Se sentaron
en la cama, había una distancia considerable entre ellos, Shanna comenzó a
leer, le temblaba la voz.
<<A
todo aquél que lea esta carta. Supongo que por desgracia habrá encontrado el
cofre y estará buscando el modo de deshacerse de él. Yo no tuve suerte,
enloquecí poco a poco al tener cerca ese cofre y al deshacerme de él, en lugar
de mejorar, he ido a peor. No puedo dormir, pensar con claridad ni hacer nada
que no esté relacionado con ese maldito cofre. Lo escondí, pero supongo que no
lo bastante bien, siempre se las arregla para ser encontrado.
Tan sólo hay
una solución para deshacerse de él, a parte de la muerte o la locura, destruir
el colgante. Si por desgracia, aún más si cabe, usted es una mujer, lo llevará puesto
y no podrá deshacerse de él tan fácilmente, ya que la única solución que se
conocía era la muerte, pero yo descubrí otra salida, es algo doloroso, pero es
la única forma que hay de ser libre. Si alguien se sacrifica en su lugar, usted
sobrevivirá y el collar perderá su poder el tiempo necesario para destruirlo.
Según cuenta una antigua leyenda, si se consigue destruir el collar, todo el
mal que se hizo será reparado, pero es un riesgo, pues toda la historia
cambiará. Se reescribirán muchos de los acontecimientos históricos y por salvar
al mundo, puede que se destruya todo, incluso usted podría desaparecer. No se
sabe a ciencia cierta, es una conjetura. No intente golpear, quemar, o congelar
el colgante, no sirve de nada, la única solución es fundirlo.
Espero que
mi carta le haya sido de ayuda y le deseo suerte en su cruzada, ahora todo
depende de usted>>
Cuando
Shanna terminó de leer la carta, tanto ella como Jack, permanecieron en silencio
unos minutos, repasaban cada palabra una y otra vez intentando asimilarlo todo.
Hasta que Jack rompió el silencio.
Jack: Muy bien, busquemos un lugar donde fundirlo, yo seré el
sacrificio.
Shanna: ¿Estás loco? No te lo permitiré. Esto es cosa mía.
Jack: Sabes muy bien que no puedes ser tú la sacrificada, debe
ser otro en tu lugar, alguien que lo haga por amor. ¿Y quién mejor que yo?
Desde que te vi por primera vez, empapada a los pies de mi cama, lo supe, tú
serías la mujer de mi vida y por lo que veo, no me equivocaba. Además, si hago
esto, mi hermana revivirá, tendrá una oportunidad y quién sabe, a lo mejor al
cambiar la historia yo también lo hago. Si debo morir, para que dos de las
mujeres más importantes de mi vida sobrevivan, lo haré.
Shanna: Jack, no. Debe haber otro modo, me niego a que lo hagas.
Jack: No puedes negarte, es mi vida y hago con ella lo que
quiero.
Shanna: Pero yo te quiero, sé que es casi imposible lo nuestro y
más si el colgante se destruye, pero no podre cargar con tu muerte en mi
conciencia y mucho menos si yo podía impedirlo.
Jack: Pero no podrás impedirlo.
Jack se
levantó y golpeó a Shanna en la cabeza con un candelabro. Shanna cayó
inconsciente en la cama. Jack la cargó en sus brazos y como pudo, tocó el
colgante pensando en el último lugar que vería...
Al instante
todo se volvió borroso y aparecieron en lo alto del volcán Arenal en Costa Rica,
en el tiempo de Shanna. Hacía mucho calor, el volcán es uno de los pocos en
continua actividad, por lo que debían darse prisa, era una zona muy inestable.
Jack dejó a Shanna en el suelo y se arrodilló junto a ella. De una forma cálida
y dulce, le retiró el pelo de la cara y comenzó a acariciar su mejilla con el
dorso de la mano.
Jack: Shanna cariño, despierta. Es hora que cumplas tu misión.
Shanna: ¿Qué pasa? ¿Dónde estamos?
Jack: Creo que en Costa Rica. Despierta, tienes que estar
despierta para escuchar lo que te tengo que decir.
