miércoles, 22 de junio de 2011

La bruja y el cazador 4ª parte

Al fin estaban cara a cara. Las tres brujas frente al cazador, se observaban sin apenas pestañear. Pasó el tiempo y el silencio se hizo tan incómodo que Tabatha no lo pudo soportar y se adelantó. Se colocó en el medio de los dos bandos y se dispuso a ejercer de mediadora, pero nadie la escuchaba, estaban tan concentrados que no se percataron de lo que se les venía encima. El suelo comenzó a temblar y una gigantesca grieta se abrió a los pies de Tabatha. Sin pensarlo dos veces, Nathan y Morgana se lanzaron al suelo y la sujetaron cada uno de un brazo, evitando así que cayera al vacío. Del suelo emanaba un calor tan intenso, que Tabatha no dejaba de gritar de dolor. Cuando Nathan miró hacia abajo, vio lava. Se estaba formando un volcán en el centro de la ciudad. ¿Cómo era posible? La lava ascendía rápidamente, tenían que sacar a Tabatha de allí enseguida. Con todas sus fuerzas, le arrebató el brazo que sujetaba Morgana y la elevó hasta el borde. Cuando ya estuvo a salvo, la abrazó y sin darse cuenta, una lágrima le resbaló por la mejilla y se depositó en sus labios. Tabatha le devolvió el abrazo y le besó, lo hizo de una forma tan intensa que parecía que el mundo se estuviese acabando y ellos fueran los últimos en desaparecer. Mientras tanto, la grieta se cerraba poco a poco, como si nada de lo sucedido hubiese sido real. De repente, Morticia vio a lo lejos una silueta masculina que reconoció al instante, era su amargado vecino, el brujo. Sonreía y miraba el lugar donde apenas unos instantes antes, estaba la brecha del suelo, entonces Morticia lo tuvo claro, había sido el quien había provocado la brecha, que había estado a punto de engullir a Tabatha. Con un movimiento rápido de sus manos, lanzó una bola de energía que impactó en el brujo haciéndolo caer al suelo con un ruido ensordecedor. Era una altura considerable, por lo que Nathan creyó que el brujo estaría mal herido, pero se equivocaba, en un abrir y cerrar de ojos el brujo estaba en pie, lanzando bolas de fuego sin cesar. Nathan cargó su arma, escondido tras un arbusto con Tabatha y se dispuso a disparar en cuanto lo tuviese a tiro, pero antes de poder hacerlo, Tabatha se levantó, cerró los ojos y apretó los puños. El tiraba de ella para que se agachara, pero estaba en trance, no podía con ella. En ese instante, apareció un gigantesco remolino de agua, que engulló al brujo que luchaba permanentemente por no ahogarse. Pasados unos minutos, el brujo dejó de luchar, Tabatha abrió los ojos y el remolino desapareció, escupiendo al brujo empapado e inconsciente. Nathan sujetó a Tabatha, a la que debido al esfuerzo, le fallaban las rodillas. Mientras se miraban fijamente con una sonrisa en los labios, Morgana y Morticia se acercaron al brujo para rematarlo, por si acaso. Pero el brujo abrió los ojos y con su último aliento lanzó una bola de fuego en dirección a Nathan. Tabatha lo vio y se giró, protegiendo a Nathan con su cuerpo, de forma que la bola de fuego le alcanzó a ella en las costillas, en su lugar. Morticia y Morgana cargaron contra el brujo lanzándole una bola de fuego tras otra, aunque ya estaba muerto. Nathan dejó a Tabatha en el suelo y le sujetó la cabeza con las manos ensangrentadas. No lo pudo remediar y se echó a llora, esa bruja a la que horas antes había querido cazar, de la que sin quererlo se había enamorado y con la que había soñado terminar sus días de cacería, estaba en el suelo, regalándole su último aliento.
Tabatha: Lo siento, pero no quería que te hicieran daño. Te quiero.
Nathan: ¿Porqué lo has echo? No deberías haberlo echo, no. Te quiero, no te mueras por favor. No me hagas esto, ahora no.
Tabatha: Siempre estaré contigo, cuidando de ti. Te lo prometo.
Nathan: Tabi, Tabi, por favor, contesta ¡¡¡TABI!!!
Se quedó tirado en el suelo, abrazando el cuerpo cada vez más frió de la bruja. Morgana y Morticia se arrodillaron junto a el, sujetando cada una, la mano sin vida de Tabatha. Ellas lo sabían, Tabatha no estaba del todo muerta, había una parte de ella que seguiría con vida, su espíritu, pero Nathan no lo sabía, por lo que lloraba desconsolado, sin importarle que las otras brujas estuvieran tan cerca, a su lado.


Continuará...

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