martes, 28 de junio de 2011

Las travesuras del Dios Loki 5ª parte

Pasaron los años en casa de Bethany. Bastet y Loki se hicieron muy buenos amigos. Vieron como Bethany se casaba con Jake, un muchacho bastante amable, le encantaban los animales y siempre les colmaba con regalos y caricias, de ahí que dieran el visto bueno a la boda. Vieron crecer a los hijos de Bethany, eran unas criaturas dulces y encantadoras, pero los 15 años llegaron pronto y Bastet y Loki tuvieron que marcharse. Decidieron hacerlo de la forma tradicional, para no levantar sospechas. Cuando los declararon muertos, dejaron atrás sus cuerpos y se marcharon de regreso a sus respectivas casas. Cuando Loki vio desde su trono, la tristeza en los ojos de Bethany y su familia, se dio cuenta que ningún reino podría ser mejor que los años que pasó en la Tierra, el tiempo que pasó allí le había cambiado por completo. Allí fue tratado como un rey y fue realmente querido. De vez en cuando espiaba por su telescopio, quería a esa familia con todo su corazón, más que a la suya propia, ya que desde que había vuelto, las tiranteces con Thor y Odín, habían regresado a su cauce habitual.
Una mañana, mientras desayunaba, recibió una visita inesperada. Una mujer con ojos verdes, pelo moreno sobre los hombros y un traje muy peculiar, estaba frente a la puerta, esperando a ser presentada y con una sonrisa dibujada en la cara.
Loki: No puede ser ¿eres tu?
Bastet: Sí, la misma que viste y calza.
Loki: Te reconocería de cualquier forma.
Bastet: Vine a ver como te iba. Y por lo que puedo comprobar, tú también los echas de menos. (Observando el telescopio que apuntaba hacia abajo)
Loki: Lo cierto es que sí. Echo de menos ser un perro y hasta me he planteado volver, aunque no se si encontraría una familia como la de Bethany. De vez en cuando todavía me da por roer huesos, supongo que esa manía se me irá con el tiempo.
Bastet: Hay gente de todo tipo ahí abajo, tan sólo hay que buscar a los indicados. Yo también me he planteado volver y lo de los huesos, si es raro sí, aunque yo sigo jugando con los ovillos de lana, será un efecto secundario.
Loki: Aquí tengo unas obligaciones que últimamente he descuidado. No puedo volver a irme, por lo menos aún no.
Bastet: ¿Y qué te crees, que yo no tengo obligaciones? Se que nuestro sitio está aquí, pero de vez en cuando, vienen bien unas vacaciones.
Loki: Sí doctora, tiene toda la razón.
Pasearon por las nubes, subidos en un caballo alado, hablaron y rieron durante horas. Loki le contó las trastadas que les había echo a Thor y a Odín al volver a casa. Bastet no dejaba de reír. En ese preciso momento, se dieron cuenta que 15 años eran muchos, se habían acostumbrado el uno al otro y aunque no lo quisiesen reconocer, se echaban de menos. Estaban sentados el uno frente al otro, en una nube esponjosa. El sol del atardecer bañaba su piel y la hacía relucir. En ese instante todo desapareció, tan sólo estaban ellos. Al fin habían encontrado algo por lo que seguir adelante, se tenían el uno al otro.
Loki: ¿Sábes? Creo que te quiero. A lo mejor me ha costado darme cuenta, pero ahora lo sé.
Bastet: Vaya pareja, un perro y una gata. Nunca lo hubiese imaginado.
Loki: En realidad, ni tu eres una gata, ni yo soy un perro.
Bastet: Lo sé. Y por ello igual sé, que yo también te quiero. Lo único malo será cuando discutamos como perros y gatos. Jajaja
Loki: ¿No dicen que los polos opuestos se atraen? jajaja
El tiempo pasó y tuvieron unos niños preciosos, leales y fuertes como perros; astutos y sagaces como gatos. (Eso sí, físicamente humanos 100%) Pasaban un tiempo en Egipto y otro en Asgard, Loki ya no sentía el mismo odio hacia su hermano adoptivo, sencillamente lo dejó por imposible, ahora tenía mejores cosas que hacer que pelearse por un trono que sabía, nunca sería suyo, tenía mucho que enseñar sobre trastadas a esos fierecillas, sus hijos.

FIN.







lunes, 27 de junio de 2011

Las travesuras del Dios Loki 4ª parte

Pasaron los días y mientras Bastet y Loki planeaban su venganza contra Azrael, Bethany les colmaba de regalos y cariño por doquier.
Loki: Tengo un plan y puede que funcione. Necesitaré que me eches una mano, o mejor dicho, una pata.
Bastet: Dalo por hecho. ¿Qué hago?
Loki: Necesito que distraigas a Bethany en la cocina, yo me encargo de hacer levitar las cosas del salón y hacer que nuestro amigo se lleve el susto de su vida.
Bastet: Me gusta tu plan, va a salir perdiendo el culo.
Esa misma noche, Bethany se estaba arreglando para salir con su novio. El chico llegaba tarde, como de costumbre, pero no le importaba, porque, por una vez, la que no estaba lista era ella. Le quería, eso creía, pero últimamente tenía muchas dudas acerca de su relación, sobre todo, desde que llegó a su vida el típico chico que tira de espaldas. Un compañero de trabajo que la traía loca y que si no fuera porque tenía novio... bueno, que tenía muchas dudas. Quería hablar con Azrael, para saber si el sentía lo mismo, pero no se atrevía, aún no.
Llamaron a la puerta y Loki se puso a dar saltos.
Bethany: ¿Qué te pasa amigo? Nunca te alegras de ver a Azrael. ¡Qué raro!
Azrael: Hola guapa. ¿Cómo va todo?
Bethany: Bien. Ya estoy lista, voy por el bolso.
Bethany se marchó a su habitación donde Bastet la entretuvo un buen rato revolcándose por su chaqueta y llenándola de pelos.
Bethany: Bastet, que tengo prisa, ahora tengo que quitarle los pelos. ¿Dónde puse el dichoso cacharro?
Mientras en el salón.
Azrael: ¿Qué tal bicho? Ya era hora que me aceptases. (Refiriéndose a Loki)
Loki: ¿Estás seguro de que te he aceptado?
Azrael: No es posible. ¿Cómo...?
Loki: ¿Cómo puedo hablar? ¿Estás seguro de que no te lo estás imaginando, chaval? Seguro que es el estrés de la ciudad. Te recomiendo que te marches a vivir al campo una temporadita.
Azrael: ¿Cómo...?
Loki: Mira que tienes poco vocabulario, ¿es que no sabes decir nada más?
Entonces todos los objetos de la habitación comenzaron a elevarse y a flotar por encima de ellos.
Azrael: Me estoy volviendo loco, no puede ser cierto.
Loki: Al fin lo pillas. Llevo media hora diciéndote que si escuchas hablar a un perro no es de gente cuerda y tú ni caso.
En ese momento, Azrael se marchó corriendo, dejando su chaqueta en el suelo y dando un portazo. Al oír aquello, Bethany salió de la habitación y se encontró todo en su sitio, incluso a Loki en su camita y lo único que la extrañó fue que no hubiese señales de Azrael. ¿Porqué se había marchado sin decir nada? Había un sobre encima de la mesa. Bethany lo cogió, y lo leyó, era de su novio.

Bethany, cariño, lo siento. Te he querido mucho pero ambos sabemos que no podemos continuar con esto. Ya no es como antes, no nos queremos de la misma forma, además, me están ocurriendo cosas muy extrañas, siento que me estoy volviendo loco y necesito comenzar una nueva vida. Cuando vuelva a estar en mis cabales, si lo logro, te llamaré. Lo siento de verdad, pero es lo mejor para los dos. Tuyo siempre, Azrael.


Bethany se sentía aliviada, no sabía porque, pero no le importaba, se acababa de quitar un gran peso de encima, por lo que salió a celebrarlo con unas amigas.
Bastet: Me hubiera gustado verle la cara de loser a nuestro amigo. Por cierto, la carta estuvo bien, así no perderá más tiempo con él y conociendo al individuo en cuestión, después del susto, dudo mucho que regrese por aquí.
Loki: Me alegro que te haya gustado. He recuperado mi toque. Me siento joven de nuevo y gracias a ti, tengo nuevas ideas que llevarme a casa. Aunque si te soy sincero, por mí no me iría. Lo que no sé, es que hacer con la chaqueta que se dejó y escondí bajo el sofá.
Bastet: ¡Quédate! Lo cierto es que me siento muy bien contigo, brother. Además, quince años más o menos se pasan pronto, luego nos marchamos juntos y aquí paz y después gloria. Y la chaqueta, haz que desaparezca o tírala al contenedor ese de abajo.
Loki: ¿Pero porqué marcharnos si somos inmortales?
Bastet: Porque ella no lo sabe y las mascotas en la tierra es lo que suelen durar. Siempre podremos cuidarla desde arriba.
Loki: Aunque a ti te pilla un poco lejos.
Bastet: Egipto pilla lejos y el cielo de Egipto más ¿pero quien te dice a ti, que vuelva a Egipto? Me quedan muchos países por visitar y será por tiempo.
Loki: Pues tienes razón, yo antes tenía cosas que destruir, bromas que gastar, familia a la que incordiar y mucho curro, pero ahora, tengo demasiado tiempo libre. Puede que pase un tiempo aquí y otro allí. Ya se verá. El tiempo lo dirá.


Continuará...


domingo, 26 de junio de 2011

Las travesuras del Dios Loki 3ª parte

Loki estaba en la gloria. Los lobos no solo le servían, sino que además, se hicieron todos buenos amigos. Pasaron unos cuantos días y Loki se fue dando cuenta que ese no era su lugar. A él le gustaba gastar bromas y luchar; y los lobos, aparte de la lucha por el territorio o la comida, no hacían otra cosa que estar tumbados todo el día. Así que, muy a su pesar, decidió reemprender su viaje. Los echaría de menos, pero sabía lo que debía hacer. A la mañana siguiente, le despidieron aullando, pero el no miró hacia atrás, tan sólo se limitó a seguir su camino. Se dirigía hacia la ciudad, se había dado cuenta, que aunque era un lugar peligroso, sería el único lugar donde podría encontrar víctimas para sus bromas. Después de un largo día caminando, llegó arrastrándose a las afueras de la ciudad, cuando una chica lo vio, tenía los cabellos dorados y unos ojos del color del mar, Bethany, que así se llamaba, le encontró a punto de desfallecer y lo recogió. La chica no vivía lejos, por lo que le cargó hasta su casa, donde le dio comida y agua. Loki estaba agotado, por lo que se echó un rato y cuando abrió los ojos, para su sorpresa, se topó con Bastet, que estaba sentada justo frente a su hocico.
Loki: ¿Qué haces tú aquí?
Bastet: Podría preguntarte lo mismo. ¿Qué haces en mi casa?
Loki: ¿Pero tú no estabas aquí de vacaciones?
Bastet: Lo cierto es que no te dije toda la verdad. Si es cierto que vine hace tiempo de vacaciones, lo que no sabes es que esta chica me recogió y desde entonces vivo con ella como una reina. No me falta de nada y para serte sincera, no tengo ganas de volver. Antiguamente se me veneraba, ahora soy una figurita que los turistas se llevan de recuerdo por su viaje. Ya no hay respeto.
Loki: ¿Tan bien se está?
Bastet: Mejor. En invierno te resguardan del frío y en verano del calor. Te dan de comer cuando tienes hambre, de beber cuando tienes sed. ¿Ves todos esos cacharros? Pues los llaman juguetes, son para que los muerda y arañe; siempre y cuando no lo haga con otras cosas, no me regañan. Lo único malo que tiene, es el agua. Te bañan cada cierto tiempo, pero algo malo tenía que tener.
Loki: ¿Qué opinas si me quedo un tiempo por aquí? ¿Lo soportarías? Es que la verdad, estoy harto de vivir a la sombra de Odín y de Thor. Se creen que estoy loco, aunque no es de extrañar, porque son ellos los que me vuelven loco. Así podré centrarme en algo diferente, y se me ocurrirán nuevas bromas que llevarme cuando regrese a casa.
Bastet: A mi no me importa, eso sí, tengo un par de condiciones que ponerte, ya que yo fui la primera en llegar. Nada de tocar mis cosas y nada de hacerle bromas a Bethany, no se lo merece.
Loki: Te doy mi palabra. Además, tampoco me conviene. Pero tendré que buscar a alguien para ponerle en mi punto de mira. ¿Me recomiendas a alguien?
Bastet: La verdad es que sí. El novio de Bethany, se llama Azrael. Es insoportable, se pasa todo el día pegado a la tele, no la hace caso y creo que la engaña. Deberíamos darle un escarmiento. ¿Socios?
Loki: Dalo por echo. Aprendí unos cuantos truquitos nuevos estando con los lobos.
Bastet: Mmmmmmmmmmm. Me tienes que contar muchas cosas, por lo que veo.
Loki: No te preocupes, tenemos tiempo de sobra.


Continuará...

sábado, 25 de junio de 2011

Las travesuras del Dios Loki 2ª parte

El camión se acercaba a gran velocidad, Loki seguía paralizado por el miedo, hasta que el conductor hizo sonar el claxon. Loki reaccionó tirándose al suelo y el camión le pasó por encima sin rozarle siquiera. Cuando todo pasó, salió corriendo al otro extremo de la carretera, para que no le sucediera lo mismo otra vez. En el otro extremo, se sentó a descansar. Estaba agotado de la tensión del momento y vio un pequeño arroyo cercano, Decidió ir a beber de él, pero cuando se estaba aproximando, una gata se le cruzó en su camino.
Bastet: Loki, Loki, Loki ¿cómo tú por aquí? ¿ya te cansaste de hacer caso a Odín?
Loki: ¿Bastet? ¿Eres tú?
Bastet: Obvio que soy yo. ¿Has visto muchos gatos parlantes últimamente?
Loki: Siempre tan chistosa. Yo estoy aquí por aburrimiento, quería probar algo nuevo. ¿Y tú?
Bastet: Yo estoy aquí, más o menos por lo mismo. En esta época, Egipto está lleno de turistas y no me hace mucha gracia, así que me fui a explorar nuevos mundos.
Loki: Estoy buscando alguien que me suministre lo necesario, para poder dedicarme por completo a mi tarea. ¿Qué me recomiendas?
Bastet: Pues... que te busques una manada. Si te vas con los humanos, terminarás cogiéndoles cariño y después no te querrás marchar. Lo sé por experiencia.
Loki: A mi, eso no me pasaría, pero lo de la manada me parece una buena idea. ¿Hay más perros por aquí?
Bastet: Perros, lo que se dice perros, no, pero lobos sí. Ten cuidado si te estás planteando unirte a su manada de lobos. Son peligrosos, no se dejan dominar por nadie más que por su líder y te pueden ver como un aperitivo.
Loki: Te recuerdo que, además de ser un Dios, no se me da nada mal luchar.
Bastet: Bueno, quien avisa no es traidor. Suerte en tu búsqueda que yo me tengo que ir, estoy oliendo a sardinas. Bye Loki
Loki: Adiós gatita.
Bastet: Buffffffff
Tras su pequeña parada, Loki se puso de nuevo en camino. El sol estaba en lo alto y le hacía flaquear las fuerzas. Caminó y caminó hasta que comenzó a hacerse de noche.
Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Los aullidos se oían lejos, no pasaba nada.
Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Ahora se estaban acercando, los notaba justo a su lado. De pronto, detrás de unas rocas, salió una manada de lobos y le rodeó. Los lobos enseñaban los dientes, estaban a punto de atacar, cuando Loki se puso en pie y comenzó a dar saltitos y vueltas en el aire. Los lobos estaban perprejos.
Lobo Alfa: ¿Se puede saber qué haces? Deja de hacer el tonto que tenemos hambre.
Loki: No hacía el tonto, solo quería captar tu atención. Porque, tu eres el Alfa ¿o me equivoco?
Lobo Alfa: Sí, lo soy. ¿Qué quieres?
Loki: Retarte. Si yo gano, me obedeceréis a mí hasta que decida continuar mi camino. Y si ganas tú, me coméis. Es un trato justo ¿no?
Lobo Alfa: ¿Y porqué tendría que darte la oportunidad de luchar en lugar de comerte ahora mismo?
Loki: No querrás que tu manada piense, que en lugar de un lobo, tienen de líder un gallina. ¿Verdad?
Lobo Alfa: Acabas de firmar tu sentencia de muerte.
Loki: Lástima, no tengo un boli a mano.
Lobo Alfa: Adelante, ataca.
Loki era muy rápido, el lobo ni lo vio venir. En un segundo le saltó al cuello y le mordió la garganta. El lobo aullaba y se revolvía, pero para ser tan pequeño, Loki tenía una fuerza descomunal y el lobo no tuvo oportunidad alguna, se rindió, aunque antes, luchó con todas sus fuerzas para escabullirse, pero fue en vano. Cuando terminó, el lobo se levantó mal herido y se postró ante Loki, que al ver una roca grande en medio del claro del bosque, se subió y usó de trono. Al verle en lo alto, todos los demás lobos se postraron ante él y así pasó el primer día en la Tierra, como rey, cosa que en su casa no podía ser por culpa de Odín, que era quien ocupaba el trono mayor. ¿Qué pasará ahora? ¿Seguirá con los lobos o seguirá su camino para llevar a cabo su misión?


Continuará...

viernes, 24 de junio de 2011

Las travesuras del Dios Loki 1ª parte

El Dios Loki estaba observando a los mortales a través de su telescopio y cansado de hacer siempre las mismas bromas, se dejó caer en su trono. Se sentía vacío, ya nada le hacía la misma gracia. Después de unos cuantos milenios haciendo las mismas inocentadas, ya perdían toda la chispa. ¿Qué podría hacer? Después de darle muchas vueltas, decidió que era la hora de bajar al mundo real y ver de cerca lo que sus bromas le hacían a la gente. Pero debería disfrazarse, para poder pasar desapercibido. Debería transformarse en una criatura independiente y a la vez, un líder nato, alguien que, con sólo ser visto, infundiera en los humanos ternura y compasión, por lo que la broma, tendría el doble de gracia. Estaba listo, sólo tenía que dejar un suplente y atar unos cuantos cabos antes de marcharse. Cuando tuvo todo dispuesto, se dirigió a la puerta que llevaba a la Tierra y con paso firme se adentró en ella.
Al llegar, estaba en un pequeño callejón de una gran ciudad. Vio un espejo roto que alguien había arrojado a la basura y se puso delante de él.
Loki: Que lo visible, se mantenga oculto. Que lo oculto, se haga visible. Que la forma que hay en mis adentros, sea la forma que al mundo muestro.
De pronto, la figura que había en el espejo, desapareció y en su lugar, apareció un perro pequeño y juguetón, de color blanco y negro y de ojos color café.
Loki: La verdad es que soy todo un pícaro.
El suelo comenzó a vibrar y al mirar hacia la carretera, en la calle principal, vio un enorme camión pasar. Estaba algo confundido, no sabía si la forma que había elegido, era la más indicada, hasta que segundos después, una anciana que pasaba por allí, le ofreció unos trozos de pan que acababa de comprar.
Loki: Bueno, parece que no hice una mala elección, después de todo. Debo buscar alguien que me mantenga, para centrarme en mi labor y no preocuparme por detalles mundanos. ¿Pero dónde?
Cuando salió a la calle principal, se dio cuenta lo peligrosa que era la ciudad para un perro pequeño. Tenía que lidiar con los coches, los niños malcriados, las gentes con prisas, el hambre, la sed y lo peor, otros animales. Eso era peor que la jungla, así que decidió irse al bosque. Allí por lo menos, encontraría comida y agua, un lugar donde refugiarse y aire limpio, se ahogaba con tanta contaminación. El bosque estaba cerca, podría meterse de polizón en algún coche o andar, no tenía prisa por llegar. Además, era un Dios, podría usar sus poderes y llegar en un abrir y cerrar de ojos, que evidentemente sería lo que haría, ya que eso de chasquear los dedos... al ser un perro, estaba complicado. Decidió ir dando un paseo, para ver que aventuras se encontraba en su camino. El primer reto era cruzar la carretera. Al ver que no se acercaba ningún coche, decidió cruzar, pero de pronto, un camión salió de la nada y se quedó paralizado. ¿De dónde había salido? ¿Lo atropellaría el camión? ¿Conseguiría cumplir su misión?


Continuará...

jueves, 23 de junio de 2011

La bruja y el cazador 5ª parte

Nathan estaba preparando su bolsa de caza, metiendo todo lo indispensable para no llevarse sorpresas inesperadas. Desde que había conocido a Tabatha, investigaba más a fondo a sus presas y si no podía hacer que se pasaran a su bando, entonces era cuando terminaba con ellos. Se encontraba absorto en sus pensamientos, cuando escuchó un ruido que le sobresaltó. Hacía un año que Tabatha había muerto y no la conseguía olvidar. Cogió su escopeta y salió fuera de la caravana. Miró a un lado, al otro y no vio nada, pero cuando miró hacia abajo, vio un gato que le resultaba familiar, era de noche y estaba oscuro, pero ese gato le cambió la vida, por lo que le reconocería en cualquier parte.
Nathan: ¿Tabi?
De pronto el gato se vio envuelto en un remolino de luz cegadora, que hizo a Nathan cubrirse los ojos. Cuando los volvió a abrir, la vio. Ante el apareció una fantasma, su fantasma. Estaba preciosa vestida de blanco con una sonrisa que le iluminaba el rostro. Estaba flotando, era algo digno de ver.
Tabi: Hola. ¿Cómo estás? Bueno, se que bien, te observo desde mi ventana en el cielo. No quise acercarme a ti, hasta saber que lo habías aceptado y no te iba a causar ningún mal verme. No puedo quedarme mucho, he de volver, pero quiero que sepas que te sigo queriendo y que si volviera al momento en que me mataron, no cambiaría nada, porque lo hice por salvarte y no me arrepiento. No es culpa tuya, fue mi decisión.
Nathan: Estás aquí. Eres tú. No te vayas, por favor. Otra vez, no. Yo también te quiero y aún no lo he superado. Te perdí en el momento que me dí cuenta que no podía vivir sin ti. Me he planteado muchas veces el dejar de cazar, pero después me viene a la cabeza la idea, que alguno de esos monstruos que cazo me mate y al fin pueda ser libre para estar contigo.
Tabi: No digas eso, no es tu hora, lo sé. Igual que sabía que esa noche, estaba escrito que yo no saliese con vida. Si pudiese pedir un deseo, sería poder tenerte una vez más, besar tus labios de nuevo y sentir el roce de tu piel otra vez. Pero eso es mucho pedir.
Nathan: Te quiero. No es justo. ¿Por qué a nosotros?
En ese instante, de la nada aparecieron unas escaleras del cielo, que bajaban hasta los pies de Nathan. De ellas, descendió un hada joven, cuya alegría lo invadía todo. El hada se presentó como Lili y les dijo que tenía una misión que cumplir. Estaba allí para conceder un deseo a cambio de un alto precio. Le dijo directamente a Nathan, que se estaba librando una guerra en el cielo y que le necesitaban. A cambio de entregar su alma al servicio de los ángeles, le concederían 24 horas en las que tendría todo lo que deseara, pero sólo 24 horas, pues el tiempo apremiaba. El tenía claro lo que quería, que Tabatha y él pudiesen estar juntos. Sin darle muchas vueltas, le explicó al hada lo que deseaba, estar con Tabatha y que si fuese posible, al morir, pudiesen estar juntos para el resto de la eternidad. De esa forma el seria un fiel sirviente y el mejor guerrero que pudiesen tener. El hada accedió y de la nada surgió un pergamino con el contrato que ambas partes firmaron. Nada más firmar, Tabatha se deshizo en miles de cenizas que cayeron al suelo. Nathan gritó y se lanzó al suelo donde estaban las cenizas, pero en ese mismo instante, comenzó a resurgir de las cenizas una silueta, era ella, en carne y hueso.
Lili: Y resurgirá de sus cenizas al igual que el ave Fénix.
Tabatha y Nathan se abrazaron, se besaron. El mundo a su alrededor desaparecía cuando estaban juntos. No se dieron ni cuenta, que Lili se había marchado y que las escaleras habían desaparecido. No les importaba nada más que las 24 horas que tenían en la Tierra para disfrutar el uno del otro y claro está, la eternidad que les aguardaba después.
Tabi: ¿Por qué lo hiciste? Tenías toda la vida por delante.
Nathan: ¿Qué vida? Yo ya estaba muerto el día que te fuiste, parecía un fantasma en vida. Cambiaría todo por un sólo minuto contigo, de esta forma tenemos todo un día, ya que no sé como será eso de la eternidad, ni que normas nos impondrán, aprovechemos este día como si fuese el último. Creo que salimos ganando.
Tabi: Aunque en realidad, sí es el último.
Esa noche fue la mejor de sus vidas, al fin se fundieron en un mismo ser, eran como dos moldes que encajaban a la perfección  y el único testigo de ese amor fue la luna en lo alto, en todo su esplendor. Por la mañana decidieron aprovechar y tiraron de deseos, desayuno en París, paseo por el Nilo antes de comer y visita a las Pirámides. A la hora de comer, un poco de pasta al lado de la Torre de Pisa. Más tarde, decidieron navegar por el lago Esmeralda en Canadá y tomar un chocolate caliente en Bruselas. A la hora de la cena, decidieron viajar a la Selva Amazónica para cenar con una tribu y escuchar antiguas historias ante un gran fuego.
Se acercaba la hora, por lo que regresaron a la caravana a esperar el final. Cuando dieron las doce de la noche, la hora bruja, las mismas escaleras de la otra vez resurgieron y Lili descendió por ellas como una gacela. Estaban abrazados, sentados en las escaleras de la caravana, felices por primera vez en sus vidas. Y eso a Lili le encantó, por fin había cumplido su misión, y conseguiría el ascenso que tanto ansiaba, por fin dejaría de ser el hada de los deseos y se convertiría en un ángel de la guarda. Les hizo un gesto con la mano para que la siguieran y eso hicieron. Subieron cogidos de la mano, no tenían miedo, estaban juntos. Fuese lo que fuese lo que les esperaba al final de la escalera, no importaba, y tampoco tenían prisa por descubrirlo. Tenían toda la eternidad para ello.

FIN







miércoles, 22 de junio de 2011

La bruja y el cazador 4ª parte

Al fin estaban cara a cara. Las tres brujas frente al cazador, se observaban sin apenas pestañear. Pasó el tiempo y el silencio se hizo tan incómodo que Tabatha no lo pudo soportar y se adelantó. Se colocó en el medio de los dos bandos y se dispuso a ejercer de mediadora, pero nadie la escuchaba, estaban tan concentrados que no se percataron de lo que se les venía encima. El suelo comenzó a temblar y una gigantesca grieta se abrió a los pies de Tabatha. Sin pensarlo dos veces, Nathan y Morgana se lanzaron al suelo y la sujetaron cada uno de un brazo, evitando así que cayera al vacío. Del suelo emanaba un calor tan intenso, que Tabatha no dejaba de gritar de dolor. Cuando Nathan miró hacia abajo, vio lava. Se estaba formando un volcán en el centro de la ciudad. ¿Cómo era posible? La lava ascendía rápidamente, tenían que sacar a Tabatha de allí enseguida. Con todas sus fuerzas, le arrebató el brazo que sujetaba Morgana y la elevó hasta el borde. Cuando ya estuvo a salvo, la abrazó y sin darse cuenta, una lágrima le resbaló por la mejilla y se depositó en sus labios. Tabatha le devolvió el abrazo y le besó, lo hizo de una forma tan intensa que parecía que el mundo se estuviese acabando y ellos fueran los últimos en desaparecer. Mientras tanto, la grieta se cerraba poco a poco, como si nada de lo sucedido hubiese sido real. De repente, Morticia vio a lo lejos una silueta masculina que reconoció al instante, era su amargado vecino, el brujo. Sonreía y miraba el lugar donde apenas unos instantes antes, estaba la brecha del suelo, entonces Morticia lo tuvo claro, había sido el quien había provocado la brecha, que había estado a punto de engullir a Tabatha. Con un movimiento rápido de sus manos, lanzó una bola de energía que impactó en el brujo haciéndolo caer al suelo con un ruido ensordecedor. Era una altura considerable, por lo que Nathan creyó que el brujo estaría mal herido, pero se equivocaba, en un abrir y cerrar de ojos el brujo estaba en pie, lanzando bolas de fuego sin cesar. Nathan cargó su arma, escondido tras un arbusto con Tabatha y se dispuso a disparar en cuanto lo tuviese a tiro, pero antes de poder hacerlo, Tabatha se levantó, cerró los ojos y apretó los puños. El tiraba de ella para que se agachara, pero estaba en trance, no podía con ella. En ese instante, apareció un gigantesco remolino de agua, que engulló al brujo que luchaba permanentemente por no ahogarse. Pasados unos minutos, el brujo dejó de luchar, Tabatha abrió los ojos y el remolino desapareció, escupiendo al brujo empapado e inconsciente. Nathan sujetó a Tabatha, a la que debido al esfuerzo, le fallaban las rodillas. Mientras se miraban fijamente con una sonrisa en los labios, Morgana y Morticia se acercaron al brujo para rematarlo, por si acaso. Pero el brujo abrió los ojos y con su último aliento lanzó una bola de fuego en dirección a Nathan. Tabatha lo vio y se giró, protegiendo a Nathan con su cuerpo, de forma que la bola de fuego le alcanzó a ella en las costillas, en su lugar. Morticia y Morgana cargaron contra el brujo lanzándole una bola de fuego tras otra, aunque ya estaba muerto. Nathan dejó a Tabatha en el suelo y le sujetó la cabeza con las manos ensangrentadas. No lo pudo remediar y se echó a llora, esa bruja a la que horas antes había querido cazar, de la que sin quererlo se había enamorado y con la que había soñado terminar sus días de cacería, estaba en el suelo, regalándole su último aliento.
Tabatha: Lo siento, pero no quería que te hicieran daño. Te quiero.
Nathan: ¿Porqué lo has echo? No deberías haberlo echo, no. Te quiero, no te mueras por favor. No me hagas esto, ahora no.
Tabatha: Siempre estaré contigo, cuidando de ti. Te lo prometo.
Nathan: Tabi, Tabi, por favor, contesta ¡¡¡TABI!!!
Se quedó tirado en el suelo, abrazando el cuerpo cada vez más frió de la bruja. Morgana y Morticia se arrodillaron junto a el, sujetando cada una, la mano sin vida de Tabatha. Ellas lo sabían, Tabatha no estaba del todo muerta, había una parte de ella que seguiría con vida, su espíritu, pero Nathan no lo sabía, por lo que lloraba desconsolado, sin importarle que las otras brujas estuvieran tan cerca, a su lado.


Continuará...

martes, 21 de junio de 2011

La bruja y el cazador 3ª parte

La cosa no había salido como Tabi esperaba. Se había presentado en su casa y le había rogado que se marchase, porque su familia le daría caza, pero era tan testarudo. En lugar de hacer las paces, habían comenzado una guerra. Ambos lo sabían, antes de que terminase la semana, uno de los dos estaría muerto, pero ¿cuál?
Tabatha llegó a su casa y se fue directamente a la ducha. Bajo el agua se le ocurrían las mejores ideas. No podía dejar de pensar en esos ojos verdes, era estúpida por pensar en él de esa forma, en lugar de verle como una amenaza, pero no podía remediarlo. Pasó el día en la cocina con su hermana, haciendo pociones y más pociones. Su madre se encargaba de los hechizos y de fortificar la casa. Bastante tenía ya con un vecino brujo y toca narices, como para toparse ahora con un listillo cazador de brujas. 
Eran más de las doce de la noche y no había rastro de su presa. Estaba sentado en un banco, con la ballesta en la mano, pensando en el gato más hermoso que había visto jamás, con esa misma elegancia que demostraba su bruja al caminar. ¿Cómo? no era posible, tenía que centrarse y dejarse de tonterías, ¿qué habría pensado su padre si le viera así, suspirando por su presa? Pero en algo tenía razón aquella bruja, ¿cómo sabía él, si las criaturas que llevaba tantos años matando, eran tan perversas como le enseñaron? Ahí estaba ella, una bruja de alto nivel, pero en el fondo una buena chica. Vale que su madre y su hermana quisieran matarlo, era obvio, pero ¿a qué padres les gusta el novio de su hija? ¿novio? Ohhh!!! ¿Qué me está pasando?
En ese mismo momento, escuchó algo, un susurro en la noche. Miró hacia arriba y vio tres sombras que sobrevolaban el lugar, pero una en particular le llamó la atención, esa sombra no volaba en círculos, sino que estaba muy quieta, distante. Sabía perfectamente que era ella y tuvo un presentimiento, algo que le partió el corazón, esa sería la última vez que la vería, lo sabía a ciencia cierta.
Sobrevolaba el parque, el lugar donde le conoció, y allí estaba, sentado en un banco esperando a una muerte segura, apretando su ballesta contra el pecho. Tenía que hacer algo, no podía dejar que le hicieran daño, no se lo perdonaría. ¿Pero el qué?¿Lo conseguiría?


Continuará...

lunes, 20 de junio de 2011

La bruja y el cazador 2ª parte

Cuando Tabatha llegó a su casa, cerró la puerta de golpe y se fue derecha a su habitación, subiendo los peldaños de la escalera de dos en dos. Al oír el portazo, su madre y su hermana que estaban en la cocina haciendo una poción para destruir a un brujo vecino y oponente de la familia, se sobresaltaron. La madre, Morgana, decidió subir a ver que era ese escándalo. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Tabatha, llamó y entró. Tabi estaba sentada en un rincón de la habitación, todo magullada y con los ojos hinchados de tanto llorar. La madre se sentó en la cama y le pidió a su hija menor que relatara lo sucedido. Tabatha le estaba contando lo que pasó, cuando nada más escuchar la palabra cazador, se levantó de la cama y salió de la habitación. Tabatha se quedó perpleja y fue tras ella. Mientras la madre le pedía que repitiese lo sucedido delante de Morticia, la hermana mayor de Tabatha, Morgana se paseaba por las alacenas de la cocina recogiendo especias y otros condimentos para pociones. Según lo poco que sabía Tabi de esos temas de magia negra, la poción que iban a hacer, no era precisamente de protección, sino más bien, todo lo contrario. Les explicó que el cazador la había dejado escapar y su hermana le dijo, que lo más seguro lo hubiera echo para seguirla y ver su guarida, atrapando así a todo su clan. Tabatha juró y perjuró, que no la había seguido nadie y que en los ojos de Nathan no había ira, sino calidez. Pero su familia ya no la escuchaba, no atendían a razones cuando metían la cabeza en el libro de pociones, así que Tabatha decidió salir a buscar a Nathan, hablaría con el, le haría entender que debía desaparecer para que su familia no le diese caza a él. Cuando salía por la puerta, sonó el móvil, era Eli. ¿Qué querría? Ahora no era el momento de contestar, debía volver al parque y encontrar a Nathan.
Estaba amaneciendo y no había rastro de él por ningún sitio. Era tarde y estaba cansada, por lo que decidió continuar la búsqueda más tarde. De repente, algo se movió tras unos arbustos, Tabatha se acercó a tiempo de ver como un pequeño ratón se escapaba corriendo de las garras de un gato. Cuando el gato se dio cuenta que tenía público, se detuvo en seco y se quedó observando a Tabatha. Al poco se acercó y se enrosco en las piernas de la bruja, mientras ella se agachaba y le acariciaba. Al instante, Tabi se escondió detrás de los arbustos y se despojó de la ropa. Cuando salió de su escondite, lo hizo en forma de gato negro, con el pelo más suave y brillante que el terciopelo y unas garras bien afiladas. Comenzó a perseguir al otro gato, jugando y saltando, hasta que pasada una hora, se topó con una caravana al fondo del aparcamiento público del parque. Algo le decía que no se acercase, pero había una fuerza magnética que no podía resistir. Decidió asomarse por una ventana abierta y para su sorpresa allí estaba él, desayunando. Al ver a la gata en la ventana, preparó un cuenco con leche y lo dejó encima de la encimera, justo delante de la ventana.Tabatha estaba sedienta, llevaba toda la noche en vela y había jugado la última hora sin parar, así que decidió tomarse la leche. El estaba sentado en una silla, al otro lado de la encimera, tomándose un café. Saludó a la gata con la cabeza y procuró no moverse mucho para no espantarla.
Tabi no podía dejar de mirar esos ojos verdes y sin darse cuenta, saltó desde la encimera a su regazo y allí se tumbó. Nathan le pasaba la mano por la espalda y ella notaba el tacto cálido de su  piel. Era tan agradable, sabía que su relación era imposible, pero con tal de estar cerca de él, sería capaz de quedarse el resto de su vida como gato. Pero debía avisarle, así que pegó un salto al suelo y se escabulló hasta el cuarto de baño. Nathan fue tras el gato, pero con lo que se topó le pilló por sorpresa. Era ella, la chica de la noche pasada, estaba desnuda, cubierta con una toalla de su cuarto de baño y le sonreía con los labios manchados de leche. No podía ser cierto, ella era la gata que estaba en su regazo. ¿Qué es lo que quería? ¿porqué lo buscaba? ¿sería capaz de matar a un ser tan extraordinario? La cabeza le daba vueltas, sino hubiera sido por los ojos verdes de la bruja, hubiera caído al suelo sin poder remediarlo, pero ahora, esos ojos eran su centro de gravedad, le mantenían anclado al suelo. ¿Le estaba hechizando o era algo normal?


Continuará...

sábado, 18 de junio de 2011

La bruja y el cazador 1ª parte

Tabatha era una chica ocupada. No tenía mucho tiempo libre después de compaginar sus estudios de veterinaria con las clases de full contact en el gimnasio y  por si no fuera poco, tenía que lidiar con un montón de hechizos que se le resistían. Su madre le había avisado desde muy pequeñita, que cuanto más tardase en reconocer lo que era en realidad, más esfuerzo le costaría desarrollarse como bruja. Pero a Tabi, como la llamaban sus amigos, no le importaba. Quería ser una chica normal y lo era, si no fuese por pequeños deslices que cometía en su vida cotidiana. Que no alcanzaba un libro de una estantería, pues lo visualizaba en su mano y el libro bajaba hasta tocar su palma, que llegaba tarde a una clase, pues la congelaba desde la puerta y se escurría hasta su asiento antes de que se descongelaran. Eran cosas insignificantes, que le hacían la vida más fácil sin herir a nadie. Eso sí lo podía hacer, lo que no le gustaba era la magia que practicaban su madre y su hermana. Hacían hechizos de ataduras, mal de ojo o incluso vudú. Esa no era la magia que a Tabi le gustaba practicar. A ella le gustaba sentir la naturaleza y conectar con ella, le apasionaba volar por la noche mientras el resto de criaturas dormían ajenas a la sombra que los observaba desde las alturas. Le encantaba zambullirse en el agua de una lago bañado por la luz de la luna, a 5000 km de su casa y por la mañana regresar sin una pizca de sueño. Claro está, era lo bueno y malo de ser una bruja de altos vuelos, no necesitaba dormir mucho, ya que siempre que necesitaba descansar, se iba a un plano astral distinto y lo que son 5 minutos en nuestro plano, eran 5 horas en el otro. Su mejor amiga Eli, lo sabía. Estaba al corriente de lo que era y por consiguiente, lo que la madre y hermana de esta hacían. Era una buena amiga, llevaba años guardando el secreto sin pedir nada a cambio, aunque siempre que necesitaba ayuda, sabía donde acudir.
Una noche, Tabi volaba por el parque cercano a su casa, cuando una columna cegadora de luz blanca salió desde uno de los árboles cercanos e hizo que cayera al suelo dando vueltas sin control. Aterrizó en unos arbustos y cuando se levantó, vio que estaba llena de rasguños, aunque nada que no pudiese remediar la poción que le enseñó a hacer su abuela cuando era niña, por eso de los topetazos con la bici y demás "objetos inútiles de los humanos", como los nombraban en su familia, ya que si quería viajar, ¿qué mejor método que teletransportarse o volar? De pronto escuchó un ruido tras los árboles, quiso esconderse pero no tuvo tiempo, cuando retrocedía para salir corriendo en dirección contraria, un chico alto, de ojos verdes y pelo castaño claro, se deslizó por el hueco de dos robles apuntando a Tabi con una ballesta. Tabi se quedó helada, no sólo porque alguien le apuntase en el siglo XXI con una ballesta, sino que los ojos verde esmeralda del chico la atraparon sin piedad. No podía articular palabra, y por lo visto no era la única, el chico estaba igual de impresionado que ella, no era para menos. Tabi tenía los 22 años recién cumplidos, era morena de pelo sedoso hasta la cintura, tenía los ojos verdes como los gatos y una piel blanca como la nieve. El chico bajó la ballesta y se presentó como Nathaniel. Era un cazador y estaba buscando una presa a la que había lanzado una flecha tras cegarla con una bomba de luz ultravioleta. No podía ser, ¿qué clase de cazador era? la estaba cazando a ella. Cuando Nathan se fijó mejor en Tabatha, se dió cuenta que acababa de salir de los mismos arbustos a los que se supone, había ido a para la bruja a la que estaba cazando. No podía ser ella, no tenía pinta de ser malvada y despiadada, más bien, parecía aterrada. No era típico de una bruja. Ella echó a correr, pero él no reaccionó, se quedó observando como su presa desaparecía por entre los árboles. ¿Volvería a verla? La buscaría, ¿pero cómo? debía encontrarla y si lo hacía ¿tendría el valor de matarla?


Continuará...

viernes, 17 de junio de 2011

Un cuento para no dormir 5ª parte: El desenlace


Sami se despertó en una cama de plumas negras y un cabecero de dragones que, o era su imaginación o las cabezas de los dragones negros se movían de verdad. Estaba hecha un nudo con las sábanas de seda negra y tardó un rato en deshacerse del embrollo. Cuando consiguió salir de la cama, se dio cuenta que estaba vestida con un salto de cama rojo y el pelo lo llevaba suelto, con un montón de tirabuzones. ¿Desde cuándo tenía tirabuzones? ¿Quién la vistió así? Cogió unas sandalias negras que estaban al pie de su cama y se las puso, el suelo estaba bastante caliente en esa habitación y si no se calzaba se quemaría los pies. Cuando estaba a punto de cruzar una gran puerta, alguien desde el otro lado la abrió, haciendo que Sami se desplazara de la impresión de un salto hacia atrás. Era Samael, le llevaba una copa con un líquido rojo y un plato repleto de frutas del bosque. Cuando Sam se dio cuenta, que el líquido rojo era sangre, hizo una mueca de disgusto y Samael se rió, comenzó con una risita tímida, hasta que no se pudo contener y se rió a carcajadas. Le explicó que si quería salir de allí, debería tomar de su sangre, las frutas sólo eran para quitar el mal sabor. Le pidió que antes de tomar la decisión de irse, le diera la oportunidad de explicarse y después, sólo después, podría escoger entre marcharse o quedarse junto a él.
Sami no daba crédito, pero tampoco podía hacer nada para mejorar la situación, así que accedió. Se sentó en un pequeño sillón de la época de Luis XVI y esperó a escuchar la brillante elocuencia de su demonio anfitrión.
Samael estaba nervioso, daba vueltas por la habitación sin saber cómo empezar, había repasado mil veces las formas en que antiguamente se le había declarado, para saber en qué había fallado. Esta vez sería distinto, por una vez, sería sincero.
Samael: He esperado demasiado tiempo, aunque tenga apariencia de un crio de 18 o 20 años, tengo más de 2000. Desde los inicios, supe que tú serías mi alma gemela, por ello me echaron del cielo, no estaba bien visto que un ángel amara a nadie más que a Dios, y mucho menos si ese amor estaba dirigido a otra Diosa y encima una bruja muy poderosa, la reina del inframundo. Por ello fui desterrado a vivir aquí, no me importó al principio, porque pensé que estar con mi amada sería suficiente, pero al llegar aquí me rechazaste. Decías que eras una mujer libre y que no te gustaban las ataduras porque no querías volver a sufrir por amor. Me ofreciste gobernar, tú estabas demasiado ocupada con las encrucijadas de los mortales, con proteger a tus queridas brujas o convirtiéndote en una perra negra que vaga por la tierra para proteger a los animales, plantas y vivir lo más cerca de tus humanos adorados. Yo acepté con tal de estar a tu lado, pero he tenido que ver como tenías hijos de otros, hijos malvados, mucho peores que yo, porque para ser sinceros, yo lo único que hice fue enamorarme cuando no me estaba permitido. ¿Tan grave fue lo que hice?
Sólo te pido que lo reconsideres, llevo siglos haciendo lo que me ordenas sin pedir nada a cambio, quiero que me des una oportunidad. Si tengo que pasar la eternidad aquí, encerrado, no me importará si la paso contigo. Te quiero.
Sami se quedó perpleja, la verdad, todavía no entendía que fuese una Diosa griega y mucho menos que el mismísimo demonio se hubiese fijado en ella, pero lo que entendía menos todavía, era que tuviese hijos por ahí perdidos, eso sí que la superaba. En el fondo, muy en el fondo, sabía que lo que Samael decía era verdad, su corazón se aceleraba cada vez que él se aproximaba y sabía muy dentro de su ser, que si le había rechazado anteriormente, había sido por el miedo que sentía de sí misma, si se entregaba a él, peligraba todo lo que había construido, si se enamoraba, no podría controlarlo y el amor lo vuelve todo del revés.
Se lo explicó lo mejor que pudo y él la pidió que lo reconsiderara, pero fue en vano.
Sami: Si de verdad me amas como dices, me dejarás marchar sin pedirme nada a cambio, si nuestro destino es estar juntos, lo estaremos, pero ahora sé que no es el momento. Mi momento ahora está arriba, si me fui a vivir como humana, lo hice con algún motivo, hay algo que debo de hacer y aún no he llevado a cabo. Cuando termine mi misión y regrese, hablaremos y si de verdad nos seguimos amando como ahora, lo intentaremos, pero no te hagas ilusiones porque no te prometo nada. Las cosas suceden por algún motivo que se escapa incluso a nuestro control, no adelantemos acontecimientos.
En la cara de Samael, las chispas de sus ojos se avivaron, una sonrisa blanca y perfecta se dibujó en su rostro y sin decir nada más, tendió la copa de sangre.
Sami: ¿Qué pasará con Marcos?
Samael: No temas, le reubicaré en algún lugar.
Sami: Déjale volver conmigo. Sé que tiene una misión que hacer también y si lo que vi en mi visión es cierto, entonces nuestros caminos se cruzarán de nuevo. Creo, que ya sé lo que me llevó a convertirme en mortal, buscar una sucesora.
Samael: ¿Me estás pidiendo que te deje ser esposa y madre con uno de mis subordinados?
Sami: No, esposa no. Y además, no te lo estoy pidiendo, recuerda que aquí la jefa soy yo, yo te di el cargo que ostentas. Si hago esto, es para que, a mi regreso, podamos centrarnos en nosotros, si tengo una sucesora no tendré que preocuparme de otra cosa más que de ti y de mí. ¿Entiendes el porqué de mis negativas? Ahora es el momento, hasta hoy no encontré a la sucesora que mereciese este cargo, pero ahora sé que es distinto. Lo he visto.
Samael lo sabía, ella tenía razón, por ello cerró los ojos y le entregó la copa. Sami la bebió, tapándose la nariz con una mano y sosteniendo la copa con la otra. Cuando terminó, la copa cayó al suelo derramando lo que sobraba de su contenido. De repente un tornado de aire caliente se formó de la nada y envolvió a Sami con delicadeza. De esta forma, se elevó como una pluma desde el suelo y subió ligera por el embudo.
Los padres de Sami no daban crédito. El agujero que hacía un par de minutos se había cerrado, llevándose a su hija, volvía a abrirse para dejarla salir de nuevo, pero estaba cambiada, no sólo por el peinado y la ropa, sino que en sus ojos ya no estaba en color castaño de siempre, ahora los gobernaban unas llamaradas que subían y bajaban con fiereza. Sabían que era su niña físicamente, pero en realidad solo era un recipiente para algo que había salido del agujero, algo que les aterrorizaba.
De pronto un rayo salió de la ventana, Sam miró en esa dirección y vio a Marcos lanzando un rayo a sus padres.
Marcos: Despertaran en una hora creyendo que su querida niña se ha ido a vivir fuera con su permiso. No recordarán nada de esto y así podrás hablar con ellos cuando quieras. Pero para que estén a salvo, lo mejor es que nos marchemos.
Sami se arrodilló en el suelo y besó la frente de sus padres, sabía que Marcos tenía razón, sería mejor que se fuese para no hacerles daño. Cogió un par de cosas, junto con la foto de sus padres, las echó en una mochila y se deslizó por la ventana junto a Marcos que la envolvió en sus brazos. Mientras la besaba, Sami notó como desplegaba sus alas y se elevaba más y más alto. No sabía lo que sucedería después, para ser sinceros no le importaba. Lo único que sabía es que estaba enamorada de dos demonios y que tendría una vida plena como humana con uno de ellos y quién sabe si pasaría su eternidad con el otro. Tan sólo viviría el día a día. ¿Qué más se puede pedir?
¿FIN?







miércoles, 15 de junio de 2011

Un cuento para no dormir 4ª parte


Se pusieron en camino, Sami le preguntó a Marcos hasta dónde había llegado en el purgatorio, si se había topado con los límites y él le contestó que no, había permanecido cerca de la zona, había algo que no le dejaba ir más allá de un límite. Ella le pidió que la llevase hasta allí y al llegar notó como algo agarraba de los hombros a Marcos y le echaba hacia atrás, cayó con violencia al suelo y Sami se dio cuenta de lo que entendía Marcos como límite. Sami creyó que al cruzar por el mismo sitio, le sucedería lo mismo, pero no fue así, ella cruzó sin problemas. Así que decidieron que ella seguiría adelante y él la esperaría allí (aunque en realidad, lo decidió Sam y Marcos tuvo que acceder de mala gana, era muy testaruda). Llevaba horas caminando y no sabía a dónde se dirigía, cuando de pronto vio a lo lejos a dos niños de unos 6 o 7 años. Corrían el uno tras el otro y parecían pasarlo bien, de repente, los niños se pararon y se dieron media vuelta para mirar a Sam a los ojos, al hacerlo, se percató, que los ojos de los niños eran amarillos, parecidos a los de las serpientes y que en el suelo, justo en el centro del círculo que formaban los niños al girar, había un hombre encadenado al que le estaban arrancando con un machete trozos de piel. El hombre gritaba desesperado y Sami se quedó paralizada. Se dio cuenta, que los niños se estaban acercando a ella con cara de pocos amigos y por suerte sus pies comenzaron a responder y echo a correr. Los niños la seguían de cerca canturreando cosas macabras y alzando sus machetes al aire, hasta que una de las veces, Sam miró hacia atrás para ver si la seguían y no se percató del agujero que había ante sus pies y por lo que cayó sin control. Mientras gritaba e intentaba agarrarse a cualquier cosa que tuviese cerca, notó como unas manos le amortiguaban la caída. Se dio cuenta que descendía por un agujero del que salían muchos brazos de las paredes, el terror la invadió, pero entonces notó como los brazos la elevaban y se sintió eternamente agradecida. Al llegar arriba, antes de salir del agujero, comprobó que los niños se hubiesen marchado, les vio a lo lejos despellejar a su víctima, tan contentos. Aprovechó para salir de su escondite y escabullirse entre las sombras. Siguió caminando un poco asustada después de lo ocurrido (bueno en realidad, muy asustada, aterrorizada), al llegar al final de un pasillo, vio una gran puerta custodiada por gárgolas y un perro de 3 cabezas, el cual supuso era Cancerbero. El perro se acercó, la olisqueó y se puso en guardia, pero de pronto, comenzó a lamer su mano, ella no le tenía miedo (cosa bastante extraña) pero decidió no hacer gestos bruscos, para no tentar a la suerte. El perro se sintió ofendido y se tumbó en el suelo para descansar. Sami no sabía lo que había hecho para que el perro no la atacase y se mostrase así de cariñoso, pero no iba a quedarse en ese lugar para averiguarlo. Cruzó el umbral de la puerta, tras mucho esfuerzo para poder abrirla, al entrar, se cerró de golpe. Cuando alzó la vista, vio a un chico moreno, de piel clara y ojos color fuego que le sonreía y le hacía un gesto con la mano para que se acercase. Tenía unas alas rojas del color de la sangre que se agitaban a su espalda y levantaban en su batir, un pequeño remolino a su alrededor. Sin saber qué hacer, dio un par de pasos en dirección al chico y se paró. Él bajó de su trono con forma de dragón enroscado y se acercó a Sami con paso firme. Cuando llegó a su altura, vio que era alto, medía por lo menos 180cm y sus ojos eran llamaradas de verdad, se veía como relucía y chisporroteaba el fuego en su interior. Se presentó como Samael y en seguida Sami, se dio cuenta que se trataba del mismísimo Satanás. Le preguntó que hacían allí Marcos y ella; y la respuesta que halló le heló la sangre. Samael le contó que no eran quienes ellos creían ser. Marcos era un ángel caído, cuyo destino era competir con un ángel del paraíso que se encontraba en la otra punta del purgatorio y esperar allí a las almas para guiarlas al inframundo, y así el otro ángel no las reclutase para al cielo. Pero no contaba con que su ángel caído se enamorase de una diosa. Al escuchar esto, Sami se sintió extraña. ¿Como una Diosa? ¿Quién, ella? si era una chica normal y corriente, o lo era antes de acabar allí. Samael le contó, que en realidad era la reencarnación de una Diosa griega, una bruja muy poderosa de la que milenios atrás él había estado enamorado y ella le había rechazado. La Diosa Hécate, se había cansado de ver los toros desde la barrera y se reencarnó para volver a vivir una experiencia como humana. Lo malo es que no recordaría nada hasta que volviese de nuevo al inframundo. Por ello Sami no recordaba nada y pensaba que podría ser una invención del Diablo, porque para ser sensatos, se supone que el Diablo no es precisamente lo que se dice sincero. Le explicó que su amigo debía cumplir su misión y que sólo era un cebo para enviarla hasta él, pero que al haberse enamorado, debería sustituirle para que se mantuviese alejado de ella. Sami estaba perpleja, no pudo hacer más que preguntar porque se había tomado tantas molestias para buscarla, y llevarla hasta allí. Samael le dijo que la quería, que había estado esperando la oportunidad para poder convencerla de que fuese su reina y ese momento había llegado. Al haberse reencarnado, no tenía los prejuicios de tiempos atrás, sería como conquistarla por primera vez.
De pronto todo se oscureció, a Sami le temblaron las rodillas y lo último que notó fue el frío suelo bajo su cuerpo y a Samael llamándola por su nombre. Ahora todo cobraba sentido, el perro no la había atacado porque era suyo y todo lo que había vivido hasta entonces, los sueños, las sensaciones extrañas, todo comenzaba a encajar.

