto, todo se volvió borroso, antes de desaparecer, se fijó en la mochila del hombre misterioso, tenía unas iniciales bordadas I.J.S.
Ese era el hombre que buscaba, de repente se hallaba en la colina donde estaba enterrada la hermana de Jack. Era el día del funeral y lo vio vestido de negro, desolado. Se le partió el corazón al verlo sufrir de ese modo. Entonces se percató que no era la única que desentonaba en la escena, un hombre alto con gafas, estaba tras un árbol observándolo todo. En sus manos, sujetaba una pala y un saco. Algo extraño, ya que el enterrador estaba ejerciendo su trabajo con el ataúd de la hermana de Jack. Decidió esconderse hasta que todos se fuesen y así poder vigilar al hombre de la pala. Agudizó la vista y pudo ver unas iniciales en la camisa I.J.S.
¡No podía ser el mismo hombre! Se daba un aire al otro, pero no era el mismo que vio en México desenterrando el cofre. Había algo que se le escapaba. ¿Y porque le ponía sus iniciales a todo?
Cuando el cementerio quedó vacío, el hombre bajó hasta la tumba y comenzó a cavar. Le llevó un par de horas terminar de quitar toda la tierra, aunque estaba reciente. El hombre no tenía mucha musculatura que digamos, era más bien un tirillas, a Shanna le dieron ganas varias veces de sacarle del agujero y meterse ella para terminar de cavar. Se oyó un ruido, había llegado al ataúd. Lo rompió y sacó el cofre. Shanna no pudo remediarlo, se acercó al agujero y cogió la pala que el hombre había dejado arriba al terminar de cavar.

Shanna: ¿Quién eres y porque estás robando ese cofre? (Amenazando con la pala)
I.J.S: ¿Quién eres tú?
Shanna: Yo pregunté primero. ¿No sabes que es de mala educación responder a una pregunta con otra?
I.J.S: Está bien. Me llamo Ignacio. Sí, estoy robando este cofre, pero es para llevarlo lejos de aquí, es peligroso.
Shanna: Pero tú no puedes ser Ignacio, yo vi a Ignacio desenterrar este cofre en México, se parecía a ti pero no eras tú, es imposible. No sé qué me pasa, pero no le encuentro lógica ninguna, a menos que... fuese tu hijo o tu nieto.
Ignacio: ¿De qué hablas? Mi hijo tiene 3 meses.
Shanna: No me refiero ahora mismo. Es la única explicación posible. ¿Tenías pensado llevar el cofre a México y enterrarlo allí?
Ignacio: Yo no, un amigo mío debe viajar a México y sabe toda la historia del cofre, yo se lo conté. Es quien se lo llevará y lo esconderá donde nadie pueda encontrarlo jamás. Además, tengo derecho a estar aquí, con mi Sophie.
Shanna: En primer lugar, dile a tu amigo que lo esconda mejor, porque si yo estoy aquí, es porque no lo hizo muy bien que digamos. Y en segundo lugar. ¿Quién es Sophie? ¿No será...?
Ignacio: Sí, es el único amor de mi vida y está aquí enterrada. Se volvió loca y se suicidó por culpa de este maldito cofre y lo que contiene, me da miedo abrirlo.
Shanna: Créeme, mejor no lo hagas, porque por eso mismo estoy yo aquí. Me sucedió lo que a Sophie, solo quiero hallar el modo de romper la maldición y poder deshacerme del colgante de una vez por todas. Pero a lo que vamos. ¿Cómo me deshago de esto?
Ignacio: No me lo enseñes, no lo quiero ver. Por culpa de ese colgante, mi vida es una ruina.
Shanna: Bienvenido al club.
Ignacio: ¿Qué club?
Shanna: Déjalo, es una expresión, nada más.
Ignacio: No sé cómo deshacerme de eso. Sophie tuvo que morir para poder quitarse el colgante, espero que tú no tengas que correr la misma suerte.
Shanna: Pues entonces estoy como al principio, o puede que no. Tu hijo seguro tiene las respuestas, debo encontrarle.

En ese momento, agarró su collar y apareció en un abrir y cerrar de ojos en una habitación acolchada, era un manicomio. En un rincón, había un hombre con una camisa de fuerza. Estaba acurrucado, con los ojos perdidos en el vacío y hablando en una lengua sin sentido. Era él, el mismo hombre que andaba buscando, el hijo de Ignacio, ¿podría resolver sus dudas?
Shanna se acercó, el hombre comenzó a gritar al ver el colgante asomando por la blusa de Shanna. Entonces, Shanna se apartó, escondió el colgante y volvió a la carga. El hombre esta vez sonrió, miró hacia una abertura que había en el acolchado de una de las paredes y volvió a sonreí. Shanna se acercó al agujero, metió la mano y halló un sobre. De pronto se vio en la habitación de Jack, leyendo juntos el sobre y allí apareció. Estaba sentado en su escritorio, dibujando el rostro de Shanna, había cientos de dibujos con su rostro, sonriendo, haciendo muecas, enfadada, todos y cada uno de los dibujos eran como espejos en los que Shanna se veía reflejada, era todo un artista.
Cuando se percató de su presencia, se levantó de la silla e intentó tapar los dibujos, pero era tarde, ya los había visto.

Shanna: ¿Porque me has dibujado tantas veces?
Jack: No puedo sacarte de mi cabeza. No hago más que pensar en ti, no como, no duermo, apenas puedo hacer otra cosa que no sea dibujarte.
Shanna: Yo intento no pensar en ti, pero como ves, tampoco puedo remediarlo.
Jack: Esto no está bien, pero no lo podemos evitar. ¿Descubriste el secreto del colgante?
Shanna: Eso creo. Encontré esta carta, creo que aquí lo explica todo.
Jack: Pues comienza a leer, ¿a eso viniste, no?


Continuará...








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