Shanna: Ya estoy despierta. ¿Cómo pudiste golpearme en la cabeza?
Jack: Era por tu bien.
Shanna: Sí, claro. Un chichón y el dolor de cabeza son por mi
bien.
Jack: Calla y escucha, cuando me vaya, intenta quitarte el
colgante y en cuanto puedas, tíralo dentro del volcán, pero no te arrimes
mucho, no quiero que te caigas al cráter, hace mucho calor y podrías
desmayarte. En cuanto lo tires, sal corriendo hasta el primer pueblo y pide
ayuda. Localiza como puedas a tu padre y que lo arregle para sacarte de aquí.
Shanna: Lo haré, pero no te vayas. No me hagas esto. Aunque
parezca raro, te quiero.
Jack: Yo también te quiero y siempre estaré contigo.
De pronto
Jack se acercó y la besó. Ambos lloraban desconsolados, fue un beso largo, uno
que sabía a dulce despedida. De pronto Jack se levantó y corrió hacia la cima
del volcán. Shanna no se lo pensó y fue tras él. No pudo hacer nada, llegó a la
cima a tiempo de ver como Jack saltaba dentro del volcán. Se arrodilló en el
suelo y comenzó a llorar. No podía dejar de darle vueltas, todo había sido por
su culpa. De pronto el broche del colgante se abrió y este cayó al suelo.
Shanna lo sujetó un instante en su mano antes de arrojarlo al fondo del volcán
y salir corriendo como Jack le había hecho prometer que haría.
Cuando llegó
al pueblo, llamó a su padre.
Padre: ¿Sí?
Shanna: ¿Papá? (Llorando)
Padre: Shanna hija, ¿dónde estás? ¿Qué prefijo es ese? Estábamos
preocupados, llegamos tu madre y yo a casa y no estabas.
Shanna: Antes que digas nada. Mándame el pasaporte, ropa y
dinero. Estoy en Costa Rica.
Padre: ¿Qué?
Shanna: ¿Recuerdas el broche que me regalaste? Pues digamos que
tenía poderes y por su culpa estoy aquí, pero ya está todo arreglado. Cuando
llegue a casa os lo cuento todo, pero por favor, mandadme eso para que pueda
regresar.
Los meses
pasaron, Shanna volvió a su vida normal, exceptuando las tardes que acompañaba
a sus padres al museo como castigo, para ayudarles a terminar su investigación
y contarles por vigésima vez lo sucedido. No había cambiado nada y le había
costado afrontar que jamás volvería a ver a Jack.
Una mañana,
llegó al instituto como cualquier otro día y se sentó en su pupitre. No se
había dado cuenta que el chico que se sentaba justo delante de ella, era nuevo
y creyendo que era el mismo de siempre le pidió un bolígrafo sin levantar la
cabeza de su estuche.
Shanna: Perdona ¿me dejarías un boli? es que creo, que me lo dejé
en casa.
Chico nuevo: Claro. Me llamo Joshua. ¿Y tú?
Shanna
reconoció esa voz. Levantó la vista y allí estaba Jack. No daba crédito a lo
que estaba viendo. Su rostro se iluminó y una sonrisa se le dibujó en la cara.
Shanna: ¿Jack? ¿Eres tú?
Joshua: No, me llamo Joshua, encantado.
Shanna: Sí, lo mismo digo. Es que te pareces mucho a alguien que
conozco. Lo siento.
Joshua: No pasa nada. Mi abuelo también se llamaba Jack y según
dicen soy su viva imagen. Así que no te equivocaste mucho. La verdad es que tu
cara me suena, te pareces mucho a una mujer que retrató y cuyos dibujos
encontré en un baúl que guardaba mi abuelo en el desván.
Shanna: Quien sabe. A lo mejor mi abuela y tu abuelo se conocían.
Joshua: Puede ser.
Shanna: ¿Me enseñarías algún día esos dibujos?
Joshua: Dalo por hecho. Cuando quieras.
<<<RING>>>
Suena el timbre, empiezan las clases y con él, una nueva vida para Shanna.
FIN.