Continuará...

lunes, 13 de junio de 2011

Un cuento para no dormir 3ª parte


Sami tenía los ojos cerrados por el miedo, caía por un agujero que parecía no tener fin y se agarraba al cabecero de la cama como si le fuese la vida en ello. De pronto, la cama tocó fondo con tanta fuerza, que hizo que Sami saliese disparada y cayera al suelo. El suelo estaba pegajoso, era como el alquitrán y comenzó a hundirse poco a poco. Luchaba con todas sus fuerzas, pero era inútil, cuanto más luchaba, más rápido se hundía. Cuando la sustancia viscosa le llegaba por el cuello, vio al fantasma que le tendía la mano, no podía fiarse de él, pero no tenía otra opción, se hundía sin poder remediarlo y él era lo único que tenía a mano. Le sujetó con tanta fuerza que le hizo soltar un grito ahogado, después le tendió la mano que le quedaba libre y ella la cogió, él comenzó a tirar hacia arriba, demostrando una fuerza extraordinaria y en un momento se encontraba arriba y ¿a salvo?
Entonces se fijó mejor en él y vio como dos alas negras como el carbón, con un brillo cegador, salían de su espalda y se expandían en todo su esplendor. Se apartó hasta un rincón, llena hasta las cejas de esa sustancia pringosa y se sentó en el suelo sujetándose las rodillas. Él se acercó y le pidió perdón por haberla hecho viajar hasta ese lugar, aunque no sabía como lo había hecho.
Pasaron dos largas horas hablando, él le contó que no pretendía hacerla daño ni asustarla, pero que el lugar en el que se encontraban, el cual creía que era el  purgatorio, estaba ligado a sus emociones, si se enfadaba, comenzaba a llover, pero no agua, sino bolas de fuego que lo destruían todo a su paso. Si se encontraba alegre, crecían flores, también de fuego y en lo alto, aparecía algo parecido al sol de la mañana. Cuando deseaba algo, lo obtenía, todo menos salir de allí, eso era lo único que no podía obtener, ni sabía cómo hacerlo. Le explicó que ella estaba allí, por eso, porque al no haber podido hablar con ella, lo había deseado con tanta fuerza que algo la había arrastrado hasta él. Ella le preguntó lo que era y porqué tenía esas alas y él le contestó que no lo sabía, llevaba todo ese tiempo intentando averiguarlo y no había conseguido nada, no había nadie a quien preguntarle. Pero una noche que echó a volar y pasó por la zona donde se hallaba su casa en la superficie, miró hacia arriba y la vio, estaba sentada en el mismo escritorio que hacía años él había ocupado, (era toda una reliquia, pero a Sami le gustó cuando se mudó, así que no se deshizo de él) En ese instante, sintió que estaban conectados de alguna forma y que ella, sería la respuesta a sus preguntas.
De pronto sintió una punzada en su interior, cerró de nuevo los ojos y vio imágenes de un tiempo anterior, como si sus párpados se hubiesen convertido en una gran pantalla de cine. Vio al fantasma, cuando estaba vivo, sentado en su escritorio y como una sombra negra subía por la pata de la silla donde se hallaba. La sombra se le enroscaba en el cuello como una soga, le levantó de la silla con fuerza, haciendo que esta cayera al suelo con un golpe seco y vio como esa sombra se enroscaba en una viga del techo. También pudo observar como el otro extremo de la sombra, se acercaba al escritorio y dejaba una nota de suicidio. ¿Pero cómo podía suceder algo así?
Cuando Sami abrió los ojos, se encontraba levitando por encima de la cabeza del chico que permanecía perplejo. De pronto, Sami se dio cuenta y su cuerpo reaccionó cayendo encima de Marcos. Se encontraban uno encima del otro y ninguno de los dos se atrevió a mover ni un músculo. Sam sabía que lo que acababa de suceder. Había tenido una visión de la verdadera muerte de Marcos y entendió al instante lo que debía hacer, encontrar la sombra y destruirla, después tendría que encontrar a los padres de Marcos y contarles la verdad. ¿Pero como los encontraría? ¿La creerían? Y lo más importante ¿cómo saldría de allí?

Continuará...

jueves, 9 de junio de 2011

Un cuento para no dormir 2ª parte


Pasó el tiempo sin señales del fantasma, hasta que una noche a principios de Octubre, Sami estaba durmiendo y de repente comenzó a soñar. Se encontraba caminando por un pasillo muy largo, estrecho y demasiado iluminado. Tanta luz le molestaba y no podía ver nada, de repente, chocó contra alguien y cayó al suelo. Al levantar la mirada, se encontró con unos ojos color del mar embravecido, una sonrisa blanca como la nieve y un pelo color avellana que recordaba haber visto antes. En ese momento, se dio cuenta que aquella imagen era la misma que hacía tiempo vio en internet.
El chico le tendió la mano para ayudarla a levantarse y ella supo al instante que debería echar a correr en la dirección contraria, no entendía porque, pero tuvo un presentimiento y no lo dudo. De pronto, se levantó sin ayuda y echó a correr.
Siguió corriendo sin mirar atrás, vio una puerta abierta y sin pensárselo dos veces se lanzo a su interior y cerró la puerta tras de sí. En ese momento se despertó, estaba en su cama, empapada de sudor, se tranquilizó al pensar que todo había sido un sueño, pero en un abrir y cerrar de  ojos, la cama y todo lo que se encontraba a su alrededor, comenzaron a girar en el aire sin control.
Sami gritó, sus padres intentaban tirar la puerta abajo mientras le preguntaban lo que estaba sucediendo y le decían que estuviera tranquila, pero algo mantenía cerrada la puerta. El padre cargó contra ella una y otra vez, sin conseguir nada. Mientras, en el interior, Sami luchaba por bajar de la cama, pero comenzaba a marearse, la cama no hacía más que girar y dar vueltas en el aire. En un instante, apareció un agujero negro en el suelo de su habitación, ella agarrada al cabecero de su cama no daba crédito, la cama se coló por el agujero y todo quedó en calma. El padre cargó una última vez sobre la puerta y esta cedió a tiempo de ver como su hija se colaba por el agujero que se cerraba tras de sí.

Continuará...

martes, 7 de junio de 2011

Un cuento para no dormir

Hoy os voy a deleitar con un cuento de cosecha propia, espero que os guste:

Hacía frío y Samantha estaba aburrida en casa, fuera estaba lloviendo y no podía salir sin calarse hasta los huesos. Hacía tiempo que sentía algo extraño en su habitación, de ahí, todos esos libros que se compró acerca de casos sobrenaturales. Pero era atea, no creía en nada que no se pudiese demostrar científicamente, aunque últimamente, sentía cosas que no podía explicar.
Una noche de verano, comenzó a sentir como sus pies se congelaban y despertó jadeando de un sobresalto. De pronto sintió como se le erizaba el pelo, notó un escalofrío que le ascendía por la espalda y unos dedos gélidos le recorrieron la mejilla. Quizá fuese un sueño, porque si no, ¿qué otra cosa podía ser?
Decidió buscar sucesos extraños cercanos a su casa. De pronto encontró un artículo que le llamó la atención.

Marcos, un chico de 17 años, fue encontrado muerto en su habitación la noche pasada. Se piensa que pudo ser un suicidio,  junto al cadáver se halló una nota. Cuando la criada lo encontró, permanecía colgado de una de las vigas más altas. La nota, decía lo siguiente: "Debo morir, es mi destino. Os quiero, pero es algo que debo hacer. Lo siento."
Una nota de suicidio que no sorprendió a los padres, pues el chico llevaba años en tratamiento psicológico debido a unos sueños bastante inquietantes, de los cuales había hablado varias veces con su psiquiatra.
Cuando Sami se fijó en la fecha de la noticia y en la dirección, se dio cuenta que se trataba de su misma habitación, y que el chico había vivido allí, hace 50 años. Tenían aproximadamente la misma edad y las cosas comenzaban a encajar.
¿Podría ser ese chico, lo que notaba cada noche? ¿Sería ella la razón por la que él había esperado tanto tiempo?

Continuará...