jueves, 23 de junio de 2011

La bruja y el cazador 5ª parte

Nathan estaba preparando su bolsa de caza, metiendo todo lo indispensable para no llevarse sorpresas inesperadas. Desde que había conocido a Tabatha, investigaba más a fondo a sus presas y si no podía hacer que se pasaran a su bando, entonces era cuando terminaba con ellos. Se encontraba absorto en sus pensamientos, cuando escuchó un ruido que le sobresaltó. Hacía un año que Tabatha había muerto y no la conseguía olvidar. Cogió su escopeta y salió fuera de la caravana. Miró a un lado, al otro y no vio nada, pero cuando miró hacia abajo, vio un gato que le resultaba familiar, era de noche y estaba oscuro, pero ese gato le cambió la vida, por lo que le reconocería en cualquier parte.
Nathan: ¿Tabi?
De pronto el gato se vio envuelto en un remolino de luz cegadora, que hizo a Nathan cubrirse los ojos. Cuando los volvió a abrir, la vio. Ante el apareció una fantasma, su fantasma. Estaba preciosa vestida de blanco con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Estaba flotando, era algo digno de ver.
Tabi: Hola. ¿Cómo estás? Bueno, se que bien, te observo desde mi ventana en el cielo. No quise acercarme a ti, hasta saber que lo habías aceptado y no te iba a causar ningún mal verme. No puedo quedarme mucho, he de volver, pero quiero que sepas que te sigo queriendo y que si volviera al momento en que me mataron, no cambiaría nada, porque lo hice por salvarte y no me arrepiento. No es culpa tuya, fue mi decisión.
Nathan: Estás aquí. Eres tú. No te vayas, por favor. Otra vez, no. Yo también te quiero y aún no lo he superado. Te perdí en el momento que me dí cuenta que no podía vivir sin ti. Me he planteado muchas veces el dejar de cazar, pero después me viene a la cabeza la idea, que alguno de esos monstruos que cazo me mate y al fin pueda ser libre para estar contigo.
Tabi: No digas eso, no es tu hora, lo sé. Igual que sabía que esa noche, estaba escrito que yo no saliese con vida. Si pudiese pedir un deseo, sería poder tenerte una vez más, besar tus labios de nuevo y sentir el roce de tu piel otra vez. Pero eso es mucho pedir.
Nathan: Te quiero. No es justo. ¿Por qué a nosotros?
En ese instante, de la nada aparecieron unas escaleras del cielo, que bajaban hasta los pies de Nathan. De ellas, descendió un hada joven, cuya alegría lo invadía todo. El hada se presentó como Lili y les dijo que tenía una misión que cumplir. Estaba allí para conceder un deseo a cambio de un alto precio. Le dijo directamente a Nathan, que se estaba librando una guerra en el cielo y que le necesitaban. A cambio de entregar su alma al servicio de los ángeles, le concederían 24 horas en las que tendría todo lo que deseara, pero sólo 24 horas, pues el tiempo apremiaba. El tenía claro lo que quería, que Tabatha y él pudiesen estar juntos. Sin darle muchas vueltas, le explicó al hada lo que deseaba, estar con Tabatha y que si fuese posible, al morir, pudiesen estar juntos para el resto de la eternidad. De esa forma el seria un fiel sirviente y el mejor guerrero que pudiesen tener. El hada accedió y de la nada surgió un pergamino con el contrato que ambas partes firmaron. Nada más firmar, Tabatha se deshizo en miles de cenizas que cayeron al suelo. Nathan gritó y se lanzó al suelo donde estaban las cenizas, pero en ese mismo instante, comenzó a resurgir de las cenizas una silueta, era ella, en carne y hueso.
Lili: Y resurgirá de sus cenizas al igual que el ave Fénix.
Tabatha y Nathan se abrazaron, se besaron. El mundo a su alrededor desaparecía cuando estaban juntos. No se dieron ni cuenta, que Lili se había marchado y que las escaleras habían desaparecido. No les importaba nada más que las 24 horas que tenían en la Tierra para disfrutar el uno del otro y claro está, la eternidad que les aguardaba después.
Tabi: ¿Por qué lo hiciste? Tenías toda la vida por delante.
Nathan: ¿Qué vida? Yo ya estaba muerto el día que te fuiste, parecía un fantasma en vida. Cambiaría todo por un sólo minuto contigo, de esta forma tenemos todo un día, ya que no sé como será eso de la eternidad, ni que normas nos impondrán, aprovechemos este día como si fuese el último. Creo que salimos ganando.
Tabi: Aunque en realidad, sí es el último.
Esa noche fue la mejor de sus vidas, al fin se fundieron en un mismo ser, eran como dos moldes que encajaban a la perfección  y el único testigo de ese amor fue la luna en lo alto, en todo su esplendor. Por la mañana decidieron aprovechar y tiraron de deseos, desayuno en París, paseo por el Nilo antes de comer y visita a las Pirámides. A la hora de comer, un poco de pasta al lado de la Torre de Pisa. Más tarde, decidieron navegar por el lago Esmeralda en Canadá y tomar un chocolate caliente en Bruselas. A la hora de la cena, decidieron viajar a la Selva Amazónica para cenar con una tribu y escuchar antiguas historias ante un gran fuego.
Se acercaba la hora, por lo que regresaron a la caravana a esperar el final. Cuando dieron las doce de la noche, la hora bruja, las mismas escaleras de la otra vez resurgieron y Lili descendió por ellas como una gacela. Estaban abrazados, sentados en las escaleras de la caravana, felices por primera vez en sus vidas. Y eso a Lili le encantó, por fin había cumplido su misión, y conseguiría el ascenso que tanto ansiaba, por fin dejaría de ser el hada de los deseos y se convertiría en un ángel de la guarda. Les hizo un gesto con la mano para que la siguieran y eso hicieron. Subieron cogidos de la mano, no tenían miedo, estaban juntos. Fuese lo que fuese lo que les esperaba al final de la escalera, no importaba, y tampoco tenían prisa por descubrirlo. Tenían toda la eternidad para ello.

FIN